Partida Rol por web

El comunicador volvió a emitir, con la misma voz femenina extramundana de antes.

-Refuerzos, aquí la sargento Katrin Schenkopp del 303º de Fezzorn, junto al sargento Voross Blonigan del 38º Kasrkin. Tenemos un puñado de soldados de todos los regimientos defendiendo el taller. ¿Cómo va por vuestro lado? ¿No hay más fuerzas disponibles?

Había sido grandioso, todos disparando a la vez para hacer caer al enemigo al unísono y como colofón final las llamas purificadoras que limpiaban su infecta carne. Era momento de seguir avanzando y averiguar que estaba pasando. Las cargas y cortes del caballero llenaban el ambiente, insulflandoles coraje y adrenalina.

Con la boquilla del lanzallamas humeante por la diferencia de temperatura ambiente, Alexander sonrió y gritó:

-Miliciano, ¿has visto?. No ha estado mal para ser el primer disparo desde que nos dejaron aquí tirados.

El orgullo le llenaba el pecho, había sido increíble el trabajo realizado por las diferentes unidades trabajando conjuntamente como una sola. Eran dignos defensores del Emperador.

Ahora que por fin tenían un grupo con el que avanzar, tocaba dejar de seguir al gigantesco caballero imperial para dirigirse a prestar ayuda a los del taller.

-Avancemos, la línea recta parece despejada.

Muy bien hecho - le dijo al especialista de armas pero en seguida se giró hacía sus hombres - ¡Buen trabajo muchachos! Vuestras madres estarán orgullosas - y comenzó a avanzar hacía el Sur, tenían que limpiar las calles y no dejar a ningún enemigo detrás, mejor aprovechar que ellos estan detrás de los malos - ¡ADELANTE! ¡LIMPIEMOS LA CIUDAD! ¡SEGUIDME! - vociferó a través del vox de mando que llevaba su ayudante para luego seguir hablando por el canal de radio.

- Somos los que somos y estamos los que estamos, vamos a limpiar las calles de enemigos y nos reuniremos en su posición. Esta es una misión de voluntarios y no hay nada más, no podíamos dejar la mansión sola sin defensas...

Seguía habiendo tropas en el pueblo destruido, pero lo importante era llegar hasta los vehiculos, así que, abandonando la cobertura, Arthur siguió corriendo saltando cascotes y esquivando ruinas.

No le había dado tiempo de disparar cuando los milicianos hicieron un trabajo impecable derribando a aquellas criaturas del Caos. Mirando al frente y a su derecha, no vio enemigos a la vista así que se levantó de nuevo y siguió al Sargento Anthony. 

- Buen trabajo, chicos. - les dijo a los milicianos. Lo había sido y no tenía problemas en reconocerlo. 

A lo lejos se escuchaba el estruendo que producía aquella máquina enorme llamada Caballero por todos. 

Un problema menos. Mientras los milicianos se dirigían hacia el sur, era mejor dispersarse para ofrecer un blanco menos tentador. Con esa idea en mente cruzó las ruinas hacia el oeste. E intentó llamar la atención del tipo del lanzallamas y su pardillo.

-Paul Van Horst, especialista en armas. No tenía claro si ya se conocían. Su compañero de regimiento llevaba suficiente mugre y barro encima para no poder estar seguro. Quizás no deberíais exponeros tanto en campo abierto.

Después de todo, con todo ese monopropelente a la espalda, era lo más parecido a una bomba ambulante.

Los cadáveres andantes terminan de se destruidos y eso brinda gloria para nuestro variopinto equipo. El enemigo ha sido reducido a escombros de carne putrefacta y humeante, lo que me saca una buena sonrisa bajo mi casco. Asiento a las palabras del líder y le hablo a Titus:

 - "Lo hemos hecho bien. El Emperador está orgulloso."

Comienzo a seguir al sargento de la máscara antigases, el que ha organizado esta escuadra, y junto con Titus le seguimos hacia el sur. Veo por sobre las construcciones que el Caballero Imperial está a gran distancia pero no hacia el sur precisamente, por lo que espero que ese sargento conozca bien esta ciudad para que no terminemos perdiendo tiempo entre calles perdidas.

Fedor disparó abundante plomo, como el resto, y fue testigo de cómo la masa de seres reanimados caía despedazada por el fuego imperial. Con un último manto de lanzallamas, solo quedaron restos carbonizados, una peste hedionda y un sentimiento de satisfacción.

- Alaba al Emperador y carga la munición - murmuró su particular plegaria, bombeando la corredera de su recortada mientras Liud se le acercó con una caja de cartuchos, lo cual agradeció con un asentimiento de cabeza.

Parecía que aquello iba bien, pero disparos por las calles y explosiones evidenciaban que había más cosas de esas por las cercanías. Tendrían que estar atentos y repetir sistemáticamente la actuación.

Haciendo caso al emocionado sargento selicano, siguió al hombre junto al resto, en busca de una limpieza total de las calles.

Habíamos conseguido desbandar la multitud de criaturas del caos que nos atacaban, ahora sus cuerpos llenaban el suelo de las calles aledañas a la mansión. Ahora, como dice nuestro "auto proclamado" líder, debíamos seguir nuestro camio, eliminando a toda la escoria del caos que nos encontrásemos.

- Buen trabajo, si señor. Saco la vaina del cartucho descargado y pongo otro en su lugar, aunque puedo repetir el gesto, noto que dentro de poco, serán necesarios mas suministros. 

Parece que la suerte se le ha acabado a la gente del taller, porque de pronto esas condenadas hordas han logrado abrir fuego de nuevo, pulverizando a disparos la zona superior de la edificación. No hay modo de saber cuantos heridos o muertos habrán causado, pero desde luego han sido varias andanadas infernales. El caballero también se ha visto alcanzado, recibiendo daños menores, que solo parecen enfurecer más a su ocupante. 

Desde vuestra retaguardia, llega un krieg rezagado. Se mueve con más rapidez y agilidad que un no muerto, así que debe estar vivo...

El plan del sargento es lo mejor que podemos hacer pero, a la vez, lo más peligroso: Cazar al enemigo en las calles. Cualquiera hubiese dicho que debíamos atrincherarnos y esperar a que el enemigo caiga sobre nosotros pero eso haría que cayeran todos juntos y combinando sus fuerzas. Estos zombies han demostrado ser peligrosos solo en masa, por lo que cazarlos en las calles y sin permitir que se reúnan completamente es sumamente peligroso pero también la mejor forma de evitar un asalto que nuestra fortaleza no pueda resistir.

"Me gusta el estilo de este sargento."

Continúo corriendo todo lo rápido que puedo hacia el sur, siguiendo al "bastardo" en su carrera. Miro al Caballero Imperial y creo que intentaremos llegar por el sur, probablemente dando un rodeo para tomar a sus atacantes por la espalda. Sería sumamente conveniente poder flanquearlos así, pues sería la forma más segura de acabar con las hordas sin que sean capaces de responder.

Sin enemigos en el frente, Anthony se giró para tener visual con los cabos que lideraban los pelotones de milicianos y con gestos les indico que les siguieran - ¡Hacía el Sur! ¡Paaaaaaaso ligero! - vociferó a través del vox liderando el mismo la marcha, rifle en ristre y la determinación de un cadáver andante brillando en sus ojos cubiertos por la máscara reglamentaria de los aguerridos milicianos que eran incapaces de ganar la guerra por si mismos. 

Albius giró su rostro a la derecha, viendo al final de la calle, más allá de las ruinas, un edificio que estaba siendo asediado por las hordas de cadáveres levantados por las fuerzas del Caos. Por el camino vio montónes de cadáveres destrozados en pilas sangrientas de miembros cortados, cabezas tronchadas o torsos divididos por la mitad.

El sargento al mando de la misión de rescate ordenó ir al sur, y Albius le siguió sin dudarlo, a pesar de que veía a ciertos hombres que decidían quedarse atrás o ir hacia otra dirección. Con un gesto disgustado hizo que su compañero, Celonius, le siguiera.

Ellos eran del 13º de Asedio, y no una turba indisciplinada como varios de los ahí presentes.

Van Horst era tan disciplinado como el que más, pero no tenía sentido avanzar tan apiñados por un terreno desconocido. Un único impacto afortunado de una unidad de artillería enemiga podía mandar a una buena parte de los milicianos (y a los voluntarios que se encontrasen cerca) con el Emperador en milisegundos. Si encontraban oposición, ya se juntarían para formar una enorme plataforma de fuego.

Según recordaba del entrenamiento básico en Fezzorn, había un estudioso clásico de la antigua Terra que lo había expresado así: "Marcha dividido y combate concentrado". Reflexionando sobre esa cita, Paul siguió avanzando por entre las ruinas mientras esperaba que su compañero del lanzallamas le siguiera.

Con la euforia de la mantanza, Alexander se había lanzado a la carrera hacia el taller. Después de un sprint con el lanzallamas a cuestas, su espíritu marcial de Fezzorn lo refrenó.

Estaba corriendo como un novato. Si había sobrevivido hasta la llegada de los refuerzos había sido por la cautela. -pensó. Paró en seco y busco a su compañero de unidad, en tanto tomaba la decisión de avanzar junto a él.

-Encantado, soy Alexander. ¿Hacia el taller verdad?. -Se presentó si soltar las manos de su arma.