Partida Rol por web

Albius atendió a las palabras de su compañero Quintus, pensando en lo que les había sucedido a ellos. - Pues tuvieron suerte de que llegarais vosotros, malditos manazas.* Luego me lo cuentas. Nosotros acabamos en una selva con unos orkos, tenían un chaman o psíquico raro, lo tuve que acribillar con "Lugere"** para que dejara de tirarnos rayos, el malnacido. ¡Pero comió plomo a mansalva!¡Jajajaja! Aquel penal lo hizo bien, tiene pelotas y raro en uno de los suyos, piensa. - mencionó, señalando al pelirrojo penal con cresta. Lo que para otro hubiera sido una experiencia aterradora, conforme lo contaba Albius parecía un lunes cualquiera, como si enfrentarse a varios Orkos cuerpo a cuerpo y sobrevivir sin un rasguño fuera algo natural o acribillar a varios y a su chamán fuera como sacar al perro. Incluso con el torcedor, al enorme tirador no se le había torcido el gesto, simplemente había incidido más aún en el combate, como deseoso dar lo mejor de sí y acabarlo de una forma u otra. 

Cuando su compañero llamó a Fiks, Albius estuvo totalmente de acuerdo. - Sí, Fiks, lo conozco, me parece muy acertada tu decisión Quintus. ¡Eh Fiks, aquí!  - elogió a su compañero, sabedor de que probablemente aquel era el Lantanita más adecuado para aquella tarea. 

Aún arrodillado, Malek se dirigió a su sargento - Hermano Moham, disculpe mi atrevimiento, pero deberíamos volver... - y luego miró a la sargento de Frezzon - Mi señora, encontramos un rastro que nos condujo hasta un grupo de Soldados de Asalto de la Inquisición, nos dieron las chapas identificativas de los soldados desaparecidos. Avanzamos durante un rato hasta que el sonido de un combate nos atrajo, se trataba de este Ángel del Dios Emperador y varios de los nuestros, combativos contra el archienemigo hasta que - tragó saliva - ese horror apareció por otro lado y le dimos muerte, allahu akbar - dijo con tono sosegado, incorporándose y deseando poder salir de aquella pocilga. 

Vitaly se acercó a Fiks, que estaba medio enajenado, y le dió un par de palmaditas en la espalda con la mano libre antes de girarse hacia los dos del treceavo que estaban dandole ordenes. 

Quien os creeis que es, ¿vuestro perro?. Aquí no se ha rifado una mierda. Os esperáis a que estemos listos para salir y entonces si queréis nos seguís, pero ni él ni yo somos vuestros servidores como para que vengáis de estas, ¿queda claro?

Vitaly no estaba tan ciego como para no ver que el asunto del torcedor había afectado al de por sí frágil medicae, y no iba a dejar que extranjeros le atosigasen. Sí tenían que decir algo más, bueno o malo, iría por él, y se sabia de sobra capacitado para ignorar cualquier queja o insulto de los tipos del treceavo, pese a que ya sabía de sus vertientes violentas. Aunque esta había sido contra fezzornitas y era comprensible, claro. Girandose de nuevo hacia su compañero, se aseguró de hablar en voz baja.

¿Todo bien? Tomate tu tiempo, no creo que Kolya haya llegado tan lejos tampoco. 

- Ha-ha sido mum-mucho V-v-vitaly - se abrazó a su compañero de Lantan, escapándosele un sollozo cuando apoyó el visor del casco contra la hombrera del especialista. El medicae estaba aterrado hasta la médula, la suma de todo lo que había visto y experimentado era demasiado para procesar en aquel momento; de manera que lo dejó para otro -, pero lo t-t-trataremos cuando volv- volv- volv- un par de pisotones fuertes contra el suelo le ayudaron a cerrar la puerta temporalmente a los horrores acontecidos y acompasar su pulso con el de su valiente camarada -. El Emperador vela por ti ¿Sabes? Jéjejej - rió al ver su estampita de la fe y se separó de él, ya más tranquilo - Nos v-v-veremos en Grouxvignon y montaremos la caberna ¿Eh?

Tras esto asintió, terminando de mentalizarse y apretó los hombros de Vitaly, como quien aprieta un pilar antes de tomar impulso. Carraspeó y fue en dirección a los Enviudadores, emisarios de El Emperador traídos a Sélica a través del tiempo y del espacio.

Debía estar haciendo lo correcto pues por el rabillo del ojo creyó ver la figura de un Marine Espacial, muy parecido a los de las figuritas de hojalata que coleccionaban los chicos y chicas populares del colegio en su Lantan natal. Una visión para que no perdiese la esperanza, seguro.

- Zhora Chinilkin 'Fiks' para servir a La Humanidad- se presentó ante Quintus, Albius y Cayo Lelio con un saludo marcial que trataba de compensar lo quebradiza de su voz - ¿Alguien necesita atención médica o partimos de inmediato?

Albius, o mejor dicho, el casco de la armadura de Albius se giró hacia Vitaly, quedándose allí, mirándolo, sin decir absolutamente nada. 

Al poco se empezó a escuchar un sonido, algo parecido a un ataque de asma...sólo que cada vez más fuerte, al poco se escuchó la estentórea risa del gigantón que rozaba casi los dos metros, algo menguado por la presencia del Marine, pero aún así mucho más alto que la media de soldados de la G.I. que allí habían, y más con todo el equipo puesto. 

- ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡NAM OVA DE BASTARDIS!* ¡Tiene huevos el chiquitín! - dijo, riendo sin poder contenerse. - Eh amigo, aquí nadie a dado órdenes, como he dicho, aceptamos vuestra ayuda. Pero, eh, tú primero, por supuesto. - le contestó al barbudo lantanita, señalando hacia adelante con la punta del bólter pesado que llevaba. Aunque pudiera parecer que había sorna en su respuesta, ni por el tono, ni por los gestos, había ninguna. Muy al contrario, aquel soldado era uno de los que había permanecido allí luchando, y sólo por eso, ya tenía el respeto de Albius. Tanto más si se tenía en cuenta las ganas que tenía el moreno portador del bólter pesado de congeniar con el resto de regimientos. 

Cuando Fiks se acercó, le puso la mano en el hombro, con un suave apretón. - Hola medicae, te recuerdo, eres bueno. Tranquilo amigo, te cubriremos. Hemos tumbado a esa cosa, juntos podemos con lo que sea. - Miró a sus dos compañeros y negó ligeramente con la cabeza. - Celonius y yo - dijo señalando a su pardillo - estamos enteros. Quizá otros no y necesiten de tu experiencia. - 

Escucho a mi compañero de regimiento, "¿doblesueldos?, no me gusta nada ese nombre, seran seguramente unos vendidos, no creo siquiera que sean dignos de usar las insignias de los tempestus, esos tipos eran los mas duros de la scholam" le digo a Noctis, perdiendome un poco en los recuerdos, pero Fabio me saca de un codazo y parecía que nos habían asignado a un lantanita, un medicae, "Buenas, Cayo Lelio Cornelio, fiel servidor del emperador de la humanidad, es un placer conocerle, yo estoy listo para avanzar" pero la verdad es que no quería ninguna pelea, "Creo que lo mejor es dejar las ganas de pelear para los herejes, no la gastemos entre nosotros" digo, intentando calmar la situación, entre el lantanitas y mis camaradas.

Alain asistió atónito al resto de la refriega. Si no corría, era porque todavía bullía de odio hacia aquella cosa, aquel demonio que incluso allí, en mitad de unas alcantarillas, se le antojaba antinatural y repugnante. Ni siquiera se dio cuenta de la llegada de los refuerzos cuando esta tuvo lugar, pues el combate le tenía atrapado, rezando por los hombres y mujeres que plantaban cara a aquel monstruo. Y entonces, bajo el devastador torrente de fuego que la guardia había volcado sobre él, el Torcedor se deshizo para volver a convertirse en mucho más que la leyenda que había sido para él hasta aquel día: un mal recuerdo, uno que nunca olvidaría. 

No podía creer que no hubiera heridos graves, y como todos, sabía que tenía que dar gracias por ello al marine espacial, que era quien había contenido la furia del Enemigo. Sintió algo de envidia cuando este felicitó a algunos de los hombres que le habían ayudado, y se maldijo por dentro por no haber siquiera disparado su arma, pero sabía que, de haberlo hecho, tal vez habría causado más mal que bien. Sin embargo, cuando el Ángel del Emperador le ordenó asistir a los heridos, el miliciano recordó su cometido y, tras besar el medallón con el águila imperial que llevaba colgado del pescuezo, corrió junto a Marcel y la mujer, que parecía que seguía catatónica. 

—Señora, ¿se encuentra bien? —le dijo, mientras se inclinaba a su lado y preparaba su material, por si las moscas— ¿Puede oírme? 

Kolya se había escondido como un niño pequeño en un pequeño rincón de esas alcantarillas, bastante lejos de todo como para que se pudieran olvidar de él. El sargento estaba acuclillado con las manos sobre la cabeza mientras revivía el enfrentamiento con esa versión macabra de un medicae y recordaba la promesa de volver a verse pronto. 

Su cuerpo no reaccionaba, su mente estaba bloqueada; lágrimas surcaban su rostro bajo la máscara que le daba la capacidad de visión en ese lugar; pero entonces empezó a escucharse ese sonido. Se tapó las orejas con las manos mientras apretaba los dientes pero al notar que iba a más, acabó gritando él también como si con su sonido pudiera contrarrestarlo de alguna forma, o tal vez porque cuando estabas en túneles y había un sonido muy fuerte debías de abrir la boca para que los dientes no te explotaran por las vibraciones.

Escuchó algunos gritos de júbilo y solo pudo desear que todo hubiera terminado para bien; pero no podía moverse. Todavía no.

Arthur se levantó recogiendo sus cosas después del combate, aliviado de que el montón de terror infantil hubiera sido mandado de vuelta a la montaña de represión que llamaba infancia. Estaba hasta las narices de rebozarse en zumo de boñiga o lo que fuera que aquella gente tirara por el retrete para que inundara las cloacas, pero se dio un momento para buscar su petaca, y pegar un trago de licor. Nadie le iba a decir nada después de haber acabado con un demonio como ese. Si hasta querían proponerle para una medalla, nada menos.

Suerte con eso. El grupo se reunió con viejos amigos y conocidos, pero como él no había hecho migas con nadie que siguiera vivo en aquel planeta, se limitó a encogerse de hombros y asentir cada vez que alguien le mencionaba o señalaba. Si tocaba volver, ya lo decidiría alguien. Sacó el cargador vacío del rifle de fusión y chasqueó la lengua mientras colocaba otro nuevo, ya no le quedaban muchas balas y no parecía que fueran a abastecerle pronto. Mandó a Pipeboy a recoger los casquillos que puediera encontrar, se iba a hacer un collar de casquillos usados, para recordar como frío a ese hijo de puta.

Quintus se iba a encarar con Vitaly, pero cuando su mando adjunto le quitó hierro al asunto este decidió ignorar al lantanita. No valía la pena agriarse el jubilo de la presencia de un hijo consagrado del Emperador por una tontería. Cuando Fiks llegó a su altura este le palmeó el hombro con fuerza haciendo que tuviera que centrarse como mínimo en su cuerpo, se agachó y le miró a los ojos profundamente.- Eh, tranquilo, ya se fue. ¿Recuerdas nuestra charla? No es tú trabajo, tú has cumplido con tú cometido con creces. Ahora céntrate en la pantalla y en el trabajo, mantenerte ocupado te vendrá bien, concéntrate en rastrear a los huidos y nosotros haremos el resto.-el Enviudador podía ser duro y frío, pero no era un hijo de puta desalmado. No había escogido a Fiks al azar, sino porqué ya lo conocía y porqué al ver su estado entendía que era mejor sacarlo de ahí antes de que soltara hasta la primera papilla. Al menos si el bocazas de su compañero no hubiera sido un jodido capullo nadie más se hubiera enterado de lo roto que estaba el medicae por dentro.

Quintus se había portado bien con él, mostrándose comprensivo cuando peor lo estaba pasando y ayudándole a centrarse, por esto le pilló de sorpresa su encaramiento original con Vitaly. Los rifi rafes eran malos consejeros del alma y, si bien le era imposible purgarse del odio que sentía por los tres fezzornitas, quizás pudiese ayudar a limar asperezas antes de que alguien saliese  herido.

- Le debo mi vida a Vitaly tanto como te la debo a ti, Quintus - le reconoció el lantanita al enviudador tras escucharle con atención, para luego extender la mano y señalar en dirección a su compañero de regimiento -; sin uno u otro no estaría hoy aquí... - suspiró, costaba dejar bien afianzados sus miedos ahora que tenía un poco de control sobre si mismo pero era importante - Me gustaría, me gustaría mucho que tuvieses a bien invitarle a que venga con nosotros, es un gran guerrero y... De los pocos amigos que me quedan - le costó pasar los dedos por los sellos de pureza caseros que tenía sobre su equipo, como si le pesase la mano, pero alzó la mirada para ver los ojo de enviudador y decir -. El Emperador está con él como lo está con los Enviudadores ¿Sabes? 

Quería expresar un deseo infantil y ridículo, algo que cuando lo expresaba como adulto provocaba mofa en muchos casos pero era lo que creía con todo su corazón: los ángeles guardianes de El Imperio no debían enfrentarse. De pequeño jamás entendió el por qué los hijos de El Emperador se pelearon, la justificación de que había sido obra del archienemigo no era suficiente para él, pero cuando creció lo entendió mejor, viendo como gente valiente y dedicada se enfrentaba en lugar de amarse como hermanos.

Tras escuchar a Fiks, Albius no tuvo dudas. - Por mí bien Qintus. Si Fiks da la cara por él, para mí es suficiente, además, le ha echado huevos. ¿Oye, tú no eres el único que salió de debajo del agujero allá cuando fuimos respondiendo a una llamada de ayuda en donde estaban las municiones? - le preguntó a Vitaly, creyendo reconocerlo. - Se enfrentó a un demonio junto con varios y sólo salió él. - contó a sus compañeros, rememorando lo que aquel hombre había contado, como si ellos no hubieran estado allí, que sí que habían estado, a su lado precisamente. 

La criatura finalmente cae y la amenaza inmediata se acaba, por lo que puedo relajar mi postura y bajar mi arma. He gastado mucha munición, la gran mayoría en vano pues aquella criatura era extremadamente resistente, además de poseer esas extrañas características que de seguro le brindaba su naturaleza impía. 

Escucho las palabras del Astartes y asiento a ellas, agradecido por un reconocimiento que realmente no creo merecer pues no fue mi actuación determinante de manera alguna para acabar al Torcedor. De todas maneras las acepto con humildad y devoción al servicio, como debe ser para un miembro de la Guardia Imperial.

Pero rápidamente empiezan las discusiones entre los distintos regimientos, por lo que me resto de aquello y asiento a las indicaciones de someternos a la revisión del médico y buscar a los que huyeron. En lo personal, no tengo daño alguno que sanar así que me preocupo solamente de buscar a los que huyeron, entre los que solo puedo recordar al Sargento Vladislovich.

Recordando hacia donde huyó, comienzo a avanzar en esa dirección mientras pronuncio su nombre a ver si aparece.

Paul contempló atónito como la fusilada de fuego combinado acababa por fin con la abominación. No pudo evitar el impulso de acercarse al lugar donde había desaparecido aquel monstruo. En Fezzorn se hablaba de los ungeboren o "no nacidos" como un mito pero no había otra palabra para describir a lo que él y el resto de los Guardias se habían enfrentado en aquellas catacumbas.

Con una de sus rodillas apoyada en el suelo, se quitó los oculares máscara para poder echar un vistazo al lugar. No encontró nada: ni cuerpo, ni restos ni siquiera restos fusionados de aquella entidad; si no fuese por las heridas del Marine Espacial aquello podría haber sido un febril sueño.

Se incorporó, acercándose a Katrin. -Señora. Como ha dicho Malek encontramos a varios soldados de asalto inquisitoriales y luego descubrimos a varios cultistas a los que eliminamos. Posteriormente escuchamos voces y llegamos a este pozo colector donde estaban convocando a esa... cosa. Hemos tenido suerte de que el Astartes llevase el peso del combate o podríamos estar hablando de varios muertos.

Él hizo también el signo del aquila con la mano libre -Hermano Vorgen, es un honor servir al Emperador, pero hay varios de nuestros camaradas perdidos por estos túneles. Sugiero que formemos varias unidades y hagamos un barrido.

La merecida algarabía tras superar aquel temible reto pronto se tornó en animosidad. La mezcla de regimientos en una operación tan específica como aquella permitía disponer de las mejores especialidades de cada uno, sin embargo tenía un gran pero, cada uno acostumbraba a funcionar con su propia idiosincrasia y la falta de cohesión era palpable, como en este momento.

Moham, reservado y analista, prefirió no intervenir, no de momento al menos, todos habían acumulado miedos y tensiones durante los sucesivos combates y este atisbo de victoria les había otorgado una especie de oasis emocional, los lloros, vítores o discusiones proliferaban en estos casos y dejarlos salir, en su justa medida, podía ser incluso recomendable.

Gratamente contempló como tras desfogarse verbalmente, parecía que la animosidad permanecía bajo control, y como al parecer los Enviudadores, que se habían presentado voluntarios para la vanguardia por iniciativa propia habían, a su particular modo, integrado a los lantanitas (o estaban en proceso de hacerlo) en su formación, pensó que sería buena idea estructurar un orden de avance.

Sargento Schenkopp - apeló a su compañera de empleo - he pensado que quizá pueda proteger la retaguardia con la gente de Fezzorn. El 13º está en vanguardia con los de Lantan y el resto avanzaremos centrados escoltando a la Interrogadora...- por un momento quiso incluir a Vorgen, pero se dió cuenta a punto de lo ridícula que podría resultar esa propuesta - no sé ustedes, pero yo echlos ánimos parecían inestables y dado que ambos regimientos tenían una pública enemistad, pensó que sería bueno no echar más leña al fuego - Salgamos de aquí.

A Vitaly le importaban bien poco los chascarrillos de uno y las miradas intensas del otro. Le importaban bien poco los del treceavo mientras le dejasen a el y a los suyos, y su cometido de darle tiempo a Fiks y un mínimo de espacio había sido cumplido, pese a que aun con esas el par insistiese en atosigar al medicae. 

Uno de ellos incluso se atrevió a palmotear con fuerza a Fiks, como si quisiese marcar territorio, pero la respuesta del medicae le llamó la atención. Paso por su lado y le echó una mirada de soslayo.

Estos no tienen que invitarme a nada, Fiks. Ni a mi, ni a ningún lantanita. - Pasando de largo, se encamino hacia el norte, en dirección a la que habían venido. Levantó la voz para que le escuchase su sargento. Al menos esta vez no se había desmayado - Lantan! Sargento!

Katrin se mantuvo prácticamente ajena a cuanto sucedía a su alrededor, al menos hasta que sintió a alguien hablarle directamente. Se giró para encontrarse con el tirador de los Acechadunas y con un selicano con un maletín médico, ambos le sonaban de algo pero no lograba ubicarlos en aquellos momentos. Asintió hacia el medicae lentamente, alzando la mano para indicarle que no iba a ser necesario que echara mano de sus instrumentos.

Finalmente reconoció una voz familiar, así como a aquél que hablaba — Paul... — dijo, mirando al especialista a través de su máscara antigas como si hubieran pasado años desde la última vez que se habían visto — Ya... ya veo — poco a poco, empezaba a recobrar la compostura, le iban volviendo caras y nombres a la mente.

— Sargento Ed Khalbi — devolvió el saludo que le dedicó el oficial de Caldeum, tratando de concentrarse para entender sus palabras — Sí, la re... la retaguardia... — aquello le sonaba bien en aquél momento, por alguna razón — Fezzorn la tiene, sí, no se preocupe — y de repente, como si le hubiera venido un destello de inspiración, se dió cuenta de algo a lo que se habían estado refiriendo Malek, Paul y ahora Moham — Espere... ¿La Inquisicón está aquí? — la información la sorprendió, incluso si, habiendo visto que moraba en aquellas alcantarillas, su presencia estaba más que justificada.

Por un momento Vorgen se alegró de haber vuelto a ponerse el casco. Podía entender algo de alivio por parte de los soldados al haber sobrevivido a lo que acababan de enfrentar pero el nivel de relajación que reinaba era inadmisible. La algarabía reinante rompía cualquier tipo de disciplina de ruidos pero no solo eso, que por si solo no sería grave dado el combate que había tenido lugar un minuto antes, sino que estuvo a punto de haber un enfrentamiento entre los guardias de dos regimientos distintos.

La falta de disciplina que mostró ese encontronazo hizo que Vorgen torciese el gesto. En la cantina, en su tiempo de ocio podían hacer lo que les viniese en gana pero ahí abajo estaban trabajando y no había lugar para encontronazos. 

Soldado Van Horst, las chapas de los soldados que les habían enviado a buscar ya han sido recuperadas. - dijo respondiendo a quien se había dirigido directamente hacia él. - Y aunque no fuese así, mi presencia aquí es como un elemento de apoyo. Son los sargentos presentes los que tomarán la decisión de como proceder y así procederemos. - dejando claro que le daba igual que los sargentos perteneciesen a uno u otro regimiento, los sargentos mandan. Punto. - Sargento Schenkopp, encantado de conocerla. Soy el Hermano Vorgen, Puños Imperiales 3º Compañía y esta es la Interrogadora Sómnir. - presentó el marine con educación. - Para todos. - dijo alzando un poco la voz.  -  La presencia tanto de la interrogadora como de las tropas inquisitoriales de las que el soldado Van Horst y el soldado Yatha acaban de informar es clasificada. No deberían haber hablado de ello pero dada su falta de discreción ahora todos vosotros debéis haceros cargo. - el marine recriminó la falta de discreción mirando a los soldados que se habían ido de la lengua y, desobedeciendo las órdenes, habían revelado la existencia de ese equipo de stormtropers a ocho personas más de las necesarias. 

La mujer, poco a poco, pareció salir del estado de shock y volver a la realidad, aunque su estado general seguía siendo lamentable, tanto física como mentalmente.

-Es... Estoy bien, creo. Yo... No. No estoy segura, la verdad-replicó. Sin embargo, se mantuvo todo lo entera que pudo, aguardando a que el grupo decidiera ponerse en marcha. Tanto felicitaciones como muestras de animosidad se sucedieron, pero por fortuna no llegó la sangre al río, al menos más de lo que ya había hecho literalmente. Tanto por los heridos, como por los desaparecidos, ahora muertos. 

Una vez se pusieron en marcha, no fue complicado encontrar al sargento Kolya, así como a un Weber que parecía sufrir alguna clase de colapso catatónico, y tras rehacerse suficiente el primero (y ser cargado o arrastrado el segundo) lograron abrirse paso hasta la entrada que habían usado. Todos fueron desfilando por las escalerillas, hasta que llegó el turno de la interrogadora.

-No-dijo, con una mezcla de convicción y pánico-n-no puedo salir... Creo... SÉ que algo horrendo pasará si lo hago-anunció, pegándose contra la pared, mirando con pavor la luz de las farolas que se filtraba al interior a través de la salida.

Malek había ido en cabeza todo el rato, él fue el que llevó a su grupo hasta donde habían llegado, y era su derecho y honor, llevarlos de vuelta. El tirador iba en silencio, concentrado recordando por donde tenían que ir para llegar a buen puerto. El reproche del marine no le pasó por alto, por lo que la tensión era bastante palpable en el afable Malek, que tenía los ojos enrojecidos conteniendo las lagrimas por la vergüenza que sentía. Que el ángel del Emperador hubiera reprobado su comportamiento, cosa que consideró legítima, pues haber encontrado a las tropas inquisitoriales para él era algo de lo que sentirse orgulloso, le estaba costando demasiado encajarlo. 

Cuando por fin estuvieron en superficie, Malek se alejó del grupo y se mordió el puño mientras miraba al suelo y varias lagrimas se le escapaban. Su hermana, en cambio estaba firme y lo miraba con cierto desdén - que te resbalen sus palabras, por mucho que sea lo que es, no dejes que te afecte así - y miró al Marine con arrogancia, aunque duró demasiado poco, no se iba a enfrentar al puño imperial, era una chula, pero no idiota después de todo.