Partida Rol por web

El coloso verde no llego entender lo que la reina deseaba comunicarle, pero si reconoció el tono de Anon no muy lejos de ellos pero alejado del fuego, sabiendo en parte que ese lugar donde el estuviera estaba libre de peligro y podían y debían dirigirse allí donde se encontrara.

Apoyo uno de sus extremidades mas cercanas al bulbo que al nudo, en el cuerpo de Calista, para que supiera que debían moverse en dirección al payaso. Ahora sin raíces que buscan la seguridad de la tierra sus movimientos fueron rápidos, aunque menos precisos, aprender a moverse sin afianzarse al suelo era difícil a la vez que nuevo.

Al parecer el camino estaba bloqueado, pero no era problema para Rosal, quien podía cambiar su forma para poder escalar cualquier superficie por lisa o perpendicular que fuera, por eso mismo estiro sus peciolos superiores hasta llegar a lo alto de la cerca y que Calista usara su tallo para subir por ella y salir de allí, incluso se lo permitiría a Silas, ahora convertido en cuadrúpedo, pero debían darse prisa para aprovecharse de su gratitud pues no pensaba quedarse y dejar que las llamas le consumiera.

El mastín alzó la cabeza, y sus ojos —dos brasas hundidas en la noche— se clavaron en Anon. Mostró una hilera de colmillos imposibles, un destello blanco enmarcado por el resplandor del incendio, antes de retroceder y fundirse con las sombras.

De aquel torbellino oscuro emergió de nuevo la figura de Silas. La transformación se deshizo como un suspiro: la bestia se contrajo, el fuego lamió el aire y, en su lugar, volvió a erguirse el vampiro, con la camisa chamuscada y los labios aún teñidos de rojo.

—¡La carpa tiene una salida trasera! —gritó, su voz más grave y vibrante de lo habitual, como si aún arrastrara ecos del aullido del mastín—. ¡Está oculta a simple vista!

Esperó unos segundos, buscando entre las llamas alguna señal de respuesta. 

El fuego sigue extendiendose por la carpa cuando Silas advierte la salida trasera. Ayudados por Anon, que ya conocia esa salida, las tres criaturas atrapadas salen del interior, encontrándose una enorme verja de metal.

Salir era tan sencillo como trepar por la verja, si eso era posible.

Una lengua de fuego, caída de la carpa, cae en el instante que Rosal trepa a la verja que rodea la salida, quedando a salvo de las quemaduras que esta provoca a sus compañeros.

Silas, alzanzado en parte de la cara y el brazo, salta lejos del fuego rápidamente, pero Calista, tan grande como es, queda atrapada. Rosal y Silas se lanzan a echarle una mano y consiguen sacarla de la verja entre los dos y Anon.