Por fin, la luz del sol calienta nuevamente los alrededores del circo, donde las plantas se muestran llenas de rocío. El grupo despierta confundido al no encontrar, de nuevo, ningún desaparecido o muerto.

La única diferencia con la noche anterior es el cuadro de Ediva totalmente ennegrecido apoyado en el lugar donde estaba descansando.

Parece que su espíritu no llegó a deshacerse de los sentimientos del pasado y acabó corrompiendose por completo.

La luz del sol baña un muy viejo circo cubierto de polvo y plantas, que parece haber sido abandonado muchos años atrás. Las telas raidas y descoloridas por la intemperie ondean libremente en el aire que recorre el lugar, dandole una apariencia algo triste.

En el centro, la gigantesca carpa de circo, ahora sin sus vibrantes colores, supera en altura la noria que hay a la izquierda junto a ella, también descolorida y ligeramente oxidada, con bombillas rotas y grafitis por su estructura.

A la derecha, el laberinto de espejos con un cartel envejecido que reza: "Laberinto a pie. Entrar de uno en uno". Cuya puerta está ligeramente descolgada y deja entrever el inicio de un pasillo que se pierde en el oscuro interior.

También hay varios pasillos de casetas de juegos, conteniendo algunos incluso premios todavía.

Era evidentemente un lugar impresionante... para los que sabéis qué es*, por supuesto.

Anon se levantó de un salto, como si estuviese completamente despierto y radiante de energía.

-Esta vez dormí genial.

Recogió su patito y lo presionó largamente sólo para suspirar y negar.

-No he notado nada esta noche... y el patito tampoco.

Se giró entonces recuperando su ánimo. Pegaba varios saltitos en el sitio, para observar cómo el cuadro de la fantasma era polvo y luego salir fuera y estirarse.

-Oooh, sí, esto es otra cosa.

Recorrió el circo abandonado con nostalgia, fijándose en cada detalle, acariciando algunos puestos o la entrada de la carpa principal. Sonrió ligeramente de lado.

-El laberinto es genial, pero un poco peligroso. Bueno, si es que siguen habiendo espejos.

Sus ojos se tornaron un poco añorantes.

-Antes el lugar bullía vida, con sombras sirviendo de juegos a los jugadores. Si os apetece jugar a algo... podría encargarme yo. También es posible que se vea algo interesante desde lo alto de la noria. O alguien haya dejado algo interesante en la carpa.

Valoró las opciones en voz alta antes de girarse a los que eran sus compañeros, buscando aún la salida. Estaba claro que no habían terminado aún, mientras estuviesen en aquel castillo-prisión oscuro.

Afaë no reconocía nada de lo que allí se mostraba. El payaso hablaba de palomitas y algodón de azúcar. Sonaba a comida por el contexto pero viniendo del payaso podría ser cualquier cosa. El caso es que se encontraba fuera de lugar y ese sentimiento enraizaba en su espíritu y la mantenía callada observando cautelosa como si cualquier cosa fuera a matarla en algún momento.

Tal y como hizo la vez anterior enunció en voz alta la guardia que realizaría, con Anon en esta ocasión, pero hizo otra en el segundo turno fingiendo dormir. Después de todo era la guardiana de su princesa. Se le daba bien mantenerse despierta vigilando, aunque otras personas no opinaran lo mismo.

Pero la luz llegó y nada sucedió. O sí. El cuadro había caído en desgracia, pero el de rostro de mujer.

- Yo tampoco he notado nada - confirmó mientras rotaba con cierta torpeza sobre sus recién estrenados pies. Titubeó unos momentos antes de abandonar la confusión que mostraba su rostro por la severidad que solía emitir

- No se que es una noria, pero nunca he estado más alto que el nivel del mar... - carraspeó como si le costara emitir más palabras pero le podía la curiosidad - ¿Me enseñas ese alto de la noria? - evidentemente la pregunta era para Anon aunque lo miraba de reojo

Cuando Silas se incorporó, advirtió el cuadro ennegrecido de Ediva apoyado junto a él.

Alzó una ceja y se encogió de hombros con indolencia.

—Tampoco sentí nada —murmuró, inclinándose para observar el retrato más de cerca—. Quizá simplemente decidió que ya había vivido lo suficiente.

Su voz no sonaba cruel, sino cargada de una resignación antigua, como quien ha visto desvanecerse demasiados rostros. Tras aquella reflexión, dejó el cuadro en su sitio con un gesto casi reverente.

Echó una mirada al resto del lugar; la quietud se adueñó del lugar.  Silas percibía en ella la amenaza de algo que aún respiraba entre las sombras.

—Deberíamos avanzar antes de que este sitio decida devorarnos —dijo en tono bajo, casi confidencial.

Luego, tras una breve pausa, anunció con la misma calma con que otros piden vino:

—Voy a entrar en la carpa.

El laberinto de espejos lo atraía tanto como lo inquietaba; no necesitaba ver de nuevo el reflejo de lo que había dejado de ser. Y menos aún le apetecía subir a la noria con Anon y Afaë. La carpa era su única opción.

La noche acaba con la única baja de la mujer del cuadro, mi compañera de habitación, algo triste pero no estabamos muy unidos

-llevaba un par de siglos muy callada, pense que un poco de aire fresco la animaría. En fin-

Encogiendome de hombros me doy la vuelta para contemplar el ruinoso circo, debió ser un lugar muy entretenido, ahora lo parece menos, excepto una cosa

-Esa noria es altísima. En mis tiempos las norias no eran tan altas, yo voy para allí-

Escucho que Afäe le pide a Anon que le enseñe la noria, cuantos más seamos más nos divertiremos

-Yo voy para allá, a ver si soy capaz de hacerla funcionar-

De buen humor me encamino a la noria

Aracne seguía a lo suyo, sin complicarse mucho. Seguía teniendo, poco a poco, acurrucada.

- Un laberinto de espejos. Hace mucho que no me veo en uno, no sé si me gustará o no, pero... querría ir

Del grupo no tarda en separarse tres pequeños grupos, yendo el primero, Afaë, Anon y Freiherr a la noria; el segundo, al laberinto de espejos, Aracne; y el tercero a la carpa de circo, Silas.

El resto se quedan en la puerta, quizás aún procesando lo sucedido o solo decidiendo a dónde ir.

Dafnea dio saltos en dirección a la noria.

Dafnea se une al grupo con la sirena y el payaso en dirección a la noria.

El sol le saludo de buena mañana, sus pétalos se llenaron de energía y sus espinas brillaron del tallo a la punta, era un nuevo día y así lo sentía, es más, a pesar de la falta de uno de ellos, todo su ser le decía que era un día de celebración y no de preocupación. Puede que fuera por el lugar, antaño dicha y diversión o simple sensación de paz. Sea lo que fuera, no se quedaría mucho mas tiempo quieto, eso ya lo hizo eternamente en su propia sala y esta parecía tener mucho que mostrar, por lo que curioso, se separo del suelo, una vez más, procurando no despertar a la reina, pues parecía que aun durmiera, y se encamino a la carpa, habiendo podido elegir cualquier camino.

Rosal se aleja en dirección a la carpa.

Calista se quedó junto a Rosal, hasta que lo vio moverse y como fiel compañera, siguió sus pasos hacia la carpa. Quizás más retrasada, pero seguiría detrás de él. Sus ojos, contemplaron el escenario una vez más y sintió como un aire de hermandad que le llenó el cuerpo. Algo había cambiado en el ambiente, de eso estaba segura. 

Saludó a los presentes con un ligero cabeceo y sus antenas se movieron armoniosas. Después, siguió los pasos de Rosal.

Calista sigue a Rosal en dirección a la carpa de circo.