Partida Rol por web

¿Cómo se llamaba? Maxwell no tenía problemas para recordar lo que leía, oía o veía, salvo cuando se trataba de nombres. Especialmente los nombres de los adultos. Podía terminar un curso sin ser capaz de recordar el nombre de alguno de los profesores. Y los de los compañeros, solo por pura insistencia. Había hecho falta un mes para aprenderse los de sus compañeros, y aun así, algunos no era aún capaz de asociarlos con los niños a los que correspondía.

¿Helga? Helga Hufflepuff... y los elfos domésticos. ¿Qué coño tiene que ver con que les paguen o no? Maxwell se encogió de hombros.

—Hmmm —asintió con un murmullo—. Voy a leer un rato.

Primero terminaría con los ciempiés monstruosos, y con la novela que había empezado a leer. Y cuando acabara, probablemente la semana siguiente, buscaría información sobre la llegada de los elfos.

La pluma vuela sobre el pergamino trazando líneas con tinta, haciendo que queden plasmadas las notas de los interesantes descubrimientos que vamos haciendo William y yo sobre el ciempiés monstruoso.

— Sí, no digo que no investiguemos nada sobre el antídoto, sino que partamos de otro punto de base. Evidentementen siempre puede ocurrir que pese a saberlo todo de esa criatura sufras uno de sus mordiscos venenosos, y para ello tienes que saber cómo atacar el problema— digo poniéndome del mismo lado que mi amigo.

Cojo un libro titulado «Habitat de criaturas mágicas» y lo abro por la primera página para quedarme cegado por la cantidad de excelentes dibujos y explicaciones que hay sobre cada una de las criaturas.

— Guau...— digo boquiabierto, quedándome en silencio unos pocos segundos— Bueno, a ver qué vemos sobre el hábitat— dicho esto giro el libro para hacerlo también visible para mi amigo y compañero, no sé si querrá que avancemos en esta línea de investigación al unísono o si prefiere que avancemos en nlíneas paralelas para luego contrastar información, o si simplemente deberíamos avanzar y luego poner cosas en común.

— Hola, Perry— saludo a mi hermano cuando llega junto a nosotros, se puede ver que estoy bastante animado con el hecho de estar realizando una investigación de caracter académico—. Estamos trabajando sobre el ciempiés monstruoso, y la verdad es que esta biblioteca es apasionante, es la más grande que he visto... creo— lo cierto es que he visitado muchas bibliotecas antes, y la biblioteca británica no se queda muy atrás.

Maxwell pasó el resto de la tarde en una mesa tranquila, lejos del ruido del pasar de página y los cuchicheos de los estudiantes que se reunían a trabajar en aquel lugar.

Dedicó un rato a seguir con la novela que había empezado a leer, sobre magos de tiempos pretéritos, y otro a seguir con el trabajo de los ciempiés monstruosos. Le hubiera gustado decir que eran fascinantes criaturas, pero siempre había pensado que mentir a uno mismo era de lo más estúpido y absurdo que se podía hacer.

Cuando llegó la hora de cenar, depositó los libros en sus estanterías y se dirigió a la salida.

—Noches —se despidió del elfo libréstico, antes de desaparecer.

—Hola, Perry —lo saludo—. Pues sí, estamos estudiando para Cuidado de Criaturas Mágicas. La verdad es que es superinteresante. Y aquí hay un montón de información fascinante... y ya solo los libros. Ah... me encanta el olor a libros viejos... y el de los nuevos. Bueno, ¡cualquiera!

- La verdad es que es genial. Yo he encontrado también cosas muy interesantes.- Contestó a su hermano y a Will.-Me voy adelantando chicos, nos vemos en el comedor. 

Antes de salir Perry se acercó al bibliotecario para que supiera que se llevaba el libro que le había recomendado Mircea.

—Deberíamos ir a comer, Ed. Se nos hace tarde... y yo creo que ya tenemos bastante información, ¿no te parece? —digo, sonriendo y cerrando los libros—. Venga, vamos.

Me apresuro a ponerlos todos en su sitio y entonces recojo para ir directo al gran comedor. A la altura de la entrada, hago un gesto con la mano para despedirme del elfo libréstico.

Después de un rato más de estudio e investigador, voy sintiendo como el hambre va aumentando en mi tripa.

— Sí, estoy de acuerdo, deberíamos ir ya — sonrío y me pongo en pie y espero a William para irnos ya de la biblioteca.

— Buenas noches — me despido del elfo bibliotecario.

Ludmila llegó sola a la biblioteca todavía con su escoba en mano. -Buenos días...saludó a Booky con su habitual cortesía. Y ni lenta ni perezosa se dirigió directamente a la sección de Animales y criaturas mágicas, más específicamente a "Cladística mágica" la recomendada por el bibliotecario. 

El color de su rostro se había apaciguado un poco, el olor de los libros servían como un bálsamo y la tranquilidad del silencio no hacían más que acrecentar esa sensación. 

Subió a una escalera y decidió explorar otras áreas de investigación. Esta vez se centraría en un enfoque diferente...algo menos biológico y un poco más sociológico. Quería saber la organización en grupo de estos animalejos..."Revisión bibliográfica de la población de Mont Shore de los ciempiés montruosos" era un pequeño libro verde lima algo desgastado...

Con el libro en mano se sentó en una mesa vacía, sacando su cuaderno y su pluma...y comenzó a leer y a enfrascarse en el maravilloso mundo de aquellos animales. Y su mente ahora solo pensaba en eso, por primera vez en mucho tiempo.

Con mi mente todavía en otro lugar, me adentré en la biblioteca, aquel lugar que me gustaba tanto pero para buscar cosas prácticas, no para lo que pretendía encontrar en ese instante.

Saludé a la chica tejona y a Ludmila.

Me acerqué a la sección de criaturas y decidí perderme mirando y mirando.Pasados unos minutos encontré algo de valor y comencé a escribir una serie de anotaciones. No eran demasiado importantes, pero sí útiles.

Mira que estar aquí en vez de poder investigar sobre otro tipo de cosas - me dije.

¿Sería posible que una alumna hubiera decidido celebrar la fiesta de Halloween una semana antes? Pues eso es lo que parecía cuando Daphne entró en la biblioteca cual espectro que vagabundeaba por el castillo, como si arrastrara cadenas tras ella, intentando asustar a todos los habitantes con su rostro blanquecino, sus ojos hundidos, sus andares pausados y su ánimo que, como un dementor, absorbía toda la felicidad a su alrededor.

- ...nos días, Booky... –le dijo al elfo con una vocecilla que el bibliotecario seguramente pudo percibir gracias a las parabólicas que tenía por orejas. Sus pies le habían conducido hasta allí después de dar una vuelta por los pasillos. Se le había ocurrido buscar algún libro que pudiera ayudarle a mejorar sus habilidades en duelo. No tenía mucha confianza, ya que cuando una era mala, era mala. Además, sabía que sus dos profesores no eran gente de libros y preferían la acción en su asignatura a hincar los codos. Pero era ya su último recurso.

Cuando Morpho saludó a la chica, esta le correspondió con un movimiento de mano. Aparte de él, solo había una serpiente de primero. Se dejó llevar hasta la sección correspondiente. Allí encontró varios ejemplares de teóricos del duelo. Tras buscar un par de minutos, acabó con "Duelo para Tontos", de Ingrid Stanarius.

Se acercó al mostrador y, una vez Booky se lo selló, se despidió del elfo y se marchó al comedor-. ...ta luego...

Booky había estado toda la mañana dándole vueltas al discurso que sabía que el director daría a la hora de comer. Todos los años había alumnos que desaparecían. Era como los accidentes de tráfico muggle, que cuando se mantenía por debajo de un porcentaje todo era perfecto, cuando en realidad toda vida era sagrada y toda muerte debía ser respetada. En Hogwarts era igual, si solo un bajo número de alumnos desaparecía por sus pasillos, sus escaleras y sus habitaciones secretas, entonces no cundía el pánico en el ministerio mágico; tapaban todo como alumnos volviendo a sus casas y a otra cosa. Ni los periódicos hacían eco de la noticia y en un acuerdo tácito entre el departamento mágico de educación y el director de Hogwarts, se prefería sustituir los hechos con quizás la ayuda de conjuros de memoria.

No, a Booky no le convencía aquello. Si el fuese director de Hogwarts se aseguraría de la seguridad de todos los alumnos a su cuidado y no sería tan irresponsable ni inélfico inhumano como para permitir que las desapariciones se contasen como datos menores.

Por ello aquel día el elfo no se encontraba del todo feliz. Aún así siguió sonriendo a cada estudiante que entrase en la biblioteca. Quien le conociera bien sabría que su radiante felicidad no era reflejo de la satisfacción que lucía cada día.

Buenos días, contestó con una sonrisa a Ludmila. Con una sola sonrisa saludó a Morpho que ni se dignó a mirarle. A Booky le daba igual, cada uno era como era, y él saludaba a todos.

Buenos días, Daphne, saludó a la tejoncilla con una sonrisa iluminadora. Se la veía distinta, pero para él casi todos los humanos -magos y muggles por igual- eran muy parecidos, de facto aún seguía sin saber como conseguía identificarlos.

Se sumió en su cábalas de como sería la escuela con él como director hasta que unos pasos anunciaron la vuelta de la mustiedad encarnada. Fijándose en el libro que sellaba y sin hacer ningún comentario al respecto, Booky devolvió el manual for dummies a la pequeña. Que lo disfrutes, la despidió.

Saludó a Morpho con un leve movimiento de mano y luego a esa chica tejona. Enfrascada estaba en la lectura y en su trabajo cuando miró por la ventana y reparó entonces en la hora. El picnic del lago...

Se levantó del asiento, dejó el libro que se acomodó solo flotando a su lugar correspondiente y tomó sus cosas. Adios Booky...saludó al elfo educada, mientras que se dirigía al gran comedor.

Tras pasar ciertos apuntes para poder entregar, llegado el momento, el trabajo, salí de la biblioteca.

Hasta luego - le dije al elfo.

Booky sonreía a los alumnos que iban entrando y saliendo. Como era domingo, el castillo estaba bastante vacío; salvo los chavales de primero y segundo, solo los más mayores se habían quedado en Hogwarts, preparándose para exámenes en vez de ir a Hogsmeade. No hace falta decir que esos que se quedaron eran minoría.

Sellaba libros adoptados para pasar una semana fuera de la biblioteca y recibía otros que volvían de sus vacaciones, tan dicharacheros que estaban encantados de contar sus aventuras a Booky y a sus vecinos de estante.

Por ello empezaba a conocer casi todas las parejas que se estaban conformando para el baile. Él aún no estaba seguro si asistir o quedarse en la biblioteca por si algún alumno prefería estar entre libros que entre humanos. Si se decidía a ir, podría dejar a sus primas vigilando...

No quedaba mucho para el baile. Sobre su banqueta alta, Booky movía los pies en el aire, practicando sus pasos de baile, mientras pensaba en la pareja que iría con él. Je, rio al recordar como había ocurrido todo...

Sobre la mesa un tomo grueso de anécdotas de bailes de corte del siglo XI en el imperio gnomo de Dragonea, que le serviría de inspiración para contar anécdotas a su pareja.

Sonrió a cada alumno que entraba en la biblioteca, muchos de ellos de dos en dos, quizás emparejándose antes de que cada uno fuera a ponerse su traje/vestido o disfraz.

Gwendoline entró en la biblioteca con aire distinguido.

- Buenas tardes señor Booky- le dijo al elfo doméstico- ¿ensayando para el baile?- observó al pasar junto al elfo- se le da a usted muy bien- le dijo sin ironía, la pelirroja solía ponerse de buen humor cada vez que quedaba con Cassius.

Ocupó un asiento con sus cosas y pidió al bibliotecario unos libros sobre disfraces.

Resonaron los pasos por el pasillo que llevaba a la biblioteca, prácticamente vacio. Cassius se había pasado por su sala común, para dejar sus cosas y arreglarse. Llegó algo tarde a la biblioteca, arreglándose los puños de la camisa según caminaba, y se paró en la puerta, observando la biblioteca. Acto seguido, miro a Gwen a quien le dedicó una sonrisa, mientras se acercaba a ella. - Buenos días, Gwendoline. ¿Cómo han ido las clases? - Preguntó, antes de nada.

Después miró al elfo. - Buenos días, Booky. - Y tras el saludo, centró nuevamente su atención en la pelirroja. - ¿Nos sentamos? - Le preguntó a la chica, invitándole a sentarse con una diminuta sonrisa, dejando atrás lo sucedido en clase, sin que eso nublara su humor ahora mismo.

-Las clases... como deberían, aunque evidentemente es algo que deben mejorar... va a marcharse mi querida Selena, y lamentablemente el bueno de Perry y yo tendremos que correr con el peso de los puntos de Ravenclaw, pues entenderás que no estaría bien que os pusiese tan fácil el acceso a la Copa de la Casa-le dedicó una sonrisa sibilina, hasta hacía poco todo el tema de los puntos le había importado muy poco a la pelirroja, pero pensar que los tejones o los leones pudieran acercarse a las águilas le resultaba molesto, por eso decidió hacer un pequeño esfuerzo más lo justo para que los que debían estar por encima del resto lo siguieran estando.-Bueno, querido ¿Qué tienes pensado para esta noche?