Partida Rol por web

[color=#000000]-[/color][color=#050000] [/color][color=#0A0000]E[/color][color=#0F0000]n[/color][color=#150000] [/color][color=#1A0000]o[/color][color=#1F0000]t[/color][color=#250000]r[/color][color=#2A0000]a[/color][color=#2F0000]s[/color][color=#350000] [/color][color=#3A0000]p[/color][color=#3F0000]a[/color][color=#450000]l[/color][color=#4A0000]a[/color][color=#4F0000]b[/color][color=#550000]r[/color][color=#5A0000]a[/color][color=#5F0000]s[/color][color=#640000]. -[/color] Intervino de nuevo el Fata, como si la mujer hubiera llegado a la parte interesante. [color=#6A0000] [/color][color=#6F0000]M[/color][color=#740000]a[/color][color=#7A0000]t[/color][color=#7F0000]a[/color][color=#840000]o[/color][color=#8A0000]s[/color][color=#8F0000].[/color][color=#940000] [/color][color=#9A0000]E[/color][color=#9F0000]s[/color][color=#A40000]a[/color][color=#AA0000] [/color][color=#AF0000]e[/color][color=#B40000]s[/color][color=#B90000] [/color][color=#BF0000]l[/color][color=#C40000]a[/color][color=#C90000] [/color][color=#CF0000]s[/color][color=#D40000]o[/color][color=#D90000]l[/color][color=#DF0000]u[/color][color=#E40000]c[/color][color=#E90000]i[/color][color=#EF0000]ó[/color][color=#F40000]n[/color][color=#FF0000].[/color][color=#FF0000] M[/color][color=#F90000]a[/color][color=#F40000]t[/color][color=#EF0000]a[/color][color=#EA0000]o[/color][color=#E50000]s[/color][color=#E00000] [/color][color=#DB0000]t[/color][color=#D60000]o[/color][color=#D10000]d[/color][color=#CB0000]o[/color][color=#C60000]s[/color][color=#C10000],[/color][color=#BC0000] [/color][color=#B70000]y[/color][color=#B20000] [/color][color=#AD0000]n[/color][color=#A80000]o[/color][color=#A30000]s[/color][color=#9E0000] [/color][color=#980000]l[/color][color=#930000]l[/color][color=#8E0000]e[/color][color=#890000]v[/color][color=#840000]a[/color][color=#7F0000]r[/color][color=#7A0000]e[/color][color=#750000]m[/color][color=#700000]o[/color][color=#6B0000]s[/color][color=#650000] [/color][color=#600000]a[/color][color=#5B0000]l[/color][color=#560000] [/color][color=#510000]s[/color][color=#4C0000]u[/color][color=#470000]p[/color][color=#420000]e[/color][color=#3D0000]r[/color][color=#380000]v[/color][color=#320000]i[/color][color=#2D0000]v[/color][color=#280000]i[/color][color=#230000]e[/color][color=#1E0000]n[/color][color=#190000]t[/color][color=#140000]e[/color][color=#0F0000].[/color][color=#0A0000] [/color][color=#000000]-[/color]Propuso encantado, antes de dedicaros un gesto solícito, una exagerada reverencia, como si aquello lo dijera sólo por haceros un favor.

Ella no hizo en esta ocasión ningún comentario a sus palabras. Como si, de alguna forma, lo que hubiera dicho no estuviera realmente fuera de lugar. Como si fuera una solución viable.

[color=#000066]- Hay quien cree que la ausencia de soñadores no es la causa, sino la consecuencia. - [/color]Explicó entonces. [color=#000066]- Esos afirman que es el que vosotros estéis fuera de Fäe lo que nos está matando. Puede que quien os expulsó no supiera que eso pasaría. -[/color] Continuó. [color=#000066]- O puede que fuese lo que esperaba.[/color]

[color=#000066]- Hay quien opina que lo mejor es mataros a todos, sólo por si acaso. -[/color] Dijo luego antes de mantener unos segundos de silencio para que asimilaseis sus palabras. Sin embargo su actitud seguía siendo la misma: no parecía que aquello le afectase demasiado. [color=#000066]- Pero sería una apuesta ciega que no podemos perder. Ya habrá tiempo para eso si llega a ser necesario.[/color]

Sentado en el sucio suelo -o inmaculado, puesto que la oscuridad que lo cubría todo impedía que alguien notara la diferencia- del puente, y con las lágrimas aún corriendo por sus mejillas el humano que recibía el nombre de Samuel Nabody pero que en Fäe recibía un título mucho más onírico, miraba atónito lo que Ella y su consorte explicaban.

- ¿Matarnos entre nosotros? ¿Que solo quede uno? - se pasó la mano por la mejilla, limpiando burdamente las lágrimas - ¿Quiénes somos nosotros para decidir quién vive o quién muere? ¿Por qué nos habéis obligado a recordar, cuando habría sido mejor arrebatarnos la vida cuando aún vivíamos sumidos en el sueño de la Humanidad? ¿Por qué vos no enviásteis al cambiado* y su infantil piel en busca de nuestros corazones?

Allegra recibió las respuestas de la mujer y el engendro con más seriedad de la que había mostrado desde que comenzó a seguir la Llamada. Se quedó por encima de todas sus palabras con la respuesta a su última pregunta que había salido de sus labios. 

- Así que el precio para poder regresar es continuar derramando la sangre de nuestros hermanos. - Dijo en voz baja, sin dirigirse a nadie en especial, mientras su mirada se ensombrecía ante la idea. 

Escuchó a un joven que hasta ese momento le había pasado desapercibido hablar con aplomo y sensatez y asintió suavemente a sus preguntas. Suspiró quedamente y estudió a ambos Fatas largamente antes de hablar de nuevo, con nuevas preguntas para Ella.

- ¿Quién eres? - Insistió, perfectamente consciente de que esa misma pregunta había sido ignorada hacía un momento. - ¿Quién nos expulsó? - Añadió, cruzándose de brazos. - ¿Y quién se cree con derecho a decidir sobre nuestra vida y nuestra muerte, sobre nuestro regreso a Fäe? - Terminó, frunciendo levemente el ceño.

Allegra se llevó una mano a la frente y cerró los ojos durante un breve instante, como si hubiera sufrido un pequeño vahído. No saber quiénes se escondían tras los rostros desconocidos que había a su alrededor la ponía nerviosa. ¿Cómo saber si la sonrisa que uno de ellos podía dedicarle sería sincera o estaría envenenada? Hasta ese momento había mantenido el buen humor salvo en los momentos más extraños. Pero los recuerdos la habían sacudido con fuerza. El sabor del hogar que había sentido en la garganta al escuchar el nombre de su mundo se había vuelto amargo ante la idea de que volver no iba a ser nada sencillo. Y todavía tenía la sensación de que había muchos recuerdos que seguían perdidos en el Olvido, demasiadas preguntas que no podía responderse a sí misma. 

Vio la expresión amarga en el rostro de la joven francesa con la que había caminado y la contempló con preocupación mientras se dirigía hacia el final del grupo, clavando su mirada en cada uno de los presentes. Pensó en acompañarla, pero ella necesitaba saber más y la joven parecía necesitar un momento a solas. Así que volvió a mirar hacia Ella, esperando más respuestas. 

Zaira escuchó a la mujer de la capucha granate y frunció el ceño. Su mirada centelleó por un instante y una mueca se dibujó en sus labios. 

Escuchó las preguntas del chico que había vomitado y las de la joven de pelo azul. Asintió con la cabeza y volvió a mirar a la mujer que les estaba animando a matarse entre ellos.

- Esto es ridículo - . Le dijo y alzó ligeramente la barbilla, en un gesto rebelde. - No podéis llamarnos, hacernos recordar y seguidamente pretender que nos matemos entre nosotros. Ya nos echasteis y nos enviasteis al olvido. Todavía no recuerdo bien qué fue lo que pasó, pero siento que hemos estado demasiado tiempo fuera de casa y si queremos arreglar las cosas y evitar que Fäe desaparezca, deberíamos ir cuanto antes allí. Creo que después de todo este tiempo, la guerra no es nuestra prioridad - . O eso espero... Suspiró e hizo un gesto de impotencia con las manos. Suavizó la expresión de su rostro y sus labios formaron un pequeño mohín - Yo sólo deseo volver a casa - . 

Kammy había planteado una pregunta que no encontraría respuesta y pudo escuchar las palabras de Ella, aunque hubiera deseado no hacerlo. El precio para regresar era continuar con aquello que los había expulsado. ¿Cómo podían? ¿Cómo ayudaría eso a Fäe?

Se giró buscando a Thomas, aquel con el que había hablado antes, aunque comprendía que este no era realmente un desconocido, se conocían en Fäe, eran hermanos y ambos querían regresar, o al menos eso creía ella. Sus ojos aún estaban llenos de lágrimas cuando le lanzó una mirada interrogativa, casi buscando un poco de apoyo, de saber que no era la única que tenía recuerdos del mundo onírico y que sentía que todo estaba mal, aunque las palabras de Allegra le dieron esa tranquilidad.

Bajó la mirada tristemente ante la idea pero hubo un aspecto en especial que se quedó grabado en su mente - La bruma ha cambiado, se está tragando todo... - con lágrimas en los ojos, miró a la mujer de la capa roja y le dijo - ¿Por qué si la Bruma está reclamando Fäe debemos luchar entre nosotros? ¿Cómo sabremos quiénes aún traen la guerra consigo? ¿Por qué lo haríamos? ¿Por qué nos expulsaron si la bruma... La bruma estaba cambiando - lo último lo dijo en un suspiro, tomando su cabeza con sus manos y tratando de mantenerse en pie, aunque no sentía la fuerza para hacerlo.

Se sentía como un niño al que le daban un dulce para luego arrebatárselo bruscamente.Todo tenía sentido menos las preguntas que Allegra había formulado. No planeaba repetirlas pero esperaba una respuesta. Solo perdían el tiempo, la bruma estaba consumiéndolo todo.

Genial. Chris meditó que decir, mientras jugueteaba con un par de dados. No, esto no tenía sentido. Sería estúpido pensar que les diría toda la verdad, pero aquí les estaban ocultando más, más de lo razonable. Dejó uno de los dados en el bolsillo, el otro lo sacó y empezó a lanzar-lo hacia arriba y atraparlo con la palma de la mano. 

¿Y porque no matamossss a quien nosss echó de Fäe? Parece másss coherente para dar con la sssolución. - dijo Chris, intentado fingir indiferencia, pero muy atento a la respuesta que podría darles Amazarac o Ella.

"El caminar cansado y a la vez rítmico de todos ellos, les acerco a los ecos del pasado un túnel donde todo recuerdo era físico y al otro lado la cortina que marcaba la cordura de la locura"

Mr.Ink escribió en su libreta antes de pasar el umbral y encontrarse cara a cara con el propio flautista, Ella encima de montones de libros, libros que no reconocía a pesar de su basta experiencia. Y después llego la realidad, una realidad escupida en su cabeza como granizo en el asfalto. Algo que le obligo a dejar caer pluma y hojas, quedando abierta en esa misma pagina que acababa de escribir. Ahora las manos nerviosas del escritor temblaban tras conocer la verdad, aquella verdad que escribió en sus libros y veía en sus sueños, todo era realidad y sobre todo el dolor y la soledad. Pero aun tenia una duda que no tuvo respuesta.

-¡¿QUIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEN?!

-¡Quien nos privo de nuestra tierra y quien eres tu ahora para privarnos de ella!-El hombre sereno que fue Hundo Freneza, parecía haberse desvanecido, tras reconocer su existencia.

No salía de mi asombro. Quizá de la misma manera que todos los demás, pero eso me daba igual, pues el asombro, que era mío en ese momento, era tan enorme que eclipsaba de mi mente lo que los demás pudieran pensar o decir. Entonces el asombro se transformó en una sensación de indignación que se acercó mucho al límite de la ira. Avancé unos pasos hacia donde se encontraba Ella.

- ¡Esto es una mierda! - Le espeté. - ¿Os estáis riendo de nosotros en nuestras caras? - Les dije a ambos. - Nos traéis hasta aquí, arrancándonos de nuestras patéticas vidas mortales, para hacernos recobrar la memoria y acto seguido decir que tenemos que aniquilarnos. ¿Qué es esto? ¿Un estúpido espectáculo de Palacio? Es eso, ¿Verdad? Si la guerra ha acabado, ¿Qué sentido tiene ya nuestro exilio? Si hay problemas en Fäe, ¿Porqué no dejarnos regresar a todos los Fata aquí reunidos? - Negué con la cabeza, nerviosamente. - O dais ahora mismo una explicación convincente o yo me largo de aquí ya. ¡Que vengan a buscarme si quieren! No temo a nadie, y menos a la muerte, pero no seré un bufón a ojos palaciegos, aunque deba arder eternamente.

Mi mirada estaba encendida. De hecho, estaba tan preparado para irme de allí en un instante, que mis ojos comenzaron a cambiar de color. Toda el área visible de mis globos oculares experimentaron una iridiscencia carmesí, sin dejar de enfocar con ellos a Ella y al otro Fata. Sucedía siempre que estaba a punto de cambiar de lugar, aunque el color variaba, dependiendo de la situación.

Mis ojos se abren como platos al escuchar aquel susurro sibilino que nos incitaba a matarnos y niego con la cabeza sin comprender lo que decía.

Miro a mi alrededor, mis ojos se centran en la pequeña Jane, y empiezo a decir en voz baja.- ¿Quince años... ?. Algunos de los presentes ni siquiera estuvieron alguna vez allí.

¿Y la única salida posible es matarnos para encontrar una solución para Fäe?. ¿Y por que no nos lleváis allí y si esperamos un tiempo para ver si nuestra estancia mejora todo?.

Niego de nuevo con la cabeza y digo mientras me siento y escondo mi cabeza entre los brazos.- Decís que la guerra ha terminado, pero sin embargo tu voz dulce me suena con el férreo filo de cualquier navaja dispuesta a degüellar cualquiera de nuestras cabezas.

Nos estáis ofreciendo como mero almuerzo, mientras los verdaderos instigadores de esta guerra seguro siguen sentados como tú, ocupados en como ofrecer las vidas de los demás antes que la suya.

Buceé en mis nuevos recuerdos, abstrayéndome un poco de lo que se sucedía a mi alrededor. Había vivido mil vidas, y había muerto otras tantas veces. Me había hecho vieja, había tenido cientos de amantes, muchos maridos, decenas de hijos, y muchos nietos. Fueron cayendo a veces antes que yo. Y, otras, me consumía en la oscuridad, para volver a ver la luz después. Un ciclo que se repetía sin descanso.

Me sentí algo defraudada. Si no pertenecía a aquel mundo en el que había estado reposando tanto tiempo, ¿por qué me iba a sentir tentada de volver al mundo del que se suponía que venía? ¿Por qué ahora? ¿Por qué ahora y no hace cientos de años? Me había acostumbrado a las tradiciones de ese mundo, había aprendido a convivir, a callar, a reír, a llorar.

Tantos esfuerzos invertidos en caminar por entre ellos, sabiendo que no pertenecía a aquel mundo. Caminaba entre ellos, pero no era una de los suyos.

—¿Matarnos?— murmuré, saliendo de mi ensimismamiento.

Fruncí el entrecejo, y miré a los de mi alrededor. Contemplé sus rostros, y sus ojos, y traté de ver algún deje de maldad en ellos. Chasqueé la lengua, escéptica.

—¿Y por qué? ¿Por qué deberíamos de volver?— pregunté, arrugando la nariz—. Después de tanto tiempo, ¿qué significa Fäe para nosotros? 

El aluvión de recuerdos que le vino a la mente había deshecho todo rastro de colocón en Adam. Pero por si fuese poco y algo quedase, la noticia hizo que sus ojos se abriesen como platos, limpiando su mente, o lo que quedaba, tras las continuas ingestas de cosas ricas-Pero qué cojo...pero ¿qué diiiice usteeed?. Qué quiere, ¿qué nos pongamos a...aaaa?...no sé, ¿qué cojamos cuchillos y nos los clavemos?...¿qué nos habramos las cabezas unos a otros?. Negó tragando saliva un instante. El colocón le había desaparecido, pero tenía la lengua como un trapo. ¿De verdad no han podido pensar en algo menoooos, quizás máaaas?.......hmmmmnn.......¡¡Cooooooño!!- Se quedó mirando a la mujer con cara de incredulidad y la boca ligeramente abierta, como el que mira a alguien que está flipando...y mira que de flipar se notaba que debía tener carretera hecha, el rockero siniestro...o lo que fuese.
 

- El bosque no puede marchitarse. - susurré, negando lentamente con el rostro como si no pudiese concebir aquella idea - ¿Cómo ha sido eso posible? 

Las nuevas de Fäe eran mucho peor de lo que cabría esperar, las peores noticias de hecho. La sola imagen de ver morir el mundo natal en parte por mi culpa me ponía enfermo. Todavía estaba por probar que las palabras de la mujer y Azamarac fueran ciertas y no más que un mero engaño con un propósito que ignoraba, pero si era cierto...

No podía permitir algo así.

- ¿Quien eres? - me uní a la pregunta de Allegra y otros. - Merecemos saber toda la historia por completo, no nos ocultes ni una pizca de información. Te lo ruego.

- Puede marchitarse, al igual que un día se marchitó la Linde- dijo, intentando reponerse, en respuesta a las palabras del hombre de ojos pardos- Ahora lo recuerdo.-añadió, mirando a continuación a la mujer que les hablaba- ¿En serio creeis que si "solucionamos" aquí nuestros conflictos internos con la Guerra, lograréis evitar que algo similar ocurra dentro de años, décadas o siglos? Somos todos distintos, y otros llegarán cuando nosotros nos hayamos marchitado del todo. Otros que desconocerán el pasado, o que símplemente, un día supieron de él pero decidieron olvidarlo. - se limpió las mejillas con el dorso de la mano, suspirando hondo antes de proseguir- Habrá otra Guerra, antes o después, en cuanto el miedo a la muerte se haya borrado de nuestras almas. Y la Bruma actuará como crea conveniente, como siempre ha sucedido. - frunció entonces el ceño- Además, nos expulsasteis. Nos arrancasteis de nuestro hogar, aunque no recuerde bien por qué lo hicisteis. ¿Por qué deberíamos ayudaros ahora? Lo más probable es que muramos nosotros también. ¿Qué mejor que dejar que quienes nos arrebataron lo que era nuestro, quienes nos arrancaron de nuestras propias raices, perezcan junto a nosotros? Sería lo justo. Sería lo equilibrado. 

Negó con su rostro cuando Ella mencionó las consecuencias de la guerra. Se volteo frustrado y respiraba agitado, sintiendo que cada palabra de lo que había sucedido se clavaban en su pecho como dagas. No, no estaba bien, había que repararlo, pero el precio era demasiado alto. Tenía que haber otra forma.

- Esto tiene que ser una broma...- Mencionó, aún molesto. No podían hacerles esto, no podían hacerles volver y pedirles que se mataran unos a otros.- Es ridículo. ¡Es absolutamente ridículo! - Dijo alzando la voz, pero luego notó que estaba dejándose demasiado llevar. Si querían soluciones racionales, debería de calmarse.

Desvió el rostro negando con la cabeza, encontrando así la mirada de Kammy durante aquel movimiento. La mantuvo en ella un par de segundos, para luego dedicarle una sonrisa forzada, tratando de transmitir una tranquilidad que no sentía. - Tiene que haber otra forma de detener la Bruma... - 

Era indudable que Roger había desarrollado un septimo sentido o algo... aunque lo cierto es que tampoco había que ser muy espabilado para saber que desde que lo trajeron a aquel sitio las cosas iban pintando de mal en peor. Vale que no era un humano normal... que era un Fata, vale que se le estaban aclarando muchas cosas y que en el fondo quería volver a Fae... pero para decirles que se empezaran a matar los unos a los otros... para eso mejor que los hubieran dejado donde estaban, que él tenía una vida bastante cómoda y relajada como humano, desde luego que todos los que habían organizado aquel tinglado tenían un gusto pésimo.

- Protesto, pero muy enérgico- a pesar de su naturaleza como Fata, él seguía siendo Roger Templar, y el señor Roger era un inglés de muy buenas maneras y educación- Las obras de teatro de a penique nunca me han gustado y me temo que con todo lo que están montando les está quedando una función muy mala, en la que si mi destino es terminar con un cuchillo en la espalda... me veo en la tesitura de no aceptar el papel. Si lo que querían era que nos matarámos los unos a los otros como la pelicula esa de autor que ganó el festival de Cannes en el 98... están demostrando tener un gusto pésimo, además de ser muy poco prácticos, con habernos eliminado como humanos nos hubieran evitado sufrimiento y se hubieran ahorrado energía. Si de lo que se trata es de una broma, mejor la dejan y nos vamos por donde hemos venido o nos dejan entrar a Fae. Yo estas cosas no las puedo entender... aqui nadie entiende ni de buenas costumbres ni de elegancia- dijo claramente irritado por la situación
 

Como para sus hermanos, quienes al final, tras aquella revelación, también comprendían lo que se les estaba vetando, aquello había sido más que un jarrón de agua fría. Algo no previsto, ni siquiera para ese bajo y enclenque hombre templado que sabía más que algunos.

Más que nadie había esperado su regreso a casa, durante mucho tiempo, toda una larga vida, a cada segundo de su existencia, hasta que no hubo otra idea clara en su mente. Y, ahora, el camino estaba vallado y cerrado. Su destino, quedaba tan próximo y tan lejano como un segundo en el pasado.

Sintiéndose, repentinamente, faltado de origen o destino necesitó aferrarse al último resquicio de humanidad. Algo que no le importaba desprenderse, pero que era lo que tenía, un asidero donde agarrarse.

Sacó uno de sus cigarrillos, doblado, húmedo y manchado, y lo hospedó en sus labios. Luego rebuscó en su bolsillo de pantalón, y manoseó un viejo y deslustrado encendedor, del que abrió su tapa con un estudiado y tranquilo gesto de muñeca.

Le reclamó dos intentos la piedra hasta que no prendió.

Lyman, cuyo nombre ya no era con el que había nacido en Nueva York. Tragó una larga calada con la que trazó una nube de humo que no adquiría forma alguna. Seguramente meditaba en qué punto se encontraban. Reflexionaba sobre el peso de aquella noticia.

Y como si los vapores no negaran su olfato, se llenó de los olores de la noche en aquella ciudad que bien podía estar fuera del espacio y al tiempo. Al umbral del reino de Fäe.

Entonces, mientras sus hermanos hablaban, él empezó a moverse entre ellos, prestando oídos a sus inquietudes, sus ideas y sus preguntas.

Podía comprenderlos, aún así, parecía más estoico que todos ellos.

-Amazarac ha venido por su propio pie. Su propia diversión, asumo.- Manifestó al pasar detrás de Samuel a la vez que lo respondía.  –¿No es así?- Dirigió su cabeza hacía al Fata como si pudiera verlo. Y la sostuvo sin miedo mientras se permitió esperar alguna contestación. –Aunque puede que solo haya venido en representación de aquellos que tan solo quieren nuestro baño de sangre.- Se encogió de hombros y pasó de él.

Se giró según paseaba. -Entiendo vuestro dolor, porque también es el mío.- No hablaba nadie en concreto, pero quién se molestó a escuchar su voz tranquila que era apenas un susurro, pudo saber que hablaba a todos. –Pero nadie quiere causar más desolación a Fäe, pues es nuestro hogar. Ni ellos, ni nosotros. Así que deteneos a pensarlo.

Continuó paseando y consumiendo aquél cigarrillo. -Puedo entender el mensaje, y sé, que también podéis hacerlo vosotros. La guerra es cosa del pasado, Fäe es una flor delicada que ha padecido un largo invierno. Está prácticamente seca y sin pétalos. Ahora, un solo soplo, acabaría por matarla. Algunos de nuestros hermanos en Fäe, creen que nosotros podemos ser ese soplo. Y no hacen más que protegerla con una campana de cristal. ¿No es normal que quieran protegerla? ¿No queremos eso mismo nosotros?¿No es más importante el destino de Fäe que el propio?¿No preferimos seguir desterrados antes que verla marchita y muerta? ¿No nos inclinamos incluso a padecer la muerte? Pensadlo. ¿Qué importa volver a casa si con ella la condenamos? No habrá donde reposar, no habrá descanso ni consuelo. ¿Es que no lo veis? No es un ataque a nosotros, hacen lo que haríamos nosotros mismos a fin de protegerla.

Nos dicen que no habrá más guerra que la que traigamos con nosotros, me parece bien. Demostremos que la guerra es cosa del pasado, que carece de importancia y que no traemos o albergamos mal alguno. Demostremos nuestra buena fe, y juntos podremos volver a casa, y reconstruirla. La edificaremos más fuerte, y más bella que antes. - No querían la muerte de todos. Eso solo habían sido las palabras y el veneno de Amazarac. Podía ver más allá, a pesar de ser ciego. Había formas de volver que seguramente no implicaban la muerte de todos sino tan solo de aquellos que buscasen la destrucción de sus iguales.- Tan solo, anhelo de volver a nuestro hogar y sumar nuestras fuerzas a las suyas. Si este… es el precio. Como declara ella.- Dijo señalando a Allegra . -Pues que así sea.

¿Qué es Fäe para nosotros?- Ésta vez miró a la pequeña Jane y se alegró al oír consciencia y conocimiento en su voz. No era una cría de humana, era su hermana. -Todo. Lo es todo. ¿Acaso lo hemos olvidado?

Me niego a creer que Fäe nos dicte que actuemos unos en contra de los otros - dijo en voz alta, aún más seria que antes, si aquello era posible. - En un principio tenía razón, Amazarac, eres un demonio, negociando con salidas fáciles y tentando con premios prometedores. Existe otra salida, no dejen que los engañe. Una que no involucra crímenes ni pecados en contra de nuestros hermanos.

Miró al resto, algunos dispuestos a matar, otros tan escépticos como ella misma. Pero cuando el hombre ciego habló sintió como que alguien hubiese dicho exactamente lo que ella quería decir pero que tenía tan poca habilidad para llevar a las palabras. Lo contradictorio del deseo por volver a su amada Fäe, lo único que les quedaba, y la necesidad de alejarse de ella para protegerla. La inutilidad del demonio sonriente y la obligación de comprender lo delicado de aquella situación.

Sonrió en dirección a Lyman y asintió. No tenía nada que añadir.

Zaira esperaba una respuesta de Ella a las palabras que todos le estaban dedicando. Las expresiones de sorpresa e incredulidad se iban sucediendo a su alrededor, pero, lo que más llamó la atención de la joven, fueron las palabras del hombre de gafas oscuras.

Le miró, con los ojos como platos y una expresión entre confusa y dolida.

- ¡Claro que quiero lo mejor para Fäe! - Le espetó y se mordió el labio, ligeramente tembloroso. - Pero pretenden que nos matemos entre nosotros cuando ni siquiera saben si esa es la solución, ¿o es que aparte de ciego estás sordo...? - 

Las palabras de la mujer escarlata enfrían mi ánimo, el calor que se había adueñado de mi al pensar en volver a mi tierra. La mayor parte de mis hermanos responden enfurecidos, negándose y pidiendo explicaciones pero hay otro, un hombre de gafas oscuras, cuyas palabras me sorprenden más que el resto.

-Me temo que no me he presentado. Mi nombre es, o más bien era, Anya. Tus palabras parecen llenas de sabiduría, la verdad, pero creo que tomas demasiado en serio sus palabras -digo señalando a "Ella" aunque se bien que el ciego no puede verme -¿como se puede evitar una guerra derramando sangre? Fäe es nuestra tierra y deseo volver pero no a cualquier precio ¿y si nos están engañando? ¿y si ella no es la que nos ha llamado, al igual que no lo ha sido Amazarac? ¿no estáis de acuerdo? -pregunto a todos, deteniéndome más tiempo en el único hermano con el que había intercambiado palabras, en el yonki.