Partida Rol por web

El campo de Quidditch de Hogwarts, se encuentra en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en las afueras del castillo. Se usa para que los equipos de quidditch practiquen y jueguen partidos entre las casas para competir por la Copa de la Casa.

El campo de Quidditch era un buen lugar para descansar, tan bueno como otro cualquiera. El profesor Damian tomaba apuntes para sus próximas clases, mientras que Abbadon, Andrew y Daniel observaban el campo vacío, cada uno con sus propios pensamientos. En ese momento se escuchó un rugido que os hiela la sangre

-Hola profesor Mike, ya tengo la túnica para el Quidditch, me gustaría formar parte del equipo, aún no tengo una escoba propia, pero tengo aptitudes para ser cazador- estaba deseando estrenar la túnica y jugar a este deporte.

Después de haber conversado con el profesor Melker en su despacho, decidí meditar un poco en un lugar tranquilo, el campo de Quiditch me pareció el mejor lugar, estaba vacío y muy pocas personas se encontraban ahí, entre ellas el profesor Flamel, aun así seguía cabreado por lo ocurrido en la clase de Transformaciones y  me dispuse a observar el cielo meditando que debería hacer, seguro los chicos de Gryffindor me hacían riña por los puntos perdidos, 20 con el profesor Rowle y 100 con el profesor Von Vianden no eran precisamente mi mejor forma de comenzar la segunda semana.

Mis cavilaciones giraban entorno a eso fue entonces cuando lo escuche, era un rugido fuerte y atronador que incluso al mas valiente le helaba la sangre y hacía perder los nervios, mire a los chicos que se encontraban cerca de mí y al profesor Flamel pero todos tenían esa expresión de desconcierto.

-¿Qué ha sido eso- Pregunte intrigado al no poder detectar que era aquel misterioso rugido.

Abbadon se había dirigido al campo de Quidditch con el fin de practicar con la escoba, aun no había ido a recuperar el suspenso de la primera lección, quería asegurarse de no suspender y para ello necesitaba practica. Allí se había encontrado al profesor Flamel y ha dos de sus compañeros; Andrew y Daniel; este ultimo bastante cabreado presumiblemente por la mala semana que llevaba, si los rumores que había escuchado eran ciertos, es normal que estuviese así.

Justo cuando estaba a punto de empezar a practicar se escucho un sonido atronador, aparentemente hecho por un animal rugiendo. Esperando que la bestia que podía hacer semejante rugido no estuviese cerca suyo, Abbadon se dio la vuelta para intentar visualizar de donde surgió el sonido.

De repente veis como un gran dragón plateado sobrevuela el campo de Quidditch

Se posa sobre uno de los aros del campo y dirige la mirada hacia vosotros, parece que está dispuesto a atacaros en cualquier momento

No se necesita ser un genio para reconocer a la criatura que frente a todos hacia gala con ese aire poderoso, majestuoso y a la vez atemorizante, un sudor frio recorrió mi espalda que hacía un dragón aquí, mire a los otros chicos  y al profesor Flamel pero todos teníamos ese desconcierto, había dos posibilidades  pelear con el complicado y mas para chicos de primer año como Abbadon y Andrew, lo mas viable era correr pero teníamos que hacerlo de tal manera que la criatura no nos atacara, estaba seguro que el profesor Flamel podría encargarse al ser un mago adulto y astuto y nosotros los chicos seríamos un estorbo.

-Hay chicos, tratemos de salir de esta- dije escondiéndome entre las gradas y tratando de no ser el foco de atención de la bestia -Tratemos de escapar separados- dije mientras comenzaba a moverme, pelear sería un suicidio y hay un limite entre valentía e idiotez y solo un idiota creía que podría vencer a un dragón solo.

Al día siguiente de haber estado en el despacho del profesor Rowle junto con Thad, estuviste realizando recuperaciones en los distintos despachos prácticamente todo el día, y terminaste completamente agotado de tanto esfuerzo. Ya te dirigías a tu sala común cuando advertiste que algo anormal estaba ocurriendo y que se escuchaban gritos de algunos alumnos de cursos superiores. 

Intrigado por lo que estaba ocurriendo, decidiste seguir al grupo inicialmente pero escuchaste a escondidas la conversación entre dos alumnos de segundo. Se rumoreaba que había un dragón enorme y plateado en el campo de Quidditch y que todos los alumnos debían permanecer en sus aposentos hasta nuevo aviso. 

Creíste que lo correcto sería obedecer y regresar a tu lugar pero por otro lado, sentías muchísima curiosidad por saber si estaban mintiendo o si en verdad existían esos seres. ¿Qué harías? Pese a que tuviste tus dudas...la curiosidad te pudo y emprendiste la marcha hacia el exterior.

Lo que estaba ocurriendo parecía carecer de sentido y aún seguíais sin dar crédito a lo que vuestros ojos veían. El joven Beaufort dejó caer al suelo el libro que tenía entre sus manos y se quedó totalmente paralizado. Abbadon y Daniel no sabían cómo deberían actuar, pero intuían que si no querían ser despedazados, quizá la mejor opción era correr hacia la doble puerta que daba entrada al castillo. ¿Era esa la mejor opción? La mirada del dragón era realmente amenazante y se veía a la legua que estaba preparándose para volar en vuestra dirección.

Mientras tanto, el profesor Flamel había permanecido en silencio los pocos segundos que habían transcurrido, se había puesto de pie y se había colocado el posición defensiva por si debía actuar y defender a sus alumnos. 

Entonces observasteis como el dragón extendía sus alas y rugió de forma potente y ensordecedora, hasta el punto que os visteis obligados a taparos los oídos...y Rubén, que hasta entonces había permanecido en el interior del castillo y no entendía lo que estaba ocurriendo, cruzó la puerta y observó toda la escena. ¿Existían los dragones? Puede que en el mundo muggle creyesen que no, pero tus ojos no te engañaban. Allí había uno enorme y aunque no entendíais cómo era posible que hubiese llegado hasta allí, era evidente que lo había hecho, y ahora poco importaba. Lo importante era... ¿Qué es lo que haríais a continuación?

-¿Rictusempra serviría de algo?

Me gustaría dar tiempo a mis compañeros de correr o esconderse pero no se si los dragones se ríen y no conozco más hechizos, a no ser que el del trasfondo cuente.

¡OH MIERDA PUTA, ¿QUÉ DEMONIOS ES ESO?!

CORRED INSENSATOS CORRED, VAMOS VAMOS VAMOS

Intento dar ánimos a mis compañeros mientras corren. Pero sólo tartamudeo.

Tan inmerso estaba Rubén gritando y tratando de inspirar a sus amigos para que corrieran en su dirección para acceder al castillo, que no se percató que se había apoyado en el mecanismo que provocaba que las pesadas puertas se cerrasen solas. No solo eso, el dragón había centrado su atención en el muchacho y empezó a sobrevolar hacia su dirección, cosa que provocó que todos dudaseis, no teniendo muy claro a donde ir o que hacer.

- ¡Corred hasta la choza de Hagrid, el guardabosques! Gritó el profesor Flamel, empezando a conjurar un hechizo para llamar la atención de aquella poderosa criatura, con una expresión de seriedad nunca vista en el docente. ¡No os detengais! ¡Yo trataré de haceros ganar tiempo! ¡VAMOS!

Sin duda alguna estaba tratando de que salvaseis vuestras vidas, no era momento de dudar, y el joven Beaufort no se lo pensó dos veces y subió a su escoba para tratar de salir de allí como un rayo.

A la cabaña de Hagrid, ¿Pero ¿dónde quedaba la cabaña?, la ultima vez estando en el lago no había podido ahora lo mejor sería hacer las cosas bien, a pesar del miedo decidí calmarme un poco, escondido entre las gradas tome la varita como en clase de encantamiento había hecho y tomando aire recite el hechizo.

-Orientame- deseando que de todo corazón la varita pudiera dirigirme a lugar indicado, el hechizo funcionó o eso parecía pues no sabía si donde señalaba la varita era la dirección correcta pero no había tiempo que perder.

Empecé a correr con todas mis fuerzas no es que fuera el más atlético de los chicos, pero al menos podía ponerme a seguro, deseando que el profesor Flamel pudiera encargarse de tan terrible bestia y que esta no se fijará en mí.

Aun así, me sabía mal dejarlos abandonados -Tonto, debes correr y salvarte- pero y si la bestia dañaba a mis compañeros no me perdonaría intentaría algo alocado, aunque solo sería un intento no sé si realmente funcionaría.

- Rictusempra- me atreví a lanzar el conjuro contra el dragón, pero por los nervios no funciono, muy a mi pesar era preferible no quedarme o sería un estorbo para todos.

Los dioses sabían que iba a matar a ese chaval... había muchos tipos bromas,pero cerrar la puerta a la vez que se burla de nosotros mientras nos persigue un maldito dragón no tiene nombre...

-¡¡¡Abre la puerta subnormal, antes de que nos mates!!!-. Le grite a Ruben.

Mientras me ponía a correr hacia la puerta vi que el dragón se giraba hacia la puerta y empezaba a moverse hacia ella; una pena que se había fijado el dragón en el, con suerte después de comerselo se iría.

-¡Oh mierda!-.Llegue a decir mientras veía que el dragón me sobrevolaba; en ese momento escuche la voz del profesor Flamel que nos indicaba que nos dirigiésemos hacia la cabaña del guardabosques. Sin pensármelo dos veces di media vuelta y empece a correr en dirección de la cabaña.

Me he perdido, yo no he cerrado la puerta ¿No?

Rubén intenta echar a correr pero pega un tropiezo y se queda herido en el suelo y sangrando por la rodilla. El dragón cada vez está más cerca y no puede reaccionar, está paralizado, el miedo que nunca había sentido en el mundo muggle ahora no le dejaba reaccionar, empezó a temblar como cuando su abuelo empezó con la enfermedad esa del tembleque.