Partida Rol por web

• Despacho del celador (Argus Filch). Este despacho es un cuarto pequeño con una sola lámpara de aceite colgando del techo. En él hay cajones que contienen los archivos de las infracciones de los alumnos y sus expedientes. En las paredes hay cadenas y esposas, no usadas actualmente. También un mueble con los artículos confiscados a los estudiantes, marcados como “Confiscados y altamente peligrosos”, una mesa y una silla austeras. Se percibe un vago olor a pescado frito pero que no se puede determinar de dónde proviene exactamente. Bajando unas escaleras se llega a su dormitorio, donde entre otras cosas, hay una gatera para la Señora Norris.

Una vez de regreso al castillo, tras volver de la lechucería, os encaminasteis directamente hacia el despacho del celador Argus Filch. Si las palabras del profesor Rowle eran ciertas, disponíais de escaso tiempo para lograr vuestro objetivo, pero de lograrlo, contaríais con un buen lugar secreto para vuestras reuniones clandestinas, y de un mapa que os permitiría controlar donde estaba cada persona del castillo y de lugares por donde ir y venir sin ser vistos. ¿Sería posible que existiera un mapa así? ¿Valía la pena hacer el esfuerzo de tratar de lograr tan ansiado objetivo?

A priori parecíais determinadas y fuisteis al ala este del castillo, a la planta baja, donde sabías que unas pequeñas escaleras cercanas al escobero descendían y daban a un pequeño corredor en la que solo había una puerta cerrada. Dos antorchas permanecían siempre encendidas a cada lado, y para suerte vuestra, no habían retratos en los alrededores como en la mayor parte de zonas del castillo que pudiesen delatar vuestras intenciones. ¿Cómo solventaríais el primer obstáculo, acceder al despacho? 

Llegamos al despacho de Filch rápidamente, yo todavía tirando de Victoria para no perder más tiempo. 

-Parece que no hay nadie -dije en voz baja -. Ni siquiera la señora Norris está por aquí.

La puerta estaba cerrada, pero miré a mi alrededor para ver si detectaba algo que me ayudase o por si había alguien mirando. Tras asegurarme, saqué la varita y apunté a la cerradura.

¡ALOHOMORA!

Tras lanzar el hechizo, la cerradura dio un chasquido. Guardé la varita y abrí la puerta.

¡Bien!, exclamé para mí.

Llegaron a la puerta del despacho y Altair la abrió sin problemas, las dos miraron a su alrededor y no vieron a nadie por la zona ni posibles problemas, así que entraron al despacho. 

Era una pequeña y lúgubre estancia llena de cajones, armarios y hasta cadenas y esposas que, sospechó la niña, el conserje lamentaba no poder usar.

- Bien... ¿por donde empezamos? dioses ¡esto esta lleno de cosas! - dijo emocionada, seguro que ademas del mapa y la llave encontraban multitud de artilugios de broma y objetos "prohibidos" para los alumnos, la situación la tentaba mucho, pero sería mejor llevarse solo lo necesario o Filch sospecharía irremediablemente - Intuyo que ese mapa debe ser algo importante, seguro que esta en alguno de los cajones y bajo llave imagino.

Se adentró en la estancia y comenzó a buscar.

En cuanto Altair usó el hechizo de apertura en la férrea puerta del despacho, esta quedó entreabierta y os resultó fácil acceder al interior. Una breve inspección inicial os permitió daros cuenta que aquel lugar contaba con dos salas; en primer lugar el despacho al que acababais de acceder, repleto de estanterias, archivos una mesa y un cómodo sillón, y bajando una escaleras deducíais que estaría el lugar donde dormiría el celador.

Inmediatamente algo se hizo más que patente, y fue inevitable que os diesen arcadas,... la habitación olía a fritura de pescado, que aunque en un principio parecíó un olor ténue y vago, poco a poco se fue haciendo más penetrante e insoportable. ¿Por qué olía de forma tan repugnante aquel lugar? ¿Sería la comida que habitualmente le daba Filch a su gata, la señora Norris?

Victoria no tardó en ver unas cajas de cartón en un lateral, y en cuanto las inspeccionó no pudo evitar asombrarse, allí habían cohetes y petardos para hacer estallar medio Hogwarts. Habían tres especialmente grandes y de color rojo intenso que sabías que serían una pasada, y una caja de color azul celeste en la que se podía leer, "petardos teledirigidos, elige a tu víctima y oirás alaridos". ¿Era aquel anuncio una broma?

Altair por su parte logró encontrar entre los archivos la lista de los alumnos más conflictivos, y ojeando un poco logró darse cuenta que la mayoría de los inscritos en esa lista negra eran Slytherin, pero al parecer ninguno de los alumnos de primero. Pese a todo lo ocurrido en clases y haber perdido puntos para su casa algunos de vuestros compañeros, nada grave constaba en el archivo de los de primer curso. Sobre la mesa había algunos pergaminos en blanco, un par de cartas por abrir, y un expediente abierto en el que lucían los nombres de tres Slytherin que recordabais bien...Marcus Flint, Graham Montague y Cassius Warrington, una infracción grave más y serían expulsados.

Entonces visteis algo que os alegró. En una pared, justo al lado de unas herramientas de tortura, había un tablón con cientos de llaves de distintas formas, tamaños y coloración. ¿Estaría allí la que buscabais? El problema es que estaban a bastante altura y aunque os pusieseis de puntillas no lograríais alcanzarlas. ¿Cuál sería la mejor opción? ¿Arrastrar la silla del celador hasta allí, con el riesgo de hacer que las ruedas viejas chirriasen? ¿Quizás usar algún hechizo aprendido? El tiempo iba transcurriendo y aunque el profesor Rowle había dicho que solía tardar media hora en regresar, tampoco sabíais si así sería...

Conforme el tiempo pasaba, más me daba cuenta de la urgencia que teníamos por acabar allí. Si Filch nos descubría... nos usaría a nosotras como alimento para la señora Norris, seguro. Pero cuando vimos los petardos, se me ocurrió una idea.

-Victoria, escucha. Coge uno de esos petardos y ve a la escalera. Si ves que Filch regresa... lánzalo y así ganaremos tiempo. ¿Te parece?

Después, cogí los pergaminos en blanco (no me fiaba de que estuviesen realmente en blanco y bien podían estar bajo un hechizo de invisibilidad o algo así). Después, continué mirando por los alrededores en busca de algo más.

No tardé en ver en el tablero con todas la llaves y tras buscar un rato, la localicé sin muchos problemas

Esa es.

Victoria todavía estaba cogiendo el petardo, así que decidí usar un hechizo para intentar cogerla. Si no lo conseguía, siempre estaba ella para intentarlo.

-Espera, "V". Voy a intentar coger la llave. Si fallo, hazlo tú -le dije. Después me concentré al máximo.

-¡WINGARDIUM LE-VI-O-SA!

Aunque al principio pensé que no iba a conseguirlo, finalmente sí que logré que la llave saliese del sitio en donde estaban colgadas y viniese hasta mí. Cuando mi mano se cerró alrededor de ella, estaba eufórica y miré a Victoria.

-¡La tengo!

Una vez llegó la llave a tu mano tras tu magistral conjuración del hechizo levitador, no tuviste ningún tipo de duda de que era idéntica a la que tenía en posesión el profesor Rowle, la llave que estabais buscando. Aquello te hizo sentir orgullosa y que teníais la mitad del objetivo cumplido, pero nada te hacía sospechar que los pergaminos en blanco que habías tomado del escritorio de Filch fuesen el mapa que buscabas, parecían simplemente eso, pergaminos en blanco.

Entonces, por un casual del destino, miraste hacia la otra de las salas, el dormitorio de Filch y la señora Norris, y advertiste dos cosas de vital importancia. Por un lado había cerca de un pequeño armario del fondo una especie de pergamino plegado que te transmitía buenas vibraciones, como si quisiese ser encontrado,... Por otro lado, la señora Norris estaba tumbada durmiendo sobre una alfombra aterciopelada, muy cerca del camino que deberías recorrer par lograr tu ansiada posesión. ¿Cuál sería tu decision? ¿Avisarías a Vic y trataríais de coger ese pergamino? ¿Lo intentarías por tu cuenta? ¿Quizá ya habíais tentado bastante la suerte y era mejor salir del despacho? 

Al seguir explorando descubrí un pergamino que tenía toda la pinta de estar diciendo "cógeme", como si yo fuese Alicia en el País de las Maravillas. Recordé que el profesor había hablado de un mapa, así que pensé que fijo que era aquel.

El problema era que la señora Norris estaba justo enmedio. 

Vaya.

El pergamino estaba demasiado lejos para conjurarlo con Wingardium, así que tendría que encontrar otra manera de llegar hasta él. Podía caminar sigilosamente e intentar hacerlo sin que se diese cuenta, pero no podía engañarme. Siempre había sido muy, pero que muy patosa.

Así que decidí lo más difícil... pero quizás lo que más posibilidades tenía para mí.

Lanzarle un hechizo a la señora Norris que la tuviera entretenida mientras cogía el pergamino a toda velocidad. Así que saqué la varita, la elevé en el aire, me concentré...

Y no fui capaz. Todavía no había logrado hacer el hechizo para detener la magia y lo último que quería era que la señora Norris estuviese sufriendo cosquillas durante una hora, así que aquella tampoco era una opción válida. Decidí decantarme por otra cosa diferente. Miré alrededor y vi que había un montón de cosas, como pisapapeles, plumas, y cosas así, así que con aquel material, podría crear entretenimiento de sobra:

¡AVIFORS! ¡AVIFORS! ¡AVIFORS! 

Usando tres objetos, creé tres pájaros que empezaron a revolotear por encima de la señora Norris. En cuanto los viera, echaría a correr como si mi vida dependiera de ello, cogería el pergamino y saldría rápidamente de allí.

Victoria cogió dos petardos como Altair sugirió y ella consiguió hacerse con la llave.

- ¡Genial! Sigue tu buscando e mapa, me salgo y continuamos con el plan - le guió un ojo a su compañera y salió con los dos petardos poniendo mucho cuidado.

Se colocó al final de la escalera donde nadie podía verla pero asomando un poco la cabeza ella podía dominar medianamente bien el pasillo. Tragó saliva y rogó para que Altair se diera prisa, esperaba no tener que usar aquellas cosas y sobre todo no acabar en las garras de Filch.

Situada en el umbral de la puerta, y controlando perfectamente las escaleras, Victoria deseaba que Altair lograse su objetivo y encontrase el mapa rápidamente. Sabía que cada segundo contaba y que ya llevaban bastante tiempo allí dentro ¿Puede que Filch estuviese al llegar? Había que salir de allí y pronto, aquello era una ratonera... Y si Filch empezaba a bajar las escaleras, sabíais que no había otra salida...

Entonces escuchaste ruido de pelea, aleteos y maullidos. ¿Qué diantres estaba haciendo Altair allí dentro? Empezaste a ponerte nerviosa y no sabías si acercarte hasta el dormitorio de Filch, a donde había ido tu amiga, o permanecer vigilando la puerta. Solo por curiosidad, y para estar preparada por si acaso, leíste el envoltorio de los cohetes...

¡Cohetes ultra explosivos! Doble de pólvora, doble de ruido y doble de diversión. Una vez tiras de la cuerda, se prende una mecha y el cohete sale despedido a gran velocidad, cada vez que impacta se multiplica exponencialmente y termina con un ruido ensordecedor. ¡Muy recomendado!

Aquello parecía una locura, pero si llegaba el momento ¿Lo usaríais? Aún estabas meditando en ello cuando una sombra empezó a hacerse cada vez más grande, sin duda alguna estaba llegando alguien hacia vuestra posición ¿Filch? ¿Tan pronto? ¡Aún quedaban 10 minutos!

No, se trataba de Snape, quién se dirigía al despacho del celador. ¿Qué harías? ¿Entrar a avisar a Altair y tratar de esconderos ambas? ¿Intentar escapar antes de que Snape mirase en tu dirección, dejando a tu compañera vendida? 

Alguien se aproximaba hacia su posición y Victoria tembló de puro nerviosismo, pensó en entrar y avisar a Altair pero se dio cuenta de que no les daría tiempo de esconderse y si él las encontraban estarían perdidas, sabía la fama que tenía Snape, severo, inflexible, y era bien sabido por todos que odiaba a todo aquel alumno que se cruzaba en su camino, quizás Altair por se Slytherin tuviera algo de más suerte pero aún así no pensaba dejarla ahí, tragó saliva y escapó del lugar cruzando el pasillo para ocultarse como pudo en un recoveco que había en la pared aguantando la respiración hasta que el hombre pasó sin advertir su presencia.

Cuando el docente hubo pasado por su lado y ya estaba atravesando la puerta del despacho del celador, Victoria se plantó en medio del pasillo con uno de los cohetes, tiró de la cuerda y el artículo salió despedido escaleras arriba formando un gran jaleo y la niña rápidamente volvió a su posición escondida en el hueco de la pared y rezó para que Snape cayera en la trampa y poder ir a por Altair.

Te aproximaste sin hacer ruido y cuando estuviste lo suficientemente cerca transformaste varios pergaminos en hermosos pajarillos que salieron volando por todas direcciones. Del estruendo de la varita al realizar el hechizo, la Señora Norris dió un salto asustada, y al poco empezó a perseguir como loca a las aves , subiéndose por las paredes, rasgando las cortinas, tirando al suelo los objetos del celador... El caos era indescriptible, y el ruido también, aunque al menos estabas segura de que la gata no te estaba haciendo ningún caso.

Tomaste sin dificultad el pergamino, y te dispusiste a salir de allí, cuando advertiste que algo no iba bien... La puerta del despacho empezó a abrirse lentamente y viste la figura de Severus Snape sin lugar a dudas. Pero por azar del destino, no estaba mirando hacia el interior, donde te habría descubierto sin lugar a dudas, si no que se quedó mirando hacia las escaleras... Y salió corriendo como una exhalación, a la vez que escuchabas un ruido ensordecedor, como si estallasen miles de cohetes a la vez, y un olor a pólvora inconfundible. ¿Qué estaba pasando ahí fuera? Salir no era una opción si no querías ser vista por Snape, y Victoria parecía desaparecida. ¿Habría buscado una distracción para evitar que te pillaran con las manos en la masa?

Y a todo esto, los sonidos en la habitación habían cesado, aunque una ligera brisa llegó hasta ti... Si la habitación era cerrada ¿de donde provenía?

El ruido era mayor de lo que yo había pensado, pero la distracción funcionó a la perfección y me permitió coger el pergamino y salir volando casi literalmente de allí.

El problema es que apareció el profesor Snape de no sabía dónde, aunque por suerte, miró hacia las escaleras, en dirección a los petardos que había soltado Victoria, y no hacia mí. Pero la situación distaba de ser buena. Existía el peligro de que atrapase a Victoria, y eso tampoco era nada bueno.

Una pequeña brisa me llegó de pronto, al mismo tiempo que el ruido cesaba casi por completo. ¿Que estaba pasando? Qué podía hacer, si la salida por la que había llegado, ya no era una opción válida?

Victoria se quedó agazapada viendo como Snape avanzaba impasible hacia el despacho del señor Filch. Por su expresión era fácil adivinar que estaba de muy mal humor y que si se dirigía hacia aquel despacho era porque esperaba encontrarse con el celador y llevarle nuevos informes de alumnos conflictivos a los que castigar. 

Pasó casi rozando a la muchacha, pero para gran alivio de ésta, no llegó a verla de milagro...pero estaba claro que iba a entrar y pillar a Altair, con las manos en la masa, total seguridad. ¿Dejaría a su suerte a su compañera?  La respuesta fue no. Por su puesto que no. Encaró uno de los enormes cohete de color rojo en dirección a lo alto de la escalera, tiró de la cuerda y se volvió a esconder.

El cohete parecía que no funcionaba, y la muchacha observaba como Snape se frotaba la barbilla, extrañado de que la puerta del despacho estuviese entornada, y como iba abriéndola lentamente. La tensión iba en aumento y todo parecía estar perdido cuando...

- Fiushhhhhhh - salió despedido el cohete y el profesor de pociones volteó su cabeza. ¡Boooooummm! Fiusshhh! Trataratratara! Paf! Boooooummm! Txiuu txiuu! Crash!! Boummm!! Crash HH!! Fiusshhh! y el Snape empezó a correr como alma que llevase el diablo, escuchándole maldecir... ¡¡¡Maldita sea!!! ¿Que diantres están haciendo ahí arriba? ¡¡Quién sea va a perder 100 puntos y estará fregando calderos todo el año! 

Y sin percibir a la joven SinClair, se le vió subiendo a saltos la escalera. ¿Era tu momento de alertar a Altair?  

En cuanto volviste a mirar al dormitorio del celador Filch, te quedaste de piedra. El destrozo que había hecho la señora Norris era descomunal, pero parecía haberse repuesto de su cacería y se habia quedado mirándote fijamente a la vez que empezaba a gruñirte con cara de muchísimo enfado.

Pero no todo eran malas noticias. La brisa provenía de un pequeño pasadizo que se había abierto en una pared, probablemente por haber sido desplazada lateralmente la estatua del elfo doméstico Hooky, que según se rumoreaba, habían tres idénticos y todos ellos albergaban pasadizos secretos del castillo. ¿Era por eso que Filch siempre llevaba a todos los sitios tan rápido?¿Cuántos pasadizos secretos conocería el celador?

Nuevamente se volvían a escuchar pasos acercándose a la puerta, pero parecían más ligeros y poco pesados...