Partida Rol por web

Desde el ataque producido por los dragones y otras criaturas mágicas el jueves de la semana anterior, el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería había sido férreamente controlado y registrado a fondo por los aurores del ministerio, y dadas las circunstancias extraordinarias, los alumnos tenían prohibida la salida al exterior de los muros del castillo y los profesores habían tenido sesiones interminables con tal de discutir y esclarecer las circunstancias. 

Por todos era sabido que el Consejo de los doce había programado una reunión extraordinaria para determinar cuál seria el rumbo que tomaría la institución y si se debían hacer cambios significativos, y hasta el mismísimo Ministro de Magia, Cornelius Fudge, iba a presentarse aquella misma mañana para tratar el asunto. El fin de semana había sido bastante difícil y la mayoría esperaba que el director Dumbledore aclarase los sucedido, incluso algunos de los alumnos habían abandonado el colegio tras las declaraciones del diario El Profeta.

Cuando llegó el momento, todos los alumnos recibieron las instrucciones de bajar al Gran Comedor, y tras desayunar como siempre, esperaban la llegada de los adultos, quienes parecían no estar todavía conformes con las decisiones que se iban a tomar. Al final, uno a uno fueron haciendo acto de aparición en la enorme sala, y fue el director Dumbledore quién se acercó al estrado.

- Buenos días a todos... Inició el discurso el viejo director con un rostro que reflejaba el agotamiento y las largas discusiones que habían llevado a cabo los últimos días. Se que todos tenéis muchas preguntas que necesitan ser respondidas, algunos sois conocedores de algunos hechos que ocurrieron el pasado jueves, y otros tal vez hayáis escuchado rumores. Voy a tratar de ser franco y aclarar los acontecimientos acaecidos.

- Los que hayáis podido leer el diario "El Profeta" sabréis que el pasado jueves, tres dragones escaparon por causas que aún se desconocen del criadero que hay a algunas millas de aquí en Ben Nevis, cerca de Fort William. Estas enormes criaturas emprendieron el vuelo en dirección al colegio, y sin previo aviso, realizaron ataques indiscriminados, provocando que un profesor y tres alumnos perdiesen la vida... Entonces estalló un sin número de susurros y cuchicheos que Dumbledore acalló haciendo resonar con más potencia su voz, mediante un sonorus. ¡LO SÉ! Son unas fatídicas noticias... y la verdad es que lo ocurrido nos tomó completamente desprevenidos... Y aunque tratamos por todos los medios de solucionar el asunto con la mayor presteza posible, asumo la culpa por no haber actuado con mayor eficiencia. Estaba claro que el director estaba siendo forzado a decir aquellas palabras. Los más inteligentes o los que estuvieron presentes en los acontecimientos sabían a ciencia cierta que los dragones habían sido controlados para actuar de ese modo, había testigos de que una sombra encapuchada había provocado a los Grindylows del Lago Negro, y que los Fwoopers habían sido introducidos desde el exterior hasta el Gran Hall de entrada. No obstante, el director continuó su guión preestablecido. 

- Hemos podido asegurar todo el castillo y todo el terreno circundante a Hogwarts en varias millas a la redonda. Los tres dragones están siendo enviados en este mismo momento a sus respectivos lugares de orígen, y se ha realizado un exhaustivo control de las criaturas del Lago Negro y del linde del bosque prohibido, para asegurar que han recobrado la calma. Por lo tanto, a partir de hoy se retoma el ritmo habitual de las lecciones y estará permitida nuevamente la salida del castillo, siempre bajo la atenta vigilancia de los profesores de Hogwarts. Comentó tratando de calmar el estado de preocupación y tensión que se respiraba. Voy a anunciar a la que será la nueva profesora de pociones, den la bienvenida a Cyllene Foxier. La mujer saludó desde el estrado mientras la gente aplaudía y tras aquella breve presentación, Albus prosiguió su discurso...

- Y bueno, todos habéis podido comprobar que tenemos la inestimable y grata presencia del Ministro de Magia, su excelencia Cornelius Fudge, quién ahora se dirigirá a todos los presentes... y tras aquello, el profesor Dumbledore se hizo a un lado para dejar paso al Ministro, momento durante el cual aplaudió al hombre.

El Ministro de Magia agradeció los aplausos y la ilustre presentación del director del centro, y aproximándose al estrado con su característica parsimonía, inició sus palabras al atento público.

- Buenos días. Me alegro de verles a todos... Se que lo vivido estos últimos días es dificil de asimilar para muchos de ustedes, pero puedo garantizar que Hogwarts vuelve a ser un lugar seguro como antaño. Confío en que entre todos podamos regresar a la normalidad, y tengo depositada mi confianza en que el director Dumbledore y todos los docentes podrán seguir impartiendo las clases sin problema alguno. Por lo que a mí respecta, solo puedo garantizar que las medidas de seguridad han sido revisadas y que los agentes del Ministerio de Magia se personarían de inmediato si hubiese cualquier sospecha de un nuevo peligro. Enunció con una leve sonrisa y posteriormente miró hacia el vocal del Consejo del Colegio, Lucius Malfoy, quién no parecía contento de que el director todavía mantuviese el puesto. A pesar de sus mayúsculas influencias, Albus Dumbledore seguía manteniendo muchísimo prestigio en el mundo mágico, y pese a todo, aunque hubiese estado reñido, había logrado el voto positivo de la mayoría.

- Nada más que añadir, espero que logréis formaros como magníficos magos y brujas en este magnífico centro, siendo el futuro generacional que nos remplace, y que logréis vuestros ansiados propósitos y sueños. Ahora podéis empezar vuestras clases... Y pronunciadas aquellas breves frases, bajó del estrado acompañado por su escolta y se despidió, presto para acudir a nuevas citas y eventos de su apretada agenda.

El célebre aristócrata Lucius Malfoy, quién sostenía su impoluto bastón con mango de plata, mantenía un gesto serio y contrariado. Puede que tratase de decir sus palabras en un susurro cuando se acercó al director, pero no pasaron desapercibidas pera una inmensa mayoría.

- No creas que todo termina aquí, Dumbledore. Puede que hayas tenido suerte esta vez y mantengas tu puesto de momento... Pero se que tus días en el cargo están contados... Ándate con mucho ojo...

Y tras aquellas palabras, sin esperar una respuesta por parte del director, abandonó la estancia con andar altivo y orgulloso.

Después de que el director, el ministro y aquel noble que por alguna extraña razón no me gustaba para nada hubieran terminado de hablar, todos nos disponíamos a desayunar, fue entonces cuando una cantidad de lechuzas empezaron a entrar en parvada por las ventanas dejándonos caer varias cartas y cosas,  el búho de mamá entro con su habitual batir de alas, dejando caer una carta y manteniéndose cerca.

Nada más tocar la carta esta se abrió y empezó a moverse hablando con la voz de mi madre – DANIEL ANDERSON GRAVES, SI SE TE OCURRIDO POR UN MOMENTO EN PENSAR QUE NO ME PREOCUPARÍA AL SABER LO DEL PROFETA, ESTAS MUY EQUIVOCADO, ASÍ QUE ESPERO QUE ESTÉS BIEN RESPONDE LA CARTA CON RAPIDEZ, TU PADRE ESTA QUE SE INFARTA.

las palabras gritadas podían denotar su preocupación después de todo este debía ser el segundo incidente que más le preocupara desde el da la reunión familiar –No se te ocurra morirte, eres mi único hijo y te amo, te amamos, papá también espera que no te haya pasado nada- dijo el mensaje como despedida aunque su voz sonaba quebrada y preocupada.

-Jo, debo escribirle después de clases- el viejo búho parecía asentir y salir volando a las lechucerías –ahora sí que estoy preocupado- mire al resto de los chicos algo avergonzado por el mensaje de mamá y continúe comiendo, aunque me dolía no ver más el rostro de Xavier en la mesa.

 Según yo había sido solo un mal día pero al parecer y con todo lo ocurrido esto era mas complicado.

La mañana había amanecido y pronto las clases recuperarían la normalidad. Aparentemente toda la situación se había calmado, aun así Raven se había pasado casi todo el tiempo en la sala común o en la biblioteca, lugares que le parecía eran los más seguros. Por la mañana había amanecido con algo de hambre y por eso bajo rápidamente al comedor, lo que se encontró allí realmente no se lo esperaba, tantos adultos y sobretodo personalidades, lo cual supuso para ella una oportunidad ya que no conocía a las personas importantes del mundo mágico y allí podría verlas.

Mientras el director y el ministro hablaban ella prestaba atención, parecía que se habían aumentado las medidas de seguridad, ella no sabía si eso era suficiente, a fin de cuentas aun no podía evitar sentir escalofríos por aquella escena que vieron, no lo de los dragones, sino lo anterior, lo que sucedió con aquella criatura que ella pensaba de cuento y los minutaros, pero sobretodo aquel oscuro ser, sin embargo, prefirió esperar que los adultos se ocuparan, a fin de cuentas los adultos eran los que se encargaban de esas cosas.

El padre de Draco estaba allí, le recordaba a los magos oscuros de los cuentos que le contaban cuando era pequeña, sin embargo, había aprendido que no podía dejarse guiar por las apariencias y tenía que fijarse más en las cosas del mundo mágico. Se queda observando al padre de Draco y le viene a la mente la pequeña pelea entre Draco y Thad y los comentarios de Altair que trataba de defender a Thad y de Ginebra, esta al igual que Draco ataco a la familia del otro, parecía que entre los magos eso era un motivo de orgullo y de ataque, parecía que el pertenecer a una familiar era realmente importante, pero a ella eso le daba igual, su familia mágica no sabía cual era, ni le importaba, solo sabia cual era su familia “normal” y era la que le importaba, aunque no podía dejar de sentir curiosidad por saber cuál era su familia mágica y porque la abandonaron, ¿sería una familia como esas y ella era una vergüenza? ¿sería una familia vergonzosa?

Entonces los adultos se fueron y una gran cantidad de lechuzas y búhos entraban, con cartas para todos los niños, con mensajes de sus familias, preocupados por lo que había sucedido, Raven simplemente empezó a comer de nuevo, sabía que no iba a llegarle ninguna carta, a fin de cuentas, aunque sabía que sus padres la querían mucho, ella no tenia forma de comunicarse con ellos ni ellos con ella, así que simplemente siguió desayunando.

Cuando Lucius Malfoy amenaza al director me pongo de pie y grito a toda voz "¡Arriba Dumbledore!" Intentando incitar a las demás personas de mi mesa y de ser posible de las demás mesas a que me sigan.

¡ARRIBA DUMBLEDORE! ¡ARRIBA DUMBLEDORE!

Estaba consciente de que podría estar haciendo un gran ridículo y que era altamente probable que el castigo no iba a tardar en llegar, pero no iba a tolerar que ese patán de Malfoy se fuera de rositas luego de amenazar a nuestro director.

Victoria frunció el ceño al escuchar las palabras que aquél personaje altivo dedicó al director, parecía un tipo importante pero no sabía de quien se trataba.

- ¿Quién es ese tipo? ¿le conocéis? ¿por qué le habla así al director? no pienso que sea su culpa... ¡él salvó a Anastasia y a la profesora McMahon! debería estarle agradecido... - dijo visiblemente molesta.

A Victoria no le gustaban las injusticias y por ende, empezaba a odiar a aquel hombre. No le gustaba un pelo... ¿quería eliminar a Dubledore del colegio? ¿y si él había tenido algo que ver en todo aquello? No tenía ni idea, pero si que sabía una cosa, la verdad siempre sale a la luz. Sin embargo, también era cierto que no era justo dejarse llevar por las apariencias, pero en aquellos momentos, la niña no era capaz de ver otra cosa, estos días habían sido difíciles y echaba de menos a muchos compañeros, miró el sitio de Lenia, ahora vacío, y se entristeció aún más, sus padres debían haberla quitado del colegio...

El haber estado tan cerca de la muerte había sido impactante para casi todos los alumnos, y más los que se encontraron frente a frente con los dragones. Ginevra entra con dos compañeras de su mismo año, Flora y Fiona, hermanas gemelas que pronto se habían arrimado a la semi veela, y mientras las dos chicas cuchicheaban con Ginevra en medio, ella mantenía un semblante cabizbajo, uno de los alumnos muertos había sido del grupo que se encontraba en el bosque y eso hacía indirectamente responsable a Rolwe de aquello, pues, si él no hubiera dicho a los chicos de ir en busca de aquellas hierbas, aquella chica no estaría muerta. Ginevra sentía compasión por el viejo profesor, era un gran docente aunque no había avalado para nada su proceder aquella noche, sin embargo no merecía recibir todo el paso de aquella muerte. La rubia reflexionaba mientras caminaba por el largo pasillo hasta su mesa. 

Ya sentada, sus amigas se sentaron flanqueando sus laterales, como si proveyeran que por alguna razón, ella escaparía. Ginevra toma su taza con leche y bebe un poco, lo sigue haciendo mientras todos esperan el discurso del director. El anciano no espera mucho para hacer ver el duelo y el arrepentimiento que sentía, la muerte de personas inocente, calaría hondo en las mentes de la mayoría del estudiantado presente, que han estado mayormente alejado de hechos de odio. Incluso los de 7, eran muy pequeños cuando la primera guerra mágica se llevó a cabo. 

Le comentó algo a sus amigas, ellas miraron con ojos asustados hacia los profesores y luego a la chica que movió la cabeza de lado a lado, negando algo, pero la llegada del correo, tras el discurso de calma de Dumbledore y del ministro, pareció aliviar un poco lo que estaba pasando, pero no a Ginevra, sus nuevas amigas estaban abriendo sus cartas, pero ella no recibía nada, había tenido la esperanza de algo, pero no había llegado nada. Escucha el vitoreo de un compañero, pero no levanta la mirada ni lo secunda, No importaba lo que se dijera, habían muerto personas inocentes y que todo fuese solo un accidente era realmente triste.

Thad simplemente empezó a comer de nuevo en una esquina de la mesa pasando totalmente de toda la charla del director, del rubio padre de Drako y de el ministro de no se qué. Se estaba alejando de los demás y si alguien intentaba sentarse cerca le miraba mal y se movía a dónde pudiera estar solo y tranquilo, Cuando empezaron a aparecer las lechuzas las ignoró y siguió bebiendo y comiendo, al fin y al cabo sabía que no iba a llegarle ninguna carta, ¿Quien se iba a preocupar por un huérfano que no sabía quien era su familia?

Sin embargo, una lechuza se posó en frente del joven. Al ser ignorada, y al ser un ser de absoluta soberbia y orgullo, empezó casi a tirar con su pico de la manga del niño, Thad no la había prestado atención porque pensaba que sería para otro alumno, ya después de unos segundos vio el sobre negro y reaccionó, se atragantó tosiendo y echando la leche por la nariz sobre la pobre lechuza. Cuando se hubo calmado un poco, el chico cogió tan rápidamente el sobre que el pico de la lechuza y su cabeza se fueron en aquella dirección.

En la mirada del animal se puso sentir puro odio, las lechuzas son orgullosas y el pequeño acababa de hacer todo lo que no la gustaba, el picotazo era inevitable y no tardó en llegar ni un segundo.

Thad se sorprendió levemente aunque no mucho más que cuando le salió el rictusempra, cuando le atacó un enjambre de aves hipnotizadoras, o cuando le atacó el fuego de un dragón, empezaba a odiar a las jodidas aves, la lechuza alzó el vuelo e hizo un estático delante de su cara para luego irse rápidamente, no sin antes lanzarle otro picotazo a modo de advertencia cerca de la nariz.

El niño rubio de ojos azules que en otro tiempo era un alma confiada y buena, tiempo que parecía muy lejano ahora, se levantó todavía tosiendo leche por la nariz, agarrándose el brazo del picotazo y medio llorando, sin embargo los demás no podrían haberse dado cuenta de sus lágrimas ya que estas salieron de sus ojos después de irse a toda prisa del gran comedor.

Miraba de reojo de vez en cuando a los adultos mientras hablaban, como no podía ser de otra decían lo típico, explicaban que había pasado, sobre como había actuado al respecto y prometían que no volvería a suceder, un clásico de todos los discursitos, había visto muchos ya por culpa de mi madre y siempre eran todos iguales. Aunque en pocos había alguien tan interesante a la par que lleno de malas intenciones como era Lucius Malfoy. Lo miré con una ceja levantada mientras se iba antes de llevarme una cuchara de la sopa que estaba comiendo a la boca.

- Lucius Malfoy, ¿sabes todas las cosas malas que se suelen pensar de los Slytherin? Pues ahí lo tienes -dije a Victoria la cual estaba a mi lado ya que desde la noche del jueves me había hecho amigo suyo y siempre trataba de estar con ella cuando tenía la oportunidad- Dumbledore se ha ganado un terrible enemigo.

Un chico de Hufflepuf, como no, se puso a gritar "Arriba Dumbledore" me gire en mi asiento para mirarle ya que a mi espalda estaba su mesa y para su desgracia no estaba muy lejos de mi por lo que usando la cuchara como una catapulta le lancé un poco de sopa a la espalda.

- Cállate, por si no te has dado cuenta Dumbledore sigue siendo el director por tanto la gente le sigue queriendo como tal, solo estas haciendo el ridículo. -volví a girarme sin esperar respuesta ya que en ese momento empezaron a llegar las lechuzas, reconocí a la blanca lechuza de mi familia que se poso sobre mi hombro con una carta muy bien sellada y escrita, cogí la carta y le dí de comer un poco a la lechuza tras lo cual esta se frotó un poco contra mi mejilla como agradecimiento y se fue de nuevo

Leí la carta, que al abrirla se podía ver que estaba escrita a mano, con una muy buena letra... en resumen mi madre me decía que no se había preocupado por mi ya que confiaba plenamente en Dumbledore, que no me movería de Hogwarts bajo ninguna circunstancia y que ella también había leído el anuncio del "Profeta" y que me fuera olvidando si la quería tendría que ahorrar con mi paga.

Melker entró al Gran Comedor junto con el resto de los profesores ,con el Director Dumbledore, el Ministro de Magia y varios adultos más. Se había servido un café bien cargado, pero nada para comer ya que llevaba unos dias sin mucho apetito. Poco a poco fueron entrando los alumnos, y Melker fué contando en silencio cuantos alumnos se habían marchado durante el fin de semana. Entendía a los padres de aquellos alumnos, pero estaba convencido de que Hogwarts era el lugar más seguro del mundo mágico y mandarlos a casa no les protegería de nada en caso de que los ataques pasaran a escala global.

Melker sabía perfectamente el discurso que el Director Dumbledore iba a dar, así que no le prestó demasiada atención hasta que presentó a la nueva profesora de pociones, Cyllene Foxier, a quién saludó levantándo su taza de café. Después habló el Ministro de Magia y ahí Melker desconectó del todo. Estaba harto de tanto formalismo y quería olvidar esa noche cuanto antes, como suponía que la mayoría de los alumnos.

Cuando acabó, Lucius Malfoy le dirigió unas palabras al Director Dumbledore, y Melker no se encaró con él por no montar un número delante de los alumnos y por que sabía que Dumbledore no querría un enfrentamiento así dentro del colegio y después de lo que había pasado. Lo que no pudo evitar, fue mirarle de forma desafiante, casi deseando que Malfoy diera el primer paso.

¡ARRIBA DUMBLEDORE! ¡ARRIBA DUMBLEDORE!

Las palabras del joven Flamel hicieron que Melker se olvidara de Malfoy y se centrara en terminar ese pequeño reivindicamiento - Señor Flamel, no es el momento Dijo intentando parecer serio aunque no pudo evitar que se le escapara una sonrisa.

Me acerco a Thad y me rehuye, intento explicarle lo que pasó y me miro con odio, Dos problemas tienes majo, ya pensarás lo que estás haciendo. 

Me vuelvo a sentar y escucho la charla de los fósiles aquellos, uno al parecer es el director y el otro el del ministerio de magia, pues que bien, parece que han dado por el gusto a alguien por el tema de los dragones, me importa más bien poco la verdad.

Sonrío al ver las lechuzas, aunque no creo que mis padres me hayan mandado nada, siempre me han gustado esas aves, desde que vi la película de disney de "Merlín el encantador" ahora que lo pienso... "fikitus pikitus" señalo con mi varita a uno de los panes pero no pasa nada. Vaya, que decepción. Sonrío mirando como una lechuza se posa al lado de Thad, igual eso le anima, pero cuando observo atónito como al verla le sale la leche por la nariz y veo su cara de asombro unido a la reacción que tiene con la lechuza y la huida a toda prisa del gran comedor pienso: Joder, este chico es rarísimo, es un saco de mierdas andante, le van todas a él y las va recogiendo todas, no esquiva ninguna.

Aquella noche, no había dormido absolutamente nada y al ver al resto de mis compañeros parecía que no era la única. Me senté tranquilamente a escuchar lo que tenían que decir. 

Oía tanto a Dumbledore como al portavoz del consejo hablar tranquilamente y entendía las medidas que tenían que montar. Hasta que hablo Lucius Malfoi, un escalofrío me recorrió la espalda y antes de poder reaccionar me tumbé sobre el banco y me agaché lentamente para que no me viera. Si supiera que me encontraba allí se lo diría a él...

En aquel momento fue cuando escuché sus palabras, ¿Acaso también se encontraba involucrado en lo que sucedía en Hogwarts...? Si era así, debería saber que me encontraba allí.

El pánico comenzó a apoderarse de mi y comencé a temblar sobre mi misma, no podía moverme, oía como sus pasos se iban cada vez mas lejos pero mi cuerpo no reaccionaba...

Miro a Anastasia y me sorprende verla temblar, No pasa nada Anastasia, el colegio ya es seguro la digo, veo que no para de temblar, de hecho, parece no haberme ni siquiera oído, me acerco dando la espalda a los profesores y la pregunto si la pasa algo, me quito la chaqueta y se la pongo por encima de los hombros esperando que sea frío, pero parece que no es eso, simplemente me siento a su lado preocupado y esperando que me diga algo.

Noto como alguien coloca algo alrededor de mi espalda y miro por el rabillo del ojo de quien se trata. Volví a ocultar mi rostro intentando calmarme, cojo la chaqueta que me ofrece y asiento.

Reviso que Lucius se haya ido de la sala para volver a incorporarme lentamente, y digo en un susurro: No es por el colegio... - digo simple y lo más calmadamente posible.

Mi cara de asombro e ignorancia creo que habla por si sola, pero por si acaso no se me entiende, cosa que por otro lado me pasa a menudo añado en tono de preocupación un ¿Qué te pasa? ¿Por qué tiemblas? ¿Es por frío, por miedo? ¿Puedo hacer algo para ayudar?

- No...- digo sin alzar la voz.- estoy bien... solo tendré que aclarar algo sobre lo de anoche.- digo mientras miro en dirección a Dumbledore y Melker.

Miro en la misma dirección y luego de nuevo a Anastasia, Wa da fak? No entiendo nada y mi cara aparte de darla una pista debería parecerla muy mona, aunque no lo se, ya me he equivocado otras veces.

Anastasia sonrió.- No te preocupes, Rubén y gracias...- digo devolviéndole la chaqueta que me había dejado ya que había parado de temblar.

Ouki Douki, supongo que todos tenemos nuestros secretos, el que quiero saber tuyo es ¿Dónde están? Sonrío pícaramente. ¿Dónde las guardas?