Partida Rol por web

- Lo guardaré siempre conmigo - MilzarÂk tomó uno de los pañuelos y se quedó mirando el emblema del Gondor. Le provocaba sentimientos encontrados, Gondor siempre había sido el enemigo, pero ahora se encontraba unido a dos gondorianos y compartían un objetivo común.

- Creo que bajaré a la entrada a vigilar, no me gustaría que alguien nos sorprendiese a todos aquí arriba - dijó MilzarÂk dirigiense a Lord Danroth, con un moviemiento de cabeza se despidió de los tres y se dirigió hacia las escaleras.

Danroth asintió con la cabeza a Milzarâk, y esperó que bajara las escaleras que llevaban hasta la entrada principal.

-Parece un buen hombre, dijo Danroth una vez se había ido Milzarâk. -Estoy seguro que os protegerá bien en el camino a Sil Auressë.

Entonces bajó la voz aún más, y comenzó a explicar. -La situación en Tharbad se ha vuelto insostenible para Gildûr. Una nueva fuerza ha irrumpido con fuerza en el tablero político de la ciudad, y se ha hecho con el poder de los Gremios, al menos de momento. La familia Aludor de Minas Ithil, concretamente. Al mismo tiempo, Gildûr había estado maniobrando para comenzar algunos negocios en Sil Auressë. Negocios de teñir lana, nada importante ni a gran escala. Pero era un desafío al poder de los gremios, que desde la llegada de los Aludor están aumentando su influencia en todo Cardolan, empezando por Metraith y el feudo de Dol Caladir. Y tienen poca tolerancia a los desafíos por insignificantes que resulten.

Su mirada se fijó en Berephar. -Hace un mes, descubrieron a un sirviente de Gildûr envenenando el vino. Gildûr tuvo suerte, ya que no enfermó. Pero se dio cuenta de que su vida corría peligro. Además, los Aludor controlan con mano de hierro el banco de Tharbad, algo impensable en la historia de los Gremios. Por lo tanto, ha tomado la decisión de abandonar la ciudad llevando consigo parte de su fortuna. Saldréis antes del alba, y viajaréis por el camino hacia Metraith, pero sin entrar en aquella ciudad. De allí, salen caravanas seguras a Sil Auressë, fuera del alcance del largo brazo de los Aludor.

El callejón estaba vacío, y Milzarâk se quedó en el portal observando. Arriba, Danroth hablaba con los recién llegados en voz baja. Todo parecía tranquilo.

El viejo dedicó una mirada de complicidad a Lord Danroth.

- Entiendo lo que supone para usted tal prorrogativa, y le deseo la mejor de las suertes. Gracias por agraciarse con Gîldur, y por extensión, con nosotros - dice señalándose a si mismo y a su nieta. - Cualquier favor que podamos compensarle, en deuda estamos con usted. Gildûr me pondrá al corriente.

Berephar pensó por un momento si preguntar o no, y al final se inclinó por hacerlo de una manera cortés y educada, pero algo directa también.

- En cuanto a Milzârak... ¿quién es?

-Ciertamente es un paso arriesgado para Gildûr. El sueño de Sil Auressë es arriesgado y de futuro dudoso. Como un fugaz amanecer en la penumbra de la larga noche en la que se ha convertido Cardolan.

Se quedó pensativo, mirando al anciano y a su nieta. -Pero la esperanza de que sea posible le da una fuerza inusual, y su débil luz brilla con fuerza. Gildûr ha apostado por ese sueño, igual que otros muchos. Me siento honrado de ser amigo de la Dama Aylarien, la fundadora de Sil Auressë. Tiene un poder especial para despertar la ilusión en las personas que ya la habían perdido.

Entonces Danroth se inclinó hacia delante, y habló con voz seria: -Cardolan, este reino al que llaman perdido. Ya no es un reino dúnadan como se pueda pensar. No es como Gondor. Ni como Arthedain. Toda la grandeza de los dúnedain se ha perdido en relativamente poco tiempo. Las guerras mezquinas e intrigas entre los príncipes, las epidemias, las migraciones... El abandono de los señores. Y otros muchos factores han contribuido a crear la situación actual donde el declive es ya imparable.

Siguió hablando de Cardolan y comentando cosas de Sil Auressë¹.

-Ahora incluso viajar por Cardolan puede resultar peligroso para una persona de edad avanzada, o para una mujer. Milzarâk está para daros protección. No lo conocía personalmente, pero viene avalado para esta tarea tan delicada por un hombre de mi confianza, y sobre todo de confianza de Lord Khôradur, el Lugarteniente de Sil Auressë. Khôradur, antes de ocupar ese puesto, fue el capitán del incursor umbareano que llegó a Tharbad y se puso al servicio de los gremios. Milzarâk forma parte de esa tripulación. Eso fue antes de la llegada de los Aludor, y los gremios estaban liderados en aquellos tiempos por Curudae, el actual Senescal de Sil Auressë.

Danroth sonrió dándose cuenta de que dicho así podría parecer un plan elaborado y no una mera sucesión de casualidades. ¿Y si lo fuera? Curudae era capaz de eso, y de más...

-Os contaré lo que sé del lugar hacia dónde os dirigís...

La gente de alta alcurnia siempre le habían puesto nervioso, el preferia la camaradería de sus compañeros corsarios.

Aunque la verdad era que la compañia de Eren le agradaba, pero su abuelo y Lord Danroth le hacían preferir estar aqui abajo en la soledad y tranquilidad de la noche. Se asomó sin salir de la sombra de la puerta de la casa de Lord Danroth y observó la solitaria calle.

La espera se le hizo larga a Milzarâk, oculto en las sombras. Vio pasar a alguna gente a lo lejos, pero por lo demás la calle estaba tranquila. En el otro lado, en el callejón que daba a la tienda de Dirhavel, pudo ver algunos chavales jóvenes que llegaron de distintos sitios para encontrarse en un punto concreto, no muy lejos de la posición de Milzarâk. Había mucha gente viviendo en la calle, incluso en los barrios más adinerados, y no resultaba por lo tanto extraño ver a un grupo pequeño. Aunque le llamó la atención una cierta coordinación, y poco después se separaron nuevamente cada uno a una dirección diferente.

Antes de que pudiera reaccionar, escuchó unos pasos que se acercaban por el otro lado. Un hombre alto ataviado con una túnica oscura caminaba despacio. Cuando llegó al portal que daba acceso a la casa de Lord Danroth, se detuvo como si la viera por primera vez, y tras echar un vistazo rápido a cada lado, entró en el portal donde se encontró de cara con Milzarâk.

-Saludos, Lord Danroth me espera, susurró con cierto nerviosismo. Por la descripción que le había dado Ulbanathân, el hombre podría ser Gildûr.

No pudo distinguir su rostro en la penumbra, y aún llevaba la capucha. Miraba nervioso a ambos lados del callejón. -¿Entramos?

- Lord Darnroth espera a alguien, pero yo no se si sois vos. ¿Podríais decirme vuestro nombre? - dijo en un tono amable pero que no admitía discusión, mientras apoyaba la mano en la empuñadura del alfanje.

El recién llegado se giró de forma algo brusca para mirarle. Se notaba que no estaba acostumbrado a recibir órdenes, más bien a darlas. Ya de cerca, Milzarâk pudo ver las facciones de su rostro. Era moreno, y parecía más bien joven, aunque era evidente que por sus venas corría sangre dúnadan, y por lo tanto podía tener más edad de lo que aparentaba. Su constitución era delgada.

-Mi nombre es Gildûr, dijo en un susurro y le puso la mano en el hombro. –Veo que mi amigo Ulbanathân ha elegido bien, añadió y le sonrió al umbareano. –No llevo armas, así que mi vida está en tus manos. En más de un sentido.

Dio un paso hacia la entrada a la casa de Danroth, pero no sin antes preguntar: -¿Y tu nombre cuál es?

Danroth les seguía hablando sobre la situación actual de la región mientras esperaban la llegada de Gildûr. También recalcó que los gremios de Tharbad, y sobre todo la familia Aludor, pueden considerar una traición que Gildûr abandone Tharbad de la forma que tiene previsto hacerlo. La influencia de los gremios ya no se limitaba a la gran ciudad. También el feudo adyacente Dol Caladir, con sus grandes recursos agrícolas, se puede considerar ya un anexo más. Y el pueblo de Metraith, a casi una semana de viaje en el centro de Cardolan. Metraith está ubicado en un cruce importante de caminos, y su mercado es controlado por los distintos gremios y los comerciantes pagan sus correspondientes tasas.

El resto de Cardolan comercia con cierta libertad en sus mercados locales, pero si quieren expandirse y tener tratos con Arthedain (pasarían por Metraith) o con Gondor o Umbar, en cuyo caso pasaría por Tharbad si por caravana, o por el puerto si es vía marítima. De una forma o de otra, era casi obligatorio tratar con los gremios.

-Sil Auressë está fuera del alcance de Tharbad en teoría. Pero depende completamente del mercado de Metraith, y por lo tanto se ven comprometidos.

Tomó otro sorbo de vino antes de continuar. –Una vez en Sil Auressë, el Senescal de la aldea, Curudae, podrá informaros mejor sin duda.

- Saludos, soy Milzarâk. Os estábamos esperando, subid al piso superior están todos reunidos alli. Yo subiré en un momento cuando me asegure de que nadie os ha seguido. - le saludó estrechando fuerte su mano y se volvió de nuevo hacia la puerta para vigilar la calle.

Miestras observaba desde la oscuridad, a sus espaldas oyo como Gildûl subía por las escaleras y al cabo de unos instante las voces de sus compañeros mientras hacían las presentaciones. Sigió vigilando unos segundos más y cuando se aseguró de que nadie había segudo a Gildûl se giró para subir las escaleras y unirse a la reunión.

- Muy bien - dijo el anciano dúnadan dando otro sorbo de vino. - Estoy deseando de volver a ver a la Dama Aylarien, y presentarle a mi nieta. Así descubrirá cómo el proyecto de Sil Auressë tiene un encanto, digamos, 'especial'...

Sin duda Eren estaría encantada de ver mundo.

- Ya soy viejo, y pienso vivir allí los días que los Valar todavía para mí hayan dispuesto. Sin embargo, mi joven nieta está deseosa de ver mundo, y viajar a Sil Auressë es un primer paso. Es lo único que me queda en el mundo. Cuando Gildûr, mi amigo y pariente, me ofreció colaborar en el proyecto acepté encantado.

Cualquiera un poco avispado podría notar un velo de nostalgia en la mirada del cojo.

- Si veo marchitar mi vida será en algo que merezca la pena, no entre honores de cortesía sino entre honores de verdadero agradecimiento.

Danroth asintió en silencio ante las palabras de Berephar, y luego miró a su nieta Eren. Fue entonces cuando unos pasos desde la escalera avisaban de la llegada de algún invitado.

Era Gildûr, y un poco detrás de él caminaba Milzarâk. Gildûr era un hombre joven, en la plenitud de su vida, pero se notaba que llevaba mucha vida a sus espaldas. Un comerciante y mercader, un hombre de negocios. Pero también un hombre muy acostumbrado a la soledad, y en los últimos tiempos, un hombre desconfiado y preocupado.

El dúnadan le dio una palmada en el hombro a Danroth que seguía aún sentado, y después de saludarle agarrándolo del brazo en un saludo fraternal, hizo una elegante reverencia a Berephar.

-Hîr nin Berephar..., dijo sonriente, -me honra vuestra presencia aquí, y me llena de alegría ver que nada os ha pasado en el viaje. Y más ahora que veo que su... ¿nieta Eren? ¿Eres tú?, preguntó incrédulo al observar a la hermosa mujer. -¡Si eras una niña la última vez que nos vimos!

A continuación le tomó la mano y le dio un beso.

-Gracias Danroth también por gestionar la escolta, dijo refiriéndose a Milzarâk. -Sin duda nos será de ayuda en estos momentos tan delicados.

Gildûr tomó una silla y otra para Milzarâk para sentarse. Su semblante era serio, y se le notaba tenso y nervioso.

- ¡Gildûr, mi querido amigo y pariente! ¡Qué ganas tenía de veros!

El viejo y cojo dúnadan se levantó para abrazar al recién llegado.

- Ya temía por vos tras vuestra carta. Me teníais preocupado.

Sin duda, la ocasión merecía una pipa. Berephar se limpió las gafas de media luna que acostumbraba a llevar y comenzó a prepararse una, además de apurar el vaso de vino que le había ofrecido Lord Danroth. Se volvió hacia su nieta.

- ¡Eren! ¿Dónde está el presente para nuestro querido Gildûr?

-Es posible que no haya tiempo para presentes - dijo MilzarÂk taciturno mirando a Gildur desde el marco de la puerta mientras vigilaba escaleras abajo -  He visto a unos muchachos que seguían vuestros pasos y cuando habéis entrado se han dado la vuelta y se han metido por un callejón. Igual eran simples rateros que esperaban robaros la bolsa, o igual no.

- ¿Tiene la casa alguna otra salida a parte de esta? - preguntó dirigiendose a Danroth.