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Siguieron penosamente hacia las puertas. A su izquierda, la nueva manada de huargos avanzaba hacia ellos. Detrás, dos caballeros hacían frente a los huargos que les habían estado hostigando.

No iban a llegar… Entonces, las puertas de Sil Auressë se abrieron y desde el interior un grupo de seis milicianos y dos soldados salió a carrera con lanzas en mano para prestarles apoyo. Y liderando aquel grupo reunido a toda prisa estaba el Lugarteniente Khôradur, con cimitarra en mano y armadura brillante. Tal fue su presencia que los huargos titubearon un instante, y una salva de flechas salió desde las murallas del castillo hacia los huargos.