Partida Rol por web

Parecía que la unidad de Walec se recomponía y se retiraba más o menos en orden. Khôradur suspiró aliviado pero el tiempo apremiaba. La noche se acercaba y perderían su ventaja.

-¡Adelante!

De esa carga podía depender la victoria o la derrota de Sil Auressë

Que los Valar nos asistan, ¡¡¡asistirnos por piedad!!!

Ulog-Plak había reagrupado a los orcos alrededor de sus jinetes de huargo en el flanco derecho de los defensores de Sil Auressë. El gran uruk Zaboht retenía al grueso de los orcos justo enfrente, aguantando su posición. Así que la formación de las tropas de Khôradur era algo parecido a una "L", con dos grandes bloques de enemigos.

El umbareano confiaba en que el flanco derecho, con Leaniach, algunos soldados de Eliver y parte de los guardias, pudiera tener controlado a los jinetes de huargos y los orcos más salvajes. Eso le iba a permitir cargar contra Zaboht con el máximo número de efectivos. Todo se iba a decidir en cuestión de poco tiempo.

En el cielo, los últimos rayos de sol parecían resistirse a la llegada inminente de la noche. Iba a ser la segunda vez en aquella jornada que el sol perdía la eterna batalla cíclica que se libraba en los cielos. No obstante, aún quedaba un pequeño resquicio de luz que iban a exprimir al máximo.

Entonces, mientras corría con la cimitarra en alto, Khôradur vio a dos hombres agachados en lo alto de una colina a su izquierda. Estaban escondidos, tumbados boca abajo, y observando la escena. Y reconoció a uno de ellos. Era el cazador Sudwyll, al que había enviado al este a contactar con el castillo. Había regresado en cuestión de pocas horas. Demasiado pronto como para haber llegado ni siquiera hasta Sil Auressë, y mucho menos de regreso. No conocía al hombre que le acompañaba, pero desde luego no era el corsario Belzarak que había partido con el cazador. Éste llevaba una cota de malla y una sobrevesta, y parecía joven.

Khôradur cargaba al frente de los hombres, dispuesto a enviar a Zaboht a la oscuridad. Viendo que el sol estaba a punto de desaparecer era ahora el momento más propicio para acabar con él. Luego, si salía bien su jugada, intentarían aguantar al resto del ejército enemigo, como antes habían hecho, o incluso intentar acabar con los huargos.

En un momento, pudo observar a dos hombres a su izquierda, uno parecía ser el cazador que habían enviado pero...

¿...quien es el hombre que le acompaña?

Khôradur dudó, ¿venía ayuda o tal vez era un hombre que había escapado de otro combate?. No parecía que hubiesen podido llegar a Sil Auressë. Pero tenía que centrarse en la batalla que tenía delante y rogar de nuevo a los Valar que les ayudasen en este momento de oscuridad.

El Lugarteniente dio las últimas indicaciones a sus hombres de confianza mientras dirigía la carga hacia el frente de los orcos. Directo hacia la posición de Zaboht. En el flanco derecho, una parte de los orcos y los jinetes de huargo liderados por Ulog-Plak se preparaban para cargar contra el resto de las tropas de Sil Auressë. La suerte estaba echada, y había llegado el momento del desenlace de la Batalla del Eclipse. 

El comandante uruk contempló al gigantesco umbareano mientras éste se abría paso hacia él. Era el momento que había estado esperando, pero ahora, cuando por fin vio llegar a Khôradur, una duda apareció por primera vez en la mente de Zaboht. Agarró su espadón con una mano, y pidió rápidamente un escudo para la otra. 

-¡¡¡DEJAR PASAR!!!, gritó con fuerza, pero no comenzó a correr hacia su enemigo. Prefirió esperar a que llegara.

-¡¡CORSARIO!!

Khôradur escuchó a su alrededor choques de espadas con escudos, de lanzas con armaduras... y de acero con carne. Los gritos de la batalla resonaron en la hora del crepúsculo de aquel fatídico día, pero no tuvo tiempo de detenerse a ver lo que estaba sucediendo. A lo lejos, la tenebrosa figura de Zaboht le aguardaba junto al cuerpo sin vida de Walec. Y los orcos abrieron paso al Lugarteniente de Sil Auressë y a los pocos que le acompañaban. 

Zaboht no se hallaba lejos de la primera fila, y su mirada desafiante estaba fija en su próxima presa. 

Zaboth le estaba esperando. Por unos segundos la mirada de Khôradur se quedó fija en el cuerpo sin vida de Walec

Mi valiente y fiel compañero de armas....mi camarada....mi amigo

Empuñó con fuerza la espada y se dirigió hacia Zaboth, no dijo nada, simplemente atacó, sin miramientos, sin compasión. Lo mismo que haría el gigantesco Uruk con él.

Turno 1 - Resolución

La cimitarra de Umbar chocó con el acero de Angmar, y saltaron chispas en medio de la batalla. El primer choque fue de tanteo, y los ataques de Khôradur no pudieron penetrar la defensa del caudillo uruk. El mandoble de Zaboht impactó a su vez en el escudo del corsario, quien sintió el golpe en todo el cuerpo. Además, volvió a sentir las magulladuras y las heridas sufridas antes contra los trolls. Pero resistió, y ambos se prepararon para continuar el duelo. 

Turno 2

El gran uruk siguió atacando con cuidado. Era posible que la pelea fuera a durar más de lo previsto, pues el comandante de Sil Auressë era un veterano guerrero y se defendía bien. -La noche está cerca. ¡Y tu muerte!, le gritó.

Quería ver sufrir al Corsario. Humillarlo, destrozarlo delante de sus hombres. Mostrarle que el tiempo de la luz estaba llegando a su fin, y le costaba cada vez más contenerse.

Turno 2

khôradur aguantó el ataque del uruk, aunque sintió el dolor del golpe. Las heridas durante su combate con los trolls le pasaban factura, pero intentó que no se reflejase en su rostro.

Aunque mostrarlo tal vez podría ser un elemento a mi favor.....¿bajaría la guardia?

De nuevo atacó con furia, no quería prolongar el combate demasiado, ya fuese a su favor o no, aunque confiaba en que los Valar le fuesen propicio, pero era consciente del poder de la Oscuridad....

Turno 2 - Resolución

Una rápida estocada del umbareano le sorpendió a Zaboht, pero al ver que el golpe no logró perforar la armadura suspiró aliviado. No obstante, Khoradur había mostrado que el peligro era real, que el gran caudillo de los orcos podía caer en este combate singular. Y eso le ponía aún más nervioso.

Ajenos a todo lo que sucedía a su alrededor, los dos siguieron luchando ferozmente.

Turno 3

Zaboht se dejó llevar por la furia que aguardaba en su negro corazón, y atacó con todas sus fuerzas descuidando su defensa por completo.

Su golpe comenzó de abajo, y subió rápidamente hacia la cabeza del Corsario…

-¡MUERE!, gritó y entonces sintió cómo el golpe conectó con una fuerza brutal.

Turno 3

Khôradur había conseguido alcanzar a Zaboht sin mucho éxito, pero al menos había conseguido alcanzarle. El umbareano tenía claro que la armadura de su oponente no le pondría las cosas fáciles, pero este golpe demostraba que el uruk podía ser abatido.

Khôradur quedó absorto en sus pensamientos unos segundos, tal vez demasiados, grave error durante un combate, y que podría costarle claro, pero reaccionó golpeando con dureza a su oponente.

Turno 3

El joven escudero del comandante Khôradur no había perdido detalle del combate entre los dos titanes. Y cuando el odiado orco conectó con su mandoble, el joven escuchó un crujido terrible que le dejó mudo de dolor, y de pánico.

-No… no…

Agarró con fuerza la bolsa que le habían dado en Sil Auressë. Necesitaba desesperadamente llegar hasta su señor, pero había demasiados orcos entre él y Khôradur.

Resolución Turno 3

Khôradur trató de atacar, pero en el último instante dudó. Y esa duda le resultó fatal. El mandoble de Zaboht golpeó de abajo hacia arriba, e impactó de lleno en la cara del umbareano con tal fuerza que aplastó el yelmo.

El gigantesco descendiente de Númenor se quedó inmóvil, soltó su cimitarra, y cayó de espaldas. Incluso el orco parecía sorprendido del resultado, aunque había notado en la empuñadura de su mandoble que el golpe había sido brutalmente fuerte.

La cabeza de Khôradur impactó con dureza contra el suelo, pero él apenas estaba ya consciente. Mientras caía, había visto un último rayo de luz, luego un fogonazo blanco. Ahora todo era oscuridad. Notaba el sabor amargo y metálico de la sangre que llenaba su su boca.  Era incapaz de mover ni un músculo. Ni las piernas, ni las manos. Sintió el frío en todo el cuerpo. Trató de tomar aire, pero su cuerpo no le respondía. Se sentía como si estuviera tumbado en la cubierta de un barco movido por las olas.

Era el fin… Y en medio de la oscuridad, sintió cómo las olas le llevaban de vuelta a casa. Casi pudo oler el aire del mar, y el viento cargado de sal. Entonces escuchó un temblor, luego otro. Más rápido… Como una tormenta que crecía. Khôradur se ahogaba en su propia sangre, y notaba cómo salía sangre de sus oídos. Pero escuchaba algo… Distante y lejano, como el eco de las olas.

Garan Gwalorn…