Partida Rol por web

Turno 16

Khôradur notó como la cimitarra atravesaba la carne del troll, notó como caía, y escuchó el golpe cuando su cuerpo tocó la tierra, pero no veía nada. La rabia, el dolor....todos sentimientos y sensaciones que había estado escondiendo para poder estar centrado en la batalla salieron a la luz en ese momento, ya fuese por cansacio, ya fuese por la tensión....

Golpeó una y otra, y otra y otra vez a la criatura, ya muerta, sin tener en cuenta que sus hombres se retiraban tras haber aniquilado a la unidad de trolls, quedándo él expuesto a un ataque enemigo, sólo, en el campo de batalla.

¡Muere, muere, muere! pensaba mientras golpeaba una y otra y otra vez. No podía parar. Sólo estaba el troll y él, lo demás era un eco lejano del presente.

Turno 17

La voz de Walec sonaba lejana, y Khôradur escuchaba un zumbido constante en su cabeza que le recordaba al sonido de las olas contra el casco del incursario umbareano... Y el viento que traía el aroma de la sal y los recuerdos de la ciudad de Bozisha-Dar.

-Quedan unas horas para el amanecer...

Era Ulbanathân, su fiel primer oficial durante largos años. El hombre que le había acompañado hasta Tharbad, y se había quedado al mando de la tripulación allí. Pero ahora le veía más joven. Estaban a bordo de uno de los barcos del Saqueo de Pelargir. La noche antes del gran ataque. El plan había sido ideado en gran parte por el propio Khôradur. No estaba claro si eran héroes o villanos. Sin duda, la historia se encargará de definirlos, dependiendo del bando ganador de aquella contienda entre Gondor y Umbar. No obstante, aquella noche se preparaban para un asalto que iba a cambiar el curso de la guerra. Los nervios estaban a flor de piel. La flota umbareana avanzaba hacia la ciudad más importante de Gondor. En silencio, los incursores cortaban las olas. Aquella noche, Ulbanathân le habló a Khôradur de su hijo ilegítimo. Era aún joven, pero apuntaba maneras. Deseaba tener tiempo para enseñarle...

-Se llama Milzarâk. Nunca llevará el nombre de mi familia.

Turno 17

-¡Vamos Khôradur! Tenemos que salir de aquí, suplicó Walec y agarró con fuerza el brazo del Lugarteniente.

Turno 18

Khôradur se encontraba a bordo de un navío, momentos antes de entrar en combate, dirigiéndose hacia Pelargir. Ulbanathân, su fiel primer oficial, le hablaba de su hijo ilegítimo. Khôradur no pudo evitar sonreír levemente. No veía a Ulbanathân como padre, pero en su voz se notaba el orgullo que sentía ante su hijo, aunque hubiese sido ilegítimo.

-Si lleva tu sangre será un hijo digno de tí, aunque no lleve tu apellido. Igualmente tenlo cerca, las cosas pueden cambiar y tal vez, algún día, pueda reclamar estar a tu lado como tu hijo de forma legal. Cuando acabe esta guerra, es posible que entre todos cambiemos las cosas para un futuro mejor. La nobleza no siempre viene por los títulos y la Casa a la que uno pertenezca, sino por el espíritu, y eso es lo que tendría que valer.

Khôradur hablaba de corazón, recordaba las incontables ocasiones en que nobles de alto linaje abandonaban su puesto a la mínima señal de peligro, y gentes más humildes encaraban el horror de la guerra con valentía y determinación.

-¡Todos a punto!, ¡Pelargir está a la vista!, ¡dejemos claro a Gondor quien gobierna en los mares de la Tierra Media!

Los navíos se acercaban pero Pelargir no estaba indefensa, una lluvia de flechas incendiarias comenzó a brotar de sus murallas y puertos hacia los navíos enseguida que se acercaron.

-¡Apagar los fuegos! ¡Disparar!

Un proyectil impactó en el navio de Khôradur y le lanzó unos metros. La cabeza le daba vueltas y Ulbanathân se acercó hacia él

-¿Estáis bien Khôradur?, ¡levantáos....lenvatáos!

El rostro de Ulbanathân se nubló y el tono de voz cambió. Una voz que le pedía salir de allí. El rostro se aclaró para ver a su fiel Walec.

Khôradur le miró con gesto de sorpresa. Observó el cuerpo del troll caído, o lo que quedaba de él, y por fin comprendió dónde estaba.

Era un recuerdo del pasado

-Sí, Walec, vámonos -dijo con cierto titubeo, aún no sabía del todo que estaba pasando pero comenzaba a comprender.

¿No había otro troll? pensó por fin cuando comenzaba a alejarse con Walec, y por unos segundos se detuvo observando a su alrededor el estado de la batalla.

Turno 19

El gran uruk Zaboht observaba atónito el centro del campo de batalla. Sus ojos se habían vuelto vidriosos, y tardó en reaccionar. Vio a cinco de sus trolls abatidos, y sin ninguna baja del bando enemigo. El corsario se alejaba junto al joven guardia que había visto en el parlamento. El imberbe que me desafió con la mirada, pensó pero la rabia no le permitió actuar a tiempo. Todo estaba saliendo mal en la batalla, y los dioses oscuros estaban observando.

A lo lejos vio al umbareano. Le había visto desafiar a los trolls, y no pudo más que reconocer su valor. Deseaba saborear su sangre.

-¡¡¡FORMAR FILAS!!! ¡¡¡TODOOOS!!, gritó desgañitándose. -¡¡AHORA!!, y golpeaba a sus capitanes. Sabía que iba a perder un tiempo más para formar a las distintas unidades en el centro, bajo su bandera. Pero los necesitaba a todos. Tenía que romper aquella defensa. Por primera vez desde que comenzó la ofensiva en distintos frentes, Zaboth tuvo dudas de si iban a lograrlo.

Alzó la vista al cielo, y vio el odiado Sol tapado por la esfera oscura. Y una estrella solitaria que rompía el manto de la oscuridad. Y supo que la luz iba a volver, tarde o temprano. Independientemente de las promesas de los sacerdotes, la noche no era eterna. Y se les acababa el tiempo.

-¡¡¡QUÉ EL AMANECER SE BAÑE DE SANGRE DE HOMBRES!!, dijo pero nadie a su alrededor le entendió.

Khôradur alcanzó a sus hombres y se volvió hacia la hueste oscura. Escuchó unos gritos lejanos, juraría que eran de Zaboht, y sonrió. 

No se esperaban que aguantásemos tanto, y la verdad, yo tampoco

-Que alguien se ocupe de Barendil y del soldado herido, que reciban asistencia. Si se recuperan y están con fuerzas y ánimo para luchar, serán bienvenidos.

Tras unos segundos mirando hacia el horizonte se volvió hacia sus hombres.

-¡La hueste enemiga no esperaba que aguantásemos tanto, por lo que nos va a lanzar todo lo que tiene!. ¡Unidos resistiremos mejor!, que todas las unidades se preparen, cargarán contra nosotros, pero tenéis que estar listo no sólo para aguantar el ataque, sino para apoyar a vuestros compañeros. Si os superan, dirigiros hacia la unidad más cercana para que os apoyen. Que los jinetes de Leaniach estén listos para cabalgar a mi señal, pero que no se olviden de los jinetes huargos, posiblemente cargarán contra ellos, por lo que el ala derecha tendrá que estar lista para apoyarlos si fuese necesario. ¡Tenemos que evitar que rompan nuestra formación!

-Que todos los arqueros estén listos, en cuanto estén a tiro disparar a discreción, herir, matar, ¡acabar con todos los que podáis!

Alzó la vista hacia el sol oscuro que traía la oscuridad

¿Que habrá sido de Denelloth y Norión? ¿tendrán éxito?....que los Valar nos protejan.

Observó su cimitarra y se puso al frente de sus tropas, listo para la llegada del enemigo.

Khôradur se encontraba rodeado de sus sargentos y de sus hombres de confianza. Cimitarra en mano, aún jadeaba por el esfuerzo de la pelea contra los trolls, pero no había tiempo para el descanso. El enemigo estaba moviendo ficha...
 

Barendil estaba sentado con la espalda apoyada en el tronco de un árbol. Le estaban aplicando vendajes en la espalda, y de vez cuando apretaba los dientes al notar una punzada de dolor. -Ha sido un honor empuñar el acero juntos, Lord Khôradur, dijo y agarró su espada corta junto al pecho. -No parece grave, comentó sobre su herida. -Pero no estoy en condiciones para la primera línea. Sería un estorbo allí. Me puedo quedar aquí para coordinar a los arqueros.

-Leaniac está en posición en el flanco derecho, hirgon, confirmó Faelimir oteando las colinas. Allí estaba la pequeña unidad de caballería que tanto daño había causado antes a los orcos. Por desgracia, eran pocos. Sólo siete, de los cuales uno estaba herido. Había que usarlos con precaución como apoyo a las tropas de infantería.

-Se están reagrupando alrededor del estandarte del caudillo orco, comentó Parthil. En efecto, las divisiones entre las unidades orcas habían desaparecido, y ahora la hueste era una confusa marea negra y en el centro estaba el grupo de mando de Zaboht. -Les llevará un tiempo más, algo que nos beneficia para tomar posiciones con los arqueros. También veo que se están moviendo hacia nuestra izquierda...
 

No era necesario recordar que a pesar del enorme esfuerzo y valor que habían mostrado los defensores, a pesar de las victorias logradas hasta el momento en la heroica lucha bajo el sol oscurecido... A pesar de las bajas causadas... A pesar de todo, la hueste enemiga seguía siendo más numerosa que el ejército de Sil Auressë. Los soldados equipados con armas y armaduras de las forjas de los enanos habían aguantado, pero la milicia aún no se había puesto a prueba.

A simple vista podían ver unos dos cientos¹ enemigos, pero las colinas tal vez ocultaban a más enemigos. Y seguían sin ver a Ulog-Plak que podría liderar a más jinetes de huargos.

Khôradur observaba a la hueste negra como se reagrupaba en la distancia, mientras escuchaba las palabras de sus sargentos.

-Barendil, poneos al frente de los arqueros, lanzarles una lluvia de flechas en cuanto estén a tiro.

La hueste se dirigiía hacia la izquierda, o eso parecía, pero el corsario desconfiaba

Puede ser una treta, aunque también es típico de estas criaturas lanzarse a la desesperada cuando las cosas no les van bien, y hasta el momento no les han ido nada bien.

Durante unos segundos estuvo cavilando que hacer

El gran Uruk oteaba el campo de batalla. Vio volar algunas flechas de los defensores, y gritó órdenes nuevamente. Los orcos se alejaron y siguieron reagrupándose abriéndose hacia la derecha. Dejaban atrás los cadáveres de los trolls, y ahora tenían a los defensores con el río a sus espaldas. Pero estaban bien posicionados, y les habían causado numerosas bajas de momento.

Necesitaba frenar el ímpetu de la hueste. A pesar del tiempo que perdían, era el momento de aguantar un poco más.

-¡RETROCEDED!, gritó a unos y luego miró a una de las colinas próximas.

En una colina pelada y algo más elevada que las otras, stuada a la derecha de la posición de Zaboht, algunos orcos estaban levantando a toda prisa algún tipo de estructura vertical de madera. Estaba demasiado lejos para ser una máquina de guerra, aunque la construcción estaba supervisada por algunos orcos que parecían hacer las veces de ingenieros.

Parecía que de momento no había ningún ataque serio contra las fuerzas de Sil Auressë, pero Khôradur desconfiaba. No perdía detalle de lo que acontecía en el campo de batalla y miraba con recelo al ejército rival, intentando adivinar sus intenciones.

Pudo observar como en una colina cercana los orcos estaban levantado algo a toda prisa, parecía una estructura de madera

¿Que estarán tramando?, ¿tal vez algún tipo de arma?

Avisó a sus sargentos señalándoles la estructura.

-Estar preparados, algo traman

Con una rapidez y una coordinación encomiables, los orcos siguieron montando a toda prisa la extraña estructura de madera. Los chamanes acudieron con sus tambores a la misma colina, y marcaban ahora el compás. Prono se podía ver que se trataba de dos torres de maderas apiladas y untadas de aceite, y en cuestión de minutos comenzaron a arder. El fuego se pudo ver a grandísima distancia.

Mientras tanto, en el flanco derecho de Khoradur hubo algunos enfrentamientos entre milicianos y orcos. Un jefe orco cargó con unos veinte efectivos. Las unidades de soldados profesionales estaban concentrados más en el centro, pero aún así los milicianos pudieron repeler a los orcos rompiendo sus filas y causándoles alguna baja. Además, el líder de aquella unidad acabó muerto en la pequeña contienda, mientras los milicianos solamente sufrieron un par de heridos de poca gravedad.

El umbareano tenía claro que aquello no era más que una burda maniobra de distracción que encima se saldó con bajas en el bando de los orcos. No obstante, la clave debía estar en aquella colina protegida por el grueso de la hueste oscura.

Entonces desplegaron su gran estandarte, aquel que habían portado en el parlamento previo. La colgaron entre las dos torres de fuego:

Era el estandarte del enano desmembrado, o uno de ellos. El Gran Estandarte de Batalla llevaba el yelmo del enano, que no estaba aquí. El símbolo ya lo conocían. Era el de Skator-Vok-Kaptog. Y ahora ondeaba en lo alto como señal para los refuerzos, o eso temía Khôradur. Lo colocaron mirando hacia el sur, en dirección al Paso de la Loma.

-Esperan refunirse aquí con la otra hueste, la que llega del sur, dijo Parthil con el desánimo evidente en su voz. Habían luchado con tanto valor, habían resistido más allá de lo humanamente posible, en medio de la noche y de la muerte. Pero tal vez no era suficiente, tal vez esta Oscuridad iba a ser la definitiva para ellos a pesar de todo.

-Pero seguimos aquí. Mientras uno de nosotros siga en pie, seguimos aquí. Firmes, valientes, armados. Preparados. Aún no nos han derrotado. Ni lo harán. ¡No en este día!

La osadía de la juventud se mezclaba ahora con la determinación de un veterano. Un hombre que había desafiado a los trolls, a la muerte y al enemigo. Entonces miró al cielo buscando la estrella solitaria que había visto asomarse antes. Y contempló otra cosa: -¡MIRAD!, gritó con júbilo apuntando con el dedo.

Allí, en el cielo, donde la oscura esfera había bloqueado el astro rey... Allí se libraba otra batalla. Igual que había una en el monolito, y otra lejos en el este, con Ayla enfrentándose a su enemigo. El desenlace de todas esas batallas iba a marcar el destino del Reino Perdido para los años venideros. Y en el firmamento, un pequeño halo de esperanza brillante y luminosa hizo su aparición:

Y los hombres vitorearon al ver el regreso de una luz que les había acompañado desde su nacimiento, pero que no habían valorado como se merecía hasta que no la vieron desaparecer de repente en pleno día. Y entonces habían sentido un miedo como nunca antes. La llegada de la Gran Oscuridad, la hueste de los orcos, y otros muchos presagios les habían hecho dudar si iban a volver a ver la luz de un nuevo día. No obstante, allí estaban. Exhaustos todos, algunos con heridas. Frente a un enemigo numeroso que pretendía aniquilarlos a cualquier coste. Todo ello les había hecho dudar, pero ahora de repente volvieron a tener fe. Pues el sol poco a poco regresaba.

Enfrente, los orcos dieron otro paso atrás. No rompieron filas, pues grande era el miedo que sentían a sus amos. Miraron temerosos al cielo, y refunfuñaron pues no era lo que les habían prometido. Aún así, el sol regresaba tarde aquel día, pues en pocas horas volvería a desaparecer con la llegada de la noche.

Khôradur observó como el estandarte de la horda enemiga se desplegaba. Si bien había cierto pesar y desánimo entre los suyos, también había esperanza y valor. De pronto la luz comenzó a volver y Khôradur sonrió, el sol volvía a aparecer en un nuevo amanecer. El lugarteniente sonrió y dando un paso al frente habló a sus hombres.

-¡La luz parecía que no iba a volver, pero no hay poder que pueda ocultar la luz del sol por siempre!, ¡mirad! -dijo señalando hacia el sol- Nos superan en número, pero aún así hemos aguantado su embiste durante la oscuridad, ¿que no podremos hacer bajo la luz del sol?, que no decaiga vuestro ánimo, podemos salir victoriosos, ¡¡¡saldremos victoriosos!!! ¡¡¡POR SIL AURESSË!!!

Tras lo cual alzó su espada

Volviendo a su puesto hizo señales a sus sargentos

-Caballeros, ¿qué opciones tenemos?, la luz del sol durará unas horas, tal vez suficientes para tener cierta ventaja ante estas criaturas. Los trolls que les quedan es posible que se conviertan en piedra o huyan a esconderse para evitarlo, y los orcos seguramente no podrán actuar como hasta ahora. ¿Atacamos con todo lo que tenemos o esperamos a que se muevan ellos?