Partida Rol por web

-¡DISPARAD! ¡ACABAD CON ESOS MONSTRUOS!, gritó Faelimir a sus hombres. Los había colocado en un lateral de los trolls, y todos tenían preparados sus arcos.

Pero a pesar de la lluvia de flechas, ninguno de los trolls se detuvo y seguían imparables hacia la unidad de Walec y el grupo de mando de Sil Auressë.

En el lado opuesto, Parthil se apresuró a mover a sus hombres. Habían vencido a los orcos y llegaban casi en carrera para disparar ahora a los trolls. Los primeros se dejaron caer sobre una rodilla para así disparar en dos filas.

Los monstruos estaban cruzando las defensas anti-trolls, y aunque las estacas y las cadenas les ralentizaban, no lograban detenerlos. Siguieron avanzando, aunque varios arrastraban ahora los obstáculos y sangraban de sus enormes piernas.

La lluvia de flechas desde el flanco de Parthil les hizo daño a tres de los trolls que se quedaron parados gritando de dolor. -¡SANGRAN! ¡PUEDEN MORIR! ¡SEGUID DISPARANDO!, instó el sargento. Pero supo que habían tenido mucha suerte en los disparos, y que era difícil que se volviera a repetir.

Tres de los trolls se habían detenido ante la lluvia de flechas, pero dos siguieron avanzando. Walec observó a los gigantes y se preparó para lo peor...

-¡VOY A CARGAR!, le gritó Barendil a Khôradur agitando su espada. Era una eket, de acero númenoreano. Una hoja que podía penetrar la dura piel de los trolls. -¿Me acompaña vuestra cimitarra umbareana?

Dos contra dos trolls, podían ir ambos contra el primero y luego ver qué hacer con el otro. Porque si llegaban a impactar contra las unidades, la masacre podía ser terrible.

Khôradur sonreía. Estaban aguantando el ataque mejor de lo que esperaba, y no sólo eso, sino que la peor parte se la había llevado la hueste de la Oscuridad.

Aún hay esperanza

Pero la esperanza tenía por delante a cinco trolls que se les acercaban. Las flechas poco hacían, así que era necesario tomar medidas desesperadas. Las palabras de Barendil así se lo hicieron ver. Miró fijamente al escudero de Echorion y asintió.

-Les haremos probar nuestro acero, y tal vez así decantemos la balanza totalmente a nuestro favor, aunque caigamos en el intento.

Dio instrucciones a sus sargentos. Que aguantasen y les cubriesen, y que no hiciesen ninguna tontería. Que siguiesen disparando

-Si hemos de caer que seamos nosotros dos, los demás tenéis que aguantar.

Empuñó su cimitarra y dio dos tajos en el aire, como solía hacer siempre antes de entrar en combate

-¡POR SIL AURESSË!

Y corrió junto a Barendil, él por un lado, hacia el primer troll.

Turno 1

Los monstruosos trolls se acercaban cada vez más. A pesar de la lluvia de flechas, a pesar de las trampas y de las estacas. Les podían ralentizar, pero nada los iba a detener. A medida que los gigantes se aproximaban al centro de la defensa de Sil Auressë, los hombres retrocedían. Todos excepto dos.

Barendil y Khôradur cargaron de entre las filas de los defensores hacia los dos trolls que se encontraban más cerca. Los otros cuatro aún estaban enganchados con las trampas, a unos cuarenta metros. Los dúnedain de Cardolan y los corsarios de Umbar unidos frente a un enemigo común. La espada corta eket y la cimitarra, ambos de acero númenoreano, brillaban en la penumbra del Oscurecimiento mientras corrían hacia los trolls.

Turno 1

-¡Por Echorion! ¡Por el Príncipe Desterrado! ¡Por Girithlin!, gritó Barendil y golpeaba con su pequeña espada buscando algún punto débil en la gruesa piel de los trolls. Había luchado antes contra aquellos engendros, y era consciente de la dificultad y del riesgo que suponía. Hizo una finta y atacó el costado, y su satisfacción fue grande al escuchar crujir algún hueso y el gruñido de dolor del monstruo.

-¡Acabemos con ellos!, instó a su camarada. Era importante matar a estos dos antes de la llegada del resto.

Turno 1

La cimitarra del umbareano penetró la piel del troll con un sonido siseante, como el del agua derramada sobre un hierro caliente. Pero el enemigo seguía luchando, y devolvió el golpe. Empuñaba un garrote gigantesco, pero Khôradur logró parar el golpe con el escudo.

Turno 2

Khôradur aguantó el golpe del enemigo. Barendil parecía tener más suerte con su troll y el resto estaban retrasados

Aún tenemos una oportunidad

Su troll parecía aturdido, era su oportunidad. Empuñó su arma con fuerza y viendo un resquicio entre los brazos del troll golpeó con fuerza intentando hacer el máximo daño posible.

Turno 2. Resolución

Barendil perdió la oportunidad de acabar con el troll, pero éste aún seguía aturdido. El dúnadan se preparaba para otro golpe. De reojo controlaba a los otros trolls que de momento seguían algo alejados.

A su lado, el filo de la espada de Khôradur penetró en la zona abdominal del engendro^T2, y atravesó piel, carne y huesos. Llegó hasta los órganos, y en ese momento el corsario supo que había logrado un golpe mortal. El enorme troll cayó de rodillas, y ahora sus ojos estaban a la altura de las de Khôradur. En ellos se pudo ver un atisbo de miedo ante la oscuridad que ya se había adueñado de él. Y luego el vacío, y la nada. Con un rápido movimiento, Khôradur sacó la cimitarra de sus entrañas.

El grito de júbilo de los soldados resonó en la noche artificial al ver caer a uno de los monstruos.

Turno 3

El tremendo golpe de Khôradur le animó a Barendil, y volvió a golpear al troll. La espada penetraba la piel, pero no lograba hacerle daño grave. -¡Son fuertes los condenados!, maldijo Barendil

Turno 3

Khôradur sonrió de oreja a oreja. Hacia tiempo que nadie le veía sonreír así. En su rostro se reflejaba, aunque fuese momentáneamente, la alegría de la victoria, reforzada por los gritos de sus hombres. Era un guerrero y había vencido a su oponente.

Pero su sonrisa desapareció enseguida, había vencido a un contrincante, y quedaban más, demasiados tal vez. Dudó entre si acudir a atacar a otro troll o ayudar a Barendil, tras unos segundos de duda optó por lo último

Si puede haber dos trolls muertos que uno

Debían darse prisa antes de la llegada de los demás. Corrió hacia el troll de Barendil y enarboló su cimitarra

¡Canta, canta y bebe su sangre!

Pero ya fuese por un exceso de alegría o de confianza, por el terreno, su ímpetu, Khôradur realizó uno de los ataques más humillantes, cuyas consecuencias podrían ser nefastas, no sólo para él, sino para todo su ejército.

Turno 4

El troll se estaba recuperando del aturdimiento, y aunque pareció que Khôradur iba a ayudar a Barendil, se distrajo en el peor momento.

-¡Muerte!, gritó Barendil y golpeó antes de que lo hiciera el monstruo. La espada le dio en la pierna, pero el golpe fue precipitado y no hizo mayor daño. Respiró hondo, pues el troll ahora sí le iba a devolver el golpe...

Turno 4

El troll barrió con su garrote en dirección a Barendil, y aunque le impactó con brutal fuerza, el tabardo de mallas del dúnadan absorbió el golpe.

El troll más próximo^T4 siguió avanzando hacia los combatientes, aunque a paso lento. Otro de los trolls^T5 se liberó de las cadenas y estacas, y ya quedaba uno solo^T3 enganchado.

Turno 5

Khôradur había fallado de la manera más miserable, como un novato, y estaba enfadado consigo mismo por eso. Este tipo de fallos podían determinar una victoria o una derrota para uno u otro bando, por no decir ya la muerte del combatiente.

Observó como los trolls poco a poco se liberaban y avanzaban

-¡Hemos de acabar con éste troll ya!

Empuñó con fuerza su espada y atacó al troll

¡Valar, a vosotros os ruego que guiéis mi mano en esta hora tan oscura!

Turno 5

-¡Muere!, gritó Barendil y atacó con todas sus fuerzas. Era veterano de incontables combates, y supo que estaban arriesgando mucho. Nada guardaba para defenderse del garrote troll, pues era imprescindible tumbar a este enemigo antes de la llegada de los otros.

-¡SÍ! ¡EL ACERO DE NÚMENOR!

Notó como el filo de su espada corta penetró en el antebrazo del monstruo, y le dejó a merced de nuevos ataques. -¡ACABA CON ÉL, KHORADUR!

Turno 6

Khôradur estaba rabioso consigo mismo, los dos últimos ataques habían fallado, parecía un novato en vez de un experimentado comandante. Empuñó con fuerza su arma y atacó. Esta vez su ataque pareció surtir efecto, aunque no podía estar seguro, la piel y la resistencia de los trolls eran grandes, y en ocasiones podrían recibir un golpe de gracia y seguir atacando durante un instante antes de caer.

Aprovechó ese momento de incertidumbre para echar un vistazo rápido a los otros trolls antes de encararse de nuevo con su oponente

¡Tenemos que acabar con este ya! ¡estamos perdiendo un tiempo precioso!

Resolución turno 6

¡Por fin el enorme troll cayó! Los golpes sucesivos de los descendientes de Númenor fueron demasiados, y comenzó a tambalearse hasta que cayó boca abajo al suelo con un gran estruendo. Ninguna de las heridas había sido mortal por sí sola, pero el cuerpo de aquel troll superviviente de las tropas del Señor de la Guerra ya no aguantó más castigo.

No obstante, no hubo tiempo para celebraciones. Los demás trolls llegaban hacia ellos. Uno de ellos^T3 arrastraba su pierna que sangraba profusamente. Un reguero de sangre le seguía, pero su malvada voluntad era firme y alcanzó al otro que estaba más adelantado^T4. Ahora los dos juntos se dirgían para luchar contra aquellos dos hombres que les esperaban en medio de una zona despejada, con dos cadáveres de trolls a sus pies. El tercer monstruo^T5 les seguía de cerca, con una flecha clavada en el hombro izquierdo.

Turno 7

Por fin los golpes surtieron efecto y el troll cayó delante de ellos. KHôradur esbozó una leve sonrisa, pero no gritó ni hizo ningún gesto de alegría. No había tiempo. Dos trolls se aproximaban.

-Barendil, vos a uno y yo al otro. ¡Acabemos con ellos antes de que llegue el tercero!

Khôradur señaló al troll que estaba cojo para que Barendil se hiciese cargo de él. El lugarteniente se enfrentaría al otro que le acompañaba. Corrió con su cimitarra en alto y al estar cerca le atacó con todas sus fuerzas.

Turno 7

-¡SÍ! ¡ACABEMOS CON ELLOS!, gritó Barendil animado por la muerte del segundo troll. Atacó con furia al troll herido en la pierna^T3, y logró impactarle en la cara mientras éste se agachaba. La espada penetró con fuerza hasta crujir algún hueso de pómulo, y la oscura sangre salpicaba ahora al armadura del dúnadan. Evitó la débil respuesta del troll con el escudo.

-¡POR SIL AURESSË!, dijo y se preparó para atestar el golpe definitivo al monstruo. No obstante, sus ojos captaron entonces la fuerte embestida del troll que luchaba con Khôradur. El garrote le impactó en el pecho, y aunque la coraza absorbió la peor parte del golpe, estaba claro que el corsario estaba aturdido y el combate se le había complicado.

-¡ATRÁS KHÔRADUR! ¡DÉJAME PASO TE CUBRO!, ordenó y comenzó a moverse para evitar el siguiente golpe del troll al umbareano.