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El primero de los jinetes de huargo recibió el disparo de Eärnil en su pierna, y otra flecha voló cerca de él desde la dirección opuesta. Detrás de él, el fuego formaba una muralla. Un trasgo se quedó atrapado por el fuego, y se cayó de su montura al suelo. Los otros dos estaban al otro lado de las llamas.

Sólo uno de los orcos que reaccionó con rapidez y decisión. Se alejó unos pasos de su compañero y miraba a su alrededor tratando de ver de dónde venían las flechas. Su compañero más atrasado había apuntado en la direcciónd e Eärnil, y entonces lo vio. Agarró las riendas del huargo, y comenzó a avanzar hacia el dúnadan.

Las cosas se estaban poniendo feas, con rapidez puse otra flecha en mi arco y dispare al orco que venia hacia mi, esperando desequilibrarle, sin dilación volvi a cargar, y mire a mis posibles objetivos.

Ragi no podía ayudar a su compañero porque demasiados huargos se interponían entre él y el dúnadan. Optó por alejarse hacia el este, confiando en que el guerrero más experimentado sabría escapar de una situación altamente peligrosa. Además, tal vez así les ofrecería otro objetivo a los enemigos.

Eärnil vio cómo el orco guiaba a su montura hacia su posición por el terreno irregular. Apuntó con su arco compuesto, respiró hondo para afinar la puntería. Soltó la flecha, y ésta le impactó en la garganta del orco, atravesándola. El jinete cayó aún sujetando las riendas, y desequilibró también al huargo, arrastrándolo hacia el fuego. 

El dúnadan había ganado unos preciosos instantes con el disparo afortunado, y volvió a cargar el arco. Le daría tiempo hacer un disparo más, pero a medida que se organizaban los enemigos era obvio que necesitaba alejarse.

Solte mi flecha una vez más en dirección al jinete orco de huargo mas cercano y sin más dilació me escabulli en medio de la confusión con celeridad.

Eärnil vio como su flecha impactó en la pierna del jinete, obligándole a retroceder para controlar al enorme lobo que montaba. No vio a Ragi en la osccuridad, pero los huargos más retrasados ahora habían llegado hasta el fuego, y se preparaban para cruzarlo. Y el orco que había sufrido quemaduras ya estaba en su montura. La sorpresa inicial se había esfumado, y a lo lejos Eärnil creó escuchar más aullidos y ruidos. Era hora de partir.

Hacia el sur y sudeste, vio un terreno más escarpado, con grietas, paredes y rocas sueltas. Sería más díficil para los orcos montados seguirle allí que en la meseta abierta y llana que había al este, en dirección a Sil Auressë. Podría dar un pequeño rodeo por el sur.

La emboscada no habia salido del todo bien, pero estas cosas pasaban con frecuencia cuando se improvisaban, pense con resignación.
Espere que Ragi hubiera salido bien parado y trepe con no pocas dificultades por terrenos abruptos poco aptos para el paso de jinetes a la vez que imaginaba con malicia intentando cruzar por aqui a los viles orcos y yo mismo acribillandoles a flechazos, no creo que tenga tanta suerte, aunque en cualquier caso parecia que tenia ahora más probabilidades de salvar mi pellejo.
Tardaría más tiempo en llegar a Sil Auresse, habria que andar con cuidado.

Eärnil guardó el arco para poder subir por terrenos más escarpados con rapidez. Era un hombre curtido en las guerras fronterizas en los páramos de Rhudaur, y aunque desconocía estas tierras, sí conocía las fuerzas y las debilidades de las unidades enemigas.

Los jinetes de huargo lo tendrían difícil para seguirle por donde avanzaba ahora, y además su objetivo parecía ser otro. Perseguían a alguien.

Pasaron unas horas, y cuando llegó el amanecer, ya había avanzado unas cuantas millas al sudeste.