Partida Rol por web

Aquí libre y flamante está la flor de vuestra época
que los hombres recordarán a través de la niebla de los tiempos
cual verano dorado en gris invierno.

Pero el cielo se volvió oscuro.
y una tempestad súbita el sol se tragó.
El interminable Abismo airado se despertó,
y un horror negro, nacido en las tinieblas
bajo el manto de la oscuridad se agitó.

La situación había cambiado. Los hombres estaban preparados, pero asustados. El enemigo agitado no iba a atacar de inmediato. Pero cada minuto les hacía más fuertes. El sol menguaba en el cielo. Era algo que pocos habían visto, aunque habían oído historias de un fenómeno así. Pero una cosa era oírlo, y otra muy diferente verlo y vivirlo, y más en la hora previa a la batalla que se avecinaba. Una batalla donde se iban a enfrentar a una horda orca frenética y convencida de su victoria.

Khôradur observaba la escena que se desarrollaba ante sus ojos. Por un extraño ardid, la luz del sol se apagaba, lo que daba fuerzas al gran número de tropas orcas que se reunía delante suya. Pero aún así, Khôradur se mantenía firme, serio, si sentía miedo no lo demostraba, y permanecía en lo alto, como un mascarón de proa, rompiendo el rugiente mar.

Lentamente se volvió hacia sus hombres, y uno a uno los miró a los ojos

He de hablarles

-¡HOMBRES DE SIL AURESSË!

Calló unos segundos

-La hora que tanto temíamos y esperábamos ha llegado. Hoy se decidirá el destino de Sil Auressë -señala al frente- ¡Allí tenemos a las viles criaturas que quieren arrebatarnos nuestro sueño!, ¿se lo vais a permitir?

Calla unos segundos esperando una respuesta

-Yo creo que no, porque no es nuestro sueño el que amenazan, es el sueño de nuestros padres, de nuestras esposas, de nuestros hijos, incluso de aquellos que aún no han nacido.....¿pensáis ceder ante la sombra?

Calla de nuevo

-Tendréis temor y haréis bien en sentirlo, son criaturas que no tendrán misericordia de nosotros y que si nos superan, no la tendrán de nuestros seres amados. -Mira hacia al Sol y lo señala- ¡Y son capaces de ardides como este!, pero yo os digo en esta hora tan sombría, que pueden ser capaces de oscurecer el Sol, son capaces de llenarnos de temor, ¡¡¡pero la luz del Sol y nuestra valentía siguen intactas!!! ¡¡¡Sólo falta que rompamos la oscuridad que las atenazan para que vuelvan a brillar con fuerza!!!

Mira de nuevo a sus hombres

-Hoy lucharemos por Sil Auressë, porque Sil Auressë representa todo lo que esos seres odian, representa la luz, la esperanza, una vida mejor.....pero no solo para nosotros, sino también para el resto de Cardolan, y aquí os digo que hoy, aunque no lo parezca no estamos solos, y otros librarán otras batallas, tal vez incluso más cruciales que esta, y necesitan de nuestro apoyo, necesitan de nuestra victoria, para evitar que una nueva sombra se cierne sobre esta tierra.

Calla y alza su espada hacia el cielo

-¡Por mucho que oculten el Sol, por muchos que sean, nuestro valor y firmeza son inquebrantables y hoy lamentarán que se hayan alzado contra Sil Auressë! ¡POR SIL AURESSË!

La poderosa voz de Khôradur caló hondo en los defensores allí congregados, pero al mismo tiempo el enemigo era cada vez más numeroso en la colina de enfrente, y el sol se apagaba minuto a minuto.

¿Qué esperanza puede haber ante un Mal capaz de convertir el día en noche?

Aún así, ninguno se movió para huir. No. Todos iban a luchar, pero en sus corazones no albergaban esperanzas de que la victoria fuera posible. Aún así, incluso en la derrota y en la muerte, iban a rubricar un final para las canciones. No iban a sucumbir silenciosamente en la oscura noche de la muerte.

El enemigo, liderado por el gran orco Zaboht, se había desplegado en las colinas. No en su totalidad, pero casi. Unos tres cientos que habían adoptado formación de batalla. Khôradur reconoció el grupo de mando en la unidad central, y a cada lado los clanes o las tribus se habían dividido en dos bloques. Un total de cinco grandes bloques, con mezcla orcos exploradores o snaga, orcos comunes y algunos seleccionados por su gran tamaño y fuerza. Solamente estos últimos llevaban armadura de metal. Pero el número era abrumador. Además, las dos unidades de seis jinetes de huargos, y detrás los enormes trolls. Seis en total.

El flanco izquierdo de Zaboht fue el último en llegar, y el primero en actuar. ¡Se lanzaron a la carga! La unidad más a la derecha desde la posición de Khôradur comenzó una carrera. La de al lado hizo un ademan de acompañarlos, pero el resto de los orcos se mantuvieron estáticos ante la atenta mirada del caudillo Zaboht.

Khôradur comprendió al mirar los rostros de sus hombres que su discurso no había tenido el efecto deseado. Sus palabras, tal vez, no fueron las más acertadas, pero también influía el oscurecimiento del sol y la numerosa hueste que iba creciendo delante suya. Al menos le quedó la certeza de que no huirían, no por el momento.

Khôradur mantuvo la vista al frente, observando la hueste. Estaba convencido de que delante se estaba mostrando parte del ejército, que ya de por sí les superaba en número. Si conseguían derrotarlo, no tenía ninguna duda de que vendría una segunda hueste, tan grande o más que la que estaba viendo, para rematar el trabajo.

Es lo que yo haría si dispuese de más hombres

El mismo Khôradur contemplaba la escena con cierto pesar. No se atreví a volver la mirada hacia sus hombres porque podría delatar el convencimiento, cada vez más grande, de que seguramente era una batalla perdida, al menos allí, aunque tenían que dar tiempo a Sil Auressë a resistir y a que llegase más ayuda, o al menos para que Sil tuviese tiempo para escapar. Sus pensamientos acudieron al grupo que había ido al monolito. Eran su única esperanza de victoria, o eso pensaba.

Pero tuvo que centrarse en el campo de batalla. Por fin la hueste atacó, una unidad avanzó para atacar. Llegarían en poco tiempo a la altura del grupo comandado por Parthil. Otra unidad hizo ademán de seguirlos.

La primera unidad valorará nuestra fuerza y la segunda intentará rematarlos si consiguen sobrevivir al primer choque

Leaniach estaba a la derecha de la unidad de Parthil. Había la posibilidad de que Parthil aguantase el choque y Leaniach atacase desde el flanco del enemigo con la caballería.

-¡ATENTOS, EL ENEMIGO AVANZA, PREPARADOS!

Hizo la señal de que sonasen los cuernos, había que luchar. Miró a sus hombres.

-¡Intentaremos apoyar a la unidad de Parthil si se ven en dificultades, así que todos listos para correr!

No le gustaba la idea de alejarse del centro. Pensaba, viendo las fuerzas de que disponía y su distribución, que podrían intentar atacar el centro y separar ambos flancos, pero no podía dejar solos a Parthil ni a Leaniach, al menos totalmente. Dio instrucciones para que las unidades estuviesen listas para replegarse ante el peligo de rotura y división de sus fuerzas.

Parthil debería aguantar solo los primeros momentos del choque, Leaniach tendría que apoyarle en cuanto el enemigo estuviese a su alcance, y el grupo de Walec y Khôradur estarían listos para apoyarles si fuese necesario. El resto de unidades se desplazarían hacia ellos sin intervenir para evitar su separación y que fuese aprovechada por el enemigo para romper la formación del ejército

Que los Valar nos protejan

El veterano sargento se ajustó la correa de su escudo, y comprobó una vez más la formación de sus hombres. –¡Preparados!, gritó. Y miró de reojo a la colina cercana, donde Leaniach esperaba su señal.

Tenían que aguantar el primer envite.

Los orcos de la unidad del flanco izquierdo^O4 cargaron de forma algo desordenada. Los más rápidos adelantaban a los más lentos, y los gritos de guerra y otras obscenidades se escucharon por todo el campo de batalla. A su derecha, otra tribu de trasgos^O3 no pudo contener su ansia de sangre, y comenzaron a correr también. Con la mala suerte de que las dos tribus se cruzaron en sus respectivas cargas e incluso hubo pelea y enfrentamiento entre los dos grupos distintos.

De los 120 orcos que cargaron, solamente unos setenta llegaron hasta la colina donde les esperaba la unidad liderada por Parthil. Además, los defensores habían tenido tiempo para preparar trampas y fortificar la posición elevada. Parthil tomó la decisión de aguantar con toda la milicia de la que disponía junto a los soldados, pero sin intervención de la caballería de Leaniach en un primer momento. De esa forma, la carga de unos pocos caballeros podría tener un efecto devastador. Pero primero los cincuenta y cuatro hombres iban a tener que aguantar.

¡Y aguantaron! Los orcos se replegaron ante la férrea defensa de los hombres de Sil Auressë. Aún así, el temor a su amo hizo que se reagruparan para una nueva carga.

El gran caudillo orco miró con estupor y rabia lo que estaba sucediendo en su flanco izquierdo. Entonces hizo una señal al portaestandarte para que diera la orden de carga a la unidad que tenía a su derecha^O2. Quería fijar a los guardias humanos en el centro de la formación de Sil Auressë.

Y dejar la vía libre para los temidos trolls. –¡SULMOD OLOG!, gritó.

Khôradur suspiró aliviado, en el primer choque, su franco derecho aguantó el embiste del enemigo, pero era pronto para dar por sentado que ganarían. El enemigo seguía siendo numeroso a pesar de sus pérdidas y cada hombre que Sil Auressë perdía les acercaba más a una posible derrota.

El lugarteniente no tuvo tiempo para contemplar nada más, otra unidad orca se adelantó, dirigiéndose hacia el destacamento liderado por Walec. Khôradur estaba cerca, y entendía que si los orcos hacían retroceder a Walec o les derrotaban, podrían dividir su ejército en dos. No se lo pensó dos veces.

Dió instrucciones para que avisasen a Parthil y Leaniach de que aguantansen y si pudiesen, hiciesen retroceder al enemigo, mientras ordenó a su unidad adelantarse para reforzar a la de Walec. Las unidades de Faelimir y Eliver mantendrían su posición a la espera para actuar si fuese necesario como apoyo.

Llegó el momento de verter sangre de orco

Las órdenes de Khôradur fueron claras y concisas, y los hombres las acataron sin dudar. El flanco derecho se preparaba a recibir una nueva carga, y el izquierdo se mantuvo en posición. El Lugarteniente dirigió su pequeña unidad para apoyar el centro. Allí, los guardias de Walec formaban la roca central de la defensa.

Barendil le siguió a Khôradur espada en mano para reforzar el grupo de guardias. Delante tenían a tres unidades de veinte milicianos ligeros y listos para ralentizar la carga mediante disparos, para luego retroceder abriéndose a los lados. De esa forma, la gran parte del ímpetu de la carga orca se perdía entre lluvias de flechas y las trampas preparadas en el suelo, y finalmente los guardias acabarían con los orcos.

-¡Sin piedad!, gritó. De momento, la batalla estaba yendo mejor de lo esperado. Además, llegaron noticias esperanzadoras del castillo. Los exploradores de la retaguardia habían visto encenderse una luz roja y otra azul en lo alto de la torre de homenaje. Era el artilugio de los naugrim, y por lo tanto los defensores ya se coordinaban con el grupo de Metraith. Era una buena señal sin duda, aunque no les ayudaba directamente en la batalla que tenían enfrente.

RESOLUCIÓN COMBATE CENTRO

Los milicianos descargaron flechas, y a continuación cambiaron de arma y sacaron las lanzas. Era un ejercicio que habían practicado hasta la saciedad, y ante la horda de orcos lo llevaron a cabo a la perfección bajo las órdenes del Lugarteniente. Frenaron la carga enemiga, pero en vez de trabarse en el combate, retrocedieron con el mínimo de bajas y se abrieron para que el grupo de la guardia de élite, reforzado por la unidad de Khôradur, pudiera acabar con la resistencia de los orcos. Huyeron despavoridos, con quince bajas y muchísimos heridos.

Walec le había concedido al mando al lugarteniente sin dudar. La experiencia del umbareano en batallas era muy superior a la de cualquier otro, y para Walec era un orgullo que los guardias que él había adiestrado para proteger y servir en el día a día en el mercado y en el castillo ahora formaban el corazón del ejército de Sil Auressë.

En medio de la contienda, Walec vio al orco que lideraba la unidad y le atestó un golpe duro con la espada. Logró desarmarlo, y capturarlo. Alzó su espada en señal de victoria.

-¡Por Sil Auressë! ¡Llegará un nuevo amanecer!, gritó. Pero entonces vio algo… Algo que había estado temiendo desde la llegada de la hueste oscura.

¡Los trolls! El líder orco había soltado un total de cinco de las temidas criaturas.

Se acercaban a paso lento pero seguro, aplastando todo lo que se encontraba a su camino. Su objetivo era el centro de la defensa de Sil Auressë.

Khôradur sonrió, sus hombres lograron rechazar al enemigo con pocas bajas, y no sólo eso, Walec consiguió capturar a su líder, todo un golpe para esta unidad.

No creo que nos molesten mucho, si nos atacan será por miedo al comandante y serán presa fácil

Pero la alegría les duró poco, un nuevo ataque se cernía sobre ellos, pero esta vez de mano de los trolls. Uno de los contingentes a los cuales más temía se acercaba a ellos.

Khôradur pensó rápidamente, poco podían hacer, con un sólo troll lo tendrían difícil, ante cinco..... Su lentitud podría darles alguna ventaja. Por un momento pensó en enviar a Leaniach con sus jinetes y que atacasen a los orcos a distancia disparándoles flechas, pero temía que el enemigo lanzase a sus huargos

En algún momento lo hará, y si uso a los jinetes será una de esas ocasiones

Dio instrucciones, tenían que confiar en las defensas anti trolls y atacarles a distancia. Ordenó a Faelemic y a Parthil que atacasen por los flancos a los trolls pero a distancia, mediante flechas. Tal vez así les retrasarían y conseguirían flenarles, o al menos debilitarles para cuando llegasen a su altura. Leaniach y Eliver se desplazarían ocupando el hueco que dejarían Faelemic y Parthil para que les cubriesen y no romper su línea defensiva. Walec y él mismo estarían dispuestos para avanzar si fuese preciso. Ordenó que toda pica y lanza estuviese dispuesta para atravesar a los trolls si llegaban a acercarse.

Este será un momento crucial en la batalla. Si acabamos con los trolls o los hacemos retroceder con pocas pérdidas, tal vez podamos superar este día, sino....

En el flanco derecho, Parthil volvió a frenar a los orcos. La mayoría luchaban sin formación, como una turba salvaje. Aún así, eran peligrosos. Pero la milicia de Sil Auressë aguantó, y entonces una vez fijado el objetivo, la caballería de Leaniach cargó y rompió las filas de los orcos y les persiguió causando numerosas bajas.

Los caballeros regresaron a la posición de Parthil mientras los orcos huyeron hasta el otro lado de la colina.

El comandante de la hueste observó incrédulo cómo su flanco izquierdo fue destrozado por un puñado de defensores, y ahora decenas y decenas de orcos de distintas tribus huyeron hacia la colina. El enorme uruk se subió encima de una piedra, y gritó. -¡REAGRUPAD! ¡EL ABISMO OS HA CONVOCADO, Y LA OSCURIDAD OS MATARÁ A TODOS SI NO LE DÁIS LA VICTORIA!

Pero tan solo unos pocos orcos le hicieron caso, y la mayoría se dispersaba entre los árboles. Desde allí observaban el avance de la batalla del eclipse, y sin duda iban a volver si se cambiaba el curso de la misma. De momento, los defensores liderados por el corsario estaban dejando en evidencia a la temible hueste de Skator-Vok-Koptog.

Y miró al centro, donde cinco de sus trolls caminaban con paso firme hacia los guardias de Sil Auressë. Habían pertenecido al Señor de la Guerra Dagorhir, y Zaboht confiaba en que iban a romper las defensas y partir al enemigo en dos.