Partida Rol por web

Norión entendió la reacción del Director, él había elegido a esa profesora, estaba bajo su cargo, y sin duda la apreciaba. Tal vez había sido una de sus amantes, como saberlo? En todo caso eran temas personales que no le interesaban al sacerdote. Lo que si le interesaba era dar con Sir lo antes posible.

- Director, el Lugarteniente ya esta avisado, ira en breve, no creo que nuestra visita cambie ese hecho, sin embargo, a usted le parece prudente avisarle antes a ella? si es inocente y es un mal entendido, no veo el inconveniente de expresarlo frente a Koradhur, pero si es culpable, sería negligente notificarla, y si escapase una oportunidad de encontrar a las niñas habría sido desperdiciada. No es que me de gusto hacer pasar a Edrec por situaciones desagradables innecesarias y tampoco es que me guie por prejuicios, toda la aldea tiene prejuicios sobre mi y no son precisamente agradables, pero esta en juego no solo la vida de las niñas sino la posible invocación de un demonio contra el que no estoy seguro de que podamos lidiar- contestó con suma seriedad.

No sentía piedad por esa mujer, todo apuntaba a su culpabilidad, y aún si fuera inocente, un interrogatorio no sería algo tan difícil de sobrellevar para ella, algún día enfrentaría la muerte y eso sí que sería difícil y no habrá quien la ayude - Yo tengo una copia escrita con mi propia letra y eso no implica que soy culpable, es cierto, pero yo no la escondí sino que vengo y lo pongo al tanto a usted y a los gobernantes de la aldea, todo esto es muy delicado. Insisto, me parece imprudente interrogarla sin un guardia, mi cuerpo no tiene la fortaleza en este momento para evitar que escape. Como piensa asegurarse que no escape en el caso de que sea culpable, en el caso de que no sea la Edrec que conocemos la que encontremos al mostrarle la evidencia?- 

Norión casi no podía tenerse de pie, y sus ojos reclamaban descanso. Quería escuchar a esa mujer, pero no deseaba arriesgar lo poco que había avanzado por un sentimentalismo que no compartía. 

-Entiendo, dijo Cerveth tras un largo silencio. –Estaba tratando de llegar al fondo de este asunto lo antes posible, añadió con determinación mirando hacia la colina donde se encontraba el castillo, a una hora larga de camino. –Estos días, la Academia está cerrada para los alumnos por temas de seguridad, pero los maestros acudimos igualmente cada mañana, en ocasiones acompañados de algunos alumnos. Y siempre escoltados por dos guardias. Vayámonos a la plaza entonces, y si vemos a Edrec no le diremos nada sobre este asunto de momento hasta estar en presencia de las autoridades.

Ambos dirigieron sus pasos hasta la aldea, y una vez dentro se encontraron con una pequeña multitud de una treintena de personas en la plaza, frente a la Casa de Comercio. Ya era de día, pero la puerta principal permanecía cerrada. Entre la gente había algunos alumnos y también el maestro Ionell.

El Jefe de Guardia Walec se dirigió a todos los presentes, alzando la voz. -¡Escuchad! Por primera vez, se ha izado la bandera roja en lo alto del castillo, dijo apuntando con el dedo hacia una de las torres aún en construcción. Y en efecto, una solitaria bandera roja se hallaba en el mástil, ondeando en el viento de la mañana…

-Significa que hay un peligro... Un enemigo. Desconozco lo que sucede allí arriba exactamente, pero por precaución no subirá nadie de momento y estaremos atentos. Hoy nos pondrán a prueba, pero estamos preparados.

Se hizo el silencio ante las nuevas de una amenaza desconocida. No entendían qué podía ser, y el terror a lo desconocido les hizo oscurecer el ánimo.

El dúnadan miró a Norión. Sea lo que fuera el peligro que había arriba, el Lugarteniente iba a tener que estar con los valientes defensores. –Norión, ¿y si hablamos con Walec y pedimos que un guardia nos acompañe a ver a Edrec?, propuso finalmente. No estaba tranquilo al no ver a la maestra entre los presentes, y las palabras del Jefe de Guardia y la bandera izada no hacían más que aumentar un presentimiento oscuro que crecía en su interior.

Una bandera roja se alazaba en lo alto. Norión sonrió por la ironía mientras las pocas personas alrededor suyo que notaron eso se alejaron sin disimulo de él. La bandera roja flameaba frenéticamente, como la sangre que sale a borbotones de una herida letal, y al clérigo le parecía un signo mas que adecuado para ese momento. 

- Maestro Cerveth, es una buena solución la que propone, no tengo objeciones - si esa mujer estaba involucrada entonces con un guardia la atraparían, pero si no era así... La bandera era el peor de los presagios, si alguien mas estaba involucrado entonces debían averiguarlo cuanto antes. 

Caminó junto al erudito hasta donde estaba el sargento, lo había conocido de la campaña que emprendieron días atrás y era de los pocos que habían regresado. Esperó a que terminara de dar indicaciones a sus subalternos y tomó la iniciativa - Sargento Walec, por favor acérquese- y lo apartó unos pasos de la multitud - necesitamos su ayuda. Tal vez parezca inoportuno pero creame que puede que sea el momento mas apropiado para pedirle esto. Necesitamos un guardia para hablar con un sospechoso ligado a los secuestros de las niñas. Tememos que escape si descubre nuestras sospechas, pero creo que puede tener información valiosa ligada a lo que esté sucediendo allí arriba- miró a lo alto y guardó silencio unos segundos para luego añadir - con uno de sus mejores hombres bastará, y si es usted quien nos acompaña aún mejor, pero su ayuda es indispensable para mi, no estoy en condiciones físicas para lidiar con un criminal y puede que se de a la fuga pronto- Decir que iba a interrogar a alguien antes que el lugarteniente no era buena idea, y decir que era una mujer lo hubiese disuadido de prestarle ayuda en un momento tan critico, pero información sobre lo que estaba sucediendo allí arriba era algo que al sargento le costaría rechazar.

-Saludos, maese Norión..., contestó Walec con gesto preocupado. Pasó por alto que el sacerdote le haya bajado de rango de Jefe de Guardia a sargento, y se centró en las palabras del tenebroso erudito. ¿Acaso importaba el título que uno ostentaba ante la amenaza de la oscuridad.

Se apartaron unos pasos para poder hablar en privado.

No era sensato preocupar más a las gentes del pueblo.

-¿Un sospechoso?, preguntó y su mirada inquisidora se fijó en Cerveth. La presencia del director de la Academia no podía ser casualidad. -Es un asunto de vital importancia, añadió. -Siempre pensé que detrás de la desaparición de aquella niña, de ... Sir, dijo ensimismado y continuó, -detrás había algo más. Si habéis dado con alguna pista concreta, debo acompañaros a ver al sospechoso, si no es lejos. Mis hombres saben lo que tienen que hacer aquí, y me avisarán de inmediato si hay novedades en el castillo.

-Es aquí mismo, en la aldea, dijo Cerveth dudando de si darle más información de momento al Jefe de Guardia. -Os llevo, añadió y comenzó a andar hacia los edificios situados detrás de las calles de los comercios.
 

El cocido de la Casa Común estaba especialmente delicioso, pero Otho apenas disfrutaba del sabor de las zanahorias, de la carne, de las especies... Estaba preocupado, y tuvo que hacer un esfuerzo para volver a repetir. -¿Un poco más de pan, por favor?, le dijo a la bella camarera Lairin.

Por la ventana observó una multitud reunida junto a Walec. Señalaban hacia lo alto del castillo. Entonces se acordó de lo que tenía que hacer. Pero antes necesitaba recuperar fuerzas. Guardó el pan recién hecho en el zurrón, y pidió otro para el camino. Se bajó de la silla, e hizo una reverencia a la camarera y le susurró las palabras que le había dicho Girion...

Cuando se dirigía hacia la salida, vio a un rostro conocido. ¡Norión! Sombrío, pálido, encorvado, moviéndose con dificultad. -¡Maese Norión! ¿¡No debería estar descansando?! ¿Ha podido averiguar algo? ¿Qué está sucediendo aquí? . Lanzaba una sin esperar respuesta mientras caminaba hacia los tres.
 

-Tu?- preguntó sorprendido el sacerdote al ver al pequeño acercarse - No deberías haber partido a donde Denelloth se encuentra junto a Girion? - tal vez era aún pronto para que hubiesen salido de la ciudad, ya había perdido la noción del tiempo, y Otho tenía razón, estaba muy cansado y su mente comenzaba a sentir los efectos del agotamiento. 

- La información que nos brindaste ha sido valiosa, alguien desde la academia colaboró con el rapto de las niñas, y estamos tras sus rastros - no le pareció pertinente agregar ningún tipo de información adicional, es más, no le hubiese constestado a no ser por el echo inexplicable de que cada vez se sentía mas a gusto con esa extraña criatura.

Guardó silencio. Sabía que Walec había participado en el rescate del chico, tal vez quería cruzar unas palabras, y por otro lado aún le generaba inquietud el porqué se había separado de Girion en lugar de partir juntos, sin embargo no podía perder mucho tiempo allí, la prioridad era dar con la traidora.

-Fui con el joven maese Girion al lugar del ataque, señor, contestó el mediano mientras le ofrecía una manzana a Walec. El Jefe de Guardia le había tratado con amabilidad y cortesía teniendo en cuenta las circunstancias. –Fuimos de madrugada, y acabo de regresar presto según las indicaciones de Girion, añadió algo extrañado ante la pregunta del erudito. Muchas horas habían pasado desde que le despertaron en medio de la noche Girion y Norión. Luego la búsqueda junto al río, y el regreso. –Girion prosiguió solo, siguiendo el rastro del montaraz, añadió adelantándose a las preguntas. En el tiempo que había pasado entre la gente alta había comenzado a aprender que preferían la información concisa y que no valoraban la belleza de una buena historia.

De repente, tomó la mano de Norión entre las suyas. Los dedos de Otho eran rechonchos, pero gentiles y delicados. -¿Os encontráis bien, Norión?, preguntó con la inocencia de un niño. Una inocencia infantil y contagiosa que le impedía sentir la aversión y el miedo que el anamarta solía provocar en la gente que tal vez entendían más sobre el mundo y sobre la vida. Esos prejuicios no existían para Otho, quien simplemente notó el cansancio, el dolor, el agotamiento y la preocupación en este señor que se había portado bien con él, y quien se esforzaba por encontrar a las niñas desaparecidas.

-Os acompañaré, dijo sin soltar la mano aún pero comenzando a andar. –Podéis apoyaros  en mí si así deseáis.

Comenzaron a andar para alejarse del gentío antes de tomar una decisión al respecto del mediano, cuando éste añadió susurrándole al erudito: -Ah, hallamos algo río abajo, cerca del lugar del ataque. El saco con el que taparon la cabeza tiene bordado alguna cosa que Girion quiso que viesen vuestros ojos.

Fue y regresó... Había perdido la noción del tiempo, la claridad del cielo indicaba un nuevo día pero su cuerpo no había descansado desde la noche anterior, si es que dormir en el bosque era un descanso, y su mente había estado mas activa estas últimas horas que los últimos meses. Negó con la cabeza, sus piernas no eran buenas aliadas, lo que a él le llevaba horas otros podían hacerlo en minutos , en especial jóvenes como Otho o Girion.

Le molestó que el mediano no acompañara a su alumno en la travesía, probablemente era el único que podía reconocer a Raku, pero aceptó la decisión de Girion, tal vez tenía motivos que él desconocía. Le molestó aún mas que el chico quisiera sumarse al interrogatorio, pero su cansado cuerpo apenas pudo oponer resistencia. Aún así, cuando el chico tomó su mano y ofreció su hombro , Norión quedó paralizado por la sorpresa. Quien es esta criatura? Acaso los Valar crearon una criatura sin maldad? no podía comprender porqué el chico actuaba de ese modo con él, lo había interrogado duramente y solo porque era necesario, de otro modo nunca se habría acercado a ese error de la naturaleza, pero ahora no podía evitar conmoverse por el afecto desinteresado que el chico mostraba. No pudo mas que aceptar su ayuda.

Cuando Otho le mostró lo que Girion le envió el sacerdote comprendió la presencia del chico, comprendió porque su alumno lo envió y no pudo mas que dar gracias por un encuentro tan oportuno. Frotó la cabeza del mediano, se sintió ajeno a sí mismo mientras lo hacía, tal vez en otro tiempo de su vida tenía gestos como ese, pero hacía ya mucho tiempo que lo había olvidado - Bien chico, bien - Tomó la tela con sus manos y la observó detalladamente, susurrando una plegaria inaudible al hacerlo.

Otho le entregó con cuidado la tela que había encontrado Girion buceando en el río. Estaba aún mojada, pero al tacto se notaba que era un saco de más calidad que los que se usaban comunmente. Estaba finamente bordado, la cuerda con la que se cerraba terminaba en bonitos nudos con ribetes.

Entonces lo vio. Bordado en la propia tela.

Letras en tengwar, bordadas a mano. Algo poco habitual para un simple saco de hierbas, salvo que su contenido haya sido valioso.

Ronniach...

Como un eco de un pasado casi olvidado, el nombre sindarin apareció en los labios Norión. Ronniach era el nombre de un asentamiento arrasado en las guerras de la Segunda Edad, y reconstruido varias veces. En la actualidad, en el mismo lugar se erguían las torres y los edificios que protegían el estratégico paso del Vado de Sarn.

Ronniach. Un nombre olvidado. Pocos quedaban ya con el conocimiento para poder saber que ese nombre apuntaba directamente a Iach Sarn. Lo extraño era que ahora ese trozo de tela estaba en manos de Norión, y a su lado tenía al maestro Cerveth, todo un experto en la historia de los dúnedain.

Girion había partido solo a la búsqueda de Denelloth, porque había considerado que ese saco podría contener alguna respuesta que Norión podría ser capaz de averiguar.

-¿Lo reconocéis? Creo que es el nombre de una tienda o algo así, comentó Otho. -Ya se lo comenté a Girion, pero lo repito aquí, ¿véis?

Los dedos del mediano siguieron el borde superior del saco, decorado con unas figuras geométricas aparentemente sin sentido. Pero el mediano insistía: -Han repetido el dibujo.

-Es la letra "R". Una y otra vez, hasta formar ese dibujo continuo.

A su lado, Cerveth observaba con curiosidad el trozo de tela.

Observó las letras con detenimiento, y a medida que su memoria se abría como un libro antiguo que por años había estado guardado en el olvido, la comprensión de lo que sucedía aumentaba sin llegar a ser plena. Es que acaso esto es tan antiguo? La insistencia de Otho sobre la letra R no dejaba de reafirmar lo que había descubierto y tal vez habría paso a algo mas profundo aún.

La bandera aún flameaba en lo alto, fiel signo de sangre y batalla que marcaba este nuevo tiempo. Extendió la bolsa al Director de la Academia y señaló el bordado.

- Me alegra saber que esto no hay modo alguno de que haya pertenecido a Caaniza, tal vez haya esperanzas de que esté con vida. Por otro lado, Otho, como bien dices las marcas que aquí están dan una clara idea del origen de esta bolsa. Sabia decisión tuvieron con Girion al traerla a nosotros, es probable que Sir se encuentre en las cercanías del vado de Sam. Usted que opina Maestro Cerveth, estas letras en tengwar hablan de Ronniach, con énfasis en la "R"como dice nuestro amigo, reconoce ese lugar?-

Se apoyo en el hombro del mediano y comenzó a caminar nuevamente - hablemos mientras caminamos al encuentro de Edrec, el tiempo no esta de nuestro lado pero Namo aún me da fuerzas, tal vez podamos dar un giro a esta delicada situación si nos movemos rápido - la ironía de su lento paso en medio de un profético plan que los superaba se plasmaba en la imagen del sacerdote, que pese a todo, seguía de pie.

-Todo indica que el objetivo de los secuestradores era precisamente Sir, por motivos que aún desconocemos, comentó Walec serio. Había estado indagando sobre los sucesos de la noche de la desaparición de Sir. –Me temo que Caäniza simplemente se encontraba por los alrededores, en el lugar equivocado en el momento equivocado. O tal vez vio algo y trató de ayudar. Pero creo que Caäniza no estaba en los planes de los orientales que se llevaron a Sir.

El sabio asintió con la cabeza. La importancia de la niña dúnadan se vio reforzada por lo elaborado del plan para su secuestro. Su condición de protegida de la Dama Aylarien apuntaba a un motivo que ya había presentido o temido la Dama.

Qué los valar la iluminen para que regrese pronto a nosotros.

Por un momento, dudó de si su propia plegaria había sido para el regreso de Sir, o para el de la Dama Aylarien. La ausencia de la sagrada Luz de Sil Auressë se hacía notar más si cabía en las horas oscuras.

La pregunta de Norión le sacó de sus pensamientos algo sombríos, y le contestó mientras seguían caminando hacia su destino. –El saco es reciente, de eso no hay duda. En cuanto a Ronniach, conozco algo de la historia de ese lugar, maese Norión. En la época del reinado de los elfos, antes de la llegada de Elendil, había un puente que cruzaba el río Baranduin. Como todas las obras de los noldor, era de una belleza extraordinaria y se decía que era un puente encantado. Junto al puente, se alzaba una fortaleza, Amon Sarn. Y al otro lado, el asentamiento humano de Ronniach. En las guerras de la Segunda Edad, todo fue arrasado por criaturas oscuras. Los enanos también fortificaron el lugar, que ya entonces era un vado estratégico, pero ni siquiera los naugrim se atrevieron a construir un puente como el que hubo antaño.

El dúnadan se detuvo, y miró fijamente a Norión. –Hace unas semanas, busqué información sobre la historia de aquel lugar entre los tomos que guardamos en la biblioteca, y algunos manuscritos propios. No eres la primera persona que me pregunta por el nombre Ronniach.  Fue a petición precisamente de Edrec que busqué esa información, y se la dejé ya que mostró un interés inusual en la historia de este lugar, algo que me agradó en aquel entonces.

Cerveth estaba afligido por no haber sido capaz de ver las señales, la traición de alguien tan cercana a él, en la misma Academia... Nada le hizo presagiar que Edrec tuviera motivaciones ocultas, y aún ahora con lo que se estaba descubriendo, albergaba un atisbo de esperanza en que ella pudiera dar unas respuestas convincentes a las preguntas y acusaciones que se estaban formando hacia ella con cada nuevo descubrimiento.

- Si conocemos los motivos, Walec, cuando hablemos con Edrec le quedarán mas claros, pero créame que es mucho peor de lo que imagina - le contesta al líder de la guardia, mirándolo a los ojos - mi afecto por Caaniza nubla mis pensamientos y confunde mis prioridades y debo hacerlo a un lado, guardo mis plegarias por ella y que los Valar la protejan, es Sir nuestra máxima prioridad y quien debe ocupar toda nuestra atención ahora- prosiguió caminando con una visible pena en su rostro, su amiga o lo mas parecido a una amiga que tuvo en el último tiempo, no estaba en sus manos y confiaba en la sabiduría de Namo, tanto si se la había llevado con él como si había decidido que aún no era su hora.

-Amon Sarn y Ronniach... sin duda habrán sido lugares fabulosos en otro tiempo, todo indica que ahora es la cuna de este mal. Que casualidad que Edrec haya estado consultándolo por este tema pocos días antes del secuestro, no?- negaba con seriedad en notoria desaprobación y guardó silencio, cada vez estaba mas convencido de la crueldad de la sureña y no quería terminar el día sin sacarle hasta la última gota de verdad a esa mujer.

-Ciertamente, es demasiada casualidad, asintió Cerveth. –Es difícil de comprender qué le podía haber llevado a Edrec a formar parte en tan turbios y malvados asuntos. Desde que la conozco, ha tenido un comportamiento ejemplar. Una mujer de carácter, eso sí. Pero nada que me hiciera sospechar.

No dijo más, porque ya estaba todo dicho. Las respuestas a las preguntas que se estaban formulando en su mente las tendría que dar la propia Edrec en persona.