Partida Rol por web

La Dama Finduilas dio un paso al frente. -El paso que lleva hasta la galería del estanque es demasiado estrecho para la camilla de la niña, pero es posible ensancharlo.

Sus palabras iban dirigidas también a su alumno Tarosh. La hechicera tenía fama de soberbia y altiva, pero ahora parecía más cercana. Incluso se le notaba temerosa o dubitativa. -Mas el poder para hacerlo llamará la atención de nuestros enemigos. Todas las artes arcanas dejan una marca. Ahora no tenemos otra opción, pero no debo volver a usar la magia cuando hayamos salido de la zona del castillo.

Se quedó esperando la respuesta de los demás, y les pidió que se apartasen de la grieta.

Anael asintió. No sabía mucha a cerca de la magia, así que dejó hacer a la dama y se apartó para que pudiera conjurar. Esperaba que fuera rápido y no se notara mucho. No tenían tiempo que perder si querían salir con vida de esa guerra que se libraba ahora sobre sus cabezas.

El joven se acercó a Sir y le tomó la mano. -Eh, ¿has oído? Vamos a sacarte de aquí. Tú descansa, le susurró. A pesar del carácter introvertido de Tarosh, le había cogido cariño a la pequeña. Los dos habían sido escogidos por la mismísima Dama Aylarien para clases particulares, pues ambos poseían un don especial para la magia. Aún así, el poder de Tarosh palidecía en comparación con el de la Dama Finduilas, la hechicera de Dol Caladir.

El joven explorador no estaba del todo convencido pero, por desgracia, no veía tampoco ninguna alternativa. La niña no podría ir en la camilla por un camino tan angosto y, además, sería peligroso.

Asintió con la cabeza las palabras de la Dama y se preparó para lo que pudiera estar por llegar.

Todos dieron un paso atrás para darle espacio a la Dama Finduilas. Ella era de baja estatura, de cuerpo delgado y elegante. no obstante, su porte era regio y parecía agrandarse cuando alzó las manos hacia la bóveda de la galería donde se encontraban. Luego apuntó con los dedos extendidos a la grieta, y pronunció unas palabras toscas y fuertes que sonaron como martillazos en el silencio de la cueva.

-AN POR... AN POR ... ¡AN PORR!, ordenó.

Entonces se notó un temblor, y el suelo se movía bajo los pies de todos y pequeñas piedras se desprendieron y cayeron a su alrededor. Asustados vieron cómo la grieta por donde había ido y vuelto Ragi se ensanchó lentamente en medio de ese temblor durante casi un minuto hasta que Finduilas dejó caer sus manos. Estaba exhausta, y ahora volvió a encogerse.

Ante ellos se presentaba ahora un camino lo suficientemente ancho y que conducía hasta la galería del estanque. En silencio, se prepararon para continuar la marcha, sin saber qué decirle a la poderosa hechicera capaz de manipular incluso las raíces de las montañas.

El arquitecto observó estupefacto el resultado del poder desplegado por la Dama Finduilas. Nunca había visto nada parecido, y tocó la pared rocosa para comprobar que no se trataba de una ilusión o algo temporal. En efecto, el cambio era permanente.

-Así se podría derrumbar cualquier muralla, dijo ensimismado. Luego al ver cómo la comitiva se preparaba para continuar el camino, anunció: -Aquí nos separamos, pues yo únicamente acudí para mostraros la ruta de la salida. He de permanecer aquí, en el castillo. Es mi lugar, y mi legado. Sea lo que sea el final de todo esto.

Les hizo una reverencia a modo de despedida, y se quedó observando cómo desaparecían hacia las profundidades de las cuevas.

Anael y Tarosh cargaron con la camilla de Sir mientras Ragi les guiabapor las cuevas hasta la galería donde se hallaba el estanque de agua, y la salida al exterior.

Tras varias bifurcaciones llegaron al lugar. La profundidad del agua, según había podido comprobar Rag antes, era de menos de un metro en todo el estanque. En el agujero la profundidad era de unos 60 cm, y la apertura era lo suficientemente ancha como para pasar la camilla por allí. Tenían cuerdas para lo que les esperaba después, ya que el descenso por la ladera de la colina presentaba otro desafío.

- El lago no es muy profundo. Podemos hacer pie todo el camino pero debemos ir con cuidado.-dijo Ragi mirando la camilla.-Deberíamos levantarla para que no se moje.

Pensativo el joven explorador decidió que debían pensar en como bajarla por la ladera.

-El descenso posterior será complicado. Necesitaremos usar las cuerdas y tener mucho cuidado con la camilla. Si tenéis alguna idea ahora es el momento. Una vez crucemos la grieta estaremos expuestos.-Continúo convencido.

Anael asintió. No podían mojar los vendajes de la niña o estos no cumplirían su función, incluso podría infectarse sus heridas y empeorar la salud de Sir.

- Vayamos con cuidado levantando la camilla en el agua- coincidió con su compañero de marcha.

- Cuando lleguemos al descenso, con las cuerdas quizás debamos montar una polea...pero eso mejor lo vemos cuando salgamos del agua y veamos el descenso.

Anael se posicionó junto a la cabeza de Sir, y Tarosh y Ragi en la parte de los pies de la camilla, uno a cada lado. La levantaron hasta tenerla a la altura de los hombros. Resultaba extrañamente liviana. Era una niña pequeña y frágil, pero aún así se había aferrado a la vida con una fuerza extraordinaria.

Entraron en el agua, con los alumnos de la Academia primero y Anael en último lugar...

-Nnngh... lobo... ¡Ben!... Cuidado...

Sir pronunció algunas palabras inconexas y por un instante abrió los ojos un poco cuando la alzaron para meterse en el agua. Pero fue para unos segundos, y después volvió a cerrar los párpados, y sus ojos de un color intenso de verde dejaron de ver las cosas del mundo físico, aunque por el movimiento frenético de sus ojos escondidos, y por algunos sonidos que hacía, parecía que estaba soñando o teniendo visiones de algún tipo.

Bajo la atenta mirada de la dama Finduilas, los tres varones cargaron con la camilla y avanzaron con sumo cuidado hasta la grieta que daba acceso al exterior. Allí, la maniobra era más delicada, pues al menos uno tenía que pasar al otro lado para sacar la camilla evitando en todo momento que toque el agua.

- Creo que lo mejor es que pases tú primero.-dijo Ragi a Anael.- Luego pasaré yo y, sujetando ambos la camilla esperaremos a que pase Tarosh para continuar. ¿Qué opináis?

El joven explorador no estaba muy seguro de ello pero lo consideraba la mejor forma de atravesar ese punto crítico. No quería que su protegida acabará mojada por culpa de su torpeza.

Anael miró a su compañero mientras éste hablaba y luego se encogió de hombros.

- Me parece bien- dijo escuetamente Anael y tras ver que Tarosh asentía, pasó a ir en cabeza.

El hombre actuó con suma delicadeza, no quería que todos los esfuerzos que habían realizado se fueran al traste por un inoportuno tropezón en el peor momento.

-Cuidado, indicó Tarosh y apretó los dientes. Pulgada a pulgada, movían la camilla de Sir por el agujero hacia el exterior. El agua les llegaba por la cintura ya que tenían que agacharse para poder llevar a cabo la maniobra. Se tomaron su tiempo, que parecía más de lo que realmente fue.

Lograron pasar a Sir al exterior, y depositaron la camilla fuera del agua, en el pequeño saliente en el que se encontraban. La última en salir fue Finduilas, quien se había subido los vuelos del vestido para no mojar la fina tela. Ahora observaba los alrededores, alzaba la vista por la pared rocosa que tenían encima de sus cabezas, y luego se asomó al borde.

Había una bajada de pendiente inclinada de unos veinticinco metros. Pudieron ver las copas de los árboles que había abajo. En la oscuridad, era difícil ver la mejor ruta para bajar.

Ragi observó el sendero y decidió que debía explorar primero los caminos antes de aventurarse a llevar la camilla por algún lugar intransitable.

- Creo que tendré que hacer una exploración rápida del terreno. No podemos bajarla a ciegas sin saber que nos vamos a encontrar.-dijo el joven señalando la empinada cuesta.

- Podríais asegurar a Sir a la camilla para que no se caiga de la misma mientras echo un vistazo.- terminó el explorador mientras se dirigía al camino para ver cuales eran sus opciones.

- Buenas ideas -concedió Anael a Ragi-. Yo la aseguraré y además buscaré un lugar donde poder pasar la cuerda para que haga como de polea, y así ir soltando cuerda con más precisión.

La vida que había tenido Ananel en Umbar le había servido para aprender algo de los barcos y cómo cargarlos. El hecho de tener que hacerlo a menudo le valió esta vez para saber qué hacer con la niña.

Anael comenzó a preparar la cuerda, o más bien varias cuerdas atadas a distintos puntos en lo alto del saliente de roca. Mientras tanto, Ragi bajó con cuidado por la ladera, tocando incluso el suelo con las manos y casi tumbado con los pies por delante. La cuesta no era excesivamente empinada, pero en la oscuridad no pudo ver el fondo, y había muchas piedras que se desprendían con facilidad.

Finalmente llegó hasta abajo, y creyó haber encontrado la mejor ruta para bajar a Sir. También echó un vistazo alrededor, y no vio enemigos cerca.

Por el tiempo que habían andado por los subterráneos, y la dirección hacia el norte, tenían más o menos claro su posición aproximada relativa al castillo.

Era una zona de terreno muy irregular, sin senderos ni caminos. Pero tenían que seguir la ruta, no podían detenerse.