Partida Rol por web

Las noticias del montaraz lograron que Milzarâk recobrase las esperanzas de volver a ver a su amada. Había partido del castillo pensando que esa sería la última vez que se verían en esta vida, pero ahora empezaba a ver un futuro diferente ante él.

- Saludos amigos, soy Milzarâk y mi compañero el Belzaki. Nos habéis salvado con vuestra ayuda pues lo veíamos todo perdido. El castillo aún aguanta, pues aunque está rodeado por una horda de huargos, hasta donde sé, estos no saben ni trepar por las murallas ni portan escaleras con las que asaltar las muralla - una sonrisa apareció en el rostro de Milzarâk al imaginarse a un huargo intentando subir por una escalera, había recuperado parte del buen humor que solía tener - Vuestro compañero se ha adelantado a hablar con nuestro comandante, el cual se encuentra cerca de aquí luchando con los orcos que atacaban desde el oeste.

El mensaje que portaba Milzarâk para su comandante ya no parecía tan importante, pues la aparición de este nuevo aliado había cambiado totalmente la situación y su pensamiento volvió al castillo.

- Me gustaría hablar con vuestro comandante. Si disponéis de hombres suficientes y le parece bien, me gustaría guiar a un grupo de soldados al castillo para eliminar a los huargos que lo rodean. Mientras mi compañero puede guiaros hasta donde el comandante esta luchando contra el resto de orcos.

-Saludos, intervino el otro hombre que viajaba con Milzarak. -Yo he estado con las tropas de Khoradur todo el día, y hasta ahoar no habíamos tenido nuevas. Hasta que primero llegó Milzarak del castillo, y poco después vimos a Cathael de vuestro grupo. 

Negó con la cabeza acerca de Aelloth, y tampoco le sonaba a Milzarak ese nombre. Luego continuó: -La situación es crítica, así que toda ayuda es bienvenida. Es cierto que Cathael ya ha avanzado con mi compañero Sudwyll, montado en el caballo de Milzarak. Los dos se dirigen hacia la posición de las tropas de Sil Auressë, pero difícilmente van a poder parlamentar. No ha habido apenas respiro en los combates en toda la jornada, y los orcos nos superan en número. Necesitamos hablar con vuestro líder para darle más detalles. 

El montaraz asintió ante la declaración de aquellos hombres, a la vez que añadía:

-Por supuesto, os guiaremos de inmediato junto al capitán Melechtor, pero os advierto que no somos muchos, apenas superamos la treintena, y aunque cada uno de los nuestros vale por cinco orcos, creo que no somos la salvación que buscáis, estamos agotados y hay algunos heridos, mas nuestro coraje está intacto y eso es lo que cuenta ¿cierto? -comentó a la vez que sonreía con un gesto tranquilizador- así que en cuanto a la petición de ir hacia el castillo, si sólo está sitiado, creo que el capitán, al igual que yo, pensará que es mejor destinar todas nuestras fuerzas a la batalla principal -concluyó dando su opinión a la vez que los guiaba de vuelta hacia su grupo.

Mientras se acercaba le hacía señales a Agnor y a los demás de que se acercaran a buen paso.

Theon vio como Seinwin se acercaba hacia el Capitán con las novedades. Tras escuchar se volteo hacia Caldrim e hizo un gesto de aprobación, su hijo estaba demostrando que era mucho mas que un simple escudero. Luego dijo en voz alta a Melechtor - Una buena oportunidad para avisar a Khoradur que no está solo- el dúnedain estaba convencido de la importancia de que el Lugarteniente tuviese toda la información posible para usarla a su favor. Miró al norteño - Agnor, conoces este terreno? Entiendo que la hoguera es o bien una referencia o bien un pedido de ayuda, es así? Si tenemos idea del terreno y de la ubicación de las tropas, creo que podemos encontrar un buen punto para atacar- .

Sintió la sangre calentarse, preparando su cuerpo para la batalla que amenazaba con comenzar de un momento a otro.

Milzarâk lamentó la noticia de que no eran tantos como había esperado. Con tan pocos hombres dividir el grupo sería peligroso. Debía confiar en que las murallas del castillo mantendrían a salvo a Eren. 

- Si sólo 30 de vosotros, han conseguido eliminar al ejercito de Orcos que nos atacaban desde el sur, en verdad valéis por media docena de ellos. Más tenéis razón en que lo mejor será acudir primero en ayuda de nuestro comandante, Khoradur, y luego pensar en derrotar a los huargos.

Esperaba que entre las tropas de Melechtor hubiese tropas a pie, aunque tenía prisa por llegar a su comandante y volver al castillo, no le apetecía demasiado volver a montar a caballo.

Agnor no sabía qué era aquella hoguera, pero sin duda parecía algún tipo de señal. ¿Con qué objetivo? No podía saberlo.

—Debe ser una señal de los hombres de Sil Auressë, pero desconozco lo que indica. Puede ser un punto de contacto, una petición de ayuda, un aviso de precaución sobre ese lugar en concreto... Puede ser un reclamo. Aelloth partió del paso, quizá tuviera éxito en su misión, contactara con los mandos de Sil Auressë y esa señal podría ser para nosotros. Un aviso, un llamado... no sé. No lo sabremos hasta que nos acerquemos. Deberíamos ir.

La unidad liderada por Melechtor estaba formada por veintisiete jinetes en total, pero Cathael, Seidwin y un tercero se habían adelantado para hacer tareas de avanzadilla. Cathael se había encontrado con tres soldados de Sil Auressë, y había seguido cabalgando con uno de ellos, y dos de los soldados a pie, Milzarak y Belkazir, se habían encontrado ahora con Tarbrand y Aaren. Tras un breve intercambio de palabras, el resto de la unidad del capitán Melechtor llegaba en una columna casi perfecta, de tres jinetes de ancho. El capitán se detuvo, y buscó entre la multitud a los hombres de su máxima confianza.

-Milord, dijo el hombre de Umbar a Melechtor. –Soy Belkazir, y mi comandante es Lord Khôradur.

Llevaba una armadura de cuero, y botas de marinero. Parecía fuera de lugar en las tierras altas de Cardolan, de igual modo que su compañero al que presentó como Milzarak.

–Las tropas de Sil Auressë llevan todo el día combatiendo una enorme hueste de orcos, jinetes de huargos y … trolls. Los lideran dos caudillos, uno se hace llamar Zaboht. No es un orco normal. Es más alto que la mayoría de los hombres, fuerte y decidido. El otro líder es Ulog-Plak, un orco viejo y cojo montado en un huargo. A pesar de la valentía de los defensores, nos estaban empujando hacia el río.

El soldado dibujó un sencillo croquis en la tierra.

Era lo último que sabía Belkazir. Ante el empuje de los orcos, Khoradur había decidido hacer un contraataque aprovechando las horas de luz que quedaban. El objetivo era formar un nuevo frente a la derecha de los orcos, para tener la ruta de retirada hacia Sil Auressë despejada.

Belkazir no sabía cómo había avanzado el combate, y en qué situación se encontraban ahora. También confirmó que la torre en llamas cerca del campo de batalla era obra de los orcos.

-No soy un lord, le dijo el capitán y sonrió. El mapa le daba la información que necesitaba, y el cielo le indicaba que el día ya terminaba. –Cargaremos con la última luz de este día, desde aquí…

El capitán se quedó pensativo. Se le notaba cansado y agotado por las jornadas de viaje y de lucha. Pero su concentración era máximo. Se necesitaba un último esfuerzo. Tenían la victoria y la gloria al alcance de la mano, a pesar de que él no era un caballero. Había sido marinero, como Belkazir y Milzarak, aunque de los mares del Norte.

-Tenemos los hombres, tenemos las lanzas y las espadas. Tenemos la ventaja de la sorpresa. El enemigo espera la segunda hueste llegando por el sur. ¡Pero aquella hueste se quedó en el Paso! Y en vez de más orcos, llegará Garan Gwalorn! ¡La Tempestad! Y empujaremos a los orcos al río hasta teñirlo de rojo.

Sin tiempo para perder, Melechtor les explicó su plan. Era una carga a velocidad máxima, aprovechando la sorpresa. Los jinetes se formarían primero en tres filas de unos 10, con buenos jinetes en la primera fila, y algunos de los hombres de más confianza en la última. Así se mantenía compacta la unidad, y los heridos y los jinetes menos expertos irían en la fila del medio, junto a otros como el capitán o Theon.

A la señal del capitán, cuando el enemigo ya los ve llegar, la última fila se parte y ocupa las posiciones a los lados de las filas primeras. Allí estarán Agnor en un lado y Tarbrand con Aaren en el otro.

Hay un caballo de más que será para Belkazir. En cuanto a Milzarak, tendrá que compartir montura con Eärnil, quien lleva un caballo fuerte.

El montaraz asintió ante el plan de su superior, sin duda el efecto moral de ver aparecer a un grupo de enemigos por donde debían aparecer los refuerzos orcos sería un gran golpe para el enemigo; y en el peor de los casos al menos podrían facilitar la retirada de los hombres de Sil Aurssë.

Así pues, Tarbrand añadió:

-Lograremos que este día quede marcado en los anales de la historia, como unos pocos consiguieron derrotar a la inmensa marea orca; ¡haremos que esas viles criaturas no vuelvan a pisar estás tierras tranquilas! -exclamó a voz en grito alentando también a sus compañeros.

Milzarâk se alegró cuando le dijeron que compartiría caballo con Eärnil, así no tendría que preocuparse de intentar controlar a esas malditas bestias. Él estaba acostumbrad a luchar en las cubiertas de los barcos y aún no se había habituado a luchar a lomos de un caballo. Asintió a las órdenes que daba el capitán y una vez finalizadas se acercó a Eärnil:

- La lucha a caballo no es lo mío Eärnil, una vez que finalice la carga y se frenen un poco los caballos aprovecharé para bajarme y unirme a la lucha junto con los hombres de Khoradur.  Montado sólo te seré un estorbo, mientras que a pie mi acero servirá para algo.

Las consignas de Mellechtor parecían contentar a todos.

Por mi parte estaba más que satisfecho. Compartiría la carga con Tabrand a mi izquierda, y no muy lejos a mi derecha se encontraría mi amigo. El sombrío montaraz había demostrado sobradamente su valía y era aparte de Theon, aquel con quien había compartido más momentos en las ultimas horas...Horas, repetí con cierta incredulidad en mi cabeza...
En efecto tan solo habían pasado algunas horas desde nuestro primer encuentro en la granja de Huargos, pero desde entonces, todo se había desarrollado a un a velocidad de vértigo , tanto era así, que el cansancio y la tensión hacían parecer días o incluso semanas aquel corto espacio de tiempo.

A medida que tomabamos posiciones y la marcha daba comienzo, los nervios empezaban a notarse sobre el inquieto piafar de las monturas...

Procura no alejarte tras la primera carga...le dije a Tarbrand que era quien cerraría la formación de la segunda linea en el flanco izquierdo. Si te ves aislado por el enemigo no podré cubrir tus espaldas esta vez... Estaba seguro que el Montaraz conocía muy bien su cometido y aquella solo era una forma de mostrarle mi complicidad.
...y no me gustaría ganar nuestra pequeña apuesta demasiado pronto. Terminé sonriente para evitar que aquel cándido momento se alargase en exceso.

Tras ello me volví a la derecha y busqué a Theon con la mirada. Cuando por fin nuestros ojos se cruzarón, no tuve más que asentir con la cabeza para trasladarle mi mensaje. Permaneceré vigilante durante la carga...si estas en peligro o necesitas mi ayuda, solo has de gritar mi nombre amigo.
Esperé a que me devolviese el gesto y di unas palmadas en el lateral del pescuezo de mi montura mientras me inclinaba sobre su oido para susurrarle: Shhh!!...vamos amigo, el momento se acerca. Si consigues guiarme hasta la luz al final de las sombras yo prometo mantener esas malholientes fauces de Huargo alejadas de tu rostro ...¿trato hecho?

Una ligera brisa sopló entonces desde el Oeste, cargada de aires renovados y perfumes portadores de esperanza. Inspire profundamente para atesorar aquella cálida sensación y me concentré visualizando la carga en mi cabeza.

Wellard maniobró su caballo para tomar posición al frente de la formación, justo delante de su capitán. Era el lugar más peligroso en una carga frontal, pero tenía a su lado a dos Jinetes de Acero: Caldrim a su izquierda y Bakar a su derecha. Caldrim y Bakar no eran soldados de Lord Echorion, pero en aquel momento, con el sol ya escondiéndose en el Oeste, y a punto de cargar contra otra hueste orca, el sargento Werlard no podía estar más agradecido al capitán Melechtor por haberles dejado formar parte de esta misión.

-Caldrim. Bakar. Es un honor cabalgar con vosotros una última vez.

Bakar soltó una sonora carcajada, y se ajustó el yelmo y comprobó rápidamente algunas partes de su armadura. Era su rutina previa al combate, y lo hacía de forma instintiva. -El honor es mío, Werlard.

Miró un momento el ribete rojo que portaba el sargento en su antebrazo, igual que la mayoría de los jinetes de la unidad. Les identificaba como hombres leales a la causa de Echorion, el Príncipe Desterrado de Girithlin. Bakar no portaba símbolo alguno desde hacía ya muchos años. Los Jinetes de Acero eran una unidad de mercenarios, aunque en aquellos tiempos en Cardolan, a menudo los que luchaban por el oro eran más nobles que los que lo hacían por juramente o por obligación. Al menos los mercenarios podían elegir a quién servir.

-¡CALDRIM! ¿Estás listo? Se oye por allí que ya estás demasiado viejo, que ya no puedes blandir tu "lanza" como antes, gritó y se agarró con la mano la entrepierna.

-Soy más joven que tú Bakar, le contestó riéndose. -¡Lo que no sé es cómo te han dejado en primera línea!

Los dos habían estado en muchas batallas juntos, y ambos sabían que cualquiera podía ser la última. Pero era lo que sabían hacer, lo que siempre habían hecho. Se sentía afortunado de estar en la unidad de Melechtor para esta contienda. Melechtor era un buen capitán: flexible y astuto, y contaba con excelentes guerreros, exploradores y oficiales. Por el camino, se habían unido hombres de distinto origen por diversos motivos, pero el capitán había logrado convertirlos en una sola unidad.

Alzó la voz para todos: -¡Cargamos con fuerza! ¡Formación cerrada!

Era importante que la última fila, donde el capitán sabiamente había colocado muy buenos jinetes, empujara a los de la segunda. -Detrás del enemigo hay un río. Creo que tiene un barranco o algo de pendiente. Si véis algunos orcos caer, tenéis que cambiar de rumbo de inmediato. ¡Carga y la derecha! Después de la primera carga, intentaremos reagruparnos en ese lado.

Era la ruta hacia Sil Auressë. Lo importante era no dividir la unidad en dos si la carga lograba perforar toda la hueste orca.

-¡Agnor! ¡Theon! Atentos a las señales.

Caldrim confiaba en el norteño en el flanco derecho. Era seguramente el mejor jinete, y tenía que pivotar la unidad llegado el momento. Theon estaba en el centro, y su agudeza táctica les podía servir una vez más.

Eärnil gira la cabeza para que Milzarak le oiga bien: "Cuando empiece la carga agárrate con fuerza... pero si te agarras muy fuerte tendrás que pagarme un ronda... no soy de ese tipo de chicas". Su sonrisa desaparece al fijar la mirada al frente. Le disgusta la idea de estar en la posición para los heridos e inexpertos, pero entiende los galones de aquellos que se encuentran en posiciones preferentes. Aunque una pequeñísima parte de la victoria anterior se debió al plan que había desarrollado junto a las milicias de Sil Auressë, no estaba nada contento con su desempeño en la batalla propiamente dicha... "Espero que esta vez si esté al nivel de la situación" Respira profundo y repasa mentalmente las órdenes recibidas.

Agnor se había equivocado. Había supuesto que la hoguera era una señal de los hombres de Sil Auressë, pero era, en realidad, una señal de los orcos. Supuso entonces que podría ser una señal para el ejército del sur que esperaban, una llamada, un aviso. Si eso era cierto, se podían llevar una sorpresa: ese ejército no iba a llegar, sino quien lo había derrotado, los Garan Gwalorn. Era poético y era justo. Era lo que necesitaban, cogerlos por sorpresa y por retaguardia.

El capitán explicó su plan de ataque. Era una disposición que aprovechaba al máximo la fuerza de choque, el peso y la velocidad de la caballería. Caerían como un martillo contra la hueste orca. Atrapados entre dos enemigos y el río, los orcos podrían enloquecer, caer y huir en desbandada. Al menos, el primer impacto podría ser brutal.

Todo dependía de la buena ejecución de la maniobra. Su posición en la retaguardia no era casualidad. Se sabía buen jinete, y del mismo modo que guió el camino de Tarbrand mientras dormitaba, así tendría que guiar y presionar con su simple presencia cabalgando a la fila que tenía delante. La segunda fila, la más débil, sentiría el apremio de no perder la distancia con la primera fila, y al mismo tiempo el empuje de la tercera, aquella en la que estaría Agnor.

Conseguida la velocidad, tendría que maniobrar y acelerar para ponerse en posición de vanguardia, justo donde se decidiría todo.

Asintió a las palabras de Caldrim mientras se ajustaba bien los cintos y las correas. Aquella sería la última carga. Quizá, por fin, la definitiva.

—A la derecha, entendido.

Theon había preguntado por el terreno y las tropas mientras observaba la hoguera junto a Agnor, y la respuesta vino de la mano de dos hombres, Belkazir y Milzarak, ambos leales al renombrado Khoradur. Las novedades no eran alentadoras, pero Melechtor supo encontrar la ventaja en la situación y ordenó a las tropas del modo adecuado, preparando un ataque que desorientase al enemigo y permitiese que las fuerzas se reagruparan rumbo a Sil Auresse. Escuchó los detalles del plan y asintió en aprobación, nuevamente el Capitán lo ubicaba cerca de él, en el centro del grupo, desde dónde podía aprender de la batalla y aportar su visión. Él viajaría mas lento, portaría el estandarte quemado de los líderes orcos y el yelmo del héroe enano, su valía no estaría en el combate sobre la montura, y en eso sintió que tenía algo en común con el joven, Milzarak, sin embargo había mas que acero tras la batalla y eso recaía sobre él, al igual que había sucedido horas atrás.

- La hoguera es el llamado del ejército enemigo, si acudimos con el estandarte en lo alto, puede que el enemigo se relaje el tiempo suficiente como para acercarnos. Para cuando descubran que no son huargos sino caballos los que se acercan, ya estaremos avanzando sobre ellos - dijo, tratando de sumar alguna ventaja adicional al plan de Melechtor - Por cierto, Capitán, si me permite, prefiero que a mi lado avance Belkazir*, me interesa lo que pueda contarme sobre las fuerzas aliadas y los líderes enemigos - dijo a modo de petición, confiando en que el hombre de Echorión le concedería ese detalle. La victoria anterior había tenido mucho que ver con la caída de los líderes de la horda, y en esta ocasión tal vez volviesen a necesitar de la misma suerte si querían defender la aldea con eficacia.

Tras terminar de elaborar el plan, surgieron las palabras de aliento de un equipo motivado y dispuesto a dar la vida por una causa que iba mucho mas allá que las banderas o la política. Aaren hizo un gesto que comprendió y le devolvió en silencio, ambos se apoyarían esta vez, estarían muy cerca el uno del otro. Tarbrand y Agnor estaban dispuestos así como los jinetes de acero. Tras la primer carga se reagruparían a la derecha había pedido Caldrim, si Theon haría alguna diferencia sería recién a partir de ese momento y no antes, así que obedeció el comando - A la derecha, tras unos cuantos orcos despedazados en el camino! Sentiran el aliento del Garan Gwalorn en sus espaldas!- contestó con entusiasmo.