Partida Rol por web

Todos le escucharon en silencio, atentos. No le interrumpieron ni una sola vez. A medida que avanzó el discurso, Ayla notaba como les llegaba con sus palabras. Sus rostros estaban serios, emocionados. Fëamirë y Teletasarë los que más. Al mencionar Gondolin y Ost-in-Edhil, se les vio incómodos, Lalaith incluso algo molesta por mencionar algo que los noldor consideraban suyo, su pasado, su dolor. Pero el resto lo habían entendido, y habían compartido la compasión, el valor… el amor de Ayla por unos ideales, por las personas.

-¿Quién nos iba a decir que en vez buscar consejo nos los des, Ayla, le dijo Helkama sonriendo con emoción. Bebió un poco de agua para que no le fallara la voz, y siguió de forma solemne: -son palabras muy sabias las que has pronunciado…

-Antes que sigas, mi pequeño amigo, interrumpió Elenril que parecía estar meditando algo, -¿es que ha habido una guerra civil en Gondor? Siempre soy el último en enterarme de todo…. Algunos de los presentes se reían, pero Elenril seguía serio. El ambiente se relajo un poco, y su hermana le explicó que les llegaron noticias hace un par de siglos de la Lucha entre Parientes en el Reino del Sur, que al parecer no había escuchado Elenril.

-¿Podemos seguir?, preguntó Helkama, y continuó: -aquí no podemos obligar a nadie a hacer algo que no quiera, ni dejar de hacer algo que su espíritu anhela, siempre que no ponga en peligro el bienestar de Amon Lind. Debemos estar de acuerdo todos para difundir nuestros conocimientos a personas de fuera. Ayla, debes comprender que hemos disfrutado de más de tres milenios de paz. Hubo guerras al principio, y vencimos gracias a Súlkano y Zelene, pero las superamos, y nos encantaría poder disfrutar de otros tres milenios de paz.

-Pero ella tiene razón, interrumpió Fëamirë. -La forma de mantener la paz es que le ayudemos a eliminar lo que nos amenaza. Ella acude aquí para aprender los secretos que usaba Zelene para vencer en su día al enemigo, que ahora de nuevo está acechando… Secretos que hemos guardado, pero no todo lo que se guarda aquí es de nuestra obra. Os puedo confirmar que el Orbe que había en el Templo de la Justicia, efectivamente, era el que temíamos. No creo en casualidades. Si el Orbe había llegado hasta nuestras puertas, es porque el enemigo tiene sed de venganza, y nosotros seríamos su primer objetivo.

Teletasarë dio su opinión: -si lo que nos cuenta Fëamirë es cierto, ahora parece que nuestro enemigo de antaño nos amenaza de nuevo, como un fantasma que nos persigue a través de los siglos. ¿Qué debemos hacer? ¿Qué podemos hacer? Usando las palabras de Ayla, ¿qué haríamos en caso de que el enemigo nos ataque?

-En el pasado vencimos gracias a Zelene y Súlkano, contestó Elenril. -Aún le tenemos a él, el más poderoso entre nosotros.

-Sí, quizá el más poderoso…, comentó Lalaith, -pero ni siquiera se ha molestado en acudir a este concilio. Desde siempre ha sido un solitario, que va por libre. Quizá deberíamos pensar en alguno de nosotros, aquí presentes, para liderarnos en caso de guerra. Y también son poderosos, por ejemplo tú Helkama.

-Soy lo suficientemente poderoso como para entender la diferencia entre Súlkano y yo, o entre él y cualquiera de los aquí presentes. Es un genio, a pesar de su carácter algo difícil a veces. Súlkano no está aquí porque lo que aquí se decide le condenará o le salvará. Su destino está ligado a este tema. Tenemos su vida en nuestras manos. Él sabe que si llega a suceder lo que Ayla trata de evitar… Si nuestro ancestral enemigo regresa, y nos ataca, el que estará en el muro esperándole será él. Y a quién buscará el enemigo es a él. Os recuerdo que fue Súlkano quien le destapó en Ost-in-Edhil.

-Súlkano no podrá vencer solo, por muy poderoso que sea, dijo Fëamire. -No puede, ni tiene por qué. No puede, porque su magia no es la adecuada para vencer. Súlkano nos necesitará a todos, y enfrente tendremos a todos los que convoque el enemigo. Será una nueva guerra, que supondrá el fin de Amon Lind, aunque ganemos. Tenemos la oportunidad de evitar esta guerra antes que empiece, y dejar que Ayla intente arreglar lo que antaño salió mal.

-¿Y Moranar, acaso no es también hechicera poderosa?

-No sé si será poderosa o no, pero tampoco está aquí presente, apuntó Lalaith. -Mi pregunta sigue siendo por qué debemos apostar por una recién llegada. Los dos que son los principales valedores de Ayla son los más aptos para la guerra. Y están ausentes.

-Te entiendo, Lalaith, dijo Helkama, y añadió: -lo que sucede es que Moranar es hechicera de fuego, y por lo tanto nos ha pedido nuestra ayuda para iniciar a Ayla para que asimile los conceptos que ella ha interiorizado de otra forma, para luego seguir ella con la instrucción. Ha decidido no estar presente para permitirnos discutir el tema con libertad. El vínculo entre maestro y aprendiz es sagrado. Normalmente un maestro solamente tiene un alumno de verdad, en estos niveles, en toda su vida. Se pueden enseñar los principios, las bases… Pero el conocimiento superior siempre llevará el sello personal del maestro, de la misma forma que las obras y objetos que creamos. Pero va más allá, para muchos, se trata de esa única obra que jamás se podrá volver a repetir. Porque para todos, hay siempre algo que sólo pueden hacer una vez, y luego el corazón ha de descansar. Será la gran obra de Moranar, y ella está ansiosa de emprender ese camino. Y ha elegido a Ayla.

Teletasarë se levantó de su silla, y dijo: -Ayla podría ser nuestra obra común… No comprendo el fondo de la discusión… Si enseñamos a Ayla, si le indicamos el camino, si aprende… Y luego Moranar completa su formación. ¿En qué nos puede perjudicar? Ella ha acudido aquí voluntariamente, dispuesta a enfrentarse a una tarea que puede costarle la vida. Ella dice que no tiene nada que perder… No obstante, dudo que sean pocos que la echarán de menos. Durante su vida ha ayudado a mucha gente, ha tocado el corazón de muchas personas. Ahora ha optado, gracias al libre albedrío que le ha sido concedido en nacimiento, ha optado por un camino que le llevará a enfrentarse a un mal que venció a Zelene. Y ahora nosotros dudamos entre enviarle a su destino preparada o no. ¿Cómo podemos dudar, cuando su derrota también sería la nuestra, y cuando su victoria también sería la nuestra? Porque si ella vence, podremos disfrutar de nuevo de la paz que ahora está amenazada.

Helkama le observó a Teletasarë con profundo respeto y amor en sus ojos. Luego recuperó la compostura, y miró a los presentes. El silencio se hizo largo.

Lalaith parecía la única que aún no estaba convencida. -Nos perjudica en que no queremos interferir en el mundo de allá fuera, queremos seguir en paz. Os recuerdo a todos, y se lo digo a Ayla también, que no interferimos por ser demasiado poderosos. No interferimos porque no queremos repetir los errores del pasado. Si divulgamos nuestro conocimiento, llamaremos la atención. Amon Lind no es una escuela, ni es una biblioteca donde acudir en caso de necesidad. Tampoco acepto de buen grado que necesitemos a una avari para salvarnos, simplemente no me convence ese argumento. Y que no estén presentes ni Súlkano ni Moranar, me hace pensar que tampoco lo tienen tan claro como algunos de aquí presentes nos han querido hacer ver. Si Moranar la quiere instruir, que lo haga lo mejor que sepa. Pero nada más.

Nadie dijo nada

De repente una voz nueva surgió de detrás de Ayla…

-Si ninguno de aquí presentes se ofrece, yo le enseñaré y Ayla será mi alumna. Era la voz de Súlkano que en algún momento había entrado en la sala sin ser visto. Estaba junto a uno de los fuegos mágicos que calentaban la habitación, mirando a su halcón artificial sin mirar a ninguno de los allí presentes. De su mano derecha surgió una luz poderosa que alcanzó el halcón, apagando suavemente todas las demás luces de la habitación.

-El poder de la Senda del Aire puede servir para entender el de la Luz, porque la Luz corta el Aire como si fuera un cuchillo, dijo para sí mismo. -Y el Aire alimenta la Luz, creando más… Invirtió el sentido de la corriente mágica, y la Sala se iluminó de nuevo.

-¿Tú, Súlkano, la cogerás como tu alumna?, dijo Lalaith incrédula, -¿a ella, después de haber rechazado a tantos, incluso a algunos de los aquí presentes?

-Sí. Yo no he creído en muchas cosas en mi larga vida. Pero creo en ella. Veo a Zelene en ella, pero hay algo más. En otra ocasión discutiremos lo que supone la posible regreso de Zelene. Todos conocemos el Decreto de Finwë y Miriel. Pero no es el tema de hoy. Ayla puede lograr lo que Zelene no pudo. Es hora de tomar partido