Partida Rol por web

-Debemos pasar hacia el norte, para encontrar una barcaza para cruzar el río Baranduin. Esto nos llevará cerca de Minas Girithlin y de sus guardias. Podríamos dirigirnos hacia el sur por precaución, aunque nos alargaría el camino hacia nuestro destino. ¿Qué opinas?

-No debemos tardar demasiado, ya me he demorado bastante en Suduri y no sabemos si hay alguien que nos lleve la delantera, pues no soy la única que busca a tu dama, así que... 

Mientras hablaba, Ayla hizo un repaso mental de los pergaminos que llevaba, dado que no quería exponerse y un hechizo de pergamino era casi imposible de detectar. Recordaba que tenía dos de invisibilidad.

-Si encontramos a los guardias y nos pueden suponer problemas me avisas y debes dejarte hacer por mi, pues serás tan transparente como el viento tú y todo lo que te rodee en 30 cm, y así será por un largo tiempo, mientras no recibas un duro golpe, ni ataques, pero debemos hacer un pequeña cuerda que rodee nuestras muñecas y permita que no nos separemos y que ademas no mida mas de 60 cm para que tu aura y la mia también la hagan imperceptible. En ese estado yo te seguiré a donde me lleve la cuerda que irá atada a tu muñeca. Si crees que tardaremos menos de un dia en cruzar dicho territorio podemos hacerlo ya directamente y no esperar a un encuentro desagradable. ¿Tienes alguna objeción?

Lo preguntó sinceramente, mientras sacaba un pedazo de cuerda (no de la élfica) para cortar un trozo que cumpliera las medidas a ojo. Ante la duda la dejaba un poco más corta, y así hizo algo parecido a unos grilletes con ellas para pasárselas por las muñecas y le indicó que revisara los nudos. Cuando todo estaba listo, siguieron avanzando de acuerdo a lo planeado mientras Ayla tenía los pergaminos a mano por lo que podía pasar.

Excepto si Muryelle dijera que iban a tardar menos de un dia en atravesar las tierras y prefería que lo hicieran ya.

Además le preguntó qué propiedades tenía el musgo debla, si las conocía y en cualquier caso, a Ayla le gustaría recoger unos puñados de musgo para analizarlos más detenidamente, aunque no esperaba que tuviera propiedades especiales, dado que como decía, en estas tierras abundaba, y eso no ocurría con las cosas buenas...

Muryelle le escuchó con atención, y de vez en cuando miraba alrededor para asegurarse de que no había nadie cerca. -No tengo objeciones a tu plan, le dijo en voz baja. Para la mayoría, el uso tan abierto de la magia evocaba temores y miedos a lo oculto, oscuro, peligroso. En caso del acompañante de Ayla, durante sus años de servicio a la Dama Finduilas sin duda había visto cosas que otros plebeyos ni siquiera habían soñado. Pero al mismo tiempo justamente esa búsqueda de poder oculto fue en gran medida la responsable de la caída de Finduilas.

Se pusieron en marcha con el plan, y prepararon la cuerda y Ayla tenía los pergaminos listos. Iban a ser unos días de viaje.

Ayla se paró a mirar el musgo debla. -Sirve de alimento para los numerosos rebaños de ovejas. No tiene más propiedades.

Avanzaron tranquilamente por las tierras que rodeaban a Minas Girithlin. Tras varias horas de viaje llegaron a la zona más transitada y donde había varios cruces de caminos. Antes de tomar uno de los caminos, Muryelle consideró que era un buen momento para poner en marcha el plan previsto. Se escondieron de miradas furtivas y Ayla lanzó los hechizos de invisibilidad con los pergaminos.

Siguieron el camino cada vez más cerca de la torre, pero ya mirando hacia el norte. Andar juntos sin verse requería una cierta coordinación, y tuvieron que agradecer que había poco movimiento de personas y guardias porque de vez en cuando alguna parte de su vestimenta, equipo o la cuerda se hacía visible durante unos segundos. Además, el efecto borroso de los cuerpos les obligaba a moverse muy lentamente si había posibilidad que les estaban mirando. Tampoco dejaron de hacer ruido, así que toda precaución era poca. En caso de ser descubiertos, sin duda iba a causar una gran conmoción en esta gente. Con todo eso, era un método muy bueno para pasar desapercibidos por delante de los guardias que en general parecían estar con los ánimos por los suelos, medio dormidos o incluso borrachos.

Escucharon trozos de conversaciones sobre éxodo de personas, decadencia general, descontento por impuestos de guerra cada vez más altos, servicio en la milicia que se prolongaba durante años y años, falta de mano de obra en los campos y para cuidar los rebaños… En definitiva, un panorama desolador.

Hacía ya tiempo que Ayla no había estado invisible durante un largo período. Notaba las formas de las personas algo más borrosas, como si fueran sombras proyectadas a su realidad. Experimentaba una percepción algo aumentada, más allá de la simple vista. No era como entrar en el Mundo de los Sueños, era más como un estado intermedio entre distintos planos. Eso le permitía ver algo curioso junto a la torre de Minas Girithlin. Un grupo de tres sirvientes o plebeyos parecían estar haciendo trabajos de jardineria en los alrededores de la torre. Estaban excavando y podando, pero cuando pensaban que nadie les veía, uno de ellos abrió un saquito y dejó caer disimuladamente algo en el hoyo que habían excavado y lo tapaban con rapidez.

Ayla se paró y le dijo a su compañero que hiciero lo mismo. Los miraba con atención y podía ver que no eran simples plebeyos cardolanii. Parecían pertenecer a algún pueblo primitivo, y el saco llevaba simbología de los beffraen de Rast Vorn. ¡También observó que lo que enterraban eran huesos! Al mismo tiempo, al otro lado de la torre, vieron a dos guardias junto a una hoguera y estaban llevando una mesita de noche y la tiraron a la hoguera. También lanzaron algunos utensilios de madera y golpeaban sus manos y se frotaban y golpeaban las manos como tratando de alejar los malos espíritus.

Ayla se acercó un poco a Muryelle y le dijo en voz baja: -¿qué ha pasado en estas tierras? Parece que alguien de alto linaje haya muerto, o alguien importante. Veo soldados quemando muebles personales y haciendo gestos como tratando de alejar algo, así como a los antiguos beffraen al amparo de la confusión enterrando huesos al albor de la torre. ¿Qué ocurre en estas tierras?

-Ignoro qué está sucediendo aquí, le susurró Muryelle, -pero no parecen muebles personales… Una mesita de noche sí, pero también veo un taburete, utensilios de cocina, juguetes. Objetos muy diversos y aparentemente sin relación, salvo que causan un cierto nerviosismo en los guardias.

Se quedó mirando los beffraen. -No me había fijado en ellos. Efectivamente, podrían ser descendientes de los indígenas de Rast Vorn. ¿Podrían estar haciendo o preparando algún tipo de ritual o maldición?

-No conozco sus costumbres o rituales, pero podria ser cualquier cosa. Sea lo que sea, no parece que las cosas esten bien por aqui... Se avienen malos tiempos por estas tierras... Deberiamos acelerar la marcha, la inestabilidad se palpa en el ambiente y podria perjudicarnos.

Echaron un último vistazo a la torre de Minas Girithlin, hogar de una de las familias dúnadan más antiguas de todo Arnor. Aligeraron el paso rodeando la torre pero manteniendo la distancia. Ayla notaba una fuerza arcana emanar del medallón que le había hecho llegar Pelenwen. Había reaccionado ante algo, y parecía querer protegerle a su portadora. La fuerza que emitía el objeto era intensa durante unos segundos, pero bajó de intensidad con cada paso que les alejaba de Minas Girithlin.

Tenía la premonición de que algo terrible estaba a punto de suceder en estas tierras. Alguna fuerza ancestral estaba actuando aquí, un peligro del que no parecían estar conscientes los señores de Girithlin. Los beffraen de Rast Vorn habían aguardado su venganza durante siglos. Ahora la Casa de Girithlin estaba debilitada.

No estaba en las manos de Ayla ayudarles en aquel momento. La inestabilidad se palpaba en el aire. Se centraba en las fuerzas mágicas que les rodeaban. Sentía como los espíritus salvajes y llenos de odio se aguardaban en la oscuridad. Se estaban despertando, preparándose. Estaban muy activos. Centraba su atención en el medallón. Parecía generar una esfera invisible a su alrededor que imedía el paso a estas fuerzas. Pero era algo más que una esfera inmóvil. Daba la sensación que reaccionaba ante el fluir constante de las energías y de las amenazas. Su fuerza era limitada, aunque Ayla creyó que en caso de necesidad ella tal vez iba a poder intentar entregar parte de su poder al objeto. Aunque seguramente eso le obligaba a mostrar tu aura y perder su invisibilidad. No obstante, era interesante el poder del amuleto.

Ayla puso la atención a las corrientes mágicas, así como intentó percibir de alguno tales fuerzas y si les eraen hostiles para no estar desprevenida, mientras cogía con una mano el medallón sin quitárselo del cuello. Le dijo a Muryelle: la Casa de Girithlin está en peligro, pero no está en nuestras manos ayudarla, nuestro cometido es más importante y ello implique tal vez que dicha noble y antigua casa, capitule. Aunque en los tiempos más oscuros siempre puede nacer una nueva fuerza que asista al débil, son pocos pero se forjan en tales situaciones desesperadas. Pero no podemos verlo, ni asistirlo... Quien sabe si tu noble Dama decide nacer a la Luz en ésta tierra... Sólo los Valar saben lo que ocurrirá. Aceleremos la marcha pues. Se están moviendo otras fuerzas para las que tal vez no pasemos tan inadvertidos...

Dejaron atrás las tierras que rodeaban Minas Girithlin. Tras varias horas de viaje pararon a descansar, ya sin la esfera de invisibilidad.

Ayla notó a Muryelle pensativo ante el futuro incierto de la Casa de Girithlin. -El tiempo de los dúnedain se está acabando. Hallas de Dol Tinare, Pelendur de Tyrn Gorthad, Finduilas de Dol Caladir… Y ahora la Casa de Girithlin también corre peligro. Mi padre me dijo en una ocasión que los dúnedain son el pasado de Cardolan, pero que el futuro de estas tierras estará en manos de los antiguos plebeyos. El Rey Lanaigh de Saralainn, los Cantones de Faerdor cerca del Ángulo, y otras tierras fuera del control de los Hombres Altos parecen salir adelante, aunque no sin dificultad. Puede que sea tiempo de cambios, de nuevas alianzas, de nuevas esperanzas… aunque todo lo que se ve es muerte, destrucción, guerras mezquinas, desesperación y apatía.

-La fuerza de los dúnedain mengua. Quizá ellos sean los principales culpables de su caída. Pero no quita a que fueron también los grandes creadores y artífices de lo que ahora es Cardolan. La historia de estas tierras se ha escrito con las espadas y con la sangre de Oesternesse.

Los días siguientes pasaron sin contratiempos. Apenas vieron gente en una región en teoría poblada.

Los días siguientes pasaron sin contratiempos. Apenas vieron gente en una región en teoría poblada. -La actividad de los yacimientos de ámbar parece haber frenado. Siempre han sido la base de la riqueza de Girithlin, dijo Muryelle con voz abatida. -Estamos ya cerca de las riberas del río Baranduin. No se escucha porque es de caudal muy lento. Allí tendremos que cruzar al otro lado. Intentaré conseguir un pase en una barca pequeña en vez de usar el transbordador. Una vez al otro lado ya estaremos cerca…

-Los dúnedain se confiaron en su grandeza, y es una raza dormida que debe despertar. Han hecho grandes cosas y esa grandeza no se ha perdido, está latente, adormecida, esperando su nuevo momento de esplendor y hay que ayudarlos a rescatar dicha grandeza a que sean conscientes de que no han perdido su fuerza de antaño, sino que han caido en una apatía de la que deben ser sacados y necesitan ayuda. Y eso es una de tantas cosas que intentamos hacer. Por eso vamos por tu Dama, para intentar "despertarla"...

-Aplaudo tu entusiasmo, Ayla. Ojalá la grandeza de los dúnedain perdure más allá de estos tiempos, aunque con cada estación quedan menos y su sangre mengúa. Podrían aportar alivio a los males de Cardolan. Sobre mi Dama, no albergues demasiadas esperanzas. A veces lo que más necesita una persona es la paz, el descanso, el olvido… No diré más sobre ella, ya que me ata un voto. Pronto la verás.

El camino les llevó a seguir el curso del Río Baranduin hacia el noreste hasta el pueblo de Carenthel, que según Muryelle era un centro importante aunque nunca había sido un considerado un gran puerto.

-Aquí encontraremos a algún ribereño que nos pueda ayudar a cruzar el río.

Carenthel era un pueblo rodeado por un muro de piedra, algo poco usual en Cardolan para un pueblo tan pequeño. Tanto Carenthel como las casas que lo rodeaban presentaban un aspecto seguro, pacífico y de cierta afluencia de personas. Su llegada pasó desaparecibida y Muryelle localizó la posada del Salmón Saltarín, de dos plantas. Una vez dentro, Muryelle se acercó para hablar con el posadero. Su nombre era Durlac, pero al que estaba buscando Muryelle es a un tal Eolir, un ribereño conocido en el pueblo. Por desgracia le informaron que está faenando y que no se le había visto en unos días.

-Podríamos arriesgarnos con otro ribereño, aunque preferiría uno de fiar, le comentó en voz baja Muryelle. -O también podríamos acercarnos hasta la orilla del río en un punto tranquilo, quizá se pueda cruzar a nado. No hay mucha corriente en esta época del año. ¿Qué te parece?