Partida Rol por web

Ayla volvió a Sil Auressë con todos, pero cuando estaba cerca del mercado se detuvo y les pidió a todos que le dispensaran y que le esperasen en la Sala de reuniones. 

-En breve me presentaré.

Una vez se habían marchado, ella se quedó sola en pie, observando a todo el mundo, el bullicio de los constructores, los comerciantes tratando de vender su mercancía, los soldados entrenando, los alumnos de la Academia... Ella no era Zelene, y éste era su camino. Era una guardiana de la luz, y su fëa estaba impregnado de Zelene, de Hilde Sikelion, de Sil Auressë, de su hermano, de Finduilas, de Esthel, de la Dama Galadriel, de Alam, de Gynn, de Baldakur, de Curudae...

Zelene y Ayla tenían muchas cosas en común, pero Ayla había añadido una variante en el juego del destino, un pequeño matiz que le daba fuerzas y esperanzas. No podía fallar, no podía dejarlos solos... Giró sobre sí misma observando todo lo que le rodeaba, y se dirigió hacia la Sala de Reuniones.

En la puerta de entrada se detuvo, respiró profundamente, abrió las puertas y entró.

En la Sala de Reuniones había colocadas sencillas sillas formando un semicírculo alrededor del escudo de Sil Auressë pintado en el suelo por el artista Adhellin. También había una mesa ovalada, pero estaba un poco más lejos junto a una pared con el mapa de Cardolan. El centro estaba despejado para así poder levantarse y dirigirse una persona a todos de pie, o para recibir a alguien con todos los del Consejo sentados. El lugar de cada uno se elegía de una forma bastante libre, salvo el sillón un poco más grande en el centro que siempre iba a estar reservado para Ayla, y las sillas de Khôradur y Curudae, a ambos lados del sitio de ella.

Ella avanzó en silencio hacia su sitio, se sentó y en silencio los observó a todos. -Vosotros sois Sil Auressë. Habéis venido aquí voluntariamente, porque queríais creer, porque tenéis esperanza, y aquí se nos ha dado a todos una nueva de oportunidad de cambiar un mundo que lucha por sobrevivir. He intentado poner todos los medios a disposición de una causa, de una forma de ser. Y ahora os necesito a vosotros. Necesito que luchéis por todo esto, necesito que creáis en todo esto, necesito que la luz sea mas fuerte que nunca en vuestros corazones, sólo así podréis ayudarme. He de partir lo antes posible...

Ayla miró a Khoradur y remarcó: -y nadie puede acompañarme.

Ayla comenzó el discurso y trataba que entendieran que les esperaban tiempos difíciles y debían creer en lo que estaban haciendo. Cuando dijo que tenía que partir lo antes posible, notó una una reacción de cierta sorpresa en algunos, pero también confianza y tranquilidad. Ella había insistido en que nadie de los presentes podía acompañarla, sin dejar lugar a la protesta de Khôradur que ya estaba en sus labios.

-No obstante, continuó mirando ahora a Alderic. -Cuando Andovon Pathdal me dijo que compartirías mi camino para encontrarte a ti mismo Alderic, no sé si se refería a este momento. Tú puedes elegir sin alterar mi destino, porque se te ha dado esa oportunidad, y tu elección forjará tu camino.

El joven elfo se quedó un poco sorprendido por haber sido el primero en tener la palabra después del anuncio de Ayla, y se le veía algo nervioso e incómodo. Se mordía el labio pensativo. -Durante un tiempo he estado aprendiendo y ayudando, y formando parte del grupo de acción con Nurg. En su ausencia, mi aportación está siendo menor. También la milicia y los soldados están cada vez mejor preparados. En los últimos días he tenido tiempo para pensar, y creo que ya sé a qué se refería Andovon Pathdal. No quiero dejar de lado Sil Auressë, pero es posible que pueda seguir ayudando sin estar viviendo aquí. No sé, es una decisión difícil.  Dame unas horas para pensármelo y te digo algo antes de que partas, le pidió con sorprendente madurez. 

-Finduilas, eres una Dama de la luz, pero el fuego de la vida de los hombres arde intensamente en ti. Escucha ambas voces, y no ignores ninguna ya que ambas serán tu guía en este nuevo juego..., le dijo Ayla a continuación la Princesa de Dol Caladir.

Finduilas escuchó el comentario de Ayla, y asintió con la cabeza, en silencio.

-Khoradur, eres la espada, la ira y el custodio de Sil Auressë. Curtido en mil batallas, creo que nunca te has enfrentado a una como esta. Sabré cuidar de mi misma, y necesito que cuides de todos ellos, que defiendas Sil Auressë como a un hijo...

Ayla le encargó a Khôradur la tarea de cuidar de todos ellos, algo que el umbareano asumió con normalidad.

-Denelloth, contigo trajiste la oportunidad de ver en todo momento qué ocurre en nuestras tierras. Nos has enseñado a ver. Tus heridas van sanando, y pronto llegará el día en que tendrás que decidir cómo quieres que siga tu camino. Recuerda que aquí siempre tendrás un hogar.

Denelloth le dio las gracias por la oportunidad que le había brindado, y se comprometió a quedarse como mínimo hasta el verano siguiente. -Necesitaréis guías para explorar el camino a Sudúri, le dijo, -y alguien que los entrene.

-Cerveth, representas el orgullo de Sil Auressë, sois la forja de las futuras generaciones que vivan aquí. Nunca ceséis en vuestro esfuerzo...

Cerveth le hizo una reverencia a Ayla ante sus halagos.

-Curudae, viejo amigo... En mi ausencia quedas al frente de Sil Auressë. Ahora deberás decidir sobre todas las cuestiones importantes. Habrá decisiones difíciles, y en ellas deberás escuchar tu corazón. Nosotros construímos Sil Auressë, y éste nos está forjando a nosotros, nos está cambiando recompensándonos por todo lo que le hemos dado.

Por fin le llegó el turno a Curudae. Ayla le otorgó el poder en su ausencia. -Intentaré tomar las decisiones con el mayor consenso posible, aunque a medida que crecemos, es posible que tenga que tomar alguna difícil que no agrade a todos. Estoy preparado.

Ayla guardó silencio y los volvió a mirar uno a uno.

-El único cabo suelto, soy yo. Ya no podré ir a hablar con el Rey Lanaigh, pero la Dama Finduilas irá en mi nombre a hablar con él. No debemos olvidar que es un Rey de su pueblo, y debemos tratarlo como tal. En sus tierras me conocen como la Dama Lis. Es un pueblo guerrero, y no carece de inteligencia. Saben escuchar las buenas palabras...

El único cabo suelto soy yo...

Ayla había explicado que no podía ir a hablar con el Rey Lanaigh. Nombró a Finduilas en su lugar.

-Acepto la tarea, le dijo la hechicera, -aunque no será fácil. Lanaigh es poco menos que un símbolo del nuevo Cardolan, un territorio posterior a la influencia dúnadan. Pero no iré como Dama de Dol Caladir, ni si quiera como una dúnadan. Sé lo que quiere, y lo que necesita. Quiere estabilidad para su pueblo, y paz para su reino. Esa paz la tiene que lograr en un campo de batalla tarde o temprano, pero les podemos ayudar para que sólo sea un enemigo al que tendrá que enfrentarse. Y además es un enemigo compartido por Echorion. Lo que para Sil Auressë es una ruta de comercio, una línea de vida para su economía, para otros son las bases de algo mucho más importante. Estoy hablando de una Confederación entre los clanes del Rey Lanaigh, los jinetes de Echorion que tiene legitimidad para el trono de Girithlin, y Sil Auressë como nexo de unión entre ambos. Y sobre esa base, hay otros territorios que podrían unirse. Todo llegará, pero los que tienen en sus manos el destino de muchos, podrían vislumbrar ese horizonte, que aunque lejano ya no es inalcanzable. Todo parte de que varios líderes compartan un sueño común, aunque sea con matices.

-Acepto la tarea, y jugaré en esta partida, repitió Finduilas con una sonrisa en sus labios y brillo en los ojos. -Antes de que te vayas, y por encima de cualquier otra cosa que puedas tener, debemos tratar un asunto de mucha importancia para el camino que vas a tomar.

-Creo que no hay más cuestiones que decidir. Si logramos abrir la ruta de comercio hacia el puerto de Suduri, Sil Auressë habrá dado un paso de gigante. ¿Tenéis alguna pregunta? De lo contrario, haremos pasar a Palomirë y Gîldur para tratar las líneas maestras de una nueva ruta de comercio, en la que tendrán mucho que hacer...