Partida Rol por web

Taller de relatos cortos

Desafíos de escritura

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17/05/2014, 15:25
lobosol

DESAFÍO Nº 15: "Algo de historia"

Plazo de escritura: del 18/05/2014 al 08/06/2014

Plazo de comentarios: del 09/06/2014 al 23/06/2014

DESAFÍO:

El mundo antiguo, Roma, Grecia, Egipto... El actual desafío consiste en que el relato corto esté situado temporalmente en la antigüedad, con que sea anterior a la edad media ya sería válido.

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

“Sólo valen las palabras. El resto es charlatanería”

Ionesco

 

Notas de juego

El relato se ha de subir a esta escena, en modo "Sólo para el Director"

Aclaración 17/05/2014 22:14: No necesariamente ha de ser en el "viejo mundo". En otros continentes/civilizaciones: vale con que sea anterior al Siglo X

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17/05/2014, 15:31
oideun

¿Tiene que ser del Viejo Mundo? Lo digo porque son los ejemplos que mencionas, todos mediterráneos

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25/05/2014, 09:53
Luis Zarzal
Sólo para el director

Banú

Banú se inclinó sobre el rastro. Sus anchas narices aspiraron el aroma de las deyecciones que ocupaban el claro. Los pudúes comían allí con frecuencia y las plantas de la zona sufrían sus embates con estoicismo. Sus ojos negros y vivos observaban el lugar con atención. Tenía que moverse con cuidado pues aunque los pudúes no eran agresivos donde había pudúes había dientes de sable y podían comer un hombre igual que un pudú.

Se llamaba hombre pero lo cierto es que no pasaba un metro y medio de altura desde las plantas de los pies hasta la zona más alta de la cabeza en la que su pelo fuerte y rizado soportaba la fuerza de la luz del mediodía. Su piel negra resistía bien el sol. Ahora estaba agazapado, acercando sus fosas nasales al suelo buscando el resto del olor que marcaba la dirección que había seguido el grupo de herbívoros. El rastro era claro y entre la confusión de marcas de pezuñas que veía se distinguía la dirección general que la manada había seguido. Era joven para ser hombre pero había pasado la prueba de hombría hace ya algún tiempo y había elegido a Mique para que le diese hijos.

Ella molía las semillas y las empapaba con agua y saliva para convertirlas en una pasta dulce con la que acompañaban la carne y frutas que luego comían. Él defendía al grupo y ayudaba a cazar pudúes y otras piezas. A veces con trampas de cuerda capturaba pequeñas liebres o roedores, otras como ahora se juntaban varios cazadores para poder aislar uno o dos ejemplares de la manada y repartirse luego la piel, la carne y los huesos que servirían para hacer útiles y armas. Era una buena vida.

Mique estaba feliz y comenzaba a notársele un pequeño abultamiento, tal vez en poco tiempo tendrían uno más en la tribu. Se movía siguiendo el rastro como una araña, apoyando manos y pies en el suelo para desplazarse pegado al suelo. Volvió con el resto. La partida de caza constaba de dos grupos: los espantajos y los predadores

El grupo de pudúes había ido a beber al pequeño lago cercano, si es que Banú había intuido bien el rastro. No podía ser difícil acercarse allí y que los espantajos hiciesen su trabajo forzando a los animales a volver por donde habían venido y que los predadores hiriesen uno. Tenía que avisarles y se volvió a mover de aquel modo tan extraño que tenía su gente cuando quería hacerlo en silencio. En su cadera la calabaza que había vaciado servía de bolsa donde repiqueteaban las púas que usaba para cargar en la cerbatana. Las púas eran terriblemente efectivas y era capaz de usar aquella pequeña arma para capturar presas de buen tamaño. Una vez había atontado una cría de pudú lo suficiente como para poder atacarle sin peligro de sus pequeños cuernos. Eso había hecho que se hinchasen de tanto comer y a cambio de la carne que no podían tragar la vieja Beke le dio el arpón de hueso que llevaba a todos lados y semillas y potes y una buena cantidad de pasta de aquel veneno que usaban para sus púas.

El dientes de sable se movía sin hacer ruido a través de las plantas. Estaba siguiendo la manada desde un rato antes y se encontraba solo. Sintió un movimiento cercano. Algunas de las plantas de su izquierda se sacudieron mientras uno de aquellos dos patas se movía lentamente, intentando no llamar la atención. Sus caninos de más de medio metro sobresalían de sus fauces apoyándose sobre la parte externa de su mandíbula.

Banú no había visto al animal y de repente, al apartar un poco algunas plantas se lo encontró de frente. Estaba volviendo de avisar a los predadores y se había distraído. Los ojos del dientes de sable se enfrentaron al del hombre y durante un segundo ninguno de los dos supo cómo reaccionar. Se mantuvieron la mirada.

Los espantajos comenzaron a hacer ruido golpeando palos y piedras y gritando. El ruido llegó hasta ellos rompiendo el extraño hechizo que les había inmovilizado. La jungla se convirtió en un montón de ruidos cacofónicos y atronadoras pisadas y movimientos apresurados. Los pudúes huían. Y uno de ellos eligió justo aquella zona para escapar, para su desgracia.

El dientes de sable actuó por instinto. Saltó sobre el pudú y con un brutal zarpazo le derribó. Banú sacó su cerbatana y colocó una de sus púas con la mayor rapidez que pudo. La disparó sobre el dientes de sable que, excitado por la caza, no se dio cuenta de que le habían pinchado. El animal mordió al pudú desgarrando carne y músculo, inmovilizándole definitivamente mientras recibía un segundo proyectil. Se había olvidado completamente de Banú que aliviado, se volvió a internar en la espesura.

Pero tenía un problema. Para regresar al poblado debía volver por donde había venido. Esperó un rato, las voces de la caza se habían apagado y estarían preguntándose cuánto tardaba en aparecer de nuevo. Pasado un buen rato se arriesgó a volver para encontrar al dientes de sable inconsciente junto al animal. Banú no dudo y sacó su arpón de hueso. Aquel iba a ser un día muy bueno, tendrían comida en la tribu para hartarse durante muchos días.

Notas de juego

Editado para corregir un detalle.

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08/06/2014, 20:55
milady
Sólo para el director

desafío 15: Los ojos de la bestia

Poco a poco la oscuridad dió paso a la cegadora luz, cuando la puerta se abrió. Los atronadores gritos de la multitud ensordecieron mis oídos, y durante un tiempo no fuí capaz de escuchar nada más. Me quedé paralizado en la puerta, todos lo hicimos, y con empujones nada amables nos obligaron a salir.

Ya fuera, los atronadores gritos se convirtieron en todo lo que podíamos escuchar, una masa rugiente y enfervorecida, pidiendo nuestras cabezas, haciéndonos gestos, riéndose de nuestra suerte. Sus togas de colores esconden sus tambaleantes barrigas llenas de vino, y si estuvieran en mi lugar correrían a esconderse. Estar sentado en las gradas los convierte a todos en valientes.

Miro la arena.. Ha manchado mis pies, volviéndolos blanquecinos, y hasta donde mi vista alcanza, sólo veo esa superficie. Es inmenso, el llamado Coliseo. Hay más puertas, y veo que hay gente preparada para abrir algunas de ellas.. Temo lo que pueda salir de ahí. Muchos de mis compañeros de suerte aúllan de miedo, otros se orinan. Alguno se ha desmayado.. Mal momento.

Blando la espada que me han dado, sorprendentemente. Creí que nos iban a dejar morir sin más, pero no, a cada uno nos direron un arma. Fue estupendo sentir el acero en mis manos de nuevo, aunque no pude seguir mis instintos y matar a quien me lo había ofrecido, porque sabían lo que hacían, todo estaba muy vigilado.

El combate no era lo mío, yo era labrador. Era feliz con mis cultivos, en paz, hasta que los romanos invadieron mi zona y se quedaron con todas nuestras pertenencias, relegándonos al papel de sirvientes. Mi hogar, mis tierras, fueron entregadas como premio a un general al que nunca ví, pero de pronto ya no tuve el derecho a volver a pisarlas. Eso nos enfadó a todos, y eso nos convirtió en lo que somos. Insurgentes castigados por la furia de la todopoderosa Roma. Durante años luchamos, y muchos murieron. El estandarte del SPQR también lloró sus pérdidas, sin duda. Pero hénos aquí.. Ahora sólo servimos de entretenimiento.

Sonaron trompetas, y de una de las puertas cerradas salen unas bestias gigantescas. Nunca había visto nada igual, pero desde luego no parecen mansas en absoluto. Ellas también están tan desorientadas como nosotros, pero no tardarán en descubrir nuestra presencia.

La gente se volvió loca al verlas, las jaleaban y les indicaban dónde estábamos nosotros. Ellas se movían en círculos, al principio, pero los van ampliando al descubrir que tienen todo el espacio para ellas. Leones, dicen. Son gigantes, y parecen fieros. Muy musculados. Sin duda los han tenido tiempo sin comer, para que no duden en atacarnos. 

Y así comprendí su juego. Somos el cebo, somos la diversión. Ante esas bestias, la espada no será más que un alargador de lo inevitable.. Pero no me dejaré morir fácilmente. 

Algunos de mis compañeros de infortunio intenta huir, y los leones lo localizan. Es presa fácil. Me coloco en posición de defensa.. No hay escudo, pero estoy dispuesto a morir matando. Me alejo sin movimientos bruscos de mis compañeros, que gimen y se dan por vencido.. Los leones enfilan hacia ellos al verlos. Uno también me mira a mí.. Y yo le miro a él.

Gritos y masacre, a mi alrededor, y el león se me acerca lentamente, como evaluándome. Yo le sostengo la mirada calmada. Puede que otro me ataque por la espalda, pero no puedo dejar de mirar a éste. Sé que es mi rival.

Tras unos cuantos pasos pausados, su velocidad cambia, y la máquina de matar que realmente es se pone en marcha. Se dirige hacia mí a saltos, y yo lo espero concentrando toda mi fuerza en el brazo de la espada. Fijo mis piernas para aguantar la terrible embestida que se me viene encima.

Salta hacia mí, rugiendo, y mi espada le espera. Un destello cegador, y los ojos del león son lo único que veo.. Lo último que veo.

Después, todo es silencio.

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08/06/2014, 22:29
Dante
Sólo para el director

 

Granada

1492

 

El ruido de la batalla era algo lejano para la pareja de nobles que jugaba al ajedrez en uno de los torreones de la ciudad.

Uno cristiano y otro musulmán; que jugaban cómodamente una larga partida de ajedrez.

Si uno se llegase a fijar en los detalles de las piezas que movían lánguidamente por el tablero, enseguida se daría uno cuenta del increíble grado de detalle que las aparentemente sencillas piezas de madera tenían.

De hecho, el grado de detalle era tan grande que mas de una pieza tenia el mismo rostro que algunos de los mas ilustres guerreros que se estaban batiendo el cuero en ese mismo momento, a menos de treinta pasos de la pareja de nobles que no parecían dar un chavo por la guerra a su alrededor.

El noble musulmán; vestido con una rica túnica de oro y seda propia de las tierras árabes; movió su caballo, un guerrero con cimitarra al cielo y un grito de guerra en sus labios de madera; solamente para que el noble cristiano; vestido con un rico traje de suave lana negra y filigranas de plata sobre un ligero camisote de mallas; desplazara a un alfil; con un aterrador parecido a un batidor Íbero con su falkata lista para matar; hasta el caballo, eliminando la pieza del tablero.

El noble musulmán rio suavemente, tomando un dátil del cuenco que se encontraba a su vera, cerca de la silla en la que se sentaba, masticando el fruto con diversión en los ojos. Por su parte el noble cristiano sencillamente permaneció impertérrito, esperando a que su rival en el tablero hiciera su siguiente movimiento.

El guerrero Íbero desapareció cuando una pesada torre; una pieza con un remate en su cabeza que la hacia parecer uno de los minaretes desde donde se solían entonar los rezos a la Meca; cayo sobre el y lo aplasto por completo.

El noble cristiano gruño por la muerte de la pieza y se concentro en el tablero, mientras el noble musulmán no dejaba de sonreír como si algo le hiciera muchísima gracia y solo el fuera capaz de entender el chiste.

Todo en su oponente enervaba a el caballero cristiano que solo deseaba acabar con esto y poner fin a la partida que llevaban jugando durante años, era hora de poner fin a esto y poder reclamar de una vez aquello que le había sido prometido cuando este lunático juego del gato y el ratón dio comienzo hacia tanto tiempo.

-Tomate tu tiempo amigo mio, a fin de cuentas no vamos a ir a ningún lado hasta que los Reyes católicos tomen el lugar- se encogió de hombros el noble musulmán, no dando especial importancia a la caída de de uno de los últimos baluartes árabes en la península.

El noble católico simplemente gruño y movió un peón con forma de lancero cuya cara estaba retorcida en un rictus de dolor y furia.

La respuesta a ese movimiento fue como el noble musulmán, sin ni siquiera mirar al tablero movió el ultimo de sus caballos o caballeros si uno se atenía a su apariencia; en una posición que podía hacer que cayera la reina del noble católico.

Una reina que era la viva estampa de Isabel la Católica.

La agresiva maniobra pillo por sorpresa al noble católico, que enseguida movió a la reina a una posición mas segura, a costa de perder un trió de piezas; un caballero, un peón y un alfil.

Pero al final, la jugada para salvar a la reina dio sus frutos, pues el noble musulmán se había lanzado con todo a la ofensiva, dejando su propio rey desprotegido y con un gruñido de triunfo el caballero movió a la ultima de sus torres en una maniobra de pinza que no dejaba escapatoria al rey del noble musulmán.

El Rey musulmán del tablero tenia el rostro del gobernante de Granada y a pesar de su situación desesperada, nada en la figura parecía mostrar los horrores de la guerra que se estaba librando en el Viejo mundo.

Los Reyes Católicos habían reconquistado la península, poniendo fin a siglos de dominio del Islam sobre el territorio Íbero pero el coste había sido desproporcionado, la sangre de miles regaba la tierra de un extremo a otro de la península.

El noble musulmán aplaudió divertido, a pesar de haber sido el perdedor de la partida y con un desganado movimiento tumbo al rey de su lado del tablero.

Levantándose con una burlona floritura, el noble musulmán se encamino hacia la puerta pero antes de que pudiera salir, el otro jugador le miro y le pregunto.

-¿Por que?, ¿por que rendir tan pronto la plaza?-.

El noble árabe sencillamente se dio la vuelta y con una sonrisa en un rostro de rasgos completamente ajenos a la perfección árabe que había mostrado hacia un momento respondió.

-Mi querido Conquistador, Mi querido Cortés , ¿ no lo entiendes?, lo mejor No es la victoria...sino el juego, nos vemos en el Nuevo mundo querido, el Viejo ya no guarda tanto glamour como antes, ademas ¿no te prometimos nuevas tierras por conquistar?-.

El noble católico sencillamente miro la puerta por la que había salido su rival y mirando a través de la ventana donde se oían los vítores de los caballeros.

El Viejo mundo ha muerto....¡Larga vida al Nuevo mundo!.

 

 

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30/06/2014, 15:24
boxitamia

DESAFÍO Nº 16: "Algo romántico"

Plazo de escritura: del 1/07/2014 al 31/07/2014

Plazo de comentarios: del 01/08/2014 al 16/08/2014

DESAFÍO:

El actual desafío consiste en que el relato corto trate sobre amor entre dos personas, animales...

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

 

La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo.

Galileo Galilei

 

Notas de juego

El relato se ha de subir a esta escena, en modo "Sólo para el Director"

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23/09/2014, 17:53

DESAFÍO Nº 17: "Esto es la guerra"

Plazo de escritura: del 24/09/2014 al 24/10/2014

Plazo de comentarios: del 25/10/2014 al 14/11/2014

DESAFÍO:

El actual desafío consiste en que la guerra tenga un papel bastante importante dentro del relato.

EXTENSIÓN:

El relato puede tener un máximo de 900 palabras (aproximadamente dos folios de Word). Os aconsejo plantearlo como si fueran unas 800, pues siempre tendemos a pasarnos de largo. Así, si nos pasamos un poco no tendremos que renunciar a esas partes del relato que tanto nos gustan.

"Una retirada no es una derrota"

Miguel de Cervantes

Notas de juego

El relato se ha de subir a ESTA  escena, en modo "Sólo para el Director"

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20/10/2014, 13:49
Dante
Sólo para el director

Cien metros

 

-¡Fuego de artillería!-

Esas fueron las ultimas palabras que llegue a escuchar jamas de mi jefe de pelotón, antes de que un obús le redujera a fina niebla roja delante de nuestras aterradas caras, creo que aun tengo restos de su hígado incrustados en la correa del rifle.

Soportamos media hora de explosiones y miedo antes de que el puto silbato de asalto nos destrozara los oídos de nuevo y eso que mas de la mitad de nosotros apenas oía un carajo a cuenta de las explosiones y los gritos que nos habían rodeado durante media hora.

Un bombardeo, especialmente en medio de una trinchera, es una experiencia que puede quebrar los nervios a cualquiera, cada silbido es el misil que te va a matar, cada explosión otro de sus compañeros volado en pedazos junto al placer culpable de saber que no has sido tu, que vivirás otro dia mas por que un pobre gilipollas se ha comido la explosión por ti.

Ah, pero luego llegaba el asalto y eso si que era aterrador.

Como una marea de desarrapados con rifles; no hay uniforme que aguante mas o menos limpio tras dos días en una trinchera de mierda; saltamos de nuestras mugrosas y embarradas protecciones, llenas de agua sucia, sangre y mosquitos, directos a las fauces del enemigo, gritando por la patria, dios y lo que cojones sea que nos de valor para dar un paso mas hacia donde otro grupo de catetos como nosotros se prepara para recibirnos con balas, bayonetas y sangre.

Sangre es el precio que pagamos por cada puto pedazo de terreno que conquistamos.

Al final de la guerra, estos van a ser los campos mas fértiles de todo el puto mundo, llevamos semanas regándolos con la sangre de los mártires, los héroes, los monstruos y los gilipollas como yo, que pensaron que esto era una idea segura para tener un jornal con el que llegar a fin de mes.

Correr a través de la tierra de nadie ya es de por si un suplicio pero si añades las minas, el alambre de espino y otra docena de putadas semejantes te puedes comenzar a hacer una idea del infierno que es.

Sin contar los alaridos de tus compañeros caídos por las balas del enemigo, el intenso y animal combate cuerpo a cuerpo y el caer después en un agujero idéntico al que acabas de salir pero rodeado de gente que solo quiere arrancarte el pellejo y hacerse una manta con el para no pasar frio esa noche.

En casa, ese sitio legendario al que todos queremos volver, hay gente que paga autenticas fortunas por que los hagan sufrir y lo llaman terapia deportiva, una semana en las trincheras y el que no haya muerto de manera tan agónica como imaginativa, se habrá puesto en forma seguro.

Garantizado.

Aquí todo funcionaba por el principio de corre o muere y los mas torpes duraban poco o arrastraban a todo pobre gilipollas que tuvieran alrededor cuando caían, tropezaban en una mina, sus gritos llamaban la atención de una patrulla, etc...

Reclutas con ideas estúpidas acerca de la guerra y lo que es, jóvenes patanes de ojos llorosos que ven morir a gente a su alrededor, algo que no se enseña jamas en los noticiarios y demás mierdas, mientras sus cerebros tratan de comprender que cojones estaba pasando allí.

Algunos de los veteranos disfrutaban haciendo sufrir a estos pipiolos, dándoles una muestra de la verdad que siempre nos espera a todos los capullos que formamos el cuerpo de trincheras, aquellos que acabamos hasta las cejas de lodo, mierda y sangre y cargamos para ganar metros de terreno cada vez que suena el puto silbato.

Desde lo alto de la trinchera enemiga a la que llego, empiezo a disparar mi ametralladora; robada al enemigo por supuesto, mi rifle es una mierda de cerrojo que no vale para estas cosas; sin realmente mirar a donde estoy apuntando, solo hago llover balas hasta que el arma solo suena con el click, click, click de cargador vació.

Ni me molesto en recargar, salto a la trinchera, aplastando cuerpos heridos y charcos de aguas pestilentes, hundiendo mi bayoneta en cualquier cosa de carne que tenga cerca, no me ando con chorradas, cualquier gilipollas que quede vivo me puede meter un tiro por la espalda o de repente tener un epifanía de héroe y volarnos el culo a todos con una granada.

Corro por la exigua trinchera, rasgando ropas contra las maderas y metales que hacen las veces de soportes, buscando hasta el ultimo de estos cabrones para darles pasaporte, el grito estrangulado del pobre idiota que iba delante mio cuando una bala le revienta la nuez me dice donde esta el enemigo.

Ahora si, pongo cargador nuevo en la ametralladora y asomando el cañón por la esquina donde aun se agita el cuerpo de mi compañero, abro fuego en ráfagas.

Que fea es la herida de su cuello por cierto, es mejor fijarse en esas cosas, así no tienes que mirar a los ojos de los que van a morir y ver como suplican en silencio por que les ayudes; es puta mala suerte que yo no soy sanitario, así que solo puedo ignorarle y rezar que palme pronto.

El silbato perfora de nuevo el ambiente, poniendo fin a la escaramuza.

Cien putos metros.

Puta guerra.