Partida Rol por web

Taller de relatos cortos

Relato D8 Inanna Pilgrim

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13/06/2013, 14:52
Inanna Pilgrim

Polillas

Ktch. Plac.

El ruido que hace el mechero cuando lo enciendo y lo dejo en la mesilla es lo único que oigo. Observo las volutas de humo volar hacia el techo. La luz tenue de las farolas entra por la ventana.

Otra vez.

Una noche más mirando al techo.

Es lo de siempre. No es como lo cantan las canciones, pero es así. Hace un mes que se fue. Hoy he firmado los papeles del divorcio. El amor se había acabado hacía mucho, pero supongo que es la costumbre… Estoy de luto por la costumbre, por un estilo de vida. Ahora que soy libre, que podría irme con cualquiera, volver a casa a la hora que me diera la gana… no me apetece.

Aborrezco esta cama de sábanas arrugadas. Estoy cansado. Me iría a un hotel si supiera que dormiría, pero las habitaciones de hotel son incluso más solitarias. Dicen que hay gente que se suicida en hoteles y que si hubiese estado en su casa no lo habría hecho. Te comen por dentro: lo poco que debe de quedarte, se lo zampan. Fiu, vacío.

Cojo la caja y me doy cuenta de que ya no quedan cigarros. Me levanto y me visto. Bajaré a la máquina de la esquina.

En la calle me pregunto qué hora será. Un rótulo de una farmacia me da la respuesta: 4:38. A las ocho entro a trabajar, pero no tengo ni pizca de sueño. Me fijo en una cafetería cercana, está abierta. Las 24 horas.

Su luz mortecina ilumina la calle.

Entro y suena una campanita.

-¿Qué quiere, jefe? –pregunta un camarero desganado. Es mayor, como de setenta años.

-¿Qué tenéis? –le digo, incapaz de contestarle lo que realmente me apetece. «Quiero dormir, eso es lo que quiero. Quiero volver poder a tumbarme en una cama, sin pensar, sin sentir, sin nada… y dormir», pienso.

-Pff… lo de siempre. Café. Cerveza. Sándwich vegetal. Pastel de manzana. Pastel de ciruelas…

-Está agrio –dice uno de los clientes de la barra.

-¿Disculpe?

-Digo que el pastel de ciruelas está agrio. No lo pida. De hecho, olvídese de cualquier cosa de origen vegetal.

-¡Cállate, Joe! Siempre metiéndote donde no te llaman… -refunfuña el camarero.- ¿Y bien, qué será?

-Póngame un café. Y… mmm… ¿tiene patatas fritas de bolsa?

-Siéntese. Ahora se lo traigo.

Agarro el periódico. Es de la semana pasada. Releo las noticias antiguas.

Pronto me canso. Levanto la mirada y observo al resto de gente.

Tenemos al camarero, un viejo amargado. Seguro que es el propietario de la cafetería y no puede permitirse pagar a nadie para que esté por las noches.

Luego está el tal Joe, un tipo de unos cuarenta años. Lleva gorra y camisa de franela. Parece el clásico camionero de paso. De esos que tienen unos cuantos bares de siempre en su ruta habitual.

Hay un chaval joven en una de las mesas junto a la ventana. Tiene un fajo de papeles, libros y libretas desparramados por la mesa. Mueve la pierna sin parar y garabatea algo. Parece que esté estudiando. Noche pre-examen.

El camarero se dirige hacia mi mesa. Hace una breve parada junto al joven y le rellena la taza.

El café huele a café. Pero el sabor es un eco del café. Es como si el agua hubiese querido ser café en otra vida y me hubiesen servido los residuos recalentados. Puaj.

A mi espalda hay una rubia. Vestido rojo y pintalabios más rojo. Está escribiendo en una agenda. ¿Tal vez un diario?

Nadie sonríe. Nadie tiene motivos para hacerlo. Nadie tiene un lugar en el que preferiría estar.

Esta cafetería es como una de esas trampas que se ponen en verano para atraer a los bichos. Somos como polillas, acercándonos a la única fuente de luz que hay en las cercanías, para evitar la soledad. Pero ella es fiel.

Me como las patatas y leo los ingredientes que llevan. Luego las calorías. Hago cálculos mentales. Me río por dentro de la advertencia que hay en un lateral. Han impreso una pirámide alimentaria, en la que las patatas están en lo alto del todo, significando que deben comerse en pocas ocasiones. Parece como si se hicieran propaganda contraria a su consumo.

Miro por la ventana. No hay nadie por la calle. Algún coche ocasional. Las luces de los edificios están todas apagadas. Hay una farola cuya bombilla está echando chispazos. Pronto se apagará.

Me levanto y compro un paquete de tabaco en la máquina de la cafetería. Es barato, del malo.

Miro la hora. Son las 5:29. Pago y me voy a casa.

Primero, ducha. Luego, cama.

Me incorporo rápidamente cuando oigo el despertador. Al salir de la ducha me he debido de quedar dormido. Son las 7:30. He dormido hora y media aproximadamente. Me visto y cojo las llaves del coche.

Entro y cierro de un portazo.

SLAM.

Suena como cuando algo se rompe y luego, silencio. Los ruidos amortecidos del exterior se callan, como si alguien los hubiera amordazado. No hay nada nuevo. La vida sigue; la de los demás, al menos. Yo soy como un robot.

Iré a trabajar, pasaré por el súper, me haré la cena, veré un rato la tele, luego me iré a la cama y no dormiré. Después encenderé un cigarro tras otro y volveré a bajar a la cafetería. Como cada noche.

¿Vida? Ya no tengo de eso.

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20/06/2013, 14:41
Paladin Taza

FORMA 4

Nada chirría en esta narración que parece ir desenrrollándose poco a poco en una lista de eventos y pensamientos rutinarios del insomne protagonista. Da la sensación de que el autor ha decidido desprenderse de lo superficial, de lo esteticista, y que ha hecho un esfuerzo por ser conciso y directo. Y por eso recurre a las oraciones cortas. A los puntos muy seguidos.

En este caso la elección de la forma es un acierto, pues no parece haber cabida para mucha más belleza o más profundidad en la vida del protagonista. Pero al mismo tiempo he de decir, que la lectura se torna algo árida, monótona. Uno esperara encontrar un cambio de ritmo, un clímax quizás, pero no lo hay.

He identificado la introducción, pero tanto el nudo como el deselenlace se funden en la monotonía. Y no es de extrañar, pues el protagonista no evoluciona, no cambia, no ocurre nada fuera de lo normal, sencillamente asistimos a un día más de su existencia.

El uso de las onomatopeyas me parece un acierto. De hecho, las dos primeras atrajeron mi atención.

CONTENIDO 3

Como ya he ido diciendo a la hora de hablar de la forma del texto, este relato destaca la monotonía, lo absurdo de la vida del protagonista.

Para hacerlo, se recurre a la enumeración de eventos y pensamientos cotidianos y, sin llegar a aburrir, al menos yo me he quedado con ganas de más. Me hubiese gustado encontrar algún conflicto y un desenlace, un hecho que atrajese mi atención, algo más imprevisible.

En principio el divorcio debería ser el detonante que llevase al protagonista a esta forma absurda de vivir, pero al leer el relato este hecho, el del divorcio, pasa desapercibido. Digamos que el personaje parece haber asimilado muy rápidamente la pérdida de su mujer y la rutina absurda de la gente solitaria que van al bar como las polillas a la luz.

COMENTARIO 3,5

Definitivamente, me gustaría seguir leyendo relatos de este autor/a. Se nota que hay experiencia y habilidad.

El relato está bien escrito, pero resulta algo monótono y espartano. Me ha gustado el detalle de las onomatopeyas.

El contenido es un poco flojo, aunque en este caso da la sensación de que se ha buscado precisamente eso.

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21/06/2013, 18:31
Aranía Serigala

FORMA (3):

Falta un poco de desarrollo en los conceptos, más descripciones. Las onomatopeyas le dan un tono algo cómico pero falta adentrarse un poquito en la situación

CONTENIDO (3):

La historia es un poco plana. No hay un punto alto sino que se mantiene en el punto bajo. Es bueno incluir matices en la historia para enganchar al lector

COMENTARIO PESONAL (3):

La historia, en mi concepto, pudo ser más movida. No parece una historia terminada sino la introducción de una historia. Personalmente, quedé a la espera de lee el resto.

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25/06/2013, 22:24
Inanna Pilgrim
Sólo para el director

Me parece que ObispoSanto ha desaparecido... sale que la última conexión fue el 17 de junio ^^U