Partida Rol por web

Una vez terminado su café, Robert se levanta y se despide con un gesto y una sonrisa ante Alex, Igrim y el sr. Chadburn.

Aun con una actitud con cierta desgana, Igrim escuchaba todo lo que Alex decía sin dejar escapar detalle. No parecía saber demasiado sobre su raza, y, ciertamente, le daba igual. Si quería saber algo sobre los orcos, que mirara un libro. Se dedicó a comer tarta y beberse el té, asintiendo de tanto en cuando, dando a entender que seguía la conversación. -No lo se- Respondió a su pregunta. -Por eso he venido aquí, ni yo ni los demás orcos sabemos en que consiste mi magia ni como desarrollarla- Dio un último sorbo a la taza. -¿Qué sabes hacer tú?-

Álex escuchó la respueta breve que le dio Igrim y a juzgar por la cara que le ponía creía entender que no se sentía muy cómoda con su presencia. Álex estaba empeñado en conocer gente nueva y en hacer amigos, pero parecía que ahí solo había frikis y empollones, así que optó por apurar su bebida para acabar cuanto antes y poder marcharse de allí.

De todas maneras, no quería ser antipático, así que decidió responder a su pregunta, la temperatura de mi cuerpo es demasiado elevada, dijo mirando hacia su té que echaba humo y que parecía aún estar hirviendo, sin duda sus manos habían calentado la taza todo el tiempo y no se había enfriado ni un grado. Me dijeron que tenía una especie de elemental de fuego en mi cuerpo, soy humano, pero por lo visto soy una especie de ser que realmente no lo es. Puedo controlar el fuego, suponiendo que aprenda a hacerlo, claro está.

Continuó sentado para ver por dónde tiraba Igrim, si veía que no tenía ningún interés en seguir hablando se levantaría y se iría sin perder más el tiempo.

 -Así que controlar el fuego... Eso parece muy práctico.

El encargado se había quedado tomando un té y comiendo unas galletas cerca de vosotros, escuchando lo que comentabais como buen cotilla profesional que era.

 -En cuanto llevéis aquí un par de años ya veréis cómo controlar esas energías es mucho más fácil de lo que parece.

Álex sonrió a Edgar a modo de agradecimiento y dado que Igrim no aportaba mucho más la conversación tomó la decisión de marcharse para seguir haciendo nuevos amigos. 

Las voces susurrantes del bosque fueron desapareciendo a medida que te acercabas al jardín, desapareciendo en cuanto saliste del bosque. Fuera lo que fuese que había allí, no parecía querer salir de su floresta.

Con el susto aún en el cuerpo, volviste a la cafetería, donde encontraste al encargado tomándose un té y leyendo un libro junto con la muchacha semiorca, que parecía estar muy a gusto allí dentro.

Mientras estabas relajándote en la cafetería junto al encargado, el cual se había puesto a leer, el muchacho pelirrojo de antes regresó a la cafetería.

Al ver aparecer a Robert, el encargado sonrió.

 -Anda, hola de nuevo. ¿Has venido a tomarte otra taza de té?

-Hola mr. Chadburn- responde Robert.

-Sí, la visita al jardín ha sido toda una experiencia. Y el bosque ha sido aún peor... Necesito recuperarme.

Uno de los lugares más populares de la academia es sin duda la cuca cafetería de Edgar Chadburn. Decorada como una típica cafetería romántica francesa, este local ofrece sin duda alguna los mejores muffins de arándanos que hayas podido probar. Y aunque el precio de las consumiciones está incluído en la matrícula, las propinas son siempre bien recibidas.

Pero no es sólo por eso por lo que este lugar está concurrido. El encargado de la cafetería es probablemente la mejor fuente de cotilleos y de consejos amorosos que hay en 200 km a la redonda. Así que une a un delicioso muffin, una taza de té en su punto con el último cotilleo jugoso que circula por el centro. Y tendrás la fórmula perfecta para pasar esa tarde tras haber estudiado como un campeón.

al entrar en la cafetería visteis que el encargado se encontraba charlando con Robert Lawrence y con una chica que tenía pintas de no ser del todo humana, ambos sentados en la barra de la cafetería.

Mientras Robert charlaba con el encargado, en la cafetería entraron Renata, Hachi Hachi, Sayaka y un muchacho castaño que llevaba una especie de araña enorme y adorable en la cabeza.

 -¿En serio? ¿Qué te ha pasado en el bosque? Porque si te han amenazado o atacado, debes decírselo a los profesores para que puedan tomar medidas inmediatamente.

Entonces el grupito que venía de los jardines entró en la cafetería, haciendo que el encargado les saludara con una sonrisa.

 -Anda, cuánta gente, qué ilusión. ¿Venis a tomar algo? Podéis sentaros aquí en la barra o en una mesa. ¿Queréis escuchar la recomendación del día?

Cuando Edgar identificó a Renata, le sonrió especialmente a ella antes de decir.

 -Por cierto muchacha, tus galletas están deliciosas. Tienes muy buena mano con la cocina.

Renata escuchando parte de esa conversación, sintió su piel erizarse, las peleas eran algo común para ella y existía una complicada historia.

Pero todo eso desapareció cuando escucho a Edgar, al cual le dedico sonrisas, un poco cautas por si veía al profesor del incidente de la última reunión.

-Edgar.

Adelanto a sus amigas, pero antes de siquiera llevar unos pasos, las tomo de las manos (Ya había olvidado momentáneamente la identidad de Hachi) para presentarlas.

-Ellas son mis amigas, o futuras amigas. Hachi, Sayaka, creo que ya conocen a Edgar, lo conoci gracias a Atheldryd.

-Sí gracias, me gustaría escuchar la especialidad.

Y para completar la escena, Renata se ruborizo cuando halagaron sus galletas, había valido la pena el esfuerzo invertido para aprender esa receta.

-Si le gustaron preparare mas después… aunque no tengo un horno.

Al entrar en la cafetería Sayaka se queda sorprendida, nunca había visto un lugar así, su mirada va de un lado a otro, la decoración, la comida, los olores, los sonidos, todo lo que veía en ese lugar le llamaba la atención, era sin duda algo nuevo, era como una niña pequeña que miraba todo, con ojos de ilusión y curiosidad. Ante las palabras del hombre le observa y se sorprende ante el movimiento de Renata. Inclina la cabeza en señal de saludo y dice:

E… esto mi nombre es Sayaka… encantada

Se queda mirando el lugar fascinada, realmente aquello le sorprendió, mira a Renata y en susurros le dice:

Esto… Renata… ¿que es lo que hay de comer en un lugar así?... seguro que hay alguna clase de protocolo o algo para comer aquí ¿no? ¿serias tan amable de explicarmelo?

Igual que el lugar donde la anciana nos había estado hablando, la cafetería parecía que imitaba alguna especie de estructura antigua, aunque no sabía muy bien identificarla pues solo estaba acostumbrado al paisaje boscoso.

Seguí a Renata cuando nos cogió de la mano a Sayaka y a mí y nos arrastró hasta la posición en la que había unos humanos reunidos, uno de ellos parecía que hubiese comido algo en mal estado pues su color de piel estaba más verde.

Hasta ahora había empezado con mal pie con todos los humanos que había visto, así que intenté no juzgarles nada más verlos y darles una oportunidad. Incliné la cabeza como saludo y luego me quedé a escuchar lo que decían.

- A mi todos los humanos me parecen bastante iguales, así que no sabría decir si lo he visto antes o no – respondí cuando Renata dijo que ya nos había presentado al tal Edgar. A decir verdad, aparte de Renata no recordaba los nombres de ninguna otra persona que me hubiese cruzado antes. Aunque el olor de Renata a galleta la hacía fácil de identificar.

- Soy el Guardián de los bosques japoneses número 88, aunque si preferís podéis llamarme Hachi Hachi, o Hachi simplemente. – haber practicado la presentación antes de llegar a la Academia había servido para algo, aunque no entendía muy bien su significado. En el bosque nos bastaba con reconocer nuestro olor para conocer a alguien o algo.

Aunque no siendo de ninguna forma romántico, a Aki le gustaba sobre manera el estilo romántico, si así se llamaba, de la cafetería. Porque esparcía un ambiente muy, pero muy cómodo. Y aunque probablemente los muffins no serían de su comida, su olor llenando el aire le cosquilleó agradablemente las narices. Sí, esto era, justo después la biblioteca, el lugar perfecto para hundirse en un libro. A Aki no le incomodaban las charlas en su alrededor – podía bloquear su mente por completo a ellas. Era un campeón de la concentración.

Y, además, a veces traspasaban trozos de conversación el suelo de su mente hundida, llegaban a su atención y le contaban algo interesante… Como, al entrar, la discusión en la barra acerca de una posible amenaza en el bosque.

“Ah… gracias por acogerme tan amablemente”, le contestó al hombre siendo evidentemente el dueño del lugar. “Ehem… tomar algo sí… acaso… también tiene… unos muffins.. ehem…”, bajó la voz, para que sólo el hombre le pudiera escuchar - “unos muffins veganos?” Quizá fue una pregunta insólita, pero hubo que tentar la suerte.

Al momento que puso su pregunta, si dio cuenta que el saludo del dueño no sólo había sido dirigido a él, sino también a …. se dio la vuelta y dio un respingo. Aquí estaban otra vez sus agresores del jardín! Acaso lo habían seguido hasta aquí? Tan rencorosos eran?

Pero parecían no notar su presencia a él… o al menos fingir no notarla.

 -Perfecto entonces. La especialidad de hoy es la tarta del Diablo, con chocolate por todas partes junto con té Oolong de china. Si preferís algo salado, tenemos sandwiches variados, hamburguesas de todo tipo y algún que otro plato combinado. Mirad -acercó una carta a Renata- Echad un ojo a la carta y me decís lo que os apetece comer.

Pasó una carta a Sayaka y otra a Hachi.

 -Encantado de conocerte, Hachi. Espero que te estés encontrando a gusto en la academia.

Luego miró a Aki cuando éste preguntó por los muffins veganos.

 -Tenemos alternativa vegana, sin gluten, sin lactosa, sin verdura, sin apio, sin cacahuetes... Aquí hay de todo para todos los paladares. ¿O acaso crees que dejaremos que los alumnos se nos mueran de hambre? En la carta tienes una sección de platos veganos, si quieres echarle un vistazo. Si no, tengo un muffin vegano de limón y canela y otro de chocolate y arándanos para chuparse los dedos.

“Oh!” Abrí los ojos de par en par, estando maravillado por lo que estaba escuchando. De verdad la Academía tenía muy al corazón de acoger a todos con una gran riqueza de manjares y no me habría esperado de hallar aquí, en la cafetería, incluso una selección vegana. Ya me había dado por contento con tomar un té. “Me gustaría...” - unos muffins veganos de limón y canela y otro de chocolate y arándanos ! - “me gustaría tomar los dos muffins, si … si es posible”, balbuceé. “Me voy al… a la mesa esa”, indiqué una cerca de la barra, porque quería, entre las veces que me hundía en el libro, también continuar escuchando trozos de la conversación sobre el bosque o lo que fuera.

“Gracias”, añadí por adelantado, aunque seguro que iba a repetirlo, y me deslicé discretamente hacia una mesa un poco aislada, pero aún a distancia de oídos de la barra. Esperaba que la chica esa que antes me había atacado me dejara en paz.

Puse el libro de Carrol sobre las Matemáticas Mágicas en la mesa y comencé a seguir con la lectura en la página donde había estado – pero con un rincón de mi atención siempre abierta a lo que se hablaba en la cafetería.

-Una tarta del diablo -Aunque el nombre no le hacía gracia, la descripción era bastante para que Renata sintiera ganas de probarlo.

La chica eligió una mesa para más de tres persona por si alguien se les unía.

Como respuesta a Sayaka ordenó los lugares de cada una, teniendo además la carta para que sus compañeras pudieran leer el menú.

-Solo pidan lo que les guste.

Pensando un poco tambien añadio.

-Y si no hay podemos prepararlo nosotras.