Partida Rol por web

Renata avanzaba dando saltitos intentando ver el limite del Jardín con el bosque, como si sus pequeños brincos le diesen un mayor alcance visual.

-Es enorme.

Dijo asombrada contemplando la extensión de la escuela.

-Viví con mi tía en el campo, solo era un acre en una zona rural y me parecía enorme. Aunque el terreno de mi familia era mas grande…

Giro sobre un pie, extendiendo sus brazos intentando abrazar todo.

-Después de esto, no creo que vea tan grande la casa de mi tía o esa casa…

Caminaba a todos lados observando la naturaleza muerta y pensando que con tan hermosas hojas, flores y ramas podría hacer hermosos adornos o pasadores para sus lecturas.

El jardín en el que estábamos parecía lo suficientemente bien cuidado como para ser un buen lugar. De hecho me sorprendía que estuviese en tan buen estado, parecía un terreno muy vivo y adecuado. Luego tendría que darle las gracias al señor que estaba cuidando de él.

- Bueno, ahora creo que vais a ver algo que no muchos externos al bosque han podido ver – comenté a mis acompañantes, no es que fuese nada super secreto, más bien era que no andábamos mucho por la civilización. Metí la mano en uno de los bolsillos del pantalón para sacar un pañuelo húmedo que envolvía un objeto esférico, que al desenvolverlo dejó ver una semilla bastante grande, del tamaño de un puño casi.

Busqué un lugar adecuado en el jardín en el que hubiese una gran cantidad de luz y tuviese buena conexión con las vías de energía terrestres. Cuando me decidí por uno hice un agujero, no muy grande, tampoco muy pequeño, y deposité la semilla dentro de él. Lo tapé echando encima la misma tierra que había quitado, haciendo así un pequeño montoncito que presioné con cuidado. – Lo que acabáis de ver es la plantación de una semilla madre. – decidí explicar a las chicas por si no sabían lo que estaba haciendo. – Gracias a ella podré comulgar en este sitio y estableceré un vínculo con mi bosque para proveerle de energía y yo poder hacer lo mismo. Sin esto los guardianes no podemos estar mucho tiempo separados de nuestro bosque, o este moriría. La nota que he dejado en recepción era para indicar que a partir de mañana vendré todos los días a comulgar por la mañana y cuantos más personas haya mejor será el vínculo. – le di un par de golpecitos más al montón para asegurarme bien y luego me puse de pie. – Necesitamos agua para regarla.

Sayaka observaba el jardín, a ella la naturaleza le gustaba porque le hacía estar agusto y en paz, aunque aquello no se parecía demasiado al lugar del que ella provenía ya que era un bosque e general bastante denso, pero era bonito también. Escucha las palabras de Renata y le observa con cierta duda, para después fijarse en Hachi y lo que estaba haciendo. Había escuchado algo que le conto su madre, pero nunca lo había visto, asiente y dice:

Vaya… mi madre me conto hace tiempo algo sobre este ritual… pero nunca lo he llegado a ver…

Se queda observando al guardián del bosque, sin duda iba a aprender mucho con él y también con Renata, la humana no le transmitía ese mal sentimiento que en general le transmitían los humanos, sobre todo los hombres.

¿Una nuez mágica?

Aunque estaba versada en la magia y tenia un mínimo conocimiento sobre ese ritual, Renata había crecido por un camino muy diferente a la magia natural, por lo que contemplaba expectante cada momento.

Dentro de su mente, aunque por el exterior fuese infantil, era una estudiante bastante compenetrada con estos temas así que entendía como funcionaba en su mayoría, sin embargo, solo observar era un método de estudio limitado.

-Yo voy!!!

Rápida y rauda se arrodillo, evocar o invocar agua era su especialidad.

-Oh gran espíritu del Oeste, de las grandes aguas, de la lluvia, de los ríos, lagos y manantiales.

Ante su pecho junto las manos como si sostuviera un balón invisible, el aire jugueteaba entre sus dedos llevando la humedad que portaba consigo.

-Concédeme un poder de tus hijas las ondinas.

Entre sus manos una esfera de agua cristalina, limpia como el roció matinal se formo a su voluntad.

Con una chispa de alegría por ser útil, miro a sus compañeras.

-¿Con esto está bien? ¿Sayaka, Hachi?

Me quedé asombrado cuando la chica rubia consiguió invocar agua gracias a la ayuda de los espíritus de agua. La había tomado totalmente de otra forma, pensaba que los humanos eran unos seres que pensaban más en ellos mismos que en lo que les rodeaba, pero tener un poder así implicaba estar en sintonía con la naturaleza. Al fin y al cabo el agua era parte de todo ser viviente.

- Si, si, con eso valdrá – dije mientras cogía sus manos por el dorso y las guiaba para ponerlas justo encima del montoncito donde estaba sembrada la semilla. La miré fijamente con mis ojos amarillos esperando a que vertiese el agua.

Cuando lo hizo señalé a las dos chicas para que se separasen un poco y luego puse yo las palmas de mis patas sobre el montoncito y permanecí en silencio unos momentos. Una pequeña brisa surgió y se concentró en el lugar, haciendo que el pelo de mi cuerpo se moviese según su ritmo. De pronto, se notó un pequeño poder brotando de mis manos y se podía notar como la hierba y las flores a mi alrededor crecía un poco.

No pasó mucho rato hasta que me levanté del lugar con un gesto de cansancio y unas gotas de sudor bajaban por mi cara, estaba exhausto. Sonreí a las chicas mientras iba donde ellas y estaban y me sentaba en dirección a  donde estaba la semilla para ver el resultado. – No tendría que faltar mucho. – dije, se notaba que me faltaba el aliento.

Del pequeño montón de tierra surgió un pequeño brote que empezó a crecer haciéndose cada vez más grande. El proceso duró un par de minutos, y de lo que al principio era un brote crecieron al principio ramas que apuntaban hacia el cielo y que terminaban convirtiéndose en el tronco de un árbol robusto del que surgían nuevamente ramas, aunque esta vez se extendían hacia todas las direcciones. De ellas brotaron hojas y flores de color rosado que dieron una vista distinta al lugar en el que estábamos.

- Y se ha acabado – dije contemplando el majestuoso árbol que ahora había ante nosotros. – Gracias por estar conmigo, el árbol ha crecido más sano gracias a ello. Y Renata, déjame pedirte disculpas por haberte juzgado mal antes. Alguien con un poder como el tuyo no puede ser mala persona. – dije intentando hacer que entendiese que no me importaba ser su amigo. – Sakaya ¿Tu qué clase de poder tienes? – pregunté. Si el poder de la rubia me había servido para saber que no era mala persona el saber su poder podría darme una idea del tipo de persona que era. – Yo puedo hablar con las plantas e invocarlas, aunque tengo que darles algo a cambio.

Sayaka se queda sorprendida lo que hace Renata, no sabía que los humanos eran capaces de usar magia y eso le sorprendió. Atenta observa como el árbol crece hasta convertirse en ese grandísimo árbol que a ella le parecía muy hermoso, se queda mirando hacia arriba con la boca abierta mientras dice:

Es precioso…

Decía mientras se imaginaba sentada en una de las ramas a la sombra del árbol, las palabras de Hachi hacen que vuelva a la realidad, mira a Renata y dice con una amplia sonrisa:

Eres realmente habilidosa… que magia tan útil, no sabía que los humanos podíais usar tan bien la magia

Hachi le pregunta sobre qué es lo que ella puede hacer, lo cierto es que era una autentica aficionada en comparación con su madre, pero algo sabía hacer, se queda pensando unos segundos y dice:

La verdad que no soy muy buena aun con la magia, supongo que habéis escuchado lo que dicen de mi raza… crear fuegos fatuos, ilusiones, desvanecerse y hablar con espíritus, aunque no soy muy buena con ello… aunque también puedo

Sayaka cierra los ojos unos segundos y empieza a brillar con una intensa luz de color blanco, puede verse como su forma parece cambiar y volverse más pequeña, poco a poco hasta tomar una forma que recuerda a la de un animal de cuatro patas. La luz se desvanece y aparece un zorro de pelaje blanco.

El zorro pega un pequeño salto y durante un par de metros corre por el aire como si flotara para rodear a los chicos.

Alrededor del viejo edificio de la acedemia se extiende un terreno ajardinado perfectamente cuidado. Lleno de verde césped, árboles exhuberantes y flores de todas clases, es un lugar ideal para pasear y respirar aire fresco.

Hay varios caminos de tierra y piedras por los que caminar sin pisar los macizos de flores, pero pisar el césped está permitido.

Dentro de estos terrenos se encuentra la acogedora casita del jardinero de la academia y la zona de la piscina, que tiene también un par de pistas para deportes de exterior.

El límite externo de este jardín tan grande es el bosque que protege a la academia de visitantes indeseables.

Nada más salir al exterior, el aire fresco bañó tu cara y el sol te calentó a base de bien con sus aún potentes rayos. Había algunos alumnos más paseando por los jardines, pero en general la zona estaba lo bastante tranquila como para que pudieras sentarte a leer cómodamente en cualquier parte.

Aunque antes de elegir el sitio, viste a un pequeño grupo de alumnos que te llamaron la atención, ya que hicieron crecer un árbol prácticamente de la nada y encima uno de ellos se había transformado en un zorro blanco. ¡Lo de siempre en una academia de magia!

Estabais muy centrados primero en el crecimiento del árbol de Hachi-Hachi y luego en la demostración de Sayaka como para fijaros en el chico poelirrojo que acababa de salir a los jardines.

Ver otros tipos de magia era lo que hacía a Renata no perder ese brillo infantil de sorprendida de su rostro.

-Wooohaaa…

Después de escuchar las palabras de ambas, la pelirrubia agacho su rostro apenada ya que era muy raro recibir halagos a su persona.

-Son impresionantes, yo soy buena en la magia elemental, mi elemento es el agua.

Aunque le gustaba bastante ese tema, no sentía que superase a sus compañeras en lo más mínimo. En especial después de ver como Sayaka se transformaba.

-A mí me costó años aprender a cambiar mi forma y ni siquiera lo puedo hacer a voluntad como tu Sayaka, ni menos en lo que yo quiera.

Miro de nuevo apenada a Hachi y Sayaka.

-Pero mi especialidad… -De nuevo parecía tartamudear, ya que lo que estaba por decir podría hacer que la viesen rara. Es… la magia de combate, lo siento.

-Es que mi familia, por generaciones… digo, yo no la uso así, pero… bueno se esas cosas, aunque muchas no me gusten… digo, me gusto aprenderlas y me gusta saberlas, pero…

Con su voz quebrándose por romper la confianza de ambas se arrodillo.

-Lo siento…

Robert se acerca al grupo bajo el árbol y saluda amablemente.

- Hola, habéis creado vosotras este árbol? Impresionante, muy impresionante. Si le pones un banquito para poder leer a la sombra ya sería ideal -Dice Robert sonriendo de oreja a oreja.

Me quedé asombrado ante la transformación de Sayaka, me había dado cuenta de que igual no era la primera de su especie que veía, pero nunca se había dado cuenta de que tendría ese tipo de poder.

- Es increíble, puede que estés más en conexión con la fauna que yo, aunque no con la flora, je je je. - me reí como si fuese el numero uno a la hora de tratar con las plantas y arboles.

Ohh - dije cuando escuché las palabras de Renata. La magia de combate era algo muy atractivo para los humanos, o eso me habían dicho. Aunque no parecía que la chica tuviese que un carácter apropiado para la batalla. - Todo poder puede ser usado para el combate, pero al final siempre es el usuario el que decide. - comenté con una voz seria. Yo había tenido que pelear por defender el bosque, tanto de bestias como de humanos, mi deber consistía en despachar a todo el que intentase hacer daño al bosque, y había muchos tipos de plantas que con un simple roce podían causar problemas a la mayoría de los seres vivientes.

Como había previsto, no pasó mucho tiempo hasta que algún curioso apareció para ver el nuevo árbol en el jardín, aunque sus ideas eran nefastas. - Claro, talemos un árbol para hacer un banco al lado de otro y leamos libros que, adivina, también están hechos con más restos de arboles. Todo parece bonito hasta que te pones a pensar de donde viene todo. - comenté, no me molesté en mostrar respeto ni nada. - No permitiré que ningún desconocido se acerque al árbol, mi vida depende de el. Si crees ser digno tendrás que demostrármelo. - aunque era una cosa que no le había dicho a las chicas, si el árbol desaparecía y mi bosque moría, yo lo haría con el. Era cierto que podíamos movernos a otros bosques, siempre y cuando tuviésemos una semilla del árbol principal, aunque la mía ya había sido plantada en esta academia. 

No estaba cómodo en esta situación, ni siquiera con las chicas que me habían ayudado a plantarlo, por un momento se me había olvidado que los que no procedían del bosque no entendían nada. Me puse cerca del árbol, preparado para defenderlo.

Mientras escuchaba las palabras de Renata Sayaka va cambiando de forma de un zorro blanco a de nuevo su apariencia de chica humana con cola y orejas de zorro, mientras escuchaba a la chica dice:

El cambiar de forma es algo que es de mi raza… para que un humano sea capaz de cambiar de forma es algo muy extraordinario

Después mira a Hachi y sonríe amablemente y añade:

Es posible… se puede decir que las kitsunes estamos más cerca de los animales de lo que algunos piensan

Renata añade que su magia es magia de combate, ella había escuchado hablar de aquello, magia que usaban los humanos para pelear entre ellos y con otras razas, Sayaka se queda mirándola unos momentos y tras las palabras de Hachi asiente y dice:

Nada es malvado por si solo… todo depende del uso que se le dé… ¿dirías que el fuego es malvado porque puede quemar un bosque?

Se acerca un chico humano a ellos, Sayaka se tensa un poco, una cosa era hablar con Renata, una chica humana, pero otra cosa era hablar con un chico, un hombre humano, de los que su madre le había advertido, da un paso atrás y escucha lo que dice del banco mietras susurra:

Es más agradable estar sentada en una de sus ramas o en el suelo apoyada en su tronco…

Es entonces cuando observa la reacción de Hachi, parecía que el árbol era realmente importante, de hecho, lo que dijo de su vida era realmente, le mira de reojo y después al árbol y se queda observando lo que sucede pero sin acercarse al humano, a fin de cuentas sabe lo que los humanos hacen con su gente.

Renata sentía una alegría inmensa de que no la juzgaran en demasía por sus acciones, aunque aún se sentía culpable de no haber entrado en detalles.

-Gracias…

Sin embargo, mientras pensaba en como poder demostrar que ella no era un peligro, vio a Robert acercarse, parecía que las demás lo notaron antes, sin embargo, lo que le preocupo fue que un comentario había sido malinterpretado.

Aunque eran un mal recuerdo todas sus clases obligatorias, ser educada, la etiqueta y la política entraban en sus conocimientos, sabía que una sola palabra podía ser causa de una guerra.

-Esperen.

Dijo interponiéndose entre Robert y las chicas con los brazos abiertos, por estar frente suyo se notaba la diferencia de estatura y edad.

-Lo conozco, no es malo, solo dijo algo que no debía.

Luego, haciendo a manera de disculpas una reverencia declaro.

-Es un amigo mío.

-Por favor, no sean tan duras con el –sin dejar de inclinar su cabeza, vio a al pelirrojo. Verdad que no volverá a pasar ¿Robert?

Esperaba con todos sus ánimos que su amigo comprendiera y se disculpara.

-Supongo que el quería decir, que con cualquier objeto uno puede sentarse, relajarse y sentirse parte de la naturaleza.

Se esforzaba muy duro en que entre todos no hubiera conflictos, ya había vivido en un sitio más roto que un cristal aplastado, además todos ellos le parecían personas de buen corazón.

Las palabras de la usuaria del elemento agua hicieron que me tranquilizase un poco, hasta ahora no había conocido ningún humano que hubiese merecido la pena, todos venían a los bosques, dejaban su basura y luego se marchaban. Puede que yo tampoco me hubiese molestado mucho en conocer a ninguno, pero no me habían demostrado nada bueno. A excepción de Renata, que a parte de haberme alimentado me había sido de ayuda con el proceso de plantación.

Decidí darle un voto de confianza a la chica, pero solo uno. Si por confiar en elle le pasaba algo al árbol perdería toda la fe en los humanos. Tomé una postura un poco más tranquila, aunque todavía no me acerqué al chico que acababa de llegar.

Robert se queda pasmado por un segundo ante una reacción tan agresiva.

- ¿Talar? Ni se me ha pasado por la cabeza. Sólo pensé que, habiendo crecido el árbol de forma mágica, se podrían adaptar sus raíces para que sirvieran de asiento (sin necesidad de cortar nada). En todo caso, haya paz. Nunca me gustó molestar flora ni fauna ni voy a empezar ahora. -Dice mientras da unos pasos hacia atrás haciendo con la mano el signo de los scouts.

- Yo sólo buscada un lugar cómodo y agradable para leer. Disculpad las molestias.

Sayaka observaba lo que estaba sucediendo desde su posición más o menos segura detrás de Hachi, el chico no parecía agresivo ni peligroso, pero nunca se sabía con los humanos y encima era hombre, por lo que no terminaba de fiarse de él. En silencio escucha lo que decían todos allí y escucha las palabras de Renata, decía que no era mala persona, pero era un hombre humano, y eso le asustaba, casi en un susurro dice:

Pero es un humano… hombre

El chico se explica y dice que no había pensado en talar, Sayaka le observa cuando ve como saluda, ese movimiento extraño que hace con la mano y se queda mirándolo entre sorprendida y aturdida sin saber muy bien que es lo que quería decir ese saludo. Entonces mira a Hachi y dice:

No debes temer… tan hermoso árbol lo protegeremos todos y no sufrirá daño alguno

Renata agradeció repetidamente a sus amigas y al escuchar las palabras de Sayaka, también ofreció su apoyo.

-Si gustas, puedes llamarme cuando lo necesites, igual protegeré el árbol.

Pensó con desconcierto, que, por primera vez, sus habilidades de pelea podrían hacer algo bueno.

Además, es un hermoso árbol y esa magia, es tan natural.

Ya más tranquila al escuchar la palabra de Robert como Scout, se relajó un poco. Pero ya inmersa un poco en cómo podría ayudar a Hachi pregunto.

-¿No sería mejor usar alguna magia defensiva? No conozco ninguna que dure… solo escudos personales… -Meditativa se preguntaba cómo proteger el árbol. Defender estructuras o lugares es magia avanzada en mi familia… además ya no tengo acceso a esas cosas.

Poner una cerca, un muro de piedra, ella podía hacer un muro de hielo pero dudaba que eso sirviera.

Sayaka escucha lo que dice Renata sobre formas de proteger el arbol, se queda unos momentos pensando y finalmente despues dice desde su posicion algo mas apartada y sin dejar de mirar al chico humano disimuladamente:

Esto... no estoy muy segura, pero creo recordar que habia un profesional encargado de cuidar los jardines en la academia... quizas si se lo pedimos nos de alguna clase de solucion a este problema de proteger el arbol...  su labor en parte es esa ¿cierto?

El árbol era importante, sí, pero el hecho de que pensaran que había que protegerlo significaba que había una amenaza, así que sin saberlo me estaban dando la razón sobre que no tenía que fiarme de nadie.

Por otro lado, las dos chicas mostraban gran interés en la defensa del árbol, y el chico que había aparecido había pasado del árbol como si no fuese nada importante. Que no mostrase interés era bueno, quería decir que le daba igual.

Cuando escuché que hablaban sobre un guardián de las flores del lugar me vino a la cabeza el tipo que habíamos visto nada más llegar al lugar, el que estaba recogiendo las hojas. – Puede que sea aquel – dije señalando en la dirección en la que le había visto la última vez, esperando que siguiese en el mismo lado. – Como habéis dicho estaba encargándose de limpiar el jardín. Pero no hace falta construir muros ni nada parecido, es un árbol, necesita libertad y estar lo más natural posible. – comenté a las chicas. – Solo hay que asegurarse de que nadie lo maltrata, envenena o algo parecido. Puede que podamos poner algunas piedras alrededor si alguien se quiere sentar cerca, si ven que hay sitios para sentarse igual se evita que se suban. Vayamos a preguntar al guardián de las flores. – dije mientras me encaminaba hacia donde había estado trabajando.

Efectivamente el jardinero del instituto no andaba lejos. Después de quitar las hojas muertas de uno de los árboles, se había sentado algo más cerca del grupo para observar lo que hacíais con aquella gran semilla. No os interrumpió mientras plantabais la semilla madre y contempló con admiración el rápido crecimiento de aquel árbol.

Cuando se dio cuenta de que parecíais buscarle con la mirada, el jardinero se acercó al vosotros. Os miró en silencio, examinándoos cuidadosamente. Luego se puso a contemplar el árbol más de cerca.

 -Una criatura magnífica. Desprende una energía singular, como hacía años que no la sentía. ¿Quién de vosotros ha traído la semilla?