Partida Rol por web

Renata se sujetaba la cabeza, justo donde había recibido el golpe de Hachi, sobándose y es que, aunque no dolía, ser regañada era lo que mas le había golpeado el ego.

Su interacción no fue mucha con el chico, incluso hasta que se retiró no pronuncio palabra alguna.

Esto era por estar solo nadando con ropa interior, así que había permanecido sumergida sin decir nada para evitar ser vista, aunque el agua cristalina solo hacía que tampoco se animara a disculparse.

-Chicas, lo siento… Digo… Hachi y Sayaka…

Dijo una vez salió del agua y rápidamente comenzó a vestirse, aunque no secarse hacia parecer todo su aspecto, un desastre de la moda.

-Fue… instintivo…

También estaba avergonzada por lo ocurrido con Hachi, entendía que no significara nada, pero era mucho pedir que Hachi fuese un chico y ella hubiese estado acariciándolo, incluso mientras nadaban.

Esperé en el agua hasta que el chico terminó de preguntarle al guardián de flores. La verdad, es que al ver a su familiar me había dado cuenta de que no tenía por qué ser mala persona. Tenía tan mala impresión de los humanos que los juzgaba nada más verlos como si todos fuesen desagradables y no supiesen cuidar de la naturaleza. Pero con solo ver que tenía un arácnido de familiar pude darme cuenta de que no podía ser tan malo como pensaba. Al fin y al cabo los arácnidos e insectos eran los animales con los que peor podía comunicarme ya que iban mucho a sus aires.

Renata salió del agua, y yo hice lo mismo. Habíamos estado tiempo ya nadando y podía ser hora de ir a algún otro lado, igual a comer algo. Me sacudí de la misma forma que haría un perro para quitarme la mayor cantidad de agua posible y luego me puse la ropa otra ver.

- ¿Qué os parece que vayamos a buscar algo de comer? – pregunté mientras me peinaba todo el cuerpo para que no se me pusiese luego el pelo hacia cualquier lado.

Las caricias que Aki le dio a Ofelia consiguieron tranquilizar un poco a la pequeña araña, que acabó por trepar de nuevo a la cabeza de su amigo para quedarse allí tumbadita sin moverse, vigilando atentamente todo lo que se movía a su alrededor. Si otro crustáceo intentaba atacarles, avisaría a Aki antes de que nada malo le pasara de nuevo.
 

Ahora que estaba de pie, el jardinero se había dado la vuelta para evitar mirar a los jóvenes bañándose. Con Hachi y con Sayaka no había mucho problema, que uno era un chico y la otra estaba en forma animal y no se le veía nada especialmetne vergonzoso, pero Renata era un caso más bien diferente. Y no quería que le acusaran de pervertido así por las buenas.

 -El comedor está abierto todo el día, si queréis comer allí tenéis una buena alternativa de platos variados. Y creo que la minidisco está abierta también. Yo por mi parte me iré a seguir con mi trabajo. Si me necesitáis de nuevo, ya sabéis dónde encontrarme.

Y dicho esto, el jardinero se alejó despidiéndose con la mano del pqeueño grupo.

Aki aún escuchó lo que dijo el jardinero, y más tarde quizá iría de nuevo al jardín para verlo. Pero por el momento estaba asaz harto de este lugar, y un poco harto de sus compañeros, eso sí, o al menos de interactuar con ellos. Se había prometido mucho de la Academia, y tal vez demasiado. Había creído que siempre le había resultado tan difícil relacionarse con otros porque era diferente, y por ende, estando aquí, había esperado estar con gente con la cual podría llevarse bien, porque ellos también eran diferentes…

¿lo he esperado de verdad? Sí, tenía que reconocerlo. Pese a todo, aún… esperaba que existiera la amistad. Bueno… al menos… he encontrado a Ofelia… y Daiya y Alex tampoco parecían malas personas…

Decidió irse a la cafetería, ponerse a una mesa, tomar una bebida y seguir leyendo el libro de Carroll para olvidar el episodio desagradable que acabó de acontecer.

Renata miro sus ropas todas desordenadas para aceptar con un suspiro lo que paso.

-Vamos…

Estaba interesada en la idea de ver a sus otros amigos recién hechos, en especial a su ídolo, Aethel.

Además, había arruinado la oportunidad de hacer otro amigo interesante, por lo que necesitaba subir sus ánimos o tener algo de paz, lo que ocurriese primero le vendría bien.

Con cuidado comenzó a seguir a sus compañeras.

Sayaka estb terminando de ponerse bien las ropas cuando escucha lo de ir a la cafeteria, lo cierto era que no lo estaba mostrando pero tenia bastante hambre, ella era un poco glotona y una de las cosas que mas le llamaba la atencion de la academia era que pondrian comida de humanos de todo el mundo y ella solo habia comido lo que ponian en su aldea, con una amplia sonrisa dice:

Claro... vamos a comer, tengo algo de hambre y sera divertido ver todos los manjares que podremos encontrar alli

Decia con una sonrisa contenida, pero en sus ojos podia verse un brillo que indicaba que sin duda estaba deseando ir a la cafeteria

Siguiendo a mis dos compañeras por el camino de vuelta a la academia nos dirigimos a la cafetería para comer algo. Por el camino le hecho un vistazo al árbol para ver que todo siga en orden y que no le haya pasado nada.

La verdad es que la idea de dejarlo solo me preocupaba, aunque esperaba que nadie le hiciese nada. Notaba como se me revolvía la tipa de solo pensar que le pudiese pasar algo.

Alrededor del viejo edificio de la acedemia se extiende un terreno ajardinado perfectamente cuidado. Lleno de verde césped, árboles exhuberantes y flores de todas clases, es un lugar ideal para pasear y respirar aire fresco.

Hay varios caminos de tierra y piedras por los que caminar sin pisar los macizos de flores, pero pisar el césped está permitido.

Dentro de estos terrenos se encuentra la acogedora casita del jardinero de la academia y la zona de la piscina, que tiene también un par de pistas para deportes de exterior.

El límite externo de este jardín tan grande es el bosque que protege a la academia de visitantes indeseables.

La tarde era cálida y preciosa, ideal para dar un paseo mientras se reposaba la comida. Aetheldryd sabía de la existencia de un observatorio en una de las torres de la academia, pero éste solía estar cerrado por el día ya que la única estrella visible a esas horas era el sol y no es que fuera muy recomendable mirarlo con un telescopio.

No hay muchos alumnos paseando, ya que los que no están comiendo probablemente están echandose la siesta o realizando otras actividades de interior, como leer o desempaquetar sus equipajes.

Mientras ambos paseábais, pudisteis ver a lo lejos a un hombre alto, con una gabardina gris y peinado con rastas que estaba cavando alrededor de las raíces de un enorme y viejo roble. Aethel le reconoció en seguida como el jardinero de la academia, el trent Adahy.

Al ver la vacilación de Aethel, le contesto:

- No te preocupes, como dije, no soy muy bueno socializando, pero creo que hemos hecho lo que hacen los amigos, ¿verdad? Me has revelado un gran secreto tuyo, el cual puedes confiar que mantendré siempre a resguardo, y te he contado que me gusta mirar las estrellas y lo has aceptado sin reírte de mí. Además, pareces ser buena persona, y me agradas. Así que eso nos hace amigos, ¿no? Quizás sigo sin entender el concepto... -

Aetheldryd sonrió con cierta pena ante las palabras de Kyrt y reflexionó acerca de las distintas percepciones que pueden tener las personas y seres pensantes en cuanto a la socialización y todo lo demás, por lo que intentó meditar bien cómo se expresaría a continuación.

-Claro que somos amigos, Kyrt. Es solo que para algunas personas... les toma tiempo formar ese lazo de amistad-se encogió de hombros como si quisiera restarle importancia, pero aun continuaba con esa inquietud-. Pero toma en cuenta que no todos con los que puedas llevar bien serán cercanos, pues la confianza debe construirse y... creo que eso lo hicimos entre los dos bastante bien. Y vas bien, no te acongojes por ello.

A paso cuidadoso, la pelilavanda le hizo señas para no asustar al jardinero y a una distancia plausible, carraspeó para llamar su atención.

-Señor Adahy, buenas tardes-saludó con cortesía para no incordarlo-. Disculpe, ¿usted dónde recomienda para poder admirar bien un cielo nocturno? ¿Aquí en los jardínes o el observatorio?

El jardinero miró a ambos jóvenes en cuanto se acercaron a hablar con él.

 -En el jardín, sin duda. Dentro del observatorio no puedes respirar el fresco aire nocturno, ni escuchar el roce de las hojas de los árboles mecidas por la brisa. Algunos profesores dicen que el observatorio es lo ideal para examinar las constelaciones, pero siempre me ha parecido un lugar muy frío y estéril.

Mientras hablaba con vosotros el jardinero terminó de cavar alrededor de las raíces del árbol. Apoyó la azada en el suelo y os señaló hacia la zona noroeste del jardín.

 -El mejor sitio en el jardín es cerca de los terrarios de flores. Hay pocos árboles que obstruyan la visión y las luces se apagan para no perturbar a las flores. El cielo estrellado se ve perfecto en una noche despejada.

Aetheldryd asintió con una sonrisa tranquila a lo que el jardinero Adahy proponía. Ahora se le presentaban a Kyrt dos opciones bastante viables según lo que él quisiera, así se cruzó de brazos en una posición relajada y miró al elfo.

-Cualquiera de las dos que escojas estará bien. Ambos te ofrecerán dos tipos de experiencias que, aunque busquemos lo mismo, te darán una vista diferente de la noche y sus estrellas- la propuesta de observar la bóveda celeste era de él, así que quería que él decidiera.

Esperaba encontrarse pronto con Renata y que estuviera bien, pero le daba buena espina no saber de algún escándalo donde una rubia de ojos rojos estuviese involucrada; y, además, tenía confianza que con quienes se fue, Sayaka y Hachi, la estuviesen cuidando. 

- Prefiero el jardín. Y le agradezco la recomendación. - Le dije al jardinero. - Falta un rato igual para que oscurezca, así que podríamos ir al observatorio a hacer tiempo. ¿Qué dices, Aethel? -

Mientras tanto pensaba en las palabras que me había dicho sobre la amistad. Podía entender lo que decía, aunque no necesariamente lo compartía. Quizás aún tenía muy pegadas las costumbres de mi pueblo. Pronto entedí que venir a la Academia sería mucho más que solo aprender magia. "Aquí aprenderé otras costumbres, otras ideas, que quizás me permitan comprender mejor el mundo". Sentí en ese momento que estaba exactamente donde debería estar. "Estoy en el principio de mi camino a ser el Príncipe".

 -Si queréis ir al observatorio dirigios a la tercera planta. Aetheldryd conoce el camino, ¿verdad? Y si no podéis usar el telescopio por el sol, encontraréis modelos de planisferios y constelaciones hechos de plástico. No son como los de verdad, pero pueden ayudaros a matar el tiempo.

Dicho esto, el trent cogió la azada y se preparó para irse al siguiente árbol que necesitaba que le airearan la tierra de las raíces.

-Sí, podríamos ir para que lo conozcas y de ahí a la cena, te recuerdo que debemos asistir-sonrió Aetheldryd manteniendo su serenidad y calma. Además, escuchar la recomendación de Adahy reafirmó la decisión y asintió cuando él preguntó si sabía el camino.

Se podría decir que ya tenían la rutina para ese día y era algo agradable a cierto modo, pues ya no tendría que buscar cómo entretenerse... o recurrir a la Biblioteca como antes. No le molestaba pasar horas leyendo, pero ciertamente las actividades de hoy salían de sus posibilidades. Si sus abuelos miraran cómo socializaba estarían orgullosos, pero su padre... y más al saber que era un elfo...

-Gracias, Adahy-hizo señas con la cabeza en dirección a la Academia aún de buen humor-. Anda, Kyrt. Vayamos al Observatorio. 

Asiento tranquilamente. - Vamos. -

Alrededor del viejo edificio de la acedemia se extiende un terreno ajardinado perfectamente cuidado. Lleno de verde césped, árboles exhuberantes y flores de todas clases, es un lugar ideal para pasear y respirar aire fresco.

Hay varios caminos de tierra y piedras por los que caminar sin pisar los macizos de flores, pero pisar el césped está permitido.

Dentro de estos terrenos se encuentra la acogedora casita del jardinero de la academia y la zona de la piscina, que tiene también un par de pistas para deportes de exterior.

El límite externo de este jardín tan grande es el bosque que protege a la academia de visitantes indeseables.

El sol empezaba a descender, arrojando sus cálidos rayos vespertinos, de una temperatura mucho más agradable que la del intenso sol de mediodía. Había algunos alumnos aprovechando la preciosa tarde por los jardines y mientras caminabais, pudisteis oír la campana de la torre del reloj dando las 19:00.

 -La tarde está muy bonita. Y tranquila. ¡La brisa fresca es muy agradable!

Laila se estaba esforzando en resaltar todo lo positivo que había en los jardines para demostrar que estaba encantada con la decisión de Álex.

 -Ahora que lo pienso, ¿cuál es vuestra flor favorita? Como estamos en el jardín, me parece el tema perfecto.

Y la excusa ideal para empezar a averiguar los gustos de su nueva amiga y del chico más guapo que se había encontrado. Un plan perfecto.