Partida Rol por web

La magia había salido a la perfección y Aetheldryd se permitió sonreír por el éxito de aquella magia y ahora Ismael podría estar tranquilo el resto de la noche... si todo salía bien. Luego el Vicedirector felicitó a todos y sus mejillas sonrojaron un poco por la estrellita que ahora estaba en su rostro. Una pequeña niña había observado todo, y la pelilavanda le sonrió con tranquilidad a la par que algunos se presentaban ante ella.

-Pues... es reconocimiento para uno mismo-explicó a Kyrt-. Y pueden guardarlo como recuerdo de esto. 

Vio a Aki irse, al igual que Gaea explicar que se prepararía antes de presentarse en la fiesta. Luego entrecruzó sus brazos para sostenerse por los codos y miró a la más pequeña de los presentes.

-Me llamo Aetheldryd, mucho gusto-. Si ella no conocía mucho de la magia (debido al asombro mostrado) entonces lo que vio fue una buena experiencia para que mirase lo que se puede hacer con ese don... era algo muy bueno, a decir verdad.

Suspiró para relajarse y comenzó a encaminarse al salón.

-Vayamos antes de que se acabe la comida. Kyrt, si quieres de aquí vamos a ver las estrellas.

Cuando Aetheldryd comenta de ir a por mas comida Sayaka mira a Renata que estaba muy cerca suyo con cara de “si por favor, vamos nosotras también”, era como si lanzase estrellitas por los ojos, el solo pensar en aquella comida hacia que se le iluminaran los ojos, realmente la comida que había probado allí le apasionaba y aunque no quería ser descortés con la niña estaba deseando volver al salón, así que le mira y dice a Paulani:

Esto… si quieres, puedes venir con nosotros… dentro… hay cosas muy sabrosas

- Si, vayamos. Aún tengo mucha hambre, y la carne se veía deliciosa. - Le contesté a la chica de pelo lavanda. Guardé mi estrella en un bolsillo, y luego me dirigí hacia el salón. Les dediqué a todos mis compañeros el saludo de los guerreros de mi clan (mano derecha al corazón).

- Gracias por su ayuda. La valoro mucho. -

 -Vale, pero no tardes mucho. La comida en estas fiestas vuela.

Tras decir aquello, Ismael se despidió de su amiga con la mano y suspiró ligeramente, volviendo a encaminarse hacia el salón de actos.

Hola, hola a todos, encantada... - digo titubeando, nerviosa. No puedo creer que me saluden tan normalmente. Se han portado muy amistosos conmigo.

No puedo sacarle los ojos de encima a una araña muy bonita que parece acompañar a uno de los estudiantes. Se ve que son buenos amigos, la araña cuida de él. ¡Qué bien! Espero hacer buenos amigos. ¿Podré, por fin?

Debemos ir al comedor, ¿verdad? Bueno, vayamos... - Parece que allí es donde los profesores quieren que vayamos, siempre hay que hacerles caso.

Corriendo por las escaleras bajaste desde los dormitorios hasta la planta baja, esperando encontrarte al profesor Beleem en el salón de actos. Quiso la casualidad que justo le encontraras saliendo del salón de actos con la profesora Zurghed Deadeye.

Estaban hablando sobre algo que no llegabas a oír y caminaban hacia la entrada de la academia, en dirección a los jardines frontales. Donde estaban las figuras que habías visto.

"Bueno, ese es el profesor Beleem. Debo asumir que también está implicado. También debo asumir que la profesora Auriel está implicada, teniendo en cuenta que vi a un ser alado. No me están dejando muchas opciones... Buscaré en el salón a algún profesor confiable, o que lo parezca."

Y salí con buen ritmo hacia el salón de actos.

Aquella luz hizo que cerrase mis ojos bruscamente sin saber qué rayos estaba pasando, solo escuchando los gemidos de esas cosas que parecían estar asustadas. Cuando por fin abrí mis párpados logré ver que regresaban a Enfermería. ¿Entonces huyen de cosas centelleantes? ¿Por eso entraron así a la escuela para que el sol no les afectase? Eso es lo primero que pensé, pero al toparme con quien lanzó esa magia provocó que tragase saliva y me pusiese nervioso. ¿Estaba molesto conmigo? 

-Y-yo l-lo s-siento-alcancé a decir mientras el doctor nos empujaba a buscar al Vicedirector. No pude ser de mucha ayuda esta vez...-¿Qué son esas cosas? ¿Les hace daño la luz intensa?-debido a mi condición de mitad dragón, la velocidad con la que corro es un poco más mayor que la de ellos, pero recordar que ni jalándolo aún con mi fuerza logré salvarlo. El cieno era un problema gravísimo.

 -Esas cosas son una sola. Un soggoth. Una criatura hecha de una especie de limo que atrapa todo lo que puede y lo devora sin compasión. La energía radiante o la sequedad extrema son sus peores enemigos.

El hombre de las gafas subió las escaleras con vosotros, a toda la velocidad que podíais permitiros.

 -Lo raro es que no sé de dónde puede haber salido... Por eso hay que encontrar a la directora y al vicedirector. Tienen que activar el protocolo de defensa.

 -Y este caballero que me ha salvado es el bibliotecario, Takahiro Kurosawa.

El buen doctor, siempre ocupándose de las cosas importantes de verdad.

 -Y tiene razón, eso que hemos visto es un soggoth. Cuando aprendar a leer auras como sabemos hacerlo Takahiro o yo mismo, aprenderás a distinguir a este tipo de criaturas.

De hecho, el doctor parecía estar extrañamente tranquilo para la situación que estabais viviendo. Quizás el hecho de que no hubiera más alumnos por los alrededores siendo víctimas de aquella cosa le resultara tranquilizador.

 -Y tenemos que subir más arriba. A estas horas Sebastian estará en el observatorio.

Escuchaba la explicación de lo que eran esas cosas y lo terrible que podían ser. ¿Cómo es que están en la Academia? ¿Algún experimento o infiltración? Asentía a todo lo que me decían mientras tragaba saliva y corría lo más rápido que me fuera posible... pero... 

-¿Está muy lejos? Si me dicen bien dónde queda el observatorio puedo intentar llegar antes...-tragué saliva bastante cansado. No esperaba tener una actividad física tan demandante, pero si pudiese tener mis alas a lo mejor puedo llegar más rápido. En mi forma mestiza no suelo tenerlas, pero creo que puedo intentarlo.

El bibliotecario señaló hacia arriba, por el hueco de las escaleras que ascendían.

 -Allí arriba, en el tercer piso hay un acceso que sube hasta el observatorio. Si nos damos prisa llegaremos antes de que esas cosas nos puedan rodear.

Lo que era bastante más fácil de decir que de hacer, ya que los charcos de cieno empezaban a juntarse, formando masas gelatinosas más grandes que empezaban a cubrir los pasillos. Afortunadamente las escaleras aún no las habían tapado, pero poco a poco los pseudópodos de los cienos estaban empezando a alcanzarlas.

-Déjenmelo a mí.

Mientras corría recordé las alas que tenía en mi forma dracónica y, lamentablemente, éstas rasgaron la ropa que llevaba puesta desplegándose en sus escamas verdosas como si hubiesen estado atrapadas por mucho tiempo. Se sintió raro porque no suelo usarlas en mi forma humana o mestiza, pero esta situación lo requería.

-Tendré que dejarlos atrás, disculpen-y esto me va a cansar menos que correr.

Entonces aletee con velocidad, sentí mis pies despegarse del suelo y comencé a volar a la indicación que me dijo el tipo serio de lentes que era el bibliotecario. Esas cosas nos estaban alcanzando y debían actuar... Vaya primer día que estaba teniendo.

Subiste a la carrera del sótano hacia la planta baja, pero no viste rastro alguno de tus amigas. Teniendo en cuenta que no había peligro inminente, podías ir registrando punto por punto la academia, lo que te llevaría algo más de tiempo, o podías usar magia para intentar localizarlas, lo que era sensiblemente más rápido.

Sayaka estaba preocupada por sus amigas, así que se concentra, no estaba muy segura de cómo se usaba pero se concentra y usa magia para localizarlas, nota entonces la esencia, o quizás el aroma de Renata y sale corriendo en aquella dirección.

En la planta baja ya había esperando varios fragmentos de shoggoth, los cuales se unieron a los que venían detrás de ti. Entonces sucedió algo que no te habrías esperado de una criatura como esa. Con todos sus fragmentos, la masa del shoggoth empezó a contraerse, como si se comprimiera, adoptando una forma reminescente a un humano. Concretamente, parecía una doncella de esas que limpiaban en las mansiones...

A pesar de no ser ya varios trozos gelatinosos, el shoggoth siguió contoneándose al ritmo de la música que tocabas, sonriendo con afabilidad. Estaba claro que tu música le encantaba.