Partida Rol por web

Aethel miró a los profesores a la lejanía con la misma emoción que la empapó cuando entró a primer año. Ver la camadería en ellos y cómo la magia era parte fundamental de vida en ese mundo le hizo un nudo en el estómago por pensar en todo lo que su padre se había perdido por aquella decisión. Aún le faltaba mucho por recorrer para alcanzar sus metas, y la Academia la apoyaba con todo lo que tenía. Estaba muy agradecida y esperaba que todos entendieran lo importante que era confiar... Y eso justamente hizo al tratar de ayudar a Renata con las feromonas. No creía que fuese así de impulsiva, pero usualmente era más cerrada en ese sentido. ¿Tanto estaba cambiando en ese día?

-Me quedaré con Renata, disculpa, Robert. ¿Vendrás a la cena? Seguramente te encantará-su tono era afable sin ápice de desencanto, pues el pelirrojo era tímido y entendía que no quisiera estar en un sitio donde todos experimentaron un deseo emocional impropio y que a su vez conglomeraba mucha gente.-Cuida esos libros. No querrás un regaño del Bibliotecario, créeme -mantuvo su porte amable, pero no se despidió de Kyrt cuando éste se iba sin voltear a verles. Seguramente tenía prisa... O eso quería pensar-... En fin... Luego será- se dijo mientras esperaba para luego ir cona kitsune.

Me ruboricé un poco cuando alabó mi trabajo. Sentaba bien que digeran cosas buenas, aunque no estaba acostumbrada a que nadie fuera de la familia viera sus dibujos.

-Jejeje, no es para tanto. Es un diseño sencillo, si quieres ver grandes bocetos tendría que enseñarte los de mi padre. El los hace en apenas 1 minuto y son increibles. Y ya no hablemos cuando los forja-al escuchar la sujerencia de Sam se me iluminaron los ojos-. Tienes razón, voy a preguntarselo ahora mismo. Nos vemos luego en la cena.

Dicho esto salí corriendo tras la directora. Me daría mucha pena haber diseñado una armadura y no poder hacerla. Ademas, y había empezado a diseñar las dos espadas a juego.

Cuando mencionaste la biblioteca, la araña pareció emocionarse, yendo rápidamente a “hablarte” a través del alfabeto escrito.

 -M-e  g-u-s-t-a  l-a  b-i-b-l-i-o-t-e-c-a.  E-l  b-i-b-l-i-o-t-e-c-a-r-i-o  m-e  d-e-j-a  c-o-m-e-r  m-u-c-h-o-s  b-i-c-h-o-s.

Tras contestar a tu pregunta, Ofelia empezó a treparte deprisa, recorriéndote arriba y abajo mientras hacía ruiditos felices.

La directora se había quedado tranquilamente charlando con el orientador, felicitando su discurso mientras se reía entre dientes. Cuando Gaea se acercó con su diseño de armadura, la vieja bruja se giró para mirarla.

 -¿Sí? ¿Puedo ayudarte jovencita?

“Pues, no hay más decir, vámonos a estudiar un rato y curiosear por los libros...”, respondí contento a la respuesta de la araña que me había dado recorriendo las letras del alfabeto en mi cuaderno.

“Hasta pronto, Dai”, dije al chico alto del año cinco y me puse en marcha hacia la biblioteca, la araña sabiendo como arrimarse a mí.

Cuando terminó la ceremonia de graduación y la gente se empezó a marchar no hice otra cosa que quedarme en el sitio a que todos se fuesen marchando. Al tener un tamaño algo más pequeño que los demás me resultaba molesto tener que caminar junto a gente alta.

Me di cuenta en ese momento que la chica-zorro en la que me había fijado seguía todavía en su sitio, aunque un par de humanas se habían acercado a hablar con ella. Supuse que no pasaría nada si me unía a su conversación, así que me encaminé hacia donde estaban.

- Alice, voy a saludar a la Kitsune y luego iré a poner el anuncio en el tablón. Gracias por haberme enseñado la academia. – avisé a la chica y agradecí su guía.

Dicho esto me levanté de mi sitio y fui en dirección a la pequeña reunión que se había creado.

- Hola, soy el Guardian del Bosque número 88, podéis llamarme Hachi Hachi, o Hachi si os resulta más sencillo. – Me presenté ante todas para mantener las formalidades – Había odio hablar de los Kitsune y de que vivís por los bosques, pero nunca he tenido ninguno en el mío, así que he venido para conocerte. – terminé de decir.

Llegué con una sonrisa en la boca. Miré a la directora y al oriendador y los saludé a ambos. Estaba algo nerviosa, pero dudaba poder aguantar todo el año sin forjar nada, me volvería loca.

-Buenas directora Morgana, orientador Skullroy. Soy Gaea Blacksmith, y me preguntaba si el colegio tiene una herrería para que pueda usar. Se que las armas estan prohibidas, pero me gustaría poder forgar equipo para no perder practica y de paso entrenar los encantamientos a objetos.

Sayaka estaba esperando que la gente se marchara cuando nota movimiento cerca suyo, mira de reojo y nota que son unas chicas, pero no sabía si estaban ahí paradas por algún motivo, fue cuando escucho que alguien le hablaba directamente, da un saltito en el asiento por el sobresalto y de pronto se da cuenta de quién o mejor dicho que es lo que tiene a su lado, un guardián del bosque, Sayaka le mira y dice bastante nerviosa:

Eh… esto, hola Hachi Hachi… si, bueno, mi aldea esta en medio de un bosque y es la primera vez que salgo… mi… mi madre me ha hablado de vosotros… ella creo que era amiga o conocía al del bosque donde vivíamos… los hu…humanos llaman a nuestro bosque el de los… los suici…dios el que está en el Monte Fuji…

Decía para que las humanas no se acercaran mucho, lo cierto es que los humanos le daban un poco de miedo, sobre todo los hombres.

Ya con menos estudiantes en el salón de actos, la postura de Aetheldryd reflejó cierta relajación propia de las personas que podrían sentirse incómodas al estar rodeadas de tanta multitud y se permitió dar un estirón de brazos para luego juguetear con la trenza de su peinado. Acto seguido hizo señas a Renata para ir con la kitsune antes de que se agobiara porque era obvio lo incómoda que estaba.

Cuando llegaron* con la peliblanca, poco después arribó el guardián del bosque que estaba con Alice y los ojos de la ojilila brillaron aunque logró controlarlo. Dejó que Hachi Hachi y Sayaka, ya sabiendo sus nombres, se presentaran y ella hizo lo mismo.

-Me llamo Aetheldryd Northwest, un placer -en definitiva, su tono de voz indicaba buen humor, pero detrás de ello un color que indicaba nervios-Espero que este recibimiento no haya sido muy
.. Problemático -señaló en panel de los docentes porque ahí había surgido el "incidente"-Oh, Sayaka... ¿Provienes del bosque Aokigahara? -podía percibir la incomodidad de la kitsune, por lo que al hablar con ella lo hizo a un par de metros para no incomodarla o asustarla, pues era común que una raza no quisiese acercarse a otra por sus propias naturalezas o el juzgamiento formado por las experiencias y/o creencias. Sabiendo esto, miró a Renata y en la bolsa de la rubia donde guardaba sus galletitas y, sabiendo que no podría leerle la mente o interpretarla, suspiró y habló. -¿Han probado comida elaborada por humanos?

Aetheldryd ya no mostraba esa afabilidad suya, más bien un poco reservada. El hecho de mencionar dicho bosque le perturbó un poco aunque no se veía asustada ni preocupada, solo alicaída.

El profesor se quedó mirando a Gaea, con los ojos abiertos por la sorpresa.

 -¿Una herrería? ¡Pero qué cosas tienes, criatura! ¿Cómo va a haber una herrería en una academia de magia?

 -Bueno…

La Directora se quedó pensativa unos momentos antes de mirar a Gaea y contestar:

 -Hace años, cuando yo era una chiquilla en vez de la hermosa moza que soy ahora, los calderos que se empleaban en las pociones los fabricábamos aquí, en una forja que teníamos en el sótano. Era la única manera de hacernos con material de buena calidad sin que las inquisiciones nos intentaran convertir en barbacoas con patas.

Se acercó para examinar concienzudamente a la muchacha pelirroja.

 -Tus brazos son fuertes y tus manos tienen callos. Tú has trabajado en una herrería, ¿me equivoco? Es por eso por lo que preguntas, quieres seguir practicando para no perder práctica, ¿verdad?

Como siempre Aethel era tan madura que fue la primera en hablar con la chica con orejas de zorro.

Northwest, hasta su apellido luce elegante, conociéndola, es una hija de una familia noble…

Ademas, alrededor de la peliblanca, se había formado un circulo algo especial,

¿Hachi? ¿Guardian del bosque?

Pronto los ojos de Renata serian capaces de desprender luz si seguían iluminándose de la emoción al estar rodeada de tantas cosas nuevas.

Con cuidado saco lo mas herméticamente, un par de bolsitas de galletas, que oculto detrás de si, mientras se presentaba, ya que según el rango de popularidad, era lógico que alguien menos famoso que Aethel se presentara después de dejarla hablar.

-Yo, soy Renata Nigri-Dijo, dirigiéndose a Hachi y a la chica zorro.  soy nueva y quisiera saber… si… ¿te gustarían un par de galletas? _{Y ser mis amigas…}

Tímidamente extendió sus manos con unas de las ultimas bolsitas de galletas que le quedaban.

Aunque se resistía, Renata, veía las orejitas de ambas chicas, reprimiendo sus ganas de abrazarlas y acariciar esas suaves purr purr…

Había querido  decir mas cosas, pero en afán de no decir una tontería, no dijo nada como “siempre he querido tener un eve shining plata una amiga tan bonita como ustedes".

Me despido de Hachi con la mano y me dirijo hacia la salida del salón de actos hacia mi cuarto.

Sayaka mira a la chica de pelo claro que se mantenía a cierta distancia, cosa que agradecía y tras una inclinación como saludo le mira y responde a su pregunta:

Esto… ha sido extraño…era una sensación extraña… y tantas personas… tantos…humanos. Si, ahí está mi hogar

Decía cuando le pregunto por el nombre del bosque, no iba a decir que era un sitio muy bonito porque sabía las leyendas que había de él entre los humanos y si esas historias se contaban desde siempre era por algo. La chica les pregunta si habían probado comida elaborada por humanos, ella asiente y dice:

Si… tienen cosas que están sabrosas

Entonces otra chica más se presenta, Sayaka se inclina levemente de nuevo como señal de saludo y dice:

Yo… Sayaka… solo así

Cuando le muestra las galletas se queda mirándolas mientras piensa en la forma tan simpática que tienen y que había escuchado de las galletas humanas, que tenían muchos sabores, pero no sabía qué hacer, aunque olían realmente bien.

Yo… nunca las he probado… aunque huelen muy bien

En un principio me sentí deprimida ante las palabras del señor Sebastian, pero cuando la directora habló de la herrería de la epoca de la inquisición se me iluminaron los ojos como dos luces.

-¿Una forja de la edad media? ¿Enserio? Siempre he querido volver a trabajar en una de esas desde que mi padre me llevo a una hace años. Las actuales son una gozada y facilitan el trabajo, ademas de ser seguras, pero el olor a carbon quemado y la piedra caliente...-cerré los ojos por un segundo recordando aquel día, y mi sonrisa se hizo aun mas grande- Así es directora, mi padre me enseño a sujetar el martillo casí antes que ha caminar. Y no lo hizo antes por que mi madre no le dejó. Desde entonces he entrenado en el arte de la forja. Mi razón para venir aquí es para aprender a encantar objetos, desde armaduras hasta herramientas en general.

Dai se quedó observando a los que iban y venían, se despidió de los dos chicos nuevos y escuchó con excitación el barullo de la chica herrera que pedía una forja, eso lo deleitaba, no tanto la joven en la que no había reparado si no su entusiasmo, una de las cosas que le agradaban en la gente era esa fuerza y animosidad con la que podrían llegar a conseguir sus sueños. Por su parte aunque más calmado, buscaba tener espacio en los laboratorios con Mr. Cavanaugh y ser algo así como su monitor/ aprendiz.

Suspiró fuertemente dejando que el aire llenara sus pulmones y se levantó del asiento para marcharse a dar un paseo por el jardín frontal

- Oh, ya sé que monte es. Su guardián siempre se está quejando de los humanos que van al bosque, pero yo no veo mal que quieran usar su cuerpo para alimentar a los árboles, plantas y setas con los nutrientes de su cuerpo. – dije al reconocer el bosque del que provenía. Al fin y al cabo yo también provenía de Japón.

Luego se acercaron dos chicas más a donde estábamos nosotros. Seguía sin fiarme mucho de los humanos, pero alguien que ofrece comida no podía ser malo, y menos cuando el profesor de antes me había hecho pasar tanta hambre. – Nunca he probado la comida de los humanos, siempre que alguno viene al bosque y deja basura la comida suele ser lo primero que se comen los animales. Cuando llego yo solo quedan plásticos y demás que tengo que recoger yo. – contesté, haciéndoles ver el motivo por el que no me gustaba las visitas que hacían los de su especie a nuestros territorios.

- Aunque me imagino que no me pasará nada por probar la comida que nos ofrecéis, a cambio yo os daré de la mía. – metí mi mano en un bolsillo y saqué un pequeño saquito que al voltear sobre mi pata dejó salir unas bellotas peladas. – Tomad, espero que os gusten. – Algo muy natural en las leyes del bosque era que si cogías algo tenías que dar otra cosa a cambio, me imaginaba que con los humanos no sería distinto.

Mientras tanto cogía una de las “galletas” como había dicho la chica y pasaba el resto a Sayaka. Lo primero que hice fue oler el alimento, percibí que el aroma era algo que no había olido nunca antes. Parecía dulce e incitaba a comerlo, aunque por lo general las cosas dulces que comía en el bosque no tenían un estado tan sólido, por lo que eso me confundía. Decidí darle un pequeño bocado para saborearla. ¡Resulta que estaba buena! Su sabor era dulce, efectivamente, y su textura invitaba a darle otro bocado. Para cuando me quise dar cuenta ya me había comido el alimento y ahora entendía porque venían tantas en la bolsa que nos habían ofrecido.

- ¡Está muy buena! Te habrá tenido que costar mucho hacerla. – comenté mientras intentaba hacerme a la idea de cómo había logrado conseguir un alimento tan complejo.

Aethedryd recobra un poco de su alivio cuando Sayaka y Hachi parecen gustar de la comida elaborada por humanos, pues con la personalidad y palabras de ambos le hacía ver la desconfianza que tenían hacia su especie. Lamentablemente así era entre muchos que, por temor, historias o por acciones de unos, pensaban mal de los demás, pero aguardaba que la Academia Mignitght Rose ayudara a abrir sus mentes y formaran una opinión más amplia. Si querían mantener distancia o su recelo a los humanos se respetaría, pero ya una vez conociendo mejor la dinámica en otras razas o comprender más el por qué de X cosa y no solo su consecuencia.

-Gracias, Hachi-tomó una de las bellotas y la guardó en uno de sus bolsillos-. Nosotros desayunamos en la Cafetería antes de venir al Salón. Cuando puedan visiten el sitio, preparan comidas muy ricas por si gustan un poco de variedad-no sabía si los guardianes del bosque o los kitsunes, en especial ellos dos, podrían llevarse bien con un dhampiro, pero esperaba que sí-. Espero que les guste la escuela y la disfruten con buenas experiencias-Sayaka aun no comía de las galletas y Hachi preguntaba curioso sobre ellas, pero la pelilavanda no era quién para responderles acerca de la receta, por lo que miró a Renata para que ella fuese quien lo hiciera. Al fin y al cabo se notaba que se esmeró mucho en eso para poder hacer amigos y la tímida rubia lo hacia de maravilla.

Quería preguntarles muchas cosas acerca de sus costumbres, ideologías, formas de vida y la magia empleada; pero aguardaba cuando llegara el momento. Se notaba que la kitsune era muy reservada y el guardián debía estar maravillado en cosas nuevas, así que todo a su tiempo. Aprovechando que estaba más cerca de los profesores, saludó a la profesora Auriel y al profesor Johannes antes de que se fueran. 

-Renata, Sayaka, Hachi... me disculpan, vuelvo en un momento-y con una pequeña reverencia a disculpa, se acercó a los docentes saludando a todos pero luego enfocándose en el enfermero y en la ángel-. Buenas tardes. Quería preguntarles... ¿este año continuaremos con las clases personalizadas o... ya no?

La directora miró con renovado interés a Gaea.

 -¿Y calderos sabes forjar, chiquilla?