Partida Rol por web

Aparto los restos inertes del ghoul y salgo de la celda para ver a todos los hombres y mujeres paralizados en el lugar. Avanzo con pasos pesados hacia las escaleras y antes de salir, me giro a los presentes:

 - "¿Alguien más tiene ganas de faltarme el respeto? Deseo hablar con alguien de confianza para el Señor de este castillo."

Espero la respuesta de alguno de ellos pero estoy muy seguro de que el más importante debe ser el Vampyr que huyó como si se tratase de un pequeño niño.

Mikail no osó pronunciar palabra. Se quedó quieto, inmóvil, como si formase parte de los viejos muros de la mazmorra, esperando que aquel ser monstruoso abandonara el lugar.

- ¿Que queréis? - pregunto al Koldun haciendo acopio de valor.

KOLDUN BORU:

- El que ha hablado es un plebeyo (a juzgar por sus ropas y aspecto), ni siquiera parece un guerrero, que está encerrado en una de las celdas cercanas a aquella en la que ha muerto el último Basarab.

- En esa misma celda hay una mujer rubia y pálida que te mira con morbosa fascinación desde el sucio suelo sobre el que está sentada.

Miro al hombre que me ha contestado, es un humano y de baja categoría. No me parece más que un criado. Hace años que no me importan las castas de los mortales pues reyes o plebeyos, no son más que moscas y alimento para mí. Le miro de frente después de mirar a la mujer detrás de él y le contesto:

 - "Quiero hablar con el hombre de mayor rango en este castillo. Me guiarás a él ahora, valiente humano."

Para todos es claro que no es una pregunta ni una petición lo que acabo de hacer y que las consecuencias de no obedecer solo pueden acarrear dolor, una más grande del que le he producido a Carcelero antes de abrirlo como a un pez.

- Ahora mismo hay varios. - digo. Dependiendo de cuál sea el motivo de su demanda le puedo llevar al más indicado para ese propósito.

En realidad no mentía pues entre el Chambelán Otto y el Capitán Ferenk cubrían el puesto de Nuestro Señor Durius pero ninguno de ellos tenía el 100% de sus atribuciones.

- El Koldun abre la celda en la que están encerrados Vasilov y Enrietta.

- Mikail permanece inmóvil, aparentemente fusionado con las sombras.

- Otto sale a toda velocidad de las Mazmorras, seguido después por Hakir que corre todo cuanto puede.

Abro la celda y me quedo en la entrada mientras le respondo al joven:

 - "Alguien sabio, un diplomático. Alguien de confianza para discutir temas trascendentales, no un sirviente menor. Algo así como un consejero. Pensarás mientras nos movemos."

Le indico que suba las escaleras y subiré detrás de él.

Mikail observaba anonadado a Vasilov. ¿Era idiota? Se quedó quieto a la espera de que se fueran para acercarse a Enrietta.

Asiento a las palabras del Koldun.

- Como gustes. - comento. Más puede resultar complicado si infundis terror a casi todos los que os ven. - añado. Y sobretodo teniendo en cuenta que todos los Basarab han sido asesinados.

- Aunque teniendo en cuenta lo poco que ha tardado en dar muerte al Carcelero...

Miro disimuladamente a Mikail y luego señalo con la cabeza a Enrietta.

- Ponla a salvo. - pienso.

Me agarro a las ropas de Vasilov.

- No me dejes atrás... Por favor...

Casi no sé lo que digo. Aterrada por la imponente figura, al tiempo atraída por el horroroso espectáculo de la muerte. No quiero mirar los despojos de Carcelero. Ni la cabeza del Basarab.

Sólo quiero alejarme de este lugar maldito.

- Mikail cuidará de ti. - digo a Enrietta dándole un cálido beso en la mejilla. Enseguida vendrá a por ti.

MAZMORRAS DEL CASTILLO DE BALGRAD:

- De repente, en el umbral que conduce a las escaleras que ascienden directamente al Patio del Castillo aparecen tres hombres armados.

- Uno rubio, con aspecto de noble transilvano, portando una pesada armadura de caballero, un escudo con el emblema de la casa menor Dvy, y una espada que ha recibido mucho uso.

- A su diestra, un guardia ducal magyar ataviado con una cota de escamas, y portando una lanza corta y un escudo de infantería con el emblema del Duque Kadar.

- A su siniestra, un guardia feudal transilvano ataviado con una densa túnica de mallas pesada sobre un chaquetón acolchado, armado con una maza feudal pesada y un escudo de miliciano.

- Con algo de retraso, llega un nuevo guardia ducal con armadura de escamas, y armado con lanza a una mano y un escudo de infantería con el emblema de la Casa Kadar.

TABLERO.

- Las Mazmorras son lóbregas y siniestras, apenas iluminadas por algunas antorchas sujetas a intervalos irregulares en las paredes.

- En la parte Sur se alinean celdas con paredes de piedra por todos lados, menos por su cara Norte, que son de barrotes de metal.

- El lugar apesta a cuerpos sin lavar, a excrementos y orines, a enfermedad, infección y locura. Hay una docena de prisioneros inertes en las celdas, vivos, pero mentalmente ausentes por la demencia causada por su cautiverio y tormento de años y años.

- Contra el muro Norte están los cuatro Mazmorreros de Carcelero, obviamente muy asustados.

- Hay una celda abierta, en la que están Vasilov y Enrietta.

- Ante esa celda hay un ser que irradia oscuridad. Un ser ante cuya sola presencia las propias piedras del Castillo parecen gemir y llorar. Un ser que hace que las sombras de las Mazmorras parezcan aún más densas, como si el propio Castillo entero estuviese cayendo en un pozo infinito de negrura y desolación que condujera a otro mundo, a un Submundo Tenebroso más allá del Cielo y del Infierno. La figura porta una vieja armadura de color gris que parece echa de planchas sobre planchas de hierro herrumbroso, muy desgastada por el tiempo. Algo que ningún humano normal sería capaz de llevar. Pese al pesado yelmo, el rostro de la criatura es parcialmente visible, revelando unos ojos que relumbran con una luz amarilla antinatural y una boca en la que destacan dos tremendos colmillos. La piel parece gris, carcomida y pútrida, llena de heridas antiguas sin curar.

- En la celda del fondo yacen los cuerpos de Carcelero y del último de los Basarab. El primero abierto en canal como una res. El segundo descabezado.

KOLDUN BORU:

- Los recién llegados parecen un Caballero y dos guardias feudales.

- A primera vista, son insignificantes humanos. Sin embargo, el Caballero tiene algo especial, algo así como un aura de furia apenas soterrada, como si un fuego de violencia le quemara por dentro, pugnando por salir.

- En cuanto a los otros dos humanos. Sí, sin duda son humanos corrientes, puedes oler su sangre (ambos están heridos leves) y su miedo, pero pese a su miedo muestran una entereza que casi ningún humano puede mantener en tu presencia. Tienen la mirada de quienes ya se han enfrentado antes a lo sobrenatural... y han prevalecido.

- Esto se va a poner interesante. - pienso al ver entrar a los cuatro "bestias descerebrados" por las escaleras.