Partida Rol por web

- Como ya dije... no voy a dejar que se me aprese. Sigo sin fiarme de vos, y tras vuestras palabras, creo evidente que sois un impostor. Mis palabras no implicaban amenaza alguna, mas bien al contrario: la convicción que el capitán era el único de quien podía fiarme tras vuestras múltiples palabras. No voy a dejarme apresar por aquel cuya identidad ignoro. Capitán... vuelvo a deciros: ¿qué queréis que haga con esto? Y... sinceramente, no deseo que haya más sangre. Pero mientras vuestra identidad, Durius o quien quiera que seáis, no esté clara, y para mi sigue sin estarlo, no obedeceré a quien puede ser un traidor. 

Permanecí tenso como la cuerda de un arco. Finalmente se estaba desatando una situación que nos conducía a una locura impensable. No nos había matado el Koldun, con todo su poder, y acabaríamos matándonos entre nosotros.

En efecto, las palabras del Caballero Dvy eran toda una provocación, por tanto entendía las palabras de Durius, pues se diría que no tenía más opción ante aquella falta de respeto. Tanto si las sospechas del Caballero eran fundadas como si no lo eran, la reacción del Primer Caballero era la lógica en una situación de tal desacato.

Miré entonces a Ferenk. - ¿Ca.. capitán? - Quise dar a entender que serían sus órdenes directas las que acataría.

Tomo la mano de mi señor brevemente y me deleito con el contacto de su piel. Sin perder de vista su rostro, escucho embelesada su voz. Me aproximo a su confortante presencia y dejo resbalar suavemente mis dedos entre los suyos, sintiendo cada milímetro que abandono, sintiendo la frialdad de la celda que va lacerando mi alma. Aparto la vista de los restos de Carcelero y la clavo en Durius tras posarla fugazmente en el caballero Dvy. Oh, amor mío, ¿no ha de terminar esta pesadilla? ¿Acaso he de contemplar nuevamente vuestra sangre derramándose en el suelo? pienso cuando escucho el nuevo cruce de reproches. Levanto mi puño y lo aprieto contra mis labios cerrando fuertemente los ojos. Perdóname, mi amor, perdóname por interponerme, pero no se debe derramar más sangre. No la vuestra. 

Abro los ojos y me empapo de su visión, fuerte, seguro de sí mismo. Tomo fuerzas, no sé de dónde salen, pues esta noche mi templanza se agotó tiempo atrás. Desatendiendo el gesto de Mikail, me yergo y doy varios pasos hacia el Caballero Dvy con las manos extendidas hacia delante, las palmas hacia arriba, interponiéndome entre ambos caballeros, convirtiéndome en improvisado escudo de mi señor. Igual que Carcelero se mantuvo fiel, yo haré lo propio. 

- Esta noche ha sido difícil para todos. El horror, la muerte que destilan las paredes de este sitio maldito nublan nuestros sentidos ya abotargados por el cansancio. Me consideráis traidora porque seguí órdenes de mi señor, porque seguí los latidos de mi corazón que sólo amanece cada día y cada luna por él. Pero ahora os suplico que cesemos en estas disputas. Mi corazón lo reconoce, aunque poco ha de valer mi palabra...

Bien apuntáis que vos dirigistéis la defensa de los que habitamos el castillo. No sabemos lo que puede aguardar aún allí fuera, caballero Dvy, os necesitamos fuerte y decidido como hasta ahora. Mi señor Durius os necesita, el Duque os necesita... hasta esta pobre sirvienta. Pues si unidos habéis vencido a los enemigos del Duque no quebremos ahora esa alianza.

He puesto en cada palabra todo el sentimiento de mi dolorido corazón. Cuando termino de hablar, me tambaleo ligeramente, pues mi cuerpo frágil está al límite de su resistencia.

Enarco una ceja al escuchar como se van tornando las acciones hasta el punto de llegar al desacato de órdenes directas del propio Durius. Bufé de desagrado ante la contestación de Dvy.
-Le está apresando por unas más que justificadas razones que ha tenido a bien explicarle, Dvy, no ha pedido su cabeza como está en su derecho tras unas palabras que sonaban más a amenaza que a declaración de intenciones. Retráctese de sus palabras y sea apresado, si muere ahora por una simple sospecha toda su buena labor en la batalla quedará en el olvido a cambio de perdurar en la historia como un simple y sucio traidor... De todas formas si resultase tener razón, ¿No sería más sensato permanecer vivo para que otros puedan recurrir a usted? Y en el caso de estar equivocado ¿No es mejor tener una oportunidad de enmendarse y pedir disculpas a haber muerto? Reconsidere su conducta.

Ferenk se había arrodillado junto al cuerpo reptante de. Su expresión contrastaba con la de los demás presentes. No había en ella rastro de repulsión; solo gozo. Fueran cuales fuesen sus vicios, y su responsabilidad en la muerte de Molensk Basarab, el guardián de las mazmorras iba más allá del llamado del deber para cumplir la tarea asignada por Su Señor. Una tarea que nadie más estaba capacitado para llevar a cabo, porque nadie más tenía la devoción necesaria para abandonar quien fue y transformarse en el Carcelero.

Mas no tardó en mudar la expresión. El Secretario no tenía suficiente con la aquiescencia de Schaar Dvy. Y el antiguo caballero se negaba a reconocer su posición bajo argumentos que, a la vista de los acontecimientos, habían perdido cualquier validez.

—¿Y qué pretende hacer para resistirse, Schaar Dvy? —preguntó, suspirando—. ¿Nos matará a todos o morirá usted intentándolo? ¡Cómprenda que sus acciones no le afectan solo a usted! ¿Arrastrará a su Señora y el niño más allá de la protección de estos muros, otra vez, o la dejará sola?

Avanzó hacia el caballero desposeído. Sus necias acciones y palabras no le habían dejado otra opción al Secretario. Solo era un invitado, y Durius poseía la autoridad directa de Su Señor. No tenía por qué explicarse, pero él sí quería evitar a toda costa nuevas muertes que solo minaban la posición de Su Señor. Aunque su cuerpo le pidiera todo lo contrario.

—Si tenía todavía alguna duda al respecto de la identidad del Secretario, debería haberse disipado al contemplar la reacción de Carcelero —añadió, extendiendo el brazo—. No convierta las victorias de este día en una derrota. Deme su espada y entre en la celda.

- Aun si fuera Durius, cosa que sigo dudando... ¿qué? ¿Para que me pase lo mismo que al senescal cuando el real Durius fuera este u otro le avisó que perdería la lengua?, ¿o a los invitados de nuestro señor ajusticiados por Iacobus y Durius, o que Farkas Deli?- una nueva risotada resuena en la mazmorra- No, gracias. Como ya dije... hubiera bastado con que vos hiciérais lo que se supone que debíais hacer. Me iré desterrado, si es vuestro deseo, y si de verdad queréis evitar muertes. Pero si no, en efecto: o yo o todos los que me ataquen morirán hoy.

Cuán diferente era la forma en la que el soldado acataba las órdenes de su superior, el Primer Caballero, comparada con la premura que exigía cuando era él quien daba la orden. Hacía muy poco que Mikail era lanzado a una celda oscura de la mazmorra por mucha menos osadía de la que había mostrado el caballero Schaar Dvy. Ni siquiera le habían dejado explicarse y eso le hacía rabiar pro dentro y desear que el caballero fuera ajusticiado allí mismo. Sin embargo, como correspondía a su posición, se quedó al margen, sorprendido eso sí pro la intervención de Enrietta.

Sus palabras se perdieron como lágrimas en la lluvia. La conversación entre aquellos titanes continuó, y Boru solo pudo ver una salida a todo aquello: Guardar silencio y obedecer. Había visto de que eran capaces aquellos hombres - si es que podía llamarles hombres y no bestias - y no deseaba verse involucrado en una batalla contra ellos.

Contra ninguno de ellos.

Guardó silencio y esperó que Schaar entrara en razón. A última instancia, el debía obedecer al capitán, por lo que lo miró, esperando alguna indicación.

Durius permaneció en silencio tras la nueva intervención de Schaar Dvy. Su negativa a reconocer la autoridad que le había sido conferida por el propio Duque Kadar se había transformado en una negativa a hablar con él siendo solo el Capitán Zarak el único interlocutor válido al cual ahora solicitaba el exilio como alternativa al arresto que el mismo había provocado con su actitud y comportamiento. Por dos veces el secretario Ducal, amparado en la ausencia de ojos y oídos había eludido la aplicación de la necesaria justicia que el caballero sin tierras parecía exigir a gritos. Refugiado en un bastión de mentiras por él mismo creadas, lanzaba sus ataques, no asumiendo responsabilidad ni culpa alguna, amenazando de muerte a quien osara enfrentársele.

Durius, con la espada que había portado en la mano desde que abandonara el patio del castillo, miró inexcrutable a su Capitán. Aquel era el momento en el que la diplomacia había muerto estrangulada a manos de Schaar y en el que las lealtades y el deber debían mostrar su verdadero aspecto.

Dios mío, no. Durius... otra vez, no. La pétrea mirada de mi señor, su férrea determinación es todo lo que necesito para entender que nuevamente se derramará sangre. Nuevamente he de asistir, impotente, a un enfrentamiento. Me giro buscando la mirada de mi amado pero está tan concentrado que prefiero no distraerlo. Tambaleante, me alejo, cuanto puedo antes de caer al suelo y moverme poco a poco a un rincón de la celda abierta que ya ocupara antes. Giro mi rostro a la pared y lloro en silencio, rogando que Durius sobreviva una noche más... 

Apenas puede contener una mueca al recordarlos. Farkas Deli, Jensi Stolnic, los Dravescu. Muertos todos ellos en el epílogo de la maldita boda. El Capitán Zarak no había alzado su espada contra ellos, pero cargaba con su parte de la culpa de cada una de esas muertes. Algunos de ellos, las escasas personas a las que podía llamar amigos, muertos en tiempos de paz por las manos de los hombres cuyos derechos había decidido proteger. ¿Hubiera sido todo muy diferente si hubiera decapitado a Durius cuando le presentó su espalda en las mazmorras, mientras se ocupaba del agonizante Carcelero? Mas la decisión tomada en ese momento debía mantenerse. Cada una de aquellas muertes presentaba características que la justificaban, a ojos de sus partícipes, haciendo las circunstancias de sus protagonistas muy distintas de las del antiguo caballero.

Hasta ahora. No le ha bastado con atacar a Durius, dos veces. Ha difundido sus sospechas como si fueran hechos, le ha cuestionado y se ha enfrentado a él en público. ¿Qué esperaba que sucediera?

—¿Y qué hay de la Dama Dubieta y el pequeño Tiberiu?

Si algo podía mover al antiguo caballero, eran la Dama y su hijo. En qué dirección fueran a moverlo, sin embargo, era difícil de decir.

—No está en condiciones de elegir su castigo —siguió—. Rinda su arma, acompáñeme y, cuando llegue el momento, exponga su caso ante el Secretario, en privado, o ante Nuestro Señor cuando regrese.

Itsvan, aún conmocionado por las cosas que acababa de ver, reaccionó al escuchar la voz de su Capitán. La situación se había puesto muy tensa, una situación que no le gustaba nada, en la que aliados se enfrentaban entre sí. Pero él tenía una función en el castillo. Recuperó la compostura y sin decir nada se recolocó en posición de guardia a poca distancia de Ferenk, preparado para actuar si era necesario.

Escuchando como el Capitán daba una orden directa al Caballero, no había ya vuelta de hoja, o Schaar deponía sus armas o habría refriega y más sangre se derramaría inutilmente.

Di un paso adelante, apoyando al Capitán y agarré la lanza, situándome en guardia para custodiar al Caballero Dvy en cuanto éste se entregase. O para atacar si nos volvíamos todos locos de una maldita vez.

- Tanto rondar la muerte que al final tendré que ser yo quien tenga que invitarla. La muy puta. - Pensé amargamente.

- Schaar, señor. Le pido que se lo piense por la Dama Dubieta y su hijo Tiberiu. - Le pidió con un hilo de voz, y, maldiciéndose diez veces por ver ahora a aquel hombre como su enemigo, tomó posición de guardia dispuesto a luchar, una vez más aquella noche, por la vida.

Aferró la maza con fuerza, con la respiración entrecortada y a la espera de la señal del Capitán para detener o no detener al caballero.

Algo se removía en mi interior, no podía mirar hacia el carcelero sin sentir verdadera compasión por su estado. Chasqueo la lengua mirando hacia Schaar Dvy.
-Está teniendo una consideración mayor a la que se le debería ofrecer. Goza de buenos amigos, no les haga cargar con su muerte.
Me acerco hacia donde se arrastra el carcelero y dejo que beba de mi sangre hasta que se recomponga. No puedo seguir viendo a esta criatura sufriendo...

SCHAAR DVY:

- Si no cedes terreno con la escalera a tus espaldas, posiblemente un máximo de cinco.

- El Chambelán Otto se rasga la vena con los colmillos, como antes hiciera Durius Tremere, y alimenta a la temblorosa masa de carne abierta y destrozada que es Carcelero. Este bebe con avidez la oscura vitae que le da de nuevo la vida...

CARCELERO:

- Has bebido 10 puntos de Sangre y gastado 3 en pasar de -2 Agoniza a -1 Agoniza.

- Ahora mismo tienes Sangre: 9/20 y te dispones a beber con avidez otros 10 puntos de Sangre Robada de Otto, llegando a 19/20. Gastarás entonces otros 3 puntos de Sangre en regenerar, quedando en 16/20 y pasando de -1 Agoniza a Incapacitado.