Partida Rol por web

Otro más había caido, con un poco más de suerte, pronto habrían caido todos y hasta él habría hecho alguna contribución a la causa. No mucha, pero si alguna. Así que con este ánimo y teniendo en cuenta lo poco que lo separaba de su objetivo, disparó una vez más sobre su objetivo, aunque por el efecto, dudaba que le hubiera hecho algun daño...

Allí estaban, un solitario zombie contra prácticamente todo el cuadro médico desplegado, y unos tambaleantes penales de propina. Y aún así, animado por fuerzas impías y una tenacidad siniestra, aquel ser se resistía a morir, e incluso volvió a abrir fuego, acertando a uno de los borrachos, aunque sin causar gran cosa más allá de una quemadura ligera y chamuscar armadura. 

En aquel momento, Nicodemus consideró que contar sus bendiciones no era tan importante como contar su munición... o quizá consideró que las dos venían a ser lo mismo... examinó la escopeta de un vistazo rápido ladeándola para contar los casquillos que le quedaban por contar. Tres tiros, se lamentó. Mal. Tendría que mantenerse a aquella distancia y rezar porque la dispersión hiciese su trabajo contra aquel mutante.

WLASHG!!!

El disparo aterrizó con una cualidad más viscosa conforme la carne era arrancada de los huesos y perforaba órganos vitales debido a la cercanía, de forma que cualquier humano temeroso de dios habría muerto a aquellas alturas. Un sucio mutante, no, quizás... pero aún le quedaban dos cartuchos y tenía planeado hacer que durasen.

-´tos mutis...

Ya casi habían terminado, la vez anterior había acertado, incluso juraría haber matado a una de esas cosas con uno de los pocos disparos certeros que tuvo. Contuvo la respiración, cerró los ojos y... falló. Una vez más. Al menos le quedaba de consuelo que era mejor médico que fusilero.

La situación seguía casi inalterable, descontando los daños logrados por Nicodemus, aquella aberración seguía avanzando y disparando, aunque con una puntería tan terrible como la de los borrachos miembros del regimiento penal presentes en aquel lugar. 

A esa distancia, se vino arriba. Lo tenía cerca, lo tenía enfilado y además, parecía tener tanta mala puntería como él ¿Qué podía fallar? Así que apretó el gatillo como si le fuera la vida en ello (posiblemente, le iba) y acertó en un par de ocasiones, lo que si era una novedad en aquella habitación.

Entonces, es cuando se dió cuenta que el problema era su arma: A pesar de los impactos no había causado efecto alguno. Si salía de esta, pediría otro rifle, estaba claro que ese no funcionaba correctamente...

Enfrascado en descargar plomo, Nicodemus meditó si debía mandar a la gente a que derribaran de una vez a aquel mutante desgraciado y le reventaran la cabeza a pisotones, cuchilladas y palazos, el tradicional saludo de colmena, pero decidió que mejor que no corrieran riesgos: el láser sería probablemente más sano.

-Vamos caballeros, sigan manteniendo el perímetro, no quiero que esa cosa acabe contaminando ningún peldaño de esta sala, nuestra base de operaciones ya es bastante precaria...

Recmarcó sus palabras con otro WLASHG!!!, el sonido de un zombi haciéndose gelatina de manera progresiva conforme las postas de escopeta iban desgarrando tejidos y músculos que no eran imprescindibles para vivir en el sentido en que aquellos pobres desgraciados "vivían", pero sí para tener una mínima efectividad en combate. Una sala llena de meds allí presentes podrían explicar de forma precisa que una pierna rota, por ejemplo, no era una afectación que podía superarse con "fuerza de voluntad" sino, de forma literal, ROTA, esto es, que no funciona. Igualmente, la pérdida de un 37% de movilidad en los brazos vía daño muscular masivo no contribuía que dijéramos a que aquel krieger estuviese pudiendo hacer nada que ser una esponja de munición.

Había fallado, y ver cómo esa criatura seguía avanzando casi inmutable me entorpecía el pensamiento. De nuevo dudé entre salir a pedir ayuda, o intentar abatirlo de una vez por todas.

- ¡Joder!

Dándome cuenta de que el tiempo que tardaría en salir, conseguir ayuda y volver a entrar sería quizás demasiado, decidí volver a intentarlo, así que rodeé por completo la estantería para estar justo a la espalda del zombie.

Solo quedaba uno... Pero era horrendo ver como absorbía disparos. De momento, solo la escopeta de Nicodemus había logrado conseguir algún daño evidente, o que pareciera impedir de algún modo a aquella aberración. Pero en ese momento, como si quisiera imitar al medicae del 13º, el zombie abrió fuego en semiautomático con su rifle láser, a quemarropa contra el médico. Y de algún modo, quizás porque el Emperador les vigilaba en ese momento, todos los disparos salieron desviados.

La parte mala es que ahora tenía a la putrefacta aberración en contacto con él. 

En aquel momento, el flak y la máscara del krieger le protegían por contacto de todos los patógenos que debía de tener dentro. Y si era como las cosas que habían visto ahí fuera, de las garras y dientes: estaba armado, pero Nicodemus había conseguido ser ráapido, anticiparse a su enemigo y esquivar los disparos. Esto es por normal imposible, pero los reflejos de un humano puro son infinitamente superiores a los de un sucio mutante, alabado sea el Emperaador. En especial siel sucio mutante había sufrido un daño estructural de consideración

Y el mutante se le lanzó encima.

-¡¡HOSTIAS!!!

El disparo desviado intentando quitárselo de encima sin éxito, Nicodemus se encontró a distancia de combate con un maldito mutante sin nada a mano que poder hacer dado que cuando empezó a trabarla, cargándola a toda prisa, el krieger ya estaba allí. No le daba tiempo a recargar... así que maldijo y soltó la escopeta

WHIRRRR

desenvainando la espada sierra del cinto. Justo cuando tenía al Krieger a la misma altura de los ojos, buscándole la melee.

El infectado siguió avanzando, lento pero de forma inexorable mientras él seguía disparando con más bien poco éxito. Era como si después de lo ocurrido con su Teniente, tuviera cierto temor natural a disparar a figuras humanoides. Tendría que meditar sobre ello si quería seguir vivo. Algo que, todo sea dicho, le apetecía mucho.

Pero aun con las manos temblando, volvió a apuntar con su arma al objetivo que se lanzó sobre Nicodemus. Sin deseo a correr el riesgo de realizar fuego amigo, trazó un leve giro de muñeca hacia la izquierda a la par que volvía a apretar el gatillo, fallando una segunda vez, colando el disparo en el único pasillo vacio que había en aquella dirección.

Al menos, no había herido a ningún aliado, algo positivo.

Ahora quedaban mano a mano. Pasara lo que pasara, el destino del zombie y el medicae Nicodemus se decidiría del mismo modo que la Humanidad había resuelto sus conflictos desde que fueron algo más que monos sin pelo: a golpes. 

El zombie y Nicodemus, el nuevo líder de aquella unidad, se encontraban cara a cara.

WHIRRRRRR

La espada sierra zumbaba mientras el med la utilizaba para atacar al zombie, utilizándola sobre todo para mantenerlo a raya y evitar que ninguna de las grotescas prortuberancias que daba en llamar "manos" pudiera ponerse encima suya. Aquella maniobra sirvió para que el krieger no estableciera contacto, aunque no logró más que sacarle unos cuantos jirones de armadura dado que su principal objetivo había sido mantenerlo a raya, y no había tenido abertura para entrar a fondo.
 

La cosa se complicaba, y Khaled comenzaba a ponerse nervioso. No había conseguido darle practicamente a nada, y cuando lo había hecho, los daños habían sido mínimos o nulos. Para empeorar la situación, una de aquellas cosas había llegado hasta Nicodemus, con el cual había comenzado un extraño baile de ataques y fallos que le hacían dudar de su propia capacidad para poder darle a uno sin matar al otro de paso.

Como ya había pasado en el pasado.

Así, recordó las palabras del primer comisario que conoció, las cuales rezaban algo parecido a esto: "Y si todo va mal, cerrad los ojos y dejad el destino a voluntad del Emperador". Bueno, y así lo hizo. Cerró los ojos y apuntando con el cañón del arma en dirección al encarnizado combate cuerpo a cuerpo, apretó el gatillo tantas veces seguidas como su vocecilla interior le dijo que hiciera.

Y todo lo que pasara después, sería voluntad del Emperador.

Y finalmente, Khaled demostró por qué estaba en un regimiento de tiradores. Dos disparos láser de buena potencia alcanzaron al podrido, a pesar de estar en un intercambio de opiniones con Nicodemus, y fulminaron limpiamente al cadáver. Algunos penales pensaron que aquello bien merecía un aplauso, consiguiendo acertar aproximadamente una de cada tres palmadas, mientras que otros mantuvieron el tipo lo mejor que pudieron, que fue bastante mal.

La parte buena es que la enfermería parecía haberse salvado. La mala, que ahora había que limpiar ese puto desastre. 

Dios Emperador.

Para mi desgracia, con los sonidos del combate ya fuera, el ruido de mis tripas regurgitando la última comida fue claramente audible. Había logrado retirar el casco a tiempo, pero no llegar hasta un cubo, con lo que el estropicio dejó manchados el suelo y las botas de Friedrich.

- Jo... der. - Terminé de echar hasta el puñetero desayuno. El hermoso cóctel de Terror-Esfuerzo-Terror estaba por fin dejándome el cuerpo hecho mierda. Me pase la mano por la cabeza rapada, asegurándome de no tener pústulas ni nada similar, y tras unos momentos para comprobar que no fuese a vomitar más, volví a ponerme el casco.

- Joder. Mierda. - Tosí levemente, aclarándome la garganta, y volví la mirada al resto de Medicae. - Toca... Agh... Limpiar y mandar a alguien a informar de lo que ha pasado aquí.