Partida Rol por web

Traidores. El intentar escapar los había marcado como tales, pero como ya habían sido ejecutados, era un problema menos a considerar. Sin embargo, aún había más cosas que hacer, como advertir de la posibilidad de que los suministros estuvieran contaminados y tomar medidas al respecto, o pronto terminaríamos todos como zombis sin cerebro.

- Recordad. Estad atentos a ruidos de las paredes.

Les advierto mientras subo de nuevo para avisar a la medicae.

Por supuesto, la calma había durado demasiado. El sargento Frederick se preparaba para salir cuando fue literalmente arrollado y echado a un lado por dos lantanitas y un fezzornita, todos heridos, que cargaban con un lantanita con insignias de sargento, seguidos por una frenética Hilliard. Detrás de ellos, un alborotado y agotado lantanita, seguramente el ayudante del sargento herido, tan cubierto de mierda como él, y en cierto modo de sangre, aunque por el modo en que se movía quedaba claro que debía pertenecer toda a su superior.

Por su estado parecía que estuvieran bajando realmente un cadáver, pero si la medicae había ordenado aquello debía ser porque no estaba tan muerto como parecía. Lo que sin duda era increíble, porque parecía MUY, pero que MUY muerto.

— ¡NECESITO UNA MESA DE OPERACIONES DESPEJADA, PINZAS, ALGODONES, DESINFECTANTE, ANTIBIÓTICOS, 500 MILILITROS DE STIMM PREPARADOS EN UN INYECTOR, BISTURÍ, BOLSAS DE PLASMA Y ALGUIEN CON UN DIAGNOSTICADOR MONITORIZANDO LAS CONSTANTES DEL SARGENTO CONSTANTEMENTE Y LO NECESITO PARA YA!

Entré a toda prisa, con el medikit aún medio abierto, tratando de continuar vigilando el pulso de aquel hombre medio muerto. Si el muy cabrón tenía información de valor no pensaba dejar que se me muriese en brazos.

— ¡ME CAGO EN LAS TETAS DE LA SANTA CELESTINE! ¡¿A QUÉ COÑO ESTÁIS ESPERANDO, A SANGUINALIA?! — Sabía que echarle la bronca a tres "enfermeros" heridos no era muy justo por mi parte. Pero ahora mismo en la escala de importancia estaban muy por debajo del hombre al que llevaban. O al menos de lo que el hombre al que llevaban sabía. Y además, sabiendo la "velocidad" que se gastaban el resto de Medicae para actuar, a lo mejor se daban por aludidos y hasta comenzaban a moverse. Pese a todo, tras aquel arrebato, tome aire y pase a un tono más calmado.

— El paciente es un sargento del 15º de zapadores de Lantan. Se encuentra en estado crítico y empeorando por momentos, tiene dos cortes profundos que le han hecho perder mucha sangre. Estaba en las alcantarillas, y lo trajo su asistente. No tiene ninguno de los síntomas del virus, pero está al borde de un shock séptico. Necesita antibióticos, limpieza de heridas, transfusión de sangre y suturas ahora mismo para sobrevivir. Normalmente, dadas las circunstancias, diría que tratarlo es una pérdida de tiempo y recursos, pero parece que podría contar con inteligencia de lo que sea que haya en las alcantarillas, y sea lo que sea, vistas las heridas no me gustaría encontrarmelo sin saber qué es... — Conociendo el protocolo en estos casos, decidí que sería mejor justificar mi decisión lo más rápidamente posible. Especialmente con un comisario en la sala. Aunque fuese un cadete. — El resto de los que vienen conmigo han recibido heridas leves, pero pueden aguantar. Hay otro herido manteniendo la guardia para evitar que pasen más heridos sin triaje arriba. Como encargada del triaje considero que debemos dar máxima prioridad al sargento y tratar al resto después. Al fin y al cabo, no tenemos mucho tiempo para ver si vive o muere.

Una vez dado mi diagnóstico, me dirigí lo más rápidamente posible a la mesa en la que estuviesen colocando al sargento. Ese hombre tenía minutos de vida, o menos, si no lo estabilizabamos rápido.

Cuando empezaron a llegar gritos y berridos desde el piso superior empezó a mandar a dos de los presentes a que despejaran una de las "mesas camillas". Llevaba mucho tiempo de mili como para saber que un ataque no recibiría semejante berrea ni sobrecarga de estrés como la que acababa de llegar, señal de que había alguien para el que cada segundo que no se actuase era una pieza más de vida.

*¡YA HABÉIS OÍDO!* -gritó a los demás la figura de azul- *¡MEDICAE, INFORME!*

Y Schuyer informó. Con un vistazo, sólo podía coincidir en lo que parecía un diagnóstico certero, y es que el que el hombre estuviera vivo después de eso ya era un milagro, y si no que baje dios y lo vea. El hombre estaba milagrosamente intacto en cuanto al virus xenos hereje, quizá porque el virus estaba teniendo que enfrentarse a las muy patrióticas cepas locales, que llevaban milenios enfrentándose a los hombres y no deseaban que una advenediza de bote les quitase la gloria. No lo había matado el shock séptico ni el shock en general, pero estimó las posibilidades de poder estabilizarlo lo suficiente como para tratarlo en cero. O menos.

*Buen trabajo soldado Schuyer. ¡Penales! ¡Preparen las palanganas! ¡Traigan las vendas! ¡Khaled y compañía! ¡Traed el medikit, la grapadora, las cápsulas de sinteplasma y el Adravil! ¡Titus! ¡Asistencia personalizada, protocolo 3-4-2, ligero en el bombeo! ¡Todo el que tenga capacidades médicas que se ponga bajo mis instrucciones, todo el que no las tenga QUE SE APARTE!*

Pusieron al hombre bajo la mesa, tomando Nicodemus el mando. Un mando que por muy ducho que fuese, iba a ser incapaz de tomar la tarea de curar a aquel hombre. A lo máximo podrían mantenerlo vivo el tiempo suficiente como para poder enviarlo al templo de los cogitadores descalzos.

**Minutos más tarde, pero no demasiados**

Estaba ocurriendo un milagro.

*¡Bombeo! ¡Sutura! ¡Sintepiel a las tres, descarga de coagulamp para prevenir sepiticemia! ¡Fornium! ¡Catecismo rápido de restañamiento y masaje cardíaco, Khaled!*

Bajo el mando del médico del 13º, entrenado bajo la Schola Progenium, el sargento lantanita estaba saliendo de allí. "Salir" era mucho decir, pero cada segundo en que lo mantenían vivo era un triunfo de la ciencia médica, y una auténtica proeza de la que podrían contar leyendas todos los allí presentes. Con una última tanda de sutura preventiva con los bastoncillos láser desechables, el medicae tiró las varillas al suelo, comprobando el pulso del afectado.

*Sujeto estable. Gracias al Emperador. Buen trabajo soldados*

Pulsó el botón, separándose el casco de la cabeza, de la que brotaba sudor a chorros. Tomó un trapo y empezó a usarlo. Lo que había sucedido allí en unos momentos no era muy diferente de ganar unas olimpiadas.

-Dudo que pueda levantarse en mucho tiempo, y si hay que firmar un pecho nuevo después de esto el trono sabe que seré el primero en estampar el sello que pidan los padres maquinistas... pero está estable. Después de esto nos convalidan nigromancia -sacudió la cabeza- Alguien tendría que llevarse una medalla por esto, soldados, y si de mi depende todos acabarían con una. Dejad el herido a descansar: el resto queda en manos de Dios.

Exhaló, apoyándose en la pared para descansar, disfrutando del breve momento de relajo y aire fresco.

-Id pasando al siguiente...

Cuando la situación parecía bajo control aquí abajo, llegó la confirmación de que mis sospechas eran las correctas y había algo en las alcantarillas que, fuera lo que fuera, más nos valía que no llegara hasta aquí. Es por eso que mientras me apartaba para no ser totalmente arrollado por, guardé la espada para echar mano de una granada.

- ¡Venga, venga, venga! ¡Ya habéis oído a los medicae!

Les animo a ir céleres aunque sin levantar la voz, no fuera alguien a cometer algún error terrible por culpa de la presión.

Tras la operación, extenuada, contuve el impulso de quitarme el casco para secarme el sudor. Suspiré dentro del casco y señalé a los heridos que me habían hecho las veces de camilleros.

— Estos traen algunas magulladuras, huesos rotos... Lo normal. Parcheadlos. Voy a subir a seguir con el triaje y a mandar para abajo al que quedaba, que está igual que estos. Recomendaría darle una buena dosis de Stimm al sargento en cuanto hayáis terminado de limpiarlo y suturarlo, para que se despierte y pueda decirnos que coño hay en las alcantarillas. — Por supuesto, algo así después de tal operación podría tener consecuencias a largo plazo, y desde luego no iba a ser muy agradable para el tipo... Pero que le den por culo, estaba vivo, que era mucho más de lo que otros en las mismas circunstancias podrían decir. — Y si el cabrón se queja por las suturas, dadle un puñetazo de mi parte... Vámonos Friedrich...

Suspiré por lo bajo al posar los ojos en las escaleras. Al final esta mierda estaba siendo peor que los circuitos de entrenamiento.

— Mi sargento. — Me cuadré en un breve pero sentido saludo militar, con el puño en el pecho, y luego comencé a subir las escaleras. Al próximo que me viniese con las putas tripas por fuera y el corazón al aire le iban a dar por culo fuertemente.

Comprendía como se podía sentir Hilliard, pero las prioridades eran eso, prioridades.

- Hilliard, un momento - le espeto mientras subo con ella - ¿Crees que el origen del brote pueda estar en los suministros?

Le pregunto buscando su opinión dado que según había visto, la enfermedad había afectado a todos los regimientos, incluso a nosotros que usábamos respiradores.

— ¿Suministros? — A punto estuve de responder de forma más brusca de la cuenta, pero me contuve. — No creo. Me da a mí que igual tiene que ver con el hecho de que cuando se levantaron todos aquellos cadáveres durante la ofensiva, hubo quien decidió que sería una genial idea lanzarse al cuerpo a cuerpo. Quedarían millares de pequeños trocitos pegados a la ropa, el equipo... Y eso por no hablar de aquellos que fuesen heridos. Si sumamos a eso que los respiradores ayudan a filtrar, pero no son un aislado completo como pudiera ser un rebreather... Pues creo que tenemos una explicación mucho más sencilla que el sabotaje. Ahora, si me lo permite, tengo idiotas heridos a los que evaluar. Y viendo que habían organizado una contraofensiva para recuperar el pueblo, me da que dentro de poco serán más.

Me encogí de hombros y seguí a lo mío. A fin de cuentas a estas alturas qué más daba. A todos los efectos podíamos contar con estar todos infectados o al borde de la infección.

Asiento entendiendo la situación.

- No obstante haz la prueba con alguno que tenga pocas posibilidades y no sea útil.

Le ordeno para estar más seguros.

Asintió ante las palabras de Schuyler que describían poco más o menos lo que había visto. Dar órdenes a alguien que *técnicamente* era tu oficial, o no plantearlas como una petición, era delito disciplinario, pero el oficio de medicae era un oficio audaz, eficiente, de vivir al segundo, pragmático y, por qué no decirlo, de una cantidad muy limitada de fucks a repartir. Por eso no hubo más comentarios.

-Correcto. Lo de meterle un stimazo lo veremos cuando tengamos la zona más tranquila y hayamos comprobado que no quede nadie, no pienso tener un susto como el de antes en medio de un interrogatorio -mencionó- Continúe con su trabajo arriba, soldado, en unos minutos subirá alguien para someterle al test de enfermedad en un momento rápido.

...

"Dafuq"

Las ideas que pudiera tener el sargento eran suyas, aunque había pocas cosas tan estériles como los packs de raciones aprobados por el munitorum siempre merecería la pena mirar alguno cuando tuvieran un momento libre. Que no tenían. Y si fueran personal que se pudiera permitir ir a hacer eso. Que no lo eran.

"No obstante haz la prueba con alguno que tenga pocas posibilidades y no sea útil"

-Lamento contradecirle, sargento, pero necesitamos a todo el escaso personal médico que quedan en nuestras fuerzas aquí. Como oficial médico designado por el mayor rango al mando de la operación, le comunico que esa orden no va a ser obedecida. La responsabilidad de esa elección recae en mí, y no en ella.

Hizo un gesto con la cabeza.

-Continúe, Schuyler.

Se dirigió hacia uno de los heridos, mandando a Khaled con un movimiento de cabeza a que tomase a su asistente y al otro y se encargasen. Habían venido por su propio pie, lo que era muy prometedor.

-Ahora, le agradecemos su preocupación, pero esto es una Enfermería en este momento, sargento, y el personal no asociado es... innecesario. Por favor, retírese si carece de cualquier afección que impida el desempeño de su cargo, señor.
 

Al ser interpelado por el medicae al mando me detuve en las escaleras para mirarlo, solo que con el rostro oculto por el uniforme reglamentario era difícil saber qué expresión mantenía, pero si se pudo suponer cuando volví a hablar, aunque a Hilliard.

- Menudo idiota. Nos vemos Hilliard.

Aseguré volviendo a la parte superior dado que ya había acabado aquí abajo.

Después de lo ocurrido con Cedric, quien recibió la paz del Emperador, al medicae de los acechadunas le costó centrarse. Podría haber sido cualquiera el infectado, y aun no descartaba que cualquiera de ellos pudiera estarlo. Pero prefería una muerte rápida que convertirse en una de aquellas asquerosas criaturas, sin duda.

Y segundos más tarde, todo había vuelto a la normalidad. Él por su parte, comenzó a ordenar y preparar el instrumental médico para recibir posibles heridos. Aquel entorno, una enfermería lejos de los peligros que comportaba la primeral inea de fuego era un lugar mucho más familiar para él. No había dado más que un par de viajes, cuando trajeron a un lantanita que parecía más muerto que vivo. Más aun, había visto muertos con mejor aspecto que aquel.

Así que, si aun estaba vivo, era el momento de ponerse manos a la obra.

Se puso los guantes mientras Nicodemus daba las órdenes. En cuanto escuchó su nombre, no tardó en buscar y seleccionar todo lo necesario para volver junto a ellos, dejándolo a mano. Había sido una suerte haber ordenado minutos antes los suministros de los que disponían.

Según hablaba Nicodemus, Khaled iba realizando las diferentes instrucciones. Aquello, sin duda, se le daba mucho mejor que disparar. Aun así, jamás había tratado a nadie en un estado tan nefasto, ni tan alejado de la mano del Emperador. De no haber sido por las palabras y ordenes, posiblemente hubiera tirado la toalla antes. Pero ver que a veces lo imposible se convertía en posible, hizo que Khaled sufriera cierto cambio en su forma de pensar.

Khaled no era mucho de hablar. Así que cuando se dió el anuncio de que el sujeto estaba estable, lanzó un largo suspiro y se retiró el pañuelo que cubría parte de su cara. Ahora si podía verse que el medicae de los acechadunas era apenas un crío recién salido de su mundo natal. Así, sonrió con gesto cansado y levantó el pulgar en señal de apoyo y agradecimiento al resto de equipo.

Tras unos segundos, volvió a taparse el rostro para llevar al sargento con la camilla a una zona más apartada, y después comenzar a recoger los elementos utilizados para su esterilización, desechar lo gastado y reordenar lo aprovechable de nuevo mientras hablaban del tema suministros. Él pensaba igual que Hilliard, dudaba que fuera cosa de los suministros, pero no le habían preguntado a él... así que se limitó a seguir con su trabajo hasta que Nicodemus lo requirió para atender al resto de heridos.

Con un gesto de la mano, pidió a los ayudantes que le acompañaran mientras llamaba a los heridos para que pudiera atenderles. Se encaminó junto a los ayudantes y los heridos hasta donde pudiera atenderlos, cuando escuchó replicar la orden del Sargento, y en respuesta este se limitó a insultar.

Negó con la cabeza, en clara desaprovación por lo hecho por el Sargento y después comenzó el examen visual sobre las heridas de los pacientes.

Habían obrado casi un milagro allí abajo, arrebatando de las puertas de la muerte a un muy herido sargento lantanita al que todavía aguardaba una larga y dolorosa recuperación, así como una vigilancia intensiva. No podía descartarse, después de todo, la presencia de algún patógeno oportunista o infección no detectada, así que una temporada en observación no se la iba a quitar nadie, aunque hubiese sido capaz de levantarse y marcharse de allí, cosa imposible. 

Su nervioso asistente continuaba allí, algo más aliviado tras ver salir a su superior de aquel trance, así como los dos lantanitas heridos que suspiraron aliviados cuando se anunció que estaba fuera de peligro. Ahora solo les quedaban tres heridos, y un cuarto que bajó las escaleras nada más Hilliard subió. Con heridas de distinta consideración*, pero ninguna lo suficientemente grave como para dejarles postrados. 

Khaled mandó a los heridos pasar al lugar más apartado, dejando a los demás operar comodamente. Tras organizar el instrumental médico, realizó unas pruebas de diagnóstico bastante generales para ver la mejor manera de tratarlos. Al ver que había cuatro personas allí esperando a ser atendidas, dedicó menos tiempo de lo esperado a los dos primeros, que despachó sin apenas tiempo para evaluarles correctamente. En su lugar, les pidió que esperaran para poder atender a los que si estaban más heridos, bajo el criterio del acechadunas.

Con el tercero no tuvo muchos problemas tomó el instrumental médico y desinfectó y trató las heridas para en último lugar, coserlas. Así mismo lo hizo con el cuarto recién llegado, evaluando primero las diferentes heridas, y después realizando los tratamientos correspondientes.

Finalmente, le indicó a los dos segundos que ya había terminado con ellos.

La única respuesta que hubo a los dos que llegaron fue el pulgar azul que les indicó el sitio al que dirigirse, mientras que Khaled se ocupaba del resto. Era una mejor ocupación de su tiempo que el sentirse incómodo y algo culpable después de poco más que gritarle "¿¡es que eres un puto crío inútil!?" a alguien que, una vez se había descalzado, habñia resultado ser en efecto un crío. Ahora las cosas encajaban. Demonios, recordaba cuando él mismo había empezado, hacía ya dos campañas, tan lleno de vida e ideales y tan jo-di-da-men-te idiota...

-*A ver que tenéis...*

Una pierna rota de un disparo audaz y varias lesiones por mordiscos, en algunos casos desgarrando músculo y llegando al hueso. Las lesiones no habían provocado la infección según había registrado Schyler, pero aun así le iba a dar una inyección hipervitaminada y una purga somática, con la cantidad de enfermedades que albergaba una boca humana normal, no digamos ya la boca de un soldado, infectado por el Gran Enemigo o no.

*¿Quiere hacer el favor de bajarse los pantalones -miró el cognomen de la soldado en la placa- Afanasyef? Gracias*

Se bajó el casco, de forma que la mujer le pudo ver, y se puso en cuclillas para ver qué había sido. Un tiro de láser en el hueso que había provocado fractura. Abrasiones alrededor, la mujer podía andar por su propio pie pero con gran dificultad y dolor. Limpio y sencillo.

-OK, agárrate a mi hombro con fuerza y contén la respiración, esto va a doler.

Dijo, segundos antes de cumplir lo que había dicho y colocar de nuevo el hueso en su sitio segundos después de limpiarlo con plastigel en spray, mandando una ola de dolor con el audible chasquido al cuerpo de la mujer, una ola de dolor que incluso cubrió el hecho de que acababa, con ocho movimientos rápidos, de graparle las partes de la carne para cerrar la herida. Cubrió la herida con una venda de sintepiel y hizo una señal con la cabeza.

-Listo: no puedes utilizar la pierna hasta dentro de un par de horas, las grapas molestarán durante unos días hasta que se descompongan. Apoya sobre todo el peso en la otra pierna, y estás exenta de marcha o carga pesada  hasta dentro de tres sesentenas estándar. Ya puedes volver a la formación. Ahora, tu amigo...

Contempló la miríada de mordiscos que tenían, la mayoría de poca gravedad.

-...el privado Vosku-vskelbi... -frunció el ceño- Vsklobynlkov? Amigo, tienes que ser la alegría en fiestas. Y horrible a la hora de no dejarte morder -apuntó- Contigo vamos a tardar un poco más pero no es una tarea muy difícil, así que túmbate ahí para que tenga acceso más fácil a todos los mordiscos.

Con el paciente en reposo pudo dedicarse a coser rápidamente todos mordiscos después de una desinfección rápida con los bastoncillos, y en el caso que había llegado al hueso, un pack de vitamina muscular, un falsoimplante y sintepiel para sellarlo todo antes de proceder a coser. La única anestesia que hubo para asistir todo, como era normal en este caso, era el del propio desinfectante, por otra parte bastante entumecedor, todo lo que un soldado que no estaba perdiendo una parte de su cuerpo necesitaba.

-Listo, ya pueden restaurarse a sus fuerzas respectivas: de nada y largo de mi enfermería.
 

Kolya huía por un pasillo oscuro de una criatura horrenda que no conseguía ver en todo su apogeo, simplemente había visto parte de un brazo largo lleno de pústulas y terminado en unas garras asquerosamente largas y de las que goteaba algún tipo de fluído que no quería conocer. La voz llena de flemas y gorgoteante no hacía más que hablarle una y otra vez mientras él huía con todas sus fuerzas.

-No te preocupes, la intervención no entraña riesgos -dijo esa voz, pero entonces se escuchó un golpe, un crujido húmero y un alarido de dolor- Oh, lo siento, lo siento hermano. Es la falta de práctica, ¿sabes? Pero pronto mejorarás, te lo prometo...

Kolya no miró atrás, solo quería poder reunirse con sus hombres, sacarlos de esa tumba de peste y corrupción y hundir todo bajo toneladas de roca.

-¡Por favor, hermano, no te resistas! ¡Te sentirás mejor tras el procedimiento! ¡Las bendiciones del Sabio Nurgle te colmarán y se llevarán todo el dolor! -instó la voz.

-¡DÉJAME! -gritó el sargento. La voz sonó quebrada, algo más temerosa de lo que le habría gustado y eso solo provocó las risas asquerosas de ese ser.

La garra le alcanzó y le derribó, haciéndole una fea herida en la pierna. El lantanita continuó arrastrándose mientras que luchaba por sobrevivir, con los ojos llorosos y arrastrándose por ese suelo lleno de suciedad y residuos.

-Ah sí, tantos, tantos datos que procesar. ¡Pronto te unirás a mi y estudiarás a mi lado! ¡Por el Padre, tengo tantas cosas que enseñar! -volvió a hablar la voz mostrando un ser horrendo y deforme con una gran cantidad de cuchillas saliendo de múltiples brazos. Alzó una de esas garras-herramienta sobre Kolya cuando este se giraba para hacer frente a su asesino.

-Que el Emperador me proteja -consiguió decir. El ser bajó su arma y...

Kolya se levantó de golpe con un grito de terror surgiendo de su garganta, pero fue rápidamente sustituido por un grito de dolor y un gruñido provocado por el movimiento brusco al incorporarse. Un dolor atroz recorrió todo su torso y fue tan intenso que le hizo perder la vista y la consciencia un momento. Balbuceaba cosas y murmuraba palabras de ánimo a los suyos mientras rezaba oraciones inconexas e interrumpidas al Emperador. Un momento después recuperó la consciencia a duras penas, pero le dolían hasta las pestañas, por lo que optó por no moverse. Tenía la boca seca y movió una mano buscando algo de agua que poder llevarse a la boca, tanteando el aire sin muchas ganas ni fuerza.

-Agua, por favor -dijo con una voz mucho más débil de lo que le habría gustado.