Partida Rol por web

El Enviudador ayudó al Lantania a levantarse mientras se mantenía de rodillas, primero la mano luego el hombro y le palmeó el trasero una vez hubo cruzado, luego repitió el proceso con Katrin, saliendo de rodillas de la sección recuperando de nuevo su puesto cubriendo la retaguardia.-Fiks, tú única asignación es cumplir con tú puesto, Medicae, todos estamos vivos. Tú ratio es del 100% soldado, no se te pide más, él resto son extras. Tú cometido es mantenernos a salvo, no acabar con en el enemigo. En la guerra no hay tiempo para dudas, ni para cuestionar ordenes.-le jodía tener que repetir las cosas, pero aprovechó el momento para remarcar la puta indisciplina e incompetencia de los Tempestus mientras liberaba el gas de expansión y dejaba enfriar con calma el rifle de plasma. Había dado un buen servicio.- Solo soy uno más, yo no tengo que perdonarte nada, para broncas habla con la sargento, de todos modos no te calientes los cascos hay mucha gente en la cola para las ejecuciones por indisciplina. Tómatelo con calma, ellos caerán, tú vivirás y podrás luchar otro día. Es a primera vez que estás en primera línea ¿verdad?, tranquilo todo lo que no sea morir, huir o cagarse en los pantalones es una victoria.-Quintus hablaba con él con una frialdad pasmosa, como si acabasen de salir de una cantina tras tomarse unas cervezas. La línea de asedio estaba acostumbrada a esto y más.

Vitaly no se lo pensó demasiado. Con el auspex en una mano y el rifle de plasma en la otra, comenzó a avanzar hacia el sur en busca de esos canticos que iban desapareciendo. Si los enemigos estaban en medio de un ritual, que dejasen de cantar representaba algo malo. No podía quedarse a esperar a que decidiesen en que orden ir; de todas formas, a el le iba a tocar delante.

Malek, después de la frustración de no ser capaz de ver nada, y observar que Vitaly corría hacia donde habían detectado algo, corrió en su dirección para apoyarle. Demasiado tiempo perdido.

La granada estalló llevándose por delante todo rastro de enemigo alguno, con lo que por fin el paso quedó despejado. Asintió satisfecha y desenvainó de nuevo la espada sierra, ahora que ya no tenía sentido empuñar la pistola. El camino estaba libre, pero antes quedaba un asunto por resolver — ¡Suficiente! — dijo, mirando a Quintus y a los Vástagos — Estamos todos en el mismo bando y no toleraré más impertinencias hacia uno u otro lado. Los comentarios pueden guardarse hasta que salgamos de este estercolero y nos reunamos con las demás unidades imperiales. De momento, quiero todos los esfuerzos centrados en salir de aquí con vida — esperaba dejarlo todo zanjado con aquello. Bastante tenían con lo que tenían ya.

Los Doblesueldos empezaron a avanzar, moviéndose con cuidado sobre el charco de sangre que tanto los había lastrado. Ella se movió también, siguiéndolos, escuchando la conversación entre el Enviudador y el lantanita. No tenía mucho que decirle a Fiks, siendo como ella misma había besado el suelo un par de ocasiones, por lo que se limitó a estar al tanto de cualquier novedad que el medicae pudiera darle a través de su auspex.

Sin darse cuenta, habiéndose ofrecido a cubrir un "flanco", se había convertido en la punta de lanza de un avance hacia el sur, y ante la ausencia de órdenes y el movimiento de soldados aliados en busca de algo, unido a las divagaciones de la Interrogadora y la mayoría de opiniones, se abrió camino hacia el sur siguiendo a sus compañeros. 

La fuerza de la guardia era la unión, y no pensaba dejar a aquellos valientes que seguían la sugerencia de esa Interrogadora con tanto ardor. - No estamos heridos, todo bien. Hacen falta algo más que varios Orkos para asustarnos, aunque ése puñetero Orko loco casi nos zumba bien. Por suerte, "Lugere" cantó más alto que él . - dijo, sin reducir el paso, contestando al soldado que le había preguntado, dando unos golpecitos en el bólter pesado - Y por supuesto, nuestra fe en el Sagrado Emperador, porque como todo el mundo sabe, El Emperador Protege. - 

No sabía de qué estaban hablando exactamente, lo del Torcedor era algún tipo de leyenda local, y la Interrogadora parecía desechar la idea de que fuera algo en concreto. Una idea que la gente compartía, una idea siniestra...todo ello unido a lo que sus compañeros decían de unos cánticos que le recordaban mucho a los cultistas del caos de los que le habían hablado en la schola...

- ¿Es posible que ésta ciudad o pueblo se haya construido encima de algún lugar profano y exista un culto que mantenga una adoración a dicha..."idea"? - le preguntó a la Interrogadora con un tono entre asqueado y duro - Eso explicaría la presencia de cuerpos...sacrificios a dicho "Torcedor" y la necesidad de conseguir nuevos cuerpos, raptos de extranjeros... - todos recordaban la desaparición del Karskin que había motivado ésta búsqueda casi a ciegas, pero la corazonada de algunos compañeros parecía estar teniendo resultado. 

Ya había informado al sargento y este había dado ordenes de que formasemos un perimetro defensivo, "No, no hay heridas, solo unos rasguños" le digo al lantanita y con un toque a mi camarada Fabio, voy a la posición sur, con mi arma de plasma en mano, lista para disparar a cualquier enemigo del emperador, si dichos enemigos aparecían. 

Había que ponerse en marcha. De acuerdo con el sargento lantanita, Paul se situó a su costado, con el rifle de fusión apuntando al suelo pero atento a cualquier cosa fuera de lo normal. -El Torcerdor... Pienso que a veces si una colectividad cree fuertemente en un personaje o evento, este puede terminar convirtiéndose en algo real. Yo no creía en algunas cosas a  las que nos enfrentamos en el desembarco en el Punto Fénix... formas pesadillescas de las que me habría  burlado hace meses. Ahora veo que no hay que tomarse estas cosas a broma.

No vi nada que llamara mi atención, así que después de escuchar las órdenes dadas me desplacé hacia el centro del cruce con el único fin de tomar una posición adecuada según lo dicho por el sargento de la unidad que se me había designado. Desconocía si el Torcedor existía, pero el enorme demonio con el que nos habíamos encontrado podía llegar a encajar con la descripción que estaban dando. 

«¿Qué era el lugar dónde habíamos estado?», me pregunté de camino a mi objetivo. 

Negó con la cabeza a la pregunta de si estaba herido.- Sólo hemos pasado un calor de cojones- añadió. Se sentía pegajoso e incomodo, no todo eran ventajas en llevar una armadura de verdad. Los demás seguían hablando sobre lo que fuera que les había llevado. Podían decir lo que quisieran pero Arthur había estado muchas veces en esa situación. Uno sale de tranquis y se ve envuelto en una espiral de la que no tiene más que flashes y recuerdos difusos y acaba en un lugar inesperado con gente que le quiere pegar. Lo normal, vamos. Así se alistó en la guardia la primera vez.

Las conversaciones acerca del torcedor son extrañas, algo que no termino de entender. Parece no ser más que folklore pero la verdad es que, como muchos de mis compañeros indican, a veces las creencias tienen más cosas reales de lo que se piensa en general.

"Quizás sea algo como un culto a esa criatura o quizás no sea nada. Quizás solo sean unos herejes de mierda adorando a sus profanos dioses. Como sea, nuestro deber es ponerle fin."

El Sargento dio la orden de avanzar en dirección a los cánticos por lo que mantengo mi posición de retaguardia y mis ojos atentos a cualquier cosa que quiera atacarnos en esa dirección. Mi deber es cubrir aquella dirección y no quiero que alguien muera porque no hice bien mi trabajo.

La enorme figura del marine asintió perceptiblemente cuando uno de los sargentos tomó las riendas de la situación. Por fin parecía que la cosa empezaba a ponerse en marcha. Cuando se pusieron a hablar del Torcedor, Vorgen no pudo dejar de notar como todos los miembros de cada uno de los cuerpos estaban retorcidos, seguramente de ahí el nombre de esa criatura legendaria. 

Sin retirar su apoyo a la interrogadora por si seguía necesitándolo, Vorgen avanzó junto a ella tras el grupo. 

El grupo, o parte del grupo, se puso en movimiento de forma explosiva. Como si algo hubiera disparado la adrenalina de varios de los presentes, echaron a correr, mientras que otros los seguían a velocidades más prudentes... Y otros simplemente se quedaban ahí. La interrogadora optó por seguir tras el marine, aunque aguantar su paso no era fácil en su estado debilitado.

-Espero... Que no... Un lugar maldito... Sería... Mala cosa-replicó, tejiendo esa frase como buenamente pudo. 

Los más adelantados pudieron ver, más allá de donde torcía el pasillo, en la misma dirección que el colector, un brillo desagradablemente familiar: el de las luces cambiantes de los braseros. Aunque parecía más apagado, y ya no se escuchaban cánticos. 

-El chico-poster tiene razón-replicó el doblesueldo que se encontraba cubriendo la retaguardia-la vida es la moneda del Emperador, úsala sabiamente. El manual de perfeccionamiento no se equivoca cuando dice esto. Sobrevivir al enemigo es la victoria.

Por lo demás, parte del grupo empezó a moverse, dando con una sala vacía sin más salidas que un giro hacia el oeste. 

Una vez el personal empezó a moverse, Moham echó un cálculo rápido del reparto del personal, tres a vanguardia y otros dos a la altura de Sómnir y el Marine Espacial, seis en retaguardia, siete con él. Así que trató de alcanzar una posición entre los tres más adelantados y los otros dos a mitad de pasillo. Asumiría el mando de la vanguardia en todo caso. Aún sentía la fuerza de aquella criatura entumeciendo su hombro, pero no le dificultaría el manejo de la espada sierra. Mientras caminaba deseó no encontrar más "sorpresas", aunque por otro lado sabía que era su sagrada misión luchar contra los enemigos del emperador allí dónde se escondieran y, estaba deseando volver a ver el sol.

Siguió adelante por el túnel, detrás de los Doblesueldos, viendo como delante de ellos se abría una estancia más amplia de la que había esperado, de la que habían salido todos aquellos mutantes. En ella no había nada de interés, por lo que apenas dedicó un vistazo a la misma antes de continuar por la siguiente salida, esperando que no les deparara nuevos horrores, y que si lo hacía, el favor del Emperador siguiera estando con ellos como hasta ahora.

El Enviudador salió con cuidado de la pantanosa zona ensangrentada cerrando la marcha. A diferencia de los fregasuelos la sargento había dado una orden y el iba a cumplirla, por tanto no les devolvió la pulla, en lugar de ello corrió a la esquina contraría para cubrir el avance de Katrin. Afianzó al rodilla al suelo y cambio de nuevo al M-36, todavía le quedaba mucha munición al rifle de plasma, pero nunca se sabía que podía esperarles más adelante. 

Fiks asintió a lo que le decía Quintus, agradeciendo sus palabras. No estaba por la labor de corregirle con respecto a ser esta su primera campaña pues, honestamente, la verdad era casi peor; el lantanita llevaba siendo un nudo incorregible de nervios desde que tenía uso de razón, superando el psicotécnico de acceso a la Guardia Imperial gracias a que se delegó el papeleo a las autoridades locales y sus amistades conocían a alguien para hacer la vista gorda con su condición.

- Me lo tomaré con calma, ellos caerán, nosotros viviremos y podremos luchar otro día - parafraseó al Enviudador, haciéndole saber que se había quedado con algo positivo de aquel intercambio.

Habría querido decirle algo a la Sargento Schenkopp pero sus confianza en sí mismo no llegaba tan lejos, no en ese momento y no con ella. Necesitaba una excusa, algo que saltase en el áuspex o alguna otra cosa de la que informar.

Van Horst seguía avanzando junto al sargento Kolya y a Marcus. No había signos de peligro pero todo podía cambiar rápidamente en un entorno como aquel. -No se quede atrás, doctor. ¿Cómo va a curarnos si se pierde por uno de estos corredores?- le dijo a Alain, que parecía estar quedándose rezagado. Además, parecía que había movimiento enemigo delante.

No veo nada, ni rastro ni nada - comentó Malek que iba junto a Vitaly, viendo que el camino daba con otro pasillo - ¿qué dirección? - le preguntó a Vitaly que era quien parecía tener la iniciativa en el ultimo avance que hicieron todos ellos.