Partida Rol por web

Finales y principios

[Capítulo 1.5] No sólo de pan...

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18/12/2017, 12:38
Narradora
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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18/12/2017, 14:01
Cassandra (Cass)

Las orejas de Cassandra se estiraron cuando oyó el comentario sobre el trato, pues tenía algo más que curiosidad por saber cuál era el pago, y dirigió la vista hacia Trish en un intento de establecer un principio de interrogatorio. Cuando lo hizo se encontró con los claros ojos de la joven que le hablaban sin palabras, algo habitual entre ellas, por lo que asintió con los párpados dándole el espacio que pedía, seguramente no tardarían mucho en ponerse al día. Siempre lo hacían, y más tratándose de la pequeña que era mucho más abierta que su hermana.

La mayor se quedó un poco rezagada, manteniendo a ambos en su punto de mira avanzó atenta a la conversación, lista para ir cerrando las puertas que fuesen atravesando.

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18/12/2017, 23:37
[Ind] Jimmy

El chico echó a andar en cuanto Cass le franqueó la entrada. Caminaba de una forma algo rara, como si intentase hacerlo de forma relajada pero la tensión que el frío imprimía a sus músculos no se lo permitiese. Cuando llegó la petición de Trish ladeó la cabeza para dedicarle una mirada curiosa, pero asintió, con esa media sonrisa chispeante con que parecía moverse por el mundo.

—Eso habría que verlo —respondió en el mismo tono de broma que había usado Trish para su amenaza, pero después se puso un poco más serio, aunque sólo un poco—. Sin problema —dijo, con gracia, haciendo un rápido gesto con la mano—. Es tu gente: tú decides. A mí me has contratado tú, así que te la daré sólo a ti. —Hizo una pausa antes de matizar—. Bueno, tú y el escritor. 

Al llegar a la puerta del edificio, se encogió de hombros y añadió algo más. 

—Estoy bien. Es encantador que te preocupes, pero no hace falta —dijo, sin que eso respondiese en realidad a si había cenado o no.

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18/12/2017, 23:37
Narradora

Los ojos de Cass escrutaron los alrededor en ese instante en que miró a ambos lados antes de regresar hacia el edificio. La niebla se ondulaba siguiendo su propio ritmo no escrito y sus jirones se mecían en el viento como si susurrasen secretos por los rincones. Sin embargo, la buscadora nada que le pareciese fuera de lo normal. Las sombras que emergían entre la bruma parecían las de siempre y los únicos sonidos que llegaron a sus oídos fueron los del viento y sus propios pasos. 

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18/12/2017, 23:37
Narradora

Notas de juego

Venimos de: [Capítulo 1.6] La cocina.

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18/12/2017, 23:37
[Ind] Jimmy

Morgana salía de la cocina y Nick bajaba las escaleras desde el piso superior. Ambos llegaron a la entrada más o menos al mismo tiempo, justo en el momento en que la puerta se abría y por ella entraban Cass, Trish y un chico, desconocido para la exmilitar, no así para el escritor. 

El joven, que rondaría la veintena, se quitó la capucha de la sudadera en cuanto abandonó el frío del exterior y sus ojos recorrieron curiosos la entrada y a los dos habitantes del Major Morris que se sumaban al grupo. Su sonrisa era descarada, algo traviesa, y tenía una actitud segura de sí mismo. 

—Vaya, el comité de bienvenida —dijo con gracia, haciendo un gesto de saludo a Nick en primer lugar—. ¿Cómo va eso, Nick Bennett? 

Entonces giró un poco para mirar a Morgana y ofrecerle la mano a modo de saludo. 

—Soy Jimmy —informó.

De aceptar su mano, la exmilitar recibiría un apretón firme y breve, antes de que el chico siguiese hablando.

Perdonad la hora, pero había quedado con Trish. Espero no haber despertado a nadie. El invento ese del cubo está bien pensado, pero hace temblar las piedras.

Apenas había terminado de pronunciar esas palabras cuando los llantos del bebé empezaron a llegar, estridentes y agudos, desde el piso superior.

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19/12/2017, 13:04
Morgana Whiterocks

Morga dio un repaso descarado a propósito de arriba a abajo al joven que se quitaba la capucha. Terminó en su expresión desenfadada y en sus ojos, de los que no despegó su mirada atrevida e incisiva. "Otro cachorrito de peluche que quiere jugar a lobito." ¿Qué opinaría de la Morga de quince años atrás? Ella pensaba que en lo básico y primordial había sido siempre la misma.

-Morgana.

Dejó que una sonrisa leve acompañase a su voz suave, relajó la musculatura facial y mostró su cara simpática. Estrechó la mano de Jimmy con la misma o mayor intensidad y la mantuvo un poco más cuando el otro quiso retirarla.

No le importó mucho el llanto del niño. Más bien nada en absoluto, no le hizo caso alguno en ese momento, pero sí anotó el detalle de las posibles, y seguras, lloreras nocturnas en el futuro. Estaba prestando atención al chico y sus armas.

-Jimmy, deja tus juguetes fuera -exigió, en un tono amable, que no parecía dar pie a una negativa. No importaba que fuese un invitado, en Major Morris no entraba nadie armado ajeno a sus habitantes, a excepción de aliados como William y los suyos.

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20/12/2017, 17:50
Nick Bennett

Nick bajó a toda prisa y, como ya había anticipado Trish, se encontró con Jimmy. Joder, sí que era rápido el tío. Aunque después de la cena el escritor había empezado a pensar que a lo mejor la información no valía tanto como estaban pagando por ella. Si la madre no era tan inaccesible, no había tanto mérito en encontrarla. Aunque, bueno, aquello no era culpa del conseguidor, era de Nick por no saber mercadear.

¿Qué hay, Jimmy?

El bebé empezó a llorar. Nick sonrió, pensando que a lo mejor era uno de esos casos de película de terror en los que el bebé lloraba o el perro ladraba porque percibía el peligro. Si Jimmy resultaba ser un vampiro o algo así, a él se le acabarían las quejas sobre el niño.

Haz caso a la jefa, anda.

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20/12/2017, 19:22
Cassandra (Cass)

Cassandra cerró la puerta y pateó varias veces el suelo, para intentar alejar el frío, mientras una media sonrisa asomaba a su rostro semioculto en las sombras de la capucha. Morgana y sus maneras eran las culpables de ella. Aunque estaba totalmente de acuerdo con la norma, siempre que oía a la mujer tenía la esperanza de que la persona invitada sacase algún "juguete" inesperado.

Permaneció detrás en silencio, como casi siempre, en espera de que avanzasen hacia la sala común. El calor que desprendían los cuerpos humanos era más notorio allí, sobretodo después de la cena movida que habían tenido.

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21/12/2017, 03:04
Trish

Trish alzó una ceja, divertida, ante las primeras palabras de Jimmy. Luego asintió, conforme, y para cuando todos se reunieron la muchacha ya llevaba una nueva sonrisa en la cara.

Luego, al observar el saludo del chico al escritor y la presentación hacia Morgana, Trish se quedó mirando. No dudaba de que Jimmy sabría ya quiénes eran todos los que convivían en el Morris. Por muy triste que pareciese quizá de alguno supiera más, incluso, que sus propios compañeros. Con lo que dijo después le miró con una expresión de ligera sorpresa que no tardó en desaparecer, dejando tras de sí una sonrisa agradable. Alzó la mirada al oír los lloros del niño, pero ni siquiera se planteó subir.

—Fíjate cuánto le gustas —bromeó mientras esperaba a que Jimmy dejase unas armas que la chica daba por hecho que llevaría encima. Entonces hizo un gesto con la cabeza—. Si prefieres te las guardo para no dejarlas fuera. Al irte te las devuelvo.

Tras ese breve comentario dio un par de pasos hacia el interior.

—Yo creo que la sala común es buen sitio para que nos cuentes lo que has descubierto —propuso—. Luego lo otro ya lo hablamos en privado.

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21/12/2017, 14:02
[Ind] Jimmy

La sonrisa del chico se acentuó en las comisuras de sus labios cuando Morgana alargó el estrechón de manos. Sus ojos se habían detenido en los de la exmilitar, con cierta dosis de atrevimiento y otra tanta de diversión. Pero cuando el llanto pisó sus palabras, llevó su mirada hacia el techo y emitió una breve risa. 

—Sí, parece que me adora —comentó, siguiendo la broma de Trish para luego fruncir los labios en una expresión de circunstancias—. Siento si lo he despertado. 

Con esa disculpa ligera llevó su mano a la nuca y la metió por dentro de la sudadera para sacar una espada corta de su funda. La giró en el aire para cogerla por la hoja y ofrecer la empuñadura a la peliazul. Después llevó ambas manos a la parte trasera de su cintura y de allí sacó dos cuchillos de menor tamaño, de estilo militar, que también dejó en sus manos. De su costado extrajo una pieza de metal en forma de «Y» y de uno de sus bolsillos, una bolsa de cuero que tintineaba al moverla. Ofreció todo ello a Trish antes de agacharse un poco mientras su sonrisa se ladeaba con picardía. Deslizó los dedos en el hueco entre su bota y su tobillo para alcanzar un cuchillo pequeño y curvo. 

—Ahora sí que me siento desnudo —comentó con gracia y un brillo descarado en los ojos que no traslucía ni una pizca de vulnerabilidad. 

Le dio la última de las armas también a la muchacha y entonces colgó el dedo pulgar de la trabilla de su cinturón, con cierta indolencia. Su otra mano hizo un gesto hacia la chica con la palma abierta.

—Tú mandas —dijo, mostrando su disposición a seguirla hacia donde le guiase.

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21/12/2017, 14:40
Narradora

Notas de juego

Venimos de: [Capítulo 1.6] La cocina.

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21/12/2017, 14:43
Narradora

La mezcolanza de aromas de la botica arropaba el espíritu desasosegado del pelirrojo que se había refugiado en sus hierbas huyendo de la cena en compañía. Allí, bajo la luz tenue de una bombilla desnuda, el ambiente parecía más ligero que en la sala común y tener las manos ocupadas en machacar, mezclar y revolver parecía aliviar parte de la pesadez que se había instalado sobre sus hombros. Había notado algo de frío al entrar en aquel cuarto en contraste con la temperatura del pasillo y, aunque ya llevaba un rato trabajando, no terminaba de entrar en calor. Quizás había alguna rendija en la ventana que provocaba una corriente.

Desde allí había oído la puerta de la sala común abrirse y cerrarse en dos ocasiones. Pasos subiendo la escalera y la puerta cercana de la cocina abriéndose también dos veces. Sin embargo, fue otro el sonido que le hizo levantar la cabeza. Un ruido estridente que llegaba desde el exterior del edificio. Todos conocían ese ruido metálico, el de un palo golpeando el cubo de metal que habían colocado colocado en la entrada de la empalizada y que indicaba que había alguien allí usando ese artilugio para llamar a la puerta del Major Morris. 

Tras esa llamada más puertas se habían abierto y cerrado en el interior del refugio y había escuchado pasos que corrían escaleras arriba y escaleras abajo. Escuchó la puerta de salida abrirse dos veces. Y, de repente, el bebé empezó a llorar en el piso superior con unos gritos agudos. Sin duda parecía haber revuelo fuera de su santuario, pero él había seguido concentrado en terminar lo que tenía entre manos. Al menos hasta que volvió a sentir esa caricia de aire en su mejilla que despertaba un escalofrío a lo largo de su columna. 

[color=#61210B]Robin...[/color]

El susurro soplado por la corriente revoloteó en su oído y fue el pistoletazo de salida para que el muchacho se decidiese a abandonar su escondite. Sentía que sus mejillas habían palidecido aún más y no necesitaba mirarse al espejo para suponer que sus pecas resaltarían sobre ellas como si las hubiesen pintado con un rotulador. Con el tarro en la mano, salió de la botica. 

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21/12/2017, 15:02
Narradora

Robin salía de la botica, con el rostro algo pálido y un tarro de cristal en la mano, lleno hasta la mitad con alguna hierba picada que hacía flotar un olor aromático a su alrededor. 

Daniel abandonaba en el mismo instante la cocina, con dos tazas humeantes en las manos. 

Los dos chicos se encontraron en el pasillo y sus miradas se cruzaron. Más allá, cerca de la puerta principal, parecía haber una reunión improvisada de gente, pero desde donde estaban tan sólo llegaban a escuchar el sonido de algunas voces sin ver de quiénes se trataba, aunque pudieron distinguir la voz de Trish y luego una voz masculina que a ninguno les resultaba familiar. Y, mientras tanto, el bebé seguía llorando a gritos en el piso superior, demostrando una capacidad pulmonar más que envidiable en un mundo enfermo.

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21/12/2017, 23:49
Trish

Trish observó durante un instante a Jimmy cuando este se disculpó, como queriendo evaluar qué parte de esas palabras era un intento de quedar bien y qué parte sinceridad. Sin embargo no había llegado a tomar una decisión cuando ya tuvo una espada en las manos. La tomó por la empuñadura, evaluándola un instante, antes de mirar al chico. No creía que aquello fuera todo.

Y no lo fue, desde luego. Arma tras arma Trish fue recogiéndolas todas. Aquel tirachinas se lo llevó directamente al bolsillo del pantalón, así como la bolsa de cuero que lo acompañaba. Los cuchillos en cambio fueron al de la sudadera, mucho más amplio, pero la espada la mantuvo en su mano.

Al ver la cantidad de armas que llevaba encima en la expresión de la muchacha se dibujó una sonrisa. La verdad es que con lo que había sacado no terminaba de creerse que aquello fuera todo. Jimmy no parecía de los que se quedaban sin un as en la manga con tanta facilidad. Aún así ¿era suficiente? Bueno, confiaba en que aunque hubiera conservado algo no hiciera nada extraño una vez dentro. Y desde luego ella no iba a pedirle que se descalzase, ni a ponerse a cachearle: eso en tal caso quedaba para Morgana.

—No te creo —comentó con naturalidad en cuanto a su supuesta desnudez y la sonrisa aún colgando de su boca. Antes de contestar a lo último permitiéndole avanzar, sin embargo, miró a la militar: sólo aceptaría cuando ella diese el visto bueno.

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22/12/2017, 11:18
Daniel Green

Vio su rostro, más pálido de lo habitual.

-Robin, ¿estás bien? -que saliera de la botica ayudaba a pensar que quizá estuviera indispuesto. Y en aquel momento, el coro de voces les alcanzó. Daniel enarcó una ceja al escuchar la voz de Trish en medio de dicho coro y miró dubitativo las tazas que llevaba. La voz desconocida, hizo que las cejas mutaran a una expresión interrogativa-. ¿Sabes lo que ocurre? ¿Alguna idea acerca de quién ha llamado a la puerta esta noche durante la cena?

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22/12/2017, 11:25
Robin

Robin llevaba un rato fuera de sí mismo, o muy dentro; había automatizado el cuerpo para preparar el aceite de lavanda mientras su cabeza viajaba de un recuerdo a otro buscando a su madre y avivando sentimientos a medio resolver por el camino. El mundo parecía estar girado con él y no entendía porqué pero empezaba a enfadarse y tan pronto como lo hacía dejaba de reconocerse y volvía a calmarse.

Estaba agotado.

Fuera de su cabeza, sus dedos se aferraban con delicada fuerza al mármol del mortero disfrutando del único frío que le agradaba, y ese único gusto le recordó lo reciente que era el tachón que acaba con el penúltimo frío que disfrutaba: la nieve.

Había dejado de considerarla grata cuando fue escenario del tonteo de Alec con esa vendedora de humo. Y puede que él consiguiera lo que buscaba pero ni ella le vendido lo que creía ni el precio había sido el acordado. Y puede que antes no le hubiese importado perder la nieve en su lista de fríos pero en ese momento le pareció la putada más grande que le había hecho.

Bueno, la segunda — negoció consigo mismo trayendo a coalición la maldita lealtad al hijoputa de su tío—.

Empezó a verter la semipastosa lavanda en un tarro más pequeño que en algún momento debía contener alguna vacuna de esas de las que Katia siempre echaba pestes y agradecía haber perdido cuando el ruido del cubo tiró fuerte de todos sus sentidos reclamando su atención en el mundo real, ese mundo en el que vivía y quería vivir aunque no dejara de huir de él.

Sintió la prisa empezar a acomodar las yemas de sus dedos en su espalda, sabía que no tardaría en empujarle fuera de la botica a fin de cuentas sus ojos se habían mantenido secos y su corazón se había apretado tanto que solo pesaba como una piedra pero ya no dolía como lo había hecho entre puré y berenjena, pero siguió trabajando en las otras hierbas.

Había machacado ajo, romero, ajedrea, canela, cardamomo -del que abusó ligeramente con despecho-, raíz de jengibre, nuez y vainilla. Y todavía le faltaba algo que llevase alcohol y aloe vera cuando el aire le erizó la espalda y la prisa terminó de empujarle con fuerza, como si hubiese clavado hombro y costado contra él con tal de moverlo.

Sus ojos, más curiosos que valientes, pasaron por encima de su hombro y buscaron de nuevo las letras de su nombre en lo invisible. Su corazón latió dos emes y dos aes pues en esta ocasión deseaba con todas sus fuerzas su abrazo pero su cuerpo no se quedó a recibirlo. Salió porqué el bebé lloraba, no por nada más, claro que no. Por el bebé pero en vez de cargar con la lavanda del pequeño, cargó con el combinado inacabado para Cass y una marabunta agitada sobre su piel.

Una vez en el pasillo, la presencia de Daniel se le antojó más destino que casualidad y no perdió ni segundo ni oportunidad para pegarse a él. Respiró el aliento que se había encallado en sus pulmones y sonrió con los labios en una mediamentira a su pregunta y con los ojos al apolíneo rostro de su amigo.

Estaba bien, ahora que le había encontrado, lo estaba. Asintió sin darle importancia al bombeo frenético de su sangre en el pecho.

Ahora sí —respondió antes de buscar con la mirada el origen de aquellas voces que Daniel señalaba con su ceja—.

Se encogió de hombros a la interrogación muda de Daniel y negó a la verbal con la cabeza.

Lo siento, no he estado atento. ¿Quieres que vayamos a ver?

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22/12/2017, 18:26
Daniel Green

-Puede esperar -dijo con un deje de preocupación en su tono y haciendo un gesto vago con la mano en dirección a las voces-. ¿Cómo que ahora sí estás bien? ¿Te ha ocurrido algo? Vamos, Robin, no te lo guardes para ti como haces con casi todo. Acabará saliéndote una úlcera en el estómago. Somos amigos, ¿no? ¿Y para qué están los amigos? Creo que ya sabes eso de que pena compartida es mitad de pena y que alegría compartida es doble alegría. Robin, suelta lastre o te arrastrará hasta el fondo. Vamos, vayamos a la cocina y me cuentas lo que sea que te haya pasado. Este pasillo no es sitio para estar tranquilamente. ¿Te parece? Y además -dijo mirando las tazas con cierta picardía-, he preparado dos infusiones. 

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22/12/2017, 18:44
Robin

El pelirrojo ya se había hecho a la idea de ir a ver que cocían esas voces. No era solo curiosidad, que también la sentía, era esa imperiosa necesidad de tener a todos los Morris localizados y de poner cara a las voces nuevas así como voz a las caras. Quería recordar incluso el olor y el caminar de todos aquellos que trataban con ellos y para ello, necesitaba ir y verles.

Sin embargo, podía esperar. Clavó los pies para terminar de escuchar a Daniel cuyas palabras le sonrojaron y le hicieron agachar la mirada con una sonrisa boba en los labios.

Vaya —se sintió querido y nacieron en él ganas de desembuchar pero su garganta no estaba acostumbrada a ello y no dejó pasar ni media palabra—.

El joven miró entonces las infusiones y aunque ni loco se hubiese acercado una de esas bebidas a los morros o a la nariz, entendió el ofrecimiento que había detrás, así como que aquella espera que había empezado por pedir iba a convertirse en una demasiado larga.

No ha sido nada —dijo volviendo atrás la mirada hacia el interior de la botica—. Creo —se disculpó con un mohín por lo críptico de sus palabras y actitud—. Necesito echar un ojo a lo que está pasando o Skyler me va a crujir cuando acabe su guardia pero sí, luego vengo a la cocina y te lo cuento, me vendrá bien —sonrió en una pequeña pausa antes de poner excusa al hecho de abrirse— por la ulcera.

Gracias Dan —le acortó el nombre como Trish solía hacer . Era agradable que le tendieran la mano a veces—.

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22/12/2017, 23:04
Morgana Whiterocks

Cuando alguien suelta tal cantidad de hierro es seguro que conserva algo más escondido. Eso era demasiado evidente. Cruzó una mirada divertida con la peliazul.  Morgana no pensaba en ponerse muy borde con un amigo de Trish que había venido a facilitar cierta información. Además, así le dejaba al chico la ilusión de que había pasado el examen.

-Es patético depender de tanta mierda.

Morga sonreía, con intención en su pulla, pero sin demasiada mala leche. En realidad esta gente joven descarada y con morro le gustaba. Ella misma lo había sido un rato largo en su juventud y seguía conservando la misma pasta. Siempre había apostado y arriesgado contra el destino,  solo que su mano de cartas había mejorado con el tiempo y ahora, arrogante, creía que incluso superaba a los retos que el presente y futuro pudiera plantearle.

Eso no significaba que bajase la guardia. Nunca lo hacía ante nadie ni nada. Vigilante de forma constante.

Asintió a Trish, todavía con la risita leve pintada en sus labios.