Partida Rol por web

Finales y principios

[Capítulo 2] No hay lugar como el hogar.

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09/04/2018, 00:00
Robin

Por la respuesta de Motya sobre su padre, Robin podría jurar que a la chica se le escapaban un par de detalles a la hora de entender cómo había llegado al mundo pero no era asunto suyo si su madre había decidido embarazarse sola o llevarlo a lo Aurora mucho más tiempo que ella.

Los padres empezaban a ser algo que uno elegía y también algo a lo que uno podía renunciar. Pero a diferencia de lo que Katia pudiera vender y Skye querer comprar: la sangre es la sangre.

El paladar del pelirrojo se llenó de dulzura al escuchar el modo en el que Motya hablaba de Vadim pero desgraciadamente fue amargo lo que bajó por su cuello al despertar como un resorte la similitud que esa chica tenía con Alec y el mafias de su tío. Él también podría hablar así de Elijah y no por ello debería nadie tomarlo por una maravilla como él casi hace con el primo de Dima.

Al menos ellos no trafican con niños.

Solo sé lo que Nick quiere que sepa —se explicó con un ligero encogimiento de hombros que terminó por dejarlos casi pegados a su cuello como un polluelo erizado—. ¿Y Dima también te gusta?

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10/04/2018, 00:33
[Big Dima] Motya Gelman

Los hombros de Motya se encogieron en canon antes de que Robin hubiese terminado ese gesto, aunque ella sí que llegó a terminarlo antes de empezar a hablar. 

Lo conozco menos —dijo, sobre Dima—. Siempre está ocupado y bueno... intimida un poco —reconoció, frunciendo los labios en una mueca—. Pero Vadim es genial. Se puede hablar de cualquier cosa con él y sabe de cosas antiguas, de libros y de música y de todo. 

Tras algo más de media hora charlando en la puerta con el pelirrojo, Motya había terminado por relajar en gran parte la tensión de su espalda. Así que, cuando la puerta se abrió tras ella, su voz se detuvo en seco y sus ojos se abrieron enormes en el instante que tardó en envararse y sujetar el arma con las dos manos de nuevo. 

El primero en salir fue Nick, con una de esas sonrisas de entrevista que colocaba en sus labios a propósito y que tantos amigos le habían granjeado desde siempre. Tras él iba la mujer que les había recibido, moviéndose tan silenciosamente que el aire parecía sostenerla. Sus ojos felinos clavaron a Motya en el sitio, haciendo que la chica bajase la mirada y diese un pasito hacia atrás, como si desease llevarse a sí misma a un discreto segundo plano. 

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10/04/2018, 00:59
Nick Bennett

Nick salía de la reunión con Vadim satisfecho a medias. Al menos sabía que no tenían que preocuparse por parte de la gente de Dima. Cruzó la mirada con Robin y se encogió de hombros con cierta gracia, de esa forma que le parecía encantadora a sus fans femeninas, según alguna revista digital de la que ya no recordaba el nombre. Hasta gifs le habían hecho en sus buenos tiempos. 

Tenía ganas de largarse de allí y volver a Sugar Hill, pero una promesa era una promesa y ahí estaba el pecoso para recordárselo sin necesidad de hablar ni nada. Suspiró entre dientes y se giró para encarar a la Catwoman silenciosa. Si no fuese porque había oído su voz al llegar, habría creído que era muda. Pero no era momento de quedar mal con nadie.

Ha sido un placer, Sveta. —Amplió la sonrisa cortés e hizo un gesto divertido como despedida, llevando un par de dedos a su frente—. Ya nos veremos. 

Empezó a bajar los escalones del City Hall, suponiendo que Robin iría con él, y se giró para mirarlo, elevando la mano para tirar de una imaginaria sirena de tren. Hacía el bobo por un lado para hacerle reír y por otro para ver si así se libraba del interrogatorio de sus ojos demasiado observadores. 

—¿Siguiente parada? ¡El campamento Unhood! —Bajó un par de escalones más y dejó estar la tontería. Podía imaginar sin esfuerzo a Donna poniendo los ojos en blanco—. ¿No quieres que cojamos el metro? Tardaríamos mucho menos. 

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12/04/2018, 08:36
Robin

Hablar con Motya había sido una pausa agradable pero en cuanto Nick volvió, Robin se erizó tanto como la chica, probablemente por motivos diferentes pero ambos llevaban la llamada del deber en la espalda tensa. Con la despedida de Nick para la pantera, Robin aprovechó para reinvitar a Motya a la tarta con un críptico "cuando quieras" acompañado de una sonrisa que aun siendo evidente para todos él creyó secreta entre ambos.

En cuanto su tío bajó el primer escalón, el chico se puso en marcha con dolor en en las piernas por el tiempo expuesto al frío en parado. En ese momento entendió el movimiento repetitivo de Motya y se arrepintió de no haberla imitado. Se apresuró a pegarse a la vera del escritor y enrendió en el tren invisible las ganas de no ser interrogado por su sobrino como seguramente lo había sido por Dima, el intimidante.

¡Joder sí! —saltó Robin olvidando las últimas horas— Si es más rápido ni se pregunta ¿Se puede? ¿Dónde es?

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12/04/2018, 15:21
Nick Bennett

Con el entusiasmo del pecoso Nick alzó ambas manos pidiendo calma, pero en el fondo le gustó. Además, siempre le hacía gracia la idea de coger el metro, como si ese tren subterráneo todavía viviese en otra época. Al fin y al cabo el metro de la Gran Manzana nunca había estado demasiado limpio y hasta de día pululaba por él gente extraña. 

Se puede —dijo, alargando un poco la última sílaba— si lo pagas. Y no funcionan todas las líneas, pero seguro que alguna nos lleva hasta Queens al menos. Nos ahorraremos horas de caminata. 

Su mente, tan espabilada para recordar las chorradas del antiguo mundo y tan cerrada para comprender el nuevo, no tardó en visualizar el mapa de las estaciones que tanto había usado cuando era un estudiante sin medios para usar el servicio de taxis. 

Hay una parada cerca, en la calle Chambers. Si funciona la línea «J» esa nos dejaría a unas tres o cuatro horas del campamento... —Miró al chico, seguramente ni sabría de qué le estaba hablando. Si siempre había viajado por ahí con Nathaniel a lo mejor no había visto el metro en su vida. Suspiró entre dientes y resumió la explicación en un par de palabras y un gesto de su mano—. Por ahí, vamos.

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13/04/2018, 10:15
Robin

De todo lo que su padrino intentaba explicar Robin solo oyó que el metro haría que llegase al lado de Nate varias horas antes. Los kilómetros que les quedarían por recorrer eran insignificantes al lado de las horas ganadas.

Arrugó los morros cuando la idea de que tal vez también se hubiesen podido ahorrar el tiempo de llegar hasta los mafiosos pero la ausencia de la mazorca en su mochila le compensaba. "A lo hecho pecho" hubiera resumido Alec.

Y con el gesto de Nick salió despedido como un rayo hacia la dirección indicada.

Próxima parada: papá.

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16/04/2018, 16:34
[Ind] Roy

El hombre y el muchacho se pusieron en marcha hacia la parada de metro que Nick había mencionado, aunque para eso tuvieron que desandar parte del camino andado para llegar al City Hall. El edificio del ayuntamiento no tardó en perderse en esa niebla que parecía tragarse el paisaje a su paso, dejando tan sólo una nube de blancura. 

El silencio flotaba entre ellos, suspendido en el aire entre la prisa que movía ahora los pies de Robin y las pocas ganas de charla que Nick sentía aquella mañana en que se había levantado con el pie equivocado. Por suerte no tardaron más que unos minutos en llegar a la boca de metro que se abría en el suelo como una entrada a ese camino serpenteante de vías y desvíos que conformaba el subsuelo de Nueva York.

Antes de que llegasen a bajar el primero de los escalones vieron tres figuras surgir de entre las sombras, allá abajo, con toda la pinta de estar dispuestas a cerrarles el paso. Una de ellas subió por las escaleras lo suficiente como para dejarse ver y oír.

Así pudieron notar que se trataba de un chico joven, no debía ser mayor que Clementine. Era alto y desgarbado, con el pelo castaño oscuro y una mueca hosca en los labios que parecía formar parte de su expresión. 

No se puede pasar —anunció con sequedad, mirando a uno y a otro con el ceño fruncido—. Si queréis usar el metro tenéis que pagarnos.

Se apoyó en el trozo de barandilla que aún quedaba en su lugar tras decir esas palabras y volvió a alternar su mirada entre los dos viajeros, como si esperase que alguno de los dos tomase la iniciativa de largarse... O pagar.

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17/04/2018, 12:29
Robin

Los pasos deshechos se le antojaron una senda de cristales rotos al corazón de Robin. Sabía que era afortunado de que su tío le acompañara como sabía que habían acordado la parada en el ayuntamiento pero no supo no enfaderse frustrado por ese tiempo que perdían volviendo atrás.

Y cuanto más se mosqueaba más se esforzaba en respirar profundo y expulsar ese sentimiento infantil y egoista a través de los poros de su piel.

Al ver la entrada del metro, se angustió por el presente un poco más que por no saber si la petición de ayuda de su madre venía del futuro o del pasado. No le gustaba meterse bajo tierra se sentía como una oveja esquilada adentrandose a un coro de lobos.

Al ver que una figura iba a su encuentro, sus dedos buscaron la cuerda de su muñeca al tiempo que metía ambas manos en los bolsillos intentando disimular su gesto y su cariño a la segunda promesa más importante que había hecho a una niña.

Cuando el rostro fue visible, el pelirrojo quedó perplejo por lo familiares que le resultaban las facciones de ese joven y se preguntó si él también había notado en él un espejo en negativo. Tardó en reaccionar lo mismo que el castaño en terminar de exponer las condiciones de las que Nick ya le había hablado así que giró la cabeza hacia él por si le iluminaba sobre el precio.

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19/04/2018, 23:42
Nick Bennett

Nick no se sorprendió cuando vio las figuras salir de la oscuridad de la boca del metro, pero lo consideró buena señal. Eso quería decir que la estación todavía funcionaba. No sería la primera vez que le tocaba ir de estación en estación probando una u otra para terminar caminando por las malditas vías. Y, por supuesto, un crío que debería estar en su sofá jugando el último God of War o leyendo Spiderman era quien ponía la cara y las exigencias. Puto mundo. Sintió la mirada de Robin buscándole y le dedicó una sonrisa tranquilizadora antes de volver a mirar al otro crío. Asintió.

Claro, ya sabemos cómo va —aseguró, convencido de que su firmeza ayudaría a que fuese él quien fijase el precio.

Rebuscó en sus bolsillos hasta sacar una bala y se la lanzó al chiquillo. 

—Suficiente, ¿no? Sólo somos dos, pero te puedes quedar la vuelta. 

Como si estuviese pagando una pizza, sí señor. Quédate con la vuelta, de propina. Gracias. Sólo le faltaba la gorra a aquel Spiderman de pacotilla para ser el perfecto repartidor. Estaba seguro de que nadie más que él entendería la gracia, pero sonrió igualmente. Una chispa de humor en un día de mierda.

- Tiradas (2)
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20/04/2018, 01:31
[Ind] Roy

El muchacho se encogió de hombros con las primeras palabras de Nick, como si eso no cambiase nada. Pero cuando el escritor le lanzó la bala, él alzó la mano para atraparla al vuelo. Le echó una ojeada mientras Nick seguía hablando y cuando levantó la mirada, asintió.

Sí, está bien —dijo, aunque algo en su tono hacía pensar que lo decía más porque Nick había asegurado que era así que por convencimiento propio—. Podéis coger el tren. 

Giró sobre sí mismo y bajó los escalones que había subido, perdiéndose de nuevo en las sombras. Las otras figuras que habían llegado a intuir también se habían retirado, tal vez perdiendo el interés por un acuerdo que había salido bien a la primera. 

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20/04/2018, 01:53
Narradora

Bajar aquellos escalones era como introducirse por propio pie en la garganta de una bestia ancestral, que esperaba allí, con la boca abierta, a que el hechizo que la convertía en piedra se desvaneciese. Los ojos de los viajeros tuvieron que acostumbrarse al cambio entre el manto de blancura que cubría la ciudad y la penumbra en que se movía la gente bajo tierra, pero, tras algunos pestañeos, pudieron ver con suficiente claridad.

El vestíbulo de la estación no era muy grande, apenas unos cuantos metros que albergaban la antigua cabina de los taquilleros y las moles de dos máquinas que en otros tiempos debían servir justamente para suplir a estos. El chico que había heredado esa tarea en los nuevos tiempos estaba asomado a la cabina, donde un par de personas parecían estar analizando la bala que Nick había pagado. Apenas dedicaron un vistazo de reojo al hombre y al chico cuando llegaron. 

Los pivotes de las antiguas barreras seguían ahí, aunque hacía ya muchos años que las barras de hierro que impedían el paso habían desaparecido, y, en una de las paredes, un panel digital emitía una señal roja parpadeante, con letras deformadas y que no llegaban a completar ninguna palabra con sentido. 

Más allá de la entrada se abrían distintos pasillos, señalizados con carteles que apenas eran legibles, llenos de manchas de humedad, desgarros y pintadas. Con algo de imaginación se podía averiguar, o intuir, cuál era el que llevaría a la línea «J». No había luz en el pasillo, más allá del vestíbulo, pero tras atravesarlo se llegaba al andén, donde alguien había colocado un par de focos de los que en otros tiempos se usaban en las obras. Luz blanca y dura, que hacía escocer un poco los ojos donde iluminaba y que dejaba en sombras todo el espacio que quedaba fuera de su haz. 

Sin embargo, en un rincón, al fondo del andén, se podía ver un grupo de gente alrededor de un bidón del que salía la luz más anaranjada de una hoguera. Cuatro personas que llevaron la vista hacia ellos por un momento, pero que no tardaron en apartarla para seguir hablando en voz baja. 

El cartel que indicaba los minutos faltantes para el siguiente tren había sido arrancado de cuajo y en su lugar tan sólo quedaban los cables que lo habían alimentado una vez, asomando desde el techo como tentáculos sin vida. 

Todo estaba sucio, lleno de polvo y restos de quién sabe qué tipo de desechos, pero lo peor era el olor. Una peste nauseabunda que se impregnaba en la garganta dejando un sabor acre en ella. Olía a sudor, a pies, a huevos podridos, a carne pasada, a gasolina... todo al mismo tiempo. Y el humo de la hoguera no ayudaba a aliviar aquella sensación repugnante. 

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22/04/2018, 22:40
Robin

Robin anotó mentalmente las palabras de su tío junto al pago hecho. Una bala a cambio de adentrarse en el oscuro territorio de aquellos a quienes se les entregaba le parecieó un precio muy alto en confianza.

Pero su padre esperaba y no tenía el tiempo necesario para preocuparse. Además, Nick no era bobo ni un bastardo.

El pelirrojo avanzó con los ojos bien abiertos, cargados de curiosidad y asombro que todavía no sabía si para bien o para mal. La muñeca en la nariz ponía de manifiesto que él como cualquier otro había notado el mal olor del lugar. Estaban en las tripas del lobo y como tales olía.

Se sentía como el chico que había bajado al centro de la tierra en aquel cuento inventado por Nathan. Ante él se abría un mundo nuevo que no podía dejar de observar aun con la sensación de que no quería ser visto y se esforzaba por ser olido.

oye Nick, ¿Y cómo es un tren? ¿Cómo funciona?

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23/04/2018, 15:14
Nick Bennett

La peste del metro no era un olor desconocido para Nick, aunque eso no quería decir que le gustase lo más mínimo. Sin embargo, intentó no poner cara de asco mientras bajaban hasta el andén. Si olía así era porque había gente viviendo ahí abajo, como en alguna mierda de peli mala de zombies de los noventa. Pero él sabía que era importante aparentar que uno estaba justo donde tenía que estar y sabía lo que hacía. Mierda, si se le daba mejor aparentarlo que saberlo de verdad. 

No se entretuvo de pie, buscó uno de los bancos que no pareciese a punto de venirse abajo y se sentó. Hizo un gesto con la cabeza al chico para que se sentase con él, pero sus ojos estaban puestos como quien no quiere la cosa en la gente del rincón. Disimulaba, pero los tenía vigilados. La pregunta le pilló algo desprevenido y tuvo que mirarlo. 

¿Cómo funciona? —repitió, con el recuerdo lejano de haber escuchado aquella pregunta en labios de Jack—. Pues la locomotora tiene un motor y tira de los vagones. 

Se encogió de hombros. Hasta ahí llegaban sus conocimientos sobre la ingeniería ferroviaria. ¿Suficiente para saciar la curiosidad de un crío de diecisiete que sabía hacer emplastes para la migraña pero no tenía ni puta idea de cómo era un tren? Pues a saber, pero eso era lo que había. Intentó aportar algo más.

—Antes había horarios, uno sabía cuándo iba a pasar el siguiente tren. Ahora... toca esperar y cruzar los dedos porque lo mismo tarda dos minutos que dos horas. 

«O no viene», pensó. Pero eso no lo dijo.

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25/04/2018, 22:06
Robin

El chico asintió a la pregunta repetida de su tío temiendo que de no hacerlo aquella quedaría en el aire y sin respuesta.

Pero a pesar de empujarle a hablar no quedó satisfecho. Necesitaba un "cómo" más completo. Quería saber que movia la locomotora que movía los vagones, si había electrizidad y cómo la generaba. Quería saber si tenía alguna tecnología de esas que su padre temía o despreciaba como para añadir el metro a su lista de proscritos.

No podía creer que existiendo algo que ahorraba tiempo y pasos no hubiese entrado todavía en su vida. Y no entendía porque lo escondían bajo tierra.

Inquieto en el asiento echó la vista atrás sin saber que hacer con la espera y su curiosidad. Unos nervios difíciles de entender se habían instalado en su estómago y el pelirrojo no supo más que confundirlos con incomodidad.

Buscó al chico que los había recibido por eso de aprovechar el paseo de sus ojos. Le hubiese gustado que les acompañara a la locomotora o al menos oír algo más de él. Pero no se detuvo demasiado en ello.

De pronto cogió aire al notar en la presión del pecho que había restringido su respiración hacía un buen rato para evitar llenarse los pulmones con el aire viciado.

El edor a huevos pasados le raspó el cuello dándole sentido a la expresión es peor el remedio que la enfermedad y obligándole a tosear con repulsión a la vez que su miarda caía sobre Nick con furia.

¡¿Dos horas?! —se agobió y aceleró— ¿Y luego cuánto hasta Nate? No podemos llegar tarde —remarcó cada una de las últimas palabras con gravedad—.

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30/04/2018, 22:48
Nick Bennett

Joder. Mierda. En cuanto escuchó el grito de Robin, Nick fue consciente de que la había cagado. Donna le habría dado una buena colleja por echar más leña al fuego de la histeria de su sobrino y, aunque él ni siquiera entendía a qué se debían aquellas prisas, no podía consolarse diciéndose que las desconocía. Resopló entre dientes tragándose su primera respuesta y la segunda. 

Tsk —chasqueó la lengua—. ¿Y qué esperas? ¿Quiere el señorito que le pida un maldito helicóptero en el fin del mundo? —Se cruzó de brazos y encaró al chico, tratando de rebajar su acidez—. El tren viene cuando viene, no cuando tú quieras. Ahora todo el mundo hace lo que le da la gana, no iba a ser menos el jodido tren. 

Sus ojos se fueron hacia la gente del fondo, queriendo comprobar si estaban llamando la atención. Después volvió a mirar al pelirrojo. 

Yo creo que hasta los Kew Gardens habrá como una hora de tren —dijo, conciliador—. Luego desde ahí, tres o cuatro horas a pie hasta el Unhood. —Se encogió de hombros—. Es lo que hay, Rob. Llegaremos en cuanto podamos. —Suspiró entre dientes—. Con el Candy Crush ni te enterarías de la espera. 

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01/05/2018, 21:48
Robin

Diez,

La respiración de Robin era violenta y contenida. Sus labios prietos en una línea recta que él creía una máscara perfecta hacían que su agibio no resonara en la estación, por contra, la escuchaba en sus timpanos como si se hubiese vuelto un rompeolas.

Nueve, ocho

Endureció la mirada ante la dentellada de su tío y guardó amabas manos en el bolsillo. Gesto, que aun contrario al cruce de brazos de Nick, llevaba la misma connotación y avecinaba que el chico pronto desaparecería de su lado.

siete

¡Eso lo dices antes! —reprochó a la falta ya no de hirario, sino de sentido en su propuesta inicial— Teníamos un plan, teníamos un acuerdo. ¡Joder! No puedes venderme que tardaremos menos cuando puede que pasemos media vida aquí .

seis, cinco

Mierda. Culpa mía por aceptar demasiado rápido. Me monté mis películas y... Mamá, por favor dime que aun llego.

Su corazón quiso conciliar tras el primer paso de Nick al darle números con los que ocupar su cabeza. Vestigios de su furia seguían agitando su sangre, punzándole los nervios y deteniendo su respiración en la barrera de sus labios de plomo. Pero no creía justo culpar a Nick.

Y aun así se levantó antes de terminar de contar hasta diez. Dio un cuarto de espalda a su padrino y se separó unos pasos para esperar en otro punto que ni iba a hacer llegar antes al tren, ni iba a aliviar el peso de su pecho, ni iba a ayudar a que Nick supiera que no le odiaba.

Cuatro, tres, dos...

Balanceó el peso de puntas a talones, deslizó una mano entre sus cabellos que detuvo en la nuca para masajear sus pensamientos y meter prisa a las decisiones y volvió a deshacer su camino con esa determinación en las zancadas de quién va a confesar lo que su lengua ha sido entrenada para callar.

Y, sin embargo, tal como llegó a Nick volvió a irse a ese punto nada mágico y en él, se agachó a esperar.

Uno

.

Aguanta, papá. Alec más te vale estar ahí.

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04/05/2018, 13:20
Nick Bennett

No había esperado que Robin entendiese el chiste, pero tuvo que contenerse para no resoplar cuando en lugar de decir algo se encerró en sí mismo y se puso a dar paseos por la estación. Pensó en corregirle y explicarle que no era buena idea mostrar inquietud fuera de casa, pero lo cierto era que prefería que desgastase el suelo del andén y algunas personas se fijasen en ellos a lidiar con la frustración adolescente. Bastante había tenido con la suya propia y no, gracias. La única adolescencia que habría querido sufrir era la de Jack.

Así que si su sobrino quería estar enfadado, pues que lo estuviese. Dejó de mirar hacia él y se entretuvo recordando las chorradas que le había contado a los críos la noche anterior. Donna siempre le decía que debería sacar esa parte al público y escribir un cuento infantil. Bah. Miró a Robin de reojo, agachado como una gallina. Esperaba que el tren no tardase mucho o el chico iba a explotar.

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04/05/2018, 20:10
Narradora

Más de media hora pasó antes de que un chirrido lejano llegase a los oídos de todos los que se encontraban en aquel andén. El grupo alrededor del bidón tan sólo acusó aquel sonido con un movimiento de cabeza, pero enseguida pasaron a ignorarlo y seguir a lo suyo. 

Cuando por fin el tren entró en la estación, los viajeros pudieron ver que se trataba de un ferrocarril de cuatro vagones, con las paredes y ventanas llenas de pintadas. Los frenos chirriaron con más fuerza antes de que se detuviera y se abrieran las puertas. Tres personas se bajaron, un hombre y una niña que parecían ir juntos y una mujer solitaria. Ninguno de ellos dedicó más que una rápida mirada a Robin y Nick antes de encaminarse a las escaleras que los llevarían al exterior. 

Por las puertas que habían quedado más cerca de ellos, pudieron ver que en ese vagón sólo había una persona. Se trataba de un hombre de piel oscura que estaba sentado y echado hacia delante, mirando hacia el suelo con ojos fijos y los brazos apoyados en las rodillas.

Por dentro, el vagón no estaba en mejor estado que la estación misma. El suelo estaba sucio y muchos de los asientos habían sido arrancados. Los carteles informativos de las paredes que aún quedaban eran ilegibles y olía mal, a aceite de coche y sudor, aunque sin duda era un ambiente mucho más soportable que el de la estación. 

Apenas habían pasado unos segundos y un altavoz sobre la puerta emitió un ruido como de sirena que avisaba de que el tren se marcharía enseguida. 

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09/05/2018, 16:42
Robin

Robin no volvió con su tío, en un par de ocasiones cambió el punto en el que encolar sus pies al suelo pero en todo momento procuró que su frente no estuviera hacia Nick.

Estaba más nervioso que mosqueado y aunque podía vencer a su ansiedad para darse cuenta de ello no le apetecía, por principios -se decía-, desenfadarse.

Cuando el tren llegó su corazón llevaba rato incomodándole en la garganta, palpitando demasiado a flor de piel y su mirada se había contagiado de esa rabia de sabio incomprendido. Con el chirrido de los frenos, el joven miró a su acompañante en la distancia y al instante se arrepintió de la dureza residual de su angustia con la que lo hizo e intentó suavizarlo forzando a sus comisuras a poner tildes simétricas en sus pecas.

Una parte de él se entusiasmó por estar ahí, en ese exacto punto, para poder ver y conocer esa máquina desde dentro hasta el punto de ignorar a esa otra parte de sí mismo que recordaba el porqué de su prisa y se reprochaba e impedía disfrutar el viaje.

- ¿Vamos o qué? - inquirió desde lejos al escritor apretando el paso para entrar al vagón del que habían salido los ya ausentes con las nalgas prietas ante el susto de perder el tren y tener que esperar otro toda su vida.

Con o sin respuesta se metió en el vagón y con tres dedos a medio alzar y voz de petirrojo saludó al abatido con un escueto "ey" de pasada. Observó todo el vagón y buscó sitio junto a una de las ventanas con ese posado que pedía a su padrino "Ven. Hablame."

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10/05/2018, 18:12
Nick Bennett

Nick no empezó a ponerse en movimiento hasta que el tren se detuvo y para entonces Robin ya estaba metiendo prisa. Lo miró y pensó que habría sido un buen neoyorkino de los de antes, de los que iban por la calle formando esa marea que te arrastraba quisieras o no y te obligaba a caminar con un petardo metido en el culo. Se lo imaginaba perfectamente, saliendo del Starbucks con su portátil bajo el brazo, a punto de largarse a la universidad de Columbia. 

Chasqueó la lengua al ponerse en pie. La realidad tenía fecha de caducidad y la universidad ahora era una ruina. Bienvenidos al fin del mundo. 

Ya va, ya va —le dijo, haciendo un gesto de calma con la mano mientras se le iban los ojos detrás del padre y la niña. 

Cuando se subió sólo le bastó un vistazo para decidir que iba a sentarse lo más lejos posible de aquel tío. En otros tiempos se habría cambiado de vagón sin miedo a que lo llamasen pijo clasista. Qué coño. En los últimos tiempos ni siquiera habría ido en metro, sino en taxi. Pero estaban donde estaban y aquel tipo podía ser el mal menor. Bah, a lo mejor él pensaba lo mismo de ellos. 

El escritor se acercó a Robin y se sentó frente a él, controlando por el rabillo del ojo al otro. La parte buena era que ya no había que preocuparse por ceder el asiento a los viejos y las embarazadas. 

—¿Y qué? —dijo, acomodándose para un largo viaje—. ¿Has hecho muchos potingues últimamente? «Sí, Nick, eres único para sacar temas de conversación».