Partida Rol por web

El hombre escuchó a Daniel con una media sonrisa en los labios, siguiéndolo con la mirada mientras este se dedicaba a los frescos. Divertido, miró a Trish, y luego volvió a mirar a Daniel - Pues eso, Dan, en trance. No lo decía literal. - aclaró, riendo un poco.

Ciertamente, algunas de las cosas que le había dicho el chico le habían dado que pensar, así que tras un momento de silencio miró al chico algo intrigado - ¿Tú crees que es bruma? ¿Como de no saberse si estaría aquí? - preguntó, de forma más bien retórica, dejando claro que la idea no se le había pasado por la cabeza pero que estaba dispuesto a darle una vuelta. Después de todo, prefería eso a la única explicación que él mismo le veía - Yo no es que no me maraville, que tampoco voy entrando a lugares que no puedo ni mirar así como si nada siempre. Es solo que por mucho que las cosas raras me gusten, no me hacen sentir muy tranquilo - se encogió de hombros. Suponía que era cosa de carácter. El prefería las cosas que ya conocía a las nuevas, y esto era por completo desconocido y misterioso.

Además, no me gusta nada mi dibujo. - aclaró, para explicar un poco por qué él no se quedaba embobado mirando lo que en un principio le había causado curiosidad - No me gusta la oscuridad, y eso está lleno de sombras. O de bruma, supongo. - miró de reojo el retrato. ¿Se trataría de eso?

Trish había asentido a las palabras de Cass, respondiendo con un gesto a la pregunta sobre lo de arriba para indicar que allí las cosas andaban bien. Salvo lo de Macbeth, claro. Después, con la sonrisa prendida en los labios por la respuesta del violinista, había dado unos pasos por la estancia observando el techo. Echó un vistazo hacia Dan justo antes de que este empezara a hablar, y conforme iba exponiendo sus ideas la muchacha se quedó más enganchada a sus ojos.

—Llevo desde que vinimos pensando en lo de la luz —comentó entonces la chica—. Creo que tiene que ver con lo que se dice siempre de que es onda y partícula. Estamos tan acostumbrados a ver la luz saliendo siempre de fuentes como una linterna o el sol que a lo mejor hemos perdido de vista lo más sencillo. Por ejemplo, cuando un electrón salta de una capa a otra puede emitir luz. A lo mejor la energía que hay aquí, sea del tipo que sea, está haciendo saltar a los que están en el aire continuamente, y eso es lo que hace que la luz venga de todas partes. —Hizo una pausa—. Pero esa es sólo una idea.

Después de decir aquellas palabras la chica se llevó una mano al bolsillo.

—Y no está peleada con buscar otras fuentes de información —aseguró tendiéndole un porro a Dan y, aunque estuviera su hermana delante, dispuesta a compartirlo. Aquella vez era por un buen motivo.

Clementine siseó, al notar el escozor del alcohol sobre la mano- Gracias.-dijo, mientras contemplaba a Morgana, curándole la herida, esbozando una suave y breve sonrisa, que desaparecía en el momento en el que le preguntaba sobre lo que había dicho sobre Kane- Ya te he dicho que es una intuición, puedo estar equivocada. Y puede ser que a buscar a Jeff. Puede que a otra cosa. Pero... Eso. Creo que se va a marchar. Decirme, no me ha dicho nada. Últimamente... No me dice mucho. -concluyó, suspirando entrecortadamente.

Notó la mano de Macbeth sobre la suya, y lo miró, asintiendo ante su pregunta, y percatándose en ese mismo momento de que a lo mejor no la veía del todo bien. La llamaba niña, como era habitual en él, y el sonrojo no tardaba en aparecer en sus mejillas- Sí. Y hemos hecho unos esquemas, para que sepas lo que había ahí dentro.-indicó- Lamento que te haya pasado esto... Espero que puedas verlos pronto. 

Daniel examinó aquel extraño lugar, con sus dibujos aún más extraños, pero por muchas vueltas que le dio tuvo que concluir que no le decía nada. No le sonaba haber visto o leído antes sobre algo así. 

Macbeth escuchaba con atención y la vista perdida la conversación de las dos mujeres acerca de Kane. No dijo nada en voz alta, pero por su expresión se notaba que no le hacía demasiada gracia lo que estaba oyendo. 

—Yo sí que lo lamento —se quejó, frunciendo el ceño, cuando Clementine le habló a él—. De verdad quería ver ese lugar con mis propios ojos. Todos esos dibujos que me contaste. Pero gracias por hacer los esquemas. —Meditó un instante—. ¿Habéis dibujado las lunas? Eso podría ser importante, más que las personas, los símbolos. 

Una sonrisa de autosuficiencia dibujaron los generosos y altivos labios de la militar, a la vez que la mirada que lanzó a Clem lo decía todo por sí misma. La chica pensaba igual que ella acerca de Kane, supuso, o quiso suponer. Aunque Clem era una buena persona bondadosa y exculpaba a todo el mundo de sus errores o maldades.

Morgana se mantuvo en silencio sin ahondar ni hurgar en la herida. No se reconocía en ese comportamiento. El hecho de que estaba dispuesta a colaborar sí o sí, el esfuerzo que ponía en ello, la determinación de alcanzar el objetivo todos ellos juntos, la impulsaba a no mostrarse agresiva, o lo que pensaría el resto, en exceso desagradable con su vocabulario.

Terminó el vendaje. Sin Robin, sin pistolero, con una líder que no confiaba en su potencial, y una Clem acosada por fantasmas y abandonada por alguien en quien creía, casi le daban ganas de desaparecer también. Solo que estas situaciones el efecto que tenían en ella era crecerse en su potencial.

-No lo necesitamos. No demasiado al menos - dijo con arrogancia y autosuficiencia en la voz. -Pero...¿vas a dejar que se largue sin más? ¿No vas a mover tu puto culo por una persona que te importa? ¿O por lo que signifique para el Morris su maldita huída?

Sus ojos de intensa luz verde que contrastaba con la penumbra del lugar,  no se apartaron de los de Clem. No le ofrecieron tregua. Ignorando incluso en esos instantes al propio Macbeth.

Cassandra estaba por asentir a las palabras del portorriqueño cuando Daniel salió de su mutismo e hizo toda una disertación sobre lo que veían y lo que a él le provocaba.

Una débil sonrisa se plasmó en el pálido rostro pues todas aquellas cuestiones ya habían sido planteadas en su cabeza con su primera visita. Para abrir aquel portal, con lo analítica que era, había tenido que luchar contra toda su lógica antes de hacerse un corte en la palma de la mano y posarla en la pared ante la atónita mirada de sus acompañantes... para quedarse anonadada ante lo que sucedió a continuación. Quizás el saber que tanto ella como Trish podían hacer cosas especiales le abría un poco la mente, pero eso no quitaba que siguiese buscando respuestas a las preguntas que bombardeaban su cerebro y una de las mayores era qué tenían de especial ellos como individuos y como grupo.

Las dudas del hispano hicieron que lo mirase profundamente, al haber sido el último en unirse ella también había pensado que a eso se debía su estado difuminado, pero su aparente aversión a las sombras quizás indicaba algo más, quizás el dibujo indicaba algo característico de él así como lo eran los patines para Dan, el engranaje para Trish, la fe de Clem o su portátil.

—Pues desde que no hay electricidad la oscuridad es un hecho por las noches, no debe ser fácil para ti... ¿Alguna mala experiencia con ella?

La explicación de su hermana sobre la forma de iluminación de aquel lugar le pareció totalmente plausible a la buscadora, a pesar de no entender los conceptos más técnicos, por lo que asintió mientras sacaba la mano del bolsillo y la movía delante de su rostro. Como tratando de ver el salto de algún electrón, o como queriendo capturarlo, aunque sus ojos dejaron esa contemplación cuando la vio sacar un porro del bolsillo.

—Ese humo podría dañar las pinturas... —comenzó diciendo para luego dejar salir un suspiro mientras meneaba la cabeza —pero estoy por unirme si con ello sacamos algo en claro.

No se podía apreciar si lo decía en serio o de nuevo estaba haciendo gala de una muestra de humor.

Daniel recogió el porro que Trish le tendía. Él lo había dicho medio en serio medio en bromas, pero la reacción de su amiga le dejaba a las claras que quizá no había sido tan mala idea. 

-Veamos qué ocurre. Hay quien dice que las drogas son puertas de acceso a lugares desconocidos -dijo sin dirigirse a nadie en particular-. ¿Quién tiene fuego?

Sin duda, las observaciones de Trish le habían sonado a chino mandarín, así que ni se planteó en emitir opinión alguna al respecto. Era uno de esos momentos de asentir y sonreír. "Bonitos y gorditos", como los pingüinos de Madagascar bien le habían enseñado en su infancia. Axel solo sabía que él no veía saltar nada, y que se había dormido todas las clases de ciencias del instituto.

Al preguntarle Cass respecto a su aversión a la oscuridad, Axel se tensó ligeramente, olvidando las caricaturas de su niñez para voltearse a responder - Es solo que pasé muchos años envuelto en ella - dijo con tono amable, aunque el recuerdo le hizo fruncir el ceño - Y no, no lo es. Pero la luz de la luna ayuda bastante. - sonrió ligeramente - De haber sabido cuando viví en la Comunidad que esto estaba aquí, me habría venido a dormir aquí todas las noches - aseguró, sin lugar a dudas. ¿Que era un cortecito de nada por poder dormir una noche entera de corrido? - Me habría ahorrado un montón de pesadillas.

Al ver que la sugerencia del porro tomaba forma, una sonrisa de medio lado se formó en los labios de Axel. No le iría mal relajarse, aún si eso significaba un regaño seguro de Morgana en cuanto salieran de ahí.

Nada, lo siento - mostró las manos, desprovisto de fuego o mechero.

Mientras la charla continuaba Trish se iba sintiendo más cómoda en aquel lugar. La otra ocasión en que lo había visitado le había generado mil preguntas, y en aquella tenía tiempo para pensar en las respuestas. Todos los que se habían quedado allí dentro la hacían sentir tranquila, y aunque lo sucedido con Macbeth seguía inquietándola, sabía que él estaba en buenas manos.

De repente, al escuchar a su hermana, se le ocurrió algo.

—A lo mejor no pueden dañarse con nada —dijo de repente, abriendo mucho los ojos. Aquello le parecía disparatado, pero puestos a elucubrar...—. Deberíamos probarlo también.

Dicho aquello sacó de su bolsillo un antiguo paquete de cerillas, de esos desechables, y se lo tendió a Daniel. Quedaban sólo un par. Luego miró a Axel.

—Yo en el taller tengo luz eléctrica —le dijo—. Si quieres podemos ponerte ahí un colchón, o puedes mudarte mientras esté con el trabajo de la prótesis.

- Lo hemos apuntado todo. No te preocupes. Podrás verlo, en cuanto te encuentres mejor. -aseguró, ante la pregunta de Macbeth, cerrando y abriendo la mano al ver terminado el vendaje- Gracias, Morga.-dijo, suspirando, y frunciendo ligeramente el ceño, cuando la ex-militar la cuestionó de nuevo, sobre Kane.

- Claro que no me voy a quedar de brazos cruzados. Tengo pensado hablar con él. Pero Morga, yo...-dijo, interrumpiéndose, para mirar momentáneamente hacia Macbeth, apretando los labios, dudando, para finalmente hablar- Siento un amor muy profundo hacia él. Y amar no es atar. Amar es aceptar. No puedo obligarlo a quedarse. 

Macbeth no dijo nada. Sólo escuchaba a las mujeres hablar sobre Kane en silencio. Aunque con las últimas palabras de Clem movió un poco el rostro hacia ella y esbozó una pequeña sonrisa, como si le hubiese agradado algo de lo que la mujer había dicho. Intervino entonces, cambiando de tema, tal vez con la intención de darle algo de espacio a la predicadora. 

—¿Y hacer una fotografía? Tal vez podríamos intentar conseguir una cámara y hacer la prueba. ¿O pasaría lo mismo que con las linternas?

Se revolvió un poco, inquieto. Se notaba que le fastidiaba no poder ver aquella estancia, investigar y experimentar con la magia de la cripta.

Arqueó una ceja hacia Macbeth- ¿De dónde coño sacamos una cámara de fotos? No he visto una desde antes de llegar a NY.

Morga frunció los labios en actitud reflexiva- Es probable que también se jodiese. Si consigues una cámara, consérvala.- Se puso en pie- Recuperás la vista y podrás estudiar los dibujos. -Intentó animar al "barman".

Su atención se centró en Clem. Amor. Bufó con desagrado. -Si quieres algo te lo quedas y luchas con uñas y dientes por conservarlo. Pero esto no va del maldito amor. Esto va de supervivencia. De unión. De grupo. De fe en nosotros, en el puto Morris. ¿Te suena eso de la Fe?

Morgana torció la boca, con cierto disgusto. No siguió con su discurso. Le aburría señalar lo evidente a una persona inteligente como era Clem.- La de los sermones eres tú. A mí me agotan. Mejor que hables con él antes de que lo haga yo.

Y esperaba que Kane, si terminaba por irse, lo hiciera con intención de regresar aportando algo importante. Información. Material. Con Jeff,  cogido de la mano. En otro caso, si algún día se cruzaba con el pistolero, no habría lugar para las palabras.

Cass se inclinó un poco antes de que su hermana tendiera las cerillas al patinador, momento en el que volvió a su posición.

—No te vayas a pasar con esa prueba... —le dijo en referencia a su futuro acto de vandalismo.

Luego esperó a que encendieran el porro sin saber realmente qué hacer. Nunca había querido probarlo pues no le gustaba no ser consciente de los peligros que podían acecharla a su alrededor, ya bastante se perdía de por sí para enturbiar sus sentidos con sustancias externas, pero le parecía recordar que en culturas primitivas hacían uso de ese tipo de sustancias para "abrir la mente", poder ver más allá del mundo que les rodeaba y establecer contacto con espíritus o dioses. Su mente racional le había dicho que los libros tenían razón al tildar tales eventos como alucinaciones propias de los psicotrópicos tomados y que ese otro mundo plagado de seres superiores no existía, pero dadas las circunstancias en las que se veían envueltos estaba por darles un atisbo de veracidad y probarlo. Con los compañeros arriba vigilando, qué podía ir mal.

Tratando de no ser muy obvia se fijó en lo que hacían los demás con el canuto, si se acomodaban en el suelo o permanecían de pie para imitarlos, y cuando se lo pasasen le daría una calada corta, no era cuestión de ponerse mala.

Aunque hubiese querido evitarlo, la sugerencia de Trish lo hizo posar sus ojos de ella con un ligero brillo de esperanza en la mirada. - ¿Estás segura? - preguntó, aunque más por él que por ella. No quería entusiasmarse y luego encontrarse con que podía ocasionarle demasiadas molestias y que quizás no sería tan buena idea. Lo superaría, claro, pero... ¿Hacía cuanto tiempo no tenía la paz de dormir en un cuarto perfectamente iluminado? No podía evitar ilusionarse con la idea.

Si no te molesta, te lo agradecería mucho - continuó poniendo condicionales, por si Trish se arrepentía, aunque la paz mental al alcance de su mano era suficiente para hacerlo sonar ligeramente ansioso - Ni me vas a sentir ahí, te dejo trabajar tranquila y ya me aparezco cuando no necesites el lugar, o lo que sea. Lo que tú digas. - pactó, un poco nervioso incluso. Luego de la pesadilla de hacía unas noches le estaba costando conciliar el sueño aún más de lo normal.

—No, tranquila —dijo Trish, llevando los ojos al techo. Aún no se había planteado qué podían intentar. Disparar, quizá, era una opción.

Las palabras de Axel hicieron que bajase la mirada y pusiera en él sus ojos azules.

—Sí, seguro —aseguró—. Podrías haberlo dicho antes, bobo. Y tampoco me molestas cuando estoy trabajando. Si roncas demasiado, te amordazo y ya está.

Dicho aquello esperó hasta que Dan encendierra el porro y le diera una calada para extender la mano, cogiéndolo con la naturalidad de la costumbre.

—Se puede conseguir cualquier cosa, si tienes los contactos adecuados —respondió el antiguo profesor, con un encogimiento de hombros. Luego frunció los labios al decir lo siguiente—. Nick lo sabía bien. Pero una cámara no sería barata y si fuese para romperla sería un desperdicio. —Se revolvió en el sitio—. Ahora me pican, los ojos. Pero creo que están mejor. ¿Me pasas el agua?

Cuando Daniel prendió la cerilla, el fósforo prendió con un fogonazo más intenso de lo que podrían haber esperado y por un instante alrededor de su mano la luz se volvió azulada. Encendió el porro y los cuatro lo compartieron mientras charlaban. La marihuana que cultivaban en el Major Morris era de buena calidad, potente, tiraba bien y subía rápido.

Pronto el humo fue llenando sus pulmones y sus cabezas dejando en ellos una sensación de cómoda placidez. Esa sensación se mezclaba con la impresión de que aquel lugar estaba esperándolos a ellos. Que alguien había pintado esos frescos para sus ojos y que ocupaban un lugar en algo mayor. No hubo ninguna revelación, tan sólo el cuelgue tranquilo y las risas que cosquilleaban en sus gargantas. 

- Morgana, tú misma lo has dicho. Cuando quieres "algo". Pero Kane no es algo. Kane es alguien. Es diferente. Y sí, se bastante de Fe. Me sorprende que uses esa palabra tan a la ligera, cuando te mueres de la risa cada vez que la uso. -dijo, suspirando, un tanto molesta- Hablaré con él. Pero no voy a obligarlo a quedarse. Nadie puede. -concluyó, notando cómo le ardían las pupilas- Vamos a dejar el tema, por favor.-pidió, antes de buscar con la mirada y agarrar el agua, para tendérsela a Macbeth- ¿Ves algo más que luces y sombras?

-Algo. Alguien. Tanto da. Sabes de lo que hablo. -Morgana apreció el fuego en los ojos de Clem. -Me da la risa por tu fe en un dios inexistente. Yo hablo de fe en personas. Aquí y ahora.

Se dio cuenta de que iba a alterarse. A Morga le bastaba una brasa para encenderse. Sin embargo se contuvo, y un viento helado la cubrió de fría calma. -Seguramente no tienes ni puta idea de lo que te digo, de ese tipo de confianza.- Dijo esa frase con intención de provocar a la predicadora. De que las llamas de los ojos verdes de Clem alcanzasen su corazón y voluntad y le dijese a Kane lo que pensaba de él, de que sí le exigirse quedarse. Pero también sabía que el pistolero era de ideas fijas. Una causa perdida para el grupo.

Se encogió de hombros y regresó su atención a Macbeth. Tampoco ella quería discutir más. Aspiró el aire infecto del lúgubre interior de la iglesia, con aire reflexivo, pensando en los difíciles días que les aguardaban.