Partida Rol por web

[HLdCN] La puerta de Fäe

Noche 0: Lo que la Realidad esconde

Cargando editor
27/01/2015, 13:31
Niba Laymon

 

La voz. Aquella voz infantil y hermosa, pero también terrible, se le coló en la cabeza sin que pusiera hacer nada para evitarlo, y entonces, sin saber cómo o por qué, comenzó a moverse en su dirección, saltando del andén a las vías, internándose en la densa, aunque no tan fría, oscuridad. No se fijó si lo demás hacían lo mismo, ni le importaba. Sabía bien que no iba a gustarle lo que encontraría al final, pero eso no la detuvo, como no la había detenido antes de llegar a la estación abandonada. Lo que estaba sucediendo no tenía nada que ver con sus deseos ni con sus miedos o con lo que quisiera o no quisiera hacer, tenía que ver con algo mayor, que involucraba a otros y que a la vez estaba por encima de ellos.

Sin embargo, Niba estaba como hipnotizada, no prestó atención a rostros ni a conversaciones, como si realmente no estuvieran allí, se limitó a ser espectadora, y cuando hubo que avanzar, avanzó, a la búsqueda del árbol del ahorcado. Cuando lo encontraron, la escena colmó todas sus expectativas, solo que no era del ahorcado, sino de la ahorcada, se trataba de la niña que cantaba mientras se balanceaba suspendida por el cuello de una de las ramas más altas. Niba hubiera querido gritar, apartar la mirada, hubiera querido huir, llorar, marcharse de allí.

Pero no hizo ninguna de esas cosas, lo que hizo fue sencillamente quedarse en el lugar que estaba mientras los demás se movían como sombras y hablaban a su alrededor, Niba observaba como un pasmarote el lento vaivén del cuerpo, y pensando alocadamente "Lo importante no es ella. La mochila. La mochila ¿Qué habrá dentro de la mochila". 

Luego sintió frío por dentro, y se abrazó a sí misma arrebujándose de nuevo dentro del amplio parka, aunque el gesto por supuesto, no sirvió de nada, porque ese frío acompañaba a la sensación de que le habían arrancado algo, no algo físico quizá, sino algo, algo importante... Algo.

Y ellos iban a darle un cuchillo. Que Dios los asistiese. 

Iban a darle un cuchillo.

Cargando editor
27/01/2015, 14:44
Jane Wild

Mientras rascaba na pared del andén con aire distraído, también para que nadie reparara en mí, pues estaba sin mi madre, quien me decía que no debía de hablar con extraños, casi, a veces, ni mirar a ciertas personas que estaban en la calle haciendo fuertes con cartones y mantas, jugando a los vaqueros, mis oídos captaron las conversaciones que se fueron sucediendo.

Contemplé el color de pelo de varias chicas, y sonreí, pensando que debía ser genial ser mayor para poder ponerse una el color que quisiera. A mí me gustaría un negro azulado intenso, pero era demasiado pequeña, como me recordaba mi madre cada  vez  que se teñía su pelo rojizo gris.

Durante unos minutos, me entretuve mirando a la gente. Alzaba un poco el cuello para observar sus rostros, y asombrarme por que aquella reunión fuera de gente tan guapa. Me pregunté si eran modelos, o salían en la tele, porque no me acordaba de su programa, ni me sonaba haberlos vistos.

Seguí con mi diatriba de pensamientos hasta que yo también lo escuché. La voz. La dulce voz. Sonreí en mi interior, notando un calor de repente, un calor que me golpeó desde dentro, explosionándome. Una oleada de tibieza me recorrió entera, y sentí un hormigueo recorrerme todo el cuerpo, como cuando entraba en casa y estaba la chimenea encendida.

Pestañeando varias veces, vi cómo la gente comenzaba a saltar al andén, siguiendo el origen de aquella canción. Me pregunté si mi madre me dejaría hacerlo también, pues sentía unos deseos irrefrenables de seguirlos.

Mirando por encima de mi hombro, por si aparecía de improviso, y no sería la primera vez, vi que estaba oscura la entrada hacia la estación. Sonreí de manera pícara, y yo también di grandes zancadas para bajar a las vías.

No me había dado cuenta de lo alto que estaba, así que, me senté en el suelo, dejé la mochila apoyada en una columna vieja y sucia, recordándome que después tendría que buscarla, si no me mataría mi madre, y di un salto, haciendo un grito ahogado, como si aquello me divirtiera.

Con pasos algo inseguros y temiendo tropezarme con las vías, y la madera, caminé lenta, siguiendo las figuras negras que había delante de mí. Pestañeé varias veces al ver que mi pie rozaba el hierro de la vía, y lo aparté de inmediato, temiendo electrocutarme. Todo el mundo sabía que el metro era eléctrico. Y yo lo sabía porque mi padre me lo contó un día.

Seguí a los demás hasta que vi a la niña colgada de un árbol. Y la canción seguía. Sin pausa. No la entendía muy bien, y tampoco me concentré en comprender su mensaje. Me fijé en el árbol, en mitad del túnel, oscuro. No sabía cómo había podido crecer allí sin luz, sin agua, sin poder estar junto a otros árboles para hablar entre ellos.

Me acerqué aún más, y quería contemplarlo de cerca. Pero, me vi interrumpida por una muchacha de pelo azul. Me lo quedé mirando, sonriente, divertida, preguntándome en qué estaría pensando aquella chica cuando se cambió el tono de su pelo en azul.

—Tu pelo mola— comenté, sonriente—. Sí, mi madre no está— respondí, olvidando por completo su advertencia de no hablar con desconocidos—. Pero, no pasa nada. Sé cuidar de mí misma— aseguré, sacando un poco de pecho, orgullosa—. Me llamo Jane— me presenté, señalándome—. ¿Y tú?

Fue en ese momento cuando la música cesó, así como el canto. Sentí un vació en mi interior, un agujero negro crecía en mi interior, de la misma manera que antes se había llenado de luz.

—¿Qué pasa? ¿Por qué ya no hay música ni canción?

Cargando editor
27/01/2015, 15:12
Allegra Blue

Un escalofrío tensó la espalda de Allegra cuando la canción se detuvo. Sus ojos se apartaron un instante de la pequeña Jane, lo justo para ver a la niña del árbol levantar la cabeza como si nada y pedir el cuchillo a la joven albina. Sintió cómo su estómago se encogía ante esa imagen, pero con un gran esfuerzo se obligó a sonreír y volver a mirar a Jane. 

- Yo soy Allegra, es un placer conocerte, Jane - Dijo, tratando de capturar las pupilas de la niña con las suyas para que no mirase más allá. - Hay una niña allí en el árbol y ha dejado de cantar. Pero no pasa nada. - Aseguró sin creerse lo más mínimo sus propias palabras.

Por supuesto que estaba pasando algo, lo había sentido desde que sus pies habían comenzado a moverse solos hacia la estación. Y fuese lo que fuese, lo que estaba pasando empezaba a tomar un cariz de peligro que despertaba sus sentidos y la mantenía en alerta. Pero no se sentía capaz de explicarle eso a una niña. Así que suspiró y añadió algo más. - Tú no te preocupes y quédate cerca de mí, ¿vale?

Cargando editor
27/01/2015, 15:43
Paul Adams

Por un momento me quedé quieto al escuchar aquella voz y aquella mano como pedían aquel cuchillo. Miré hacía atrás y ví como una chica de pelo azulado estaba junto a la pequeña del grupo, impidiendo que mirase aquel teatro de terror.

La voz sibilina y oscura de aquella chica colgada me hizo centrarme en que aquello no era normal. Precisamente yo debía de saber que nadie en aquellas condiciones hubiera podido a penas hablar, cuanto menos cantar.

Había algo que hacer. Tenía miedo a que lo que estaba a punto de hacer tuviera repercusiones y volviera aquella sensación de asfixia que me inundaba horas atrás. Pero de algún modo mi cuerpo me pedía frenar la actitud de aquella niña que como un basilisco enseñaba sus dientes y nos retaba a desafiarla.

Miré al chico que estaba junto a mí alzando sus piernas, le dije casi en un susurro después de cerrar los ojos.- Lo siento.

Sin esperar una respuesta apreté la mandíbula y tiré de ambas piernas hacía abajo, deseando terminar con aquella presencia que queria dominar aquel ambiente mediante el terror.

Con fuerza tiraba de ella aferrándome con ambos brazos hacía abajo. Deseaba escuchar ese crujido que callara su boca y nos hiciera libre de aquella pesadilla y temor. Abrí los ojos y mientras seguía esforzándome por tirar hacía abajo, miré hacía el rostro de la chica, esperando ver el resultado de mi acción.

Cargando editor
27/01/2015, 16:24
Xia Han

Para la joven Xia, se sintió como si se hubiese metido en una burbuja, el tiempo se ralentizó por culpa de la impresión del maldito paisaje hasta llegar a detenerse, tan lúgubre como surrealista. Su mente no consiguió descifrar el significado de todo lo que sus sentidos captaban, y tanta gente a su alrededor no le ayudaba en nada en la tarea de comprender en qué se había metido.

Lentamente intentó dar órdenes a su cuerpo para que reaccionase de una maldita vez, sus pies, sus manos, su boca...incluso su corazón. - Cálmate Xia, cálmate. Es una prueba, debe de serlo. - Se dijo a sí mismo en un susurro en un esfuerzo por autoconvencerse que todo era una ilusión, o un juego macabro de su caprichoso cerebro. Su templanza mermada debía de componerse.

Observó con detenimiento a unos y a otros, tanto sus reacciones como acciones, quizás así pudiese encontrar algo que hacer, o decir. Sus sorpresa fue al ver a una niña pequeña en aquel improvisado grupo, que hizo que los ojos rasgados de la única joven de apariencia asiática se abrieran más de lo habitual.

Al menos vio que no estaba sola, otra chica de pelo azul le hacía compañía, por otro lado, uno de los chicos, un joven moreno con barba comentó su profesión que se acercó a la siniestra niña del árbol. Lo que Xia se negaba a entender, era la existencia de un árbol allí sin finalidad alguna. ¿O quizás sí tenía un objetivo?

Su cabeza hizo un pequeño resumen para intentar encajar las dichosas piezas de un puzle imposible. La situación en sí le pareció absurda, como si se hubiese quedado atrapada en una pesadilla. Pero una parte de ella le decía que no, que en ningún momento acabó rindiéndose al sueño.

Quiso sentirse útil, así que se acercó con reservas a la pequeña, y a la joven del pelo azul, y dejó a los hombres ocuparse de lo más peliagudo. Al llegar a su altero se tomó su tiempo, un par de segundos, retiró un mechón travieso de su melena para colocárselo detrás de la oreja con suma elegancia.

Hola...hola a ti también pequeña. - Saludó a las dos con aparente calma. - Soy Xia, ¿cómo os llamáis? - Se presentó y después miró a la menor - ¿Has venido sola? - Hizo una pausa para dedicarle una sonrisa tranquilizadora.

Cargando editor
27/01/2015, 18:56
Mr. Ink - Hundo Freneza

La canción, el túnel, el recorrido con mas de 20 personas, el árbol y la niña unida a el por una soga, sin duda todo era tan raro como curioso. Sin previo aviso, después de todo a nadie le importaba, saco de su bolsillo interior una libreta y de entre los alarmes del mismo una pluma. Una que no dudo en destapar y empezar a escribir en la primera hoja vacía que encontró en su cuaderno.

Pronto la tinta invadió la hoja y la unión de ambas crearon palabras, palabras que describían lo que estaba viendo: La niña, el hombre que desea ayudarla, el fin de la canción, las dudas de uno, el miedo de otros, el cuchillo curvado, el grito de peligro, la toma de mano e incluso el tirón de aquel que decía ser enfermero, para dar fin a la vida de la ahorcada, una vida que instantes antes de que hablara solo deseaba salvarla.

-Que curiosa maniobra por parte de aquel enfermero, sera que como tu, a sentido que era un demonio y no un ángel.-Comento a Lera Madison. Quien estaba a su lado mas nerviosa, que horrorizada. Pero sin llegar a mirar a ella o a su cuaderno, a pesar de estar hablando y escribiendo.

Cargando editor
27/01/2015, 19:35
Lyman F. Gale

Lejos de ir a cumplir los deseos manifestados pero silenciosos de Anastasia, Lyman se rió con más ganas. Su carcajada se hizo más sonora, antes de apagarse. Igual que la vela que brilla con más fuerza antes de extinguirse. Extendió sus manos mientras avanzaba con paso algo tambaleante entre las distintas personas de la estación. Como deseando percibir su calor por la proximidad, pero sin llegar a tocarlos.

Finalmente, ahogó su grave y ronca voz, pero le quedó una ancha e inquietante sonrisa que no se iba a borrar mientras le durase aquella deliciosa sensación.

Sin cruzar comentario o palabra alguna con sus iguales, se fue a sentar a un banco de los que había contra la pared. Alejado, pero escondido entre la oscuridad y la penumbra que iluminaba el lugar.

Sus pasos inseguros y desgarbados se fueron afianzando a medida que palpaba con las yemas de sus dedos la pared. Y metiéndose las manos en los bolsillos de su sudadera, se dejó caer al asiento. Sereno. Sin compartir la inquietud, o el nerviosismo en que muchos de sus hermanos acogían aquella espera, como si a diferencia de todos ellos supiera exactamente lo que iba a ocurrir.

Tan tranquilo y cómodo estaba, que habría cabido esperar que se pusiera a silbar alguna canción.

La canción llegó, pero no de sus labios.

Y un parpadeo después, aquél hombre de ropas añejas y gastadas ya no estaba. Como una visión de una mente demasiado cansada.

Y nadie supo de él, pues nadie quiso fijarse en él. Pero ahí estaba. Al lado del árbol, inmóvil como una escultura más bien de corta estatura. Con la cabeza mirando fijamente la escena: la niña nunca muerta colgada en el árbol.

Varias voces clamaban distintas cosas a la vez. Vomitaban, cantaban, sollozaban, reprimían sus gritos, se ofrecían consuelo o se exclamaban ante el horror. Cada uno con su propia reacción. Salvo él. Impertérrito y falto de emoción.

Hasta que, asieron la niña por los pies. Y el canto se quebró. Entonces, con una voz vieja, ronca y desusada como sus propias vestimentas, susurró: -¿Qué es lo que habéis hecho?

Cargando editor
27/01/2015, 19:50
Adam Hart

Adam contempló aquella escena con admiración y temor. Se daba un aire rockero-gótico, de eso no había duda, por lo que aquella imagen oscura y tenebrosa que tenía frente a él, le atrapó en una especie de fascinación amplificada por un colocón del tamaño de Groenlandia. Una increible gama de colores y contrastes, la chica en blanco, la oscuridad del árbol, la pelirroja a punto de levitar, los hombres de buena fe, los sabios... Parecía contemplar un cuadro que era toda una obra maestra. Una imagen turbadora y perfecta. -Dioooooos ¡una niña!- Pensó al percatarse de la presencia de Jane. -La inocencia-. Todo aquello en aquel preciso instante era la culminación del arte, una imagen perfecta y sublime que observó durante largos minutos. Y entonces se percató de que todo tenía sentido. La llamada, aquel lugar, aquella gente...todos y cada uno de ellos. Todos formaban parte de algo bello. Y quería gritarlo.¡¡¡EEEEHHH, ¿NO OS DAIS CUENTA?, ¿NO PODÉIS VER LA BELLEZA DE TODO ESTO? ¡¡PUEDO SENTIRRRLO!!. Iba a gritarlo...y así lo hizo - ¡¡¡EEEEAAOOOEEEHHH, ¿NO PROFAIS ZRUENTA?. ¿NO PO..NO PO....DEEE..BUAAH..EIS VVVER LLLA BRECEZA DDDD..DE TO-DO EESTTO?  ¡¡FRUEDDO...!!. En ese instante la flacilidez de su cuerpo en aquel estado cedió y cayó sentado de culo. Aquella situación, aquella imagen tan turbadora, debió elevar a su momento más crítico, lo que fuese que hubiese tomado para encontrarse de aquella manera.

Cargando editor
27/01/2015, 21:30
Shawn D. Williams

La voz de la niña resonaba en la mente de Shawn. -Dámelo -exigió la pequeña-. Quería hacerse con el cuchillo que ofrecía una de las mujeres. Aquello era una pésima idea. Fue duro tener que dejar vencer a la razón y aceptar que aquello no era una niña, al menos no una niña humana. Los brazos de Shawn flaquearon y dejó que el peso del cuerpo de nuevo cayera por si solo.

Uno de los chicos pareció interesado en querer ayudarle, e incluso lo alertó de los riesgos de sostenerla pero poco después debió llegar a la misma conclusión que él. Decía que lo sentía, pero cogió el cuerpo de las piernas y estiró para rematarla. Shawn no hizo nada, simplemente lo dejó hacer.

-¿Quien eres? ¿Cómo es posible que puedas hablar e incluso cantar en ese estado? -preguntó a la niña mientras daba algunos pasos hacia atrás.

Cargando editor
27/01/2015, 21:59
Chris Loriod

La gente allí reunida ya se iban presentando. Chris creía que no era el lugar para hacerlo, y como nadie se le dirigió directamente, prefirió estar callado. Entonces empezó a sonar la música, y les tocó caminar. Sinceramente, le habría dado mal rollo que hubiera aparecido algo. Entendía que esto que estaba ocurriendo era algo importante, y no quería correr riesgos innecesarios. Con buen humor, avanzaba con las manos en el bolsillo a ver que iban a encontrar.

Quizás no le había afectado la tristeza de la canción durante la caminata, pero cuando vio la niña... Chris no pudo evitar pensar en Tanya, lo que hacía para no dejarla colgada cada mes. No estaba allí por ella, la estaba dejando colgada... pero era inevitable, había escapado de todos y todo excepto de ella hasta ahora. Sentía la necesidad de estar en este lugar, de cambiar su suerte, porque si su suerte cambiaba, quien más beneficiada saldría sería ella...

Eso se iba repitiendo, quizás fuera cierto, quizás por enmascarar su propio egoísmo. Pero cuando la niña abrió los ojos y pidió la navaja, supo que estaban allí por un motivo más importante que él mismo. Y que debían empezar a actuar como tal, puesto que tampoco tenía tiempo que perder.

Dadle la navaja, si tiene que darnos explicaciones, preferiría que lo hiciera desde una posición más cómoda. - Esas fueron las primeras palabras de Chris al llegar a este lugar, porque era incapaz de abrir la boca para soltar algo más adecuado.

Cargando editor
27/01/2015, 22:36
Zaira Castleworld

No, claro que no pasa nada, sólo que está colgada del puto cuello. Zaira había escuchado a la chica del pelo azul, que por cierto, le sonaba de algo y no terminaba de ubicarla, intentar evitar que una niña se asustara al ver el espectáculo grotesco que estaba sucediéndose justo delante de ellos. Se mordió el labio, tragándose aquellas palabras crueles y volvió a mirar en dirección al árbol. 

Sus pupilas se dilataron al ver al hombre que había corrido a socorrerla, empezar a tirar de ella, con la intención de ahogarla. Pero... ¿Qué está haciendo? Todo aquello le estaba dando muy mal rollo, pero ya no sabía si le daba más yuyu la niña que había seguido cantando, cuando debía estar muerta, o aquel que cambiaba tan drásticamente de opinión y decidía acabar con su vida.

Un escalofrío recorrió su espalda y buscó con la mirada algo real a lo que sujetarse. Tragó saliva y abrazó su propio cuerpo, mientras se apartaba de la pared y, envalentonándose, decidía caminar unos pasos. Se detuvo antes de llegar al árbol y miró a aquel que tiraba de la niña.

- Detente, no creo que eso esté bien - Le dijo, deteniéndose antes de llegar al árbol y mirando alarmada al hombre. - Yo también me he asustado al ver a esa niña, pero no sabemos qué está pasando y quizás ella tenga las respuestas - . Sus labios formaron una pequeña mueca y sus pupilas se encogieron, dejando que el rosa de sus iris abarcara más la extensión de sus ojos.

Cargando editor
27/01/2015, 23:09
Roger Templar

Definitivamente aquel no era el lugar al que Roger debería haber ido, estaba todo lleno de personas que no tenían nada que ver con él, la pregunta era ¿Qué hacían todos allí? entonces cosas muy extrañas comenzaron a suceder... Sí, la cosa se ponía aún peor, ahora parecían estar inmersos en una de esas películas de serie B en la que todos acaban muertos o locos... A Roger no le costó mucho imaginarse la típica escena en la que una tal Susan se perdían y todos se dividían para ir a buscarla para ser asesinados uno a uno de diversas formas. Con lo que había él criticado ese tipo de cine y va y se mete en una realidad virtual mucho peor... en esas estaba cuando apareció la niña... los niños son los peores, son los que más miedo dan, en su mayoría o están poseidos o son el mismo demonio, en ese caso... el mismo demonio.

A Roger le hubiera gustado poseer la valentía de su mejor personaje, el espía británico que iba por libre y salvaba a todo el mundo sin despeinarse, pero lo cierto es que actuar era mucho más sencillo que la vida real... o lo que fuera que les estaba pasando. El señor Templar quería largarse de allí y aprobechando que cada uno de los presentes se pusieron a presentarse entre ellos y a acercarse a la niña, él comenzó a dar un paso atrás y a otear lo que tenían alrededor, tenía miedo, aquella situación no era controlable, no conocía de nada a sus compañeros y... lo peor de todo el diablo vestido de niña había pedido un cuchillo y van y se lo dan.

- Por todos los santos... No le déis el cuchillo- exclamó indignado desandado el pasito para atrás que había dado ante la el acto irracional de la muchacha del pelo blanco
 

Cargando editor
27/01/2015, 23:15
Aubin Beaumont

“sandeces” Aubin no tenía ni idea de geografía, tampoco había visto mundo, ni el mundo le había visto a el como para reconocer según que acentuación, no era algo vital para su vida y como tal es algo que anotaría en su clásica lista de… en fin. Pero si atiende con merodeo, reparando en que quien respondía a su pasajera interrogación de forma rapida, voz femenina, proviene de un franco acentillo con melena violeta, europeo? del norte de américa…? Ni idea, pero a la joven parecía “percibir”Ahá… lo vemos a través de ”aquí”, debería ser tan fácil como dejarse llevar – responde, exhalando humo mientras lleva uno de sus índices a la sien, con una chulería no intencionada bastante marcada… - no cerrar la mente, imagino… ¿no… – se traba sin pavor, ni idea de como se llama la tipa, no termina su pregunta – Aubin Beaumont – extiende su mano, sin disimular su intención ver el fuerte color de ojos de aquella chica.

Así como fuese, si no fuese ya bastante con lo triposo del escenario, y a espera de algún suceso, palabra o algo que pudiese considerarse como una pequeña respuesta, envuelto en un ambiente que lejos de la mágica sensación de la Llamada, era del todo menos sosegado, ciertamente, no puede evitar sorprenderse una vez mas. Uno de los tipos que socorría la perturbadora imagen, con intenciones aparentemente opuestas a las principales, empieza a tirar hacia abajo… para… matarla ¿? Esto provoca que Aubin, estupefacto… pero sin dejar de encharcar sus pulmones en mierda, diga en voz baja mientras desabrocha su chupa… - Algo querría decir, hablando en pasado… ya que no creo que quiera decir lo mismo, si es que le quedan ganas de hablar... – pisa su cigarro, tras lo sentido no entendia lo visto como mucho mas que algún tipo de revelación… y que posiblemente se estaban encargando de mancillar, tras apreciar, sin tan siquiera entender el mensaje, amenaza, sentencia o simple bienvenida de la manifestación... posible ilusión, o lo que fuera aquello que estaban viendo y viviendo, que de alguna manera les concernía.

- No entiendo si entiendo o no entiendo, o soy un simple lunático... pero esto no empieza... ¿bien? - piensa... pizcas de nerviosismo, minucias...

Cargando editor
27/01/2015, 23:38
Seth McCarthy

Sentado y con los brazos cruzados observa serio toda la escena que se monta. Desde luego las dos muchachas atractivas, pero desquiciadas, que cantan con la niña consiguen mantenerle intranquilo hasta que el canto cede. Aún así eso no es nada comparado con la niña pidiendo el cuchillo a la albina que se lo ha sacado de la manga, cosa que le hace fruncir el ceño y mirar con esceptitud. Busca entre la gente miradas de comprensión, a ver si sintoniza con alguien que esté bien de la cabeza y le parezca un cristo negro esta situación. 

Cuando el supuesto enfermo trata de ahorcarla siento que no es lo correcto a pesar de que esto parezca un pedacito de infierno. Gruño y me levanto acelerado, amenazante, con la mano levantada y gritando. - ¡Eh! ¡Eh! ¡Enfermero los huevos! ¿Qué te crees que estás haciendo? - Llego a su lado y le doy un toque agresivo en el hombro. - ¿Acaso puedes decidir por todos? ¿Y si la cabreas y nos borra del mapa? - Pregunto plantado frente a él, mirándolo con la fiereza de alguien que teme perder lo que sea que es esta llamada.

Cargando editor
28/01/2015, 00:14
Lera Madison

Mira al hombre a su lado. Y tiene toda la razón... los demonios existen, y están entre nosotros. - responde, cada vez más nerviosa, acercándose un poco al árbol por si el enfermero fuera a necesitar ayuda para terminar con el trabajo, aunque dudaba que acabar con el recipiente humano apartara al demonio de este lugar o los pusiera a salvo. Las hermanas siempre le habían advertido de las maniobras del diablo, y aunque hasta hace muy poco no les había creído, esta era una evidencia irrefutable de lo perverso de Lucifer.

¿Respuestas de qué, morena? ¿De cómo vamos a morir? ¿De como se ve el infierno? ¿De que nos espera allá abajo cuando se libere? Nah-huh... no, gracias. - dice con tranquilidad.

Tras unos minutos, se pone a un lado del enfermero, pues en cuanto ve a un tipo gritando y empujándolo teme que el resto haga lo mismo y lo saquen de ahí.

¡Deja que lo haga! ¡Mejor que nos mate ahora a que nos torture y nos condene a la vida eterna en el averno!

Cargando editor
28/01/2015, 00:27
Andy McGregor

Aquello se iba de madre, como dicen en mi tierra. El histerismo comenzaba a ganar la batalla. Entregarle o no entregarle el cuchillo, el enfermero que intenta matarla presa del pánico. Pero... era una niña. De acuerdo que muuy normal no era aquella niña, pero a caso alguno de los que estábamos allí éramos demasiado normales.

La situación me superó y me decidí a hacer lo que había pensado hacer desde un principio. Dicen que la primera reacción es normalmente la correcta.

Mi mano antes se había retraído de tomar el cuchillo ofrecido por la muchacha de pelo blanco, al ser solicitado directamente por la niña, pero ahora volvió a estirarse para cogerlo antes que pudiera hacerlo la extraña muchacha colgada*.

Notas de juego

* Esto es una de aquellas típicas situaciones enfrentadas irresolubles unilateralmente por mera narrativa. Por tanto, lo dejo aquí hasta que estemos de acuerdo si he conseguido quedarme con el cuchillo o si, por el contrario, es la niña quien lo tiene. Cuando se sepa esto, ya diré qué hago con él, si procede.

Cargando editor
28/01/2015, 00:30
Mr. Ink - Hundo Freneza

"Y empezó a caminar en pos de dar ayuda a quien ella pensaba que hacia lo correcto".

Una reacción que no esperaba por parte de aquella mujer. Por su parte Mr.Ink simplemente quedo de espectador en la ultima fila, observando y a veces anotando. Aunque comprendía el nerviosismo de muchos y el querer controlar la situación él, en el fondo, sabiéndose como un personaje de alguna novela de fantasía, sabia que no había nada que cambiaría lo que debía suceder, si estaban allí era por ella y solo por la niña ahorcada se irían, por mucho que quisieran evitarlo o provocarlo otros, el bibliotecario; con aires de escritor, sabia que todo estaba escrito desde su mismo nacimiento, puede que incluso antes por el rostro de alguno mas viejo en aquel lugar. Así que como simple espectador que era, que todos lo eran, espero y observo.

Cargando editor
28/01/2015, 00:32
Ivanna

Ivanna se vio de pronto privada de la música y de la voz, y cesando su canto tan abruptamente como el de la infante colgada, miró alrededor, extrañamente triste y desolada. Había tocado la felicidad con los dedos. La había chupado, masticado e ingerido, y ahora que había cesado, le sabía amarga.

Perdiendo el interés en la escena, se retiró, dejando que otros, aquellos que le habían arrebatado aquel momento mágico, hicieran lo que creían que debían hacer. 

Se abrazó a si misma, y con los hombros caidos se dio la vuelta, observando a quienes se mantenían al margen de lo que sucedía. Esos que comprendían que la niña no era niña. Que no necesitaba ayuda. Esos que se aferraban a lo que no era inexplicable, que no dejaban que la canción penetrase en su ser e inundase sus entrañas hasta hacerlas estremecer de alegría enfermiza. 

Vislumbró entre ellos a un hombre mayor que ella, que tomaba anotaciones y se mantenía tranquilo (Mr. Ink). Adivinó un brillo de comprensión en sus ojos. Un atisbo de una inteligencia tangencialmente diferente a la de otros, que la llevó a esbozar una tímida sonrisa de admiración y reconocimiento, tras la cual, se metió las manos en los bolsillos del abrigo y volvió a mirar atrás, esperando que algo, o alguien, acabase con aquella pantomima y con todos esos ruidos que eran las voces de algunos.

Cargando editor
28/01/2015, 00:44
Niña

Los ojos de la niña se mantuvieron fijos en Misty desde el mismo momento en que alzó la mirada. Aún con la mano extendida lo hacían mientras ella se acercaba, observándola de una manera hipnótica, casi irreal. A pesar de que algunos trataban de ayudarla ella no mostraba ni la más leve reacción al respecto, como si aquello careciera de importancia. Lo único relevante, lo único necesario, era el arma que la chica de pelo color nieve le estaba brindando. Al mismo tiempo, cuanto más cerca iba estando del cuchillo, en su rostro comenzaba a formarse una media sonrisa satisfecha, como la de un trabajo bien hecho que está a punto de concluir. Y fue al rozar por primera vez la hoja que esa expresión se amplió, dando forma al rostro de absoluta felicidad de quien acaba de conseguir algo largamente anhelado. Fue sólo por una décima de segundo que Andy no puedo alcanzar el arma. Esa décima que en ocasiones separar al ganador del vencido.

[color=#444444] - Gracias. - [/color]Dijo con una voz que ni siquiera podía terminar de llamarse así.

Fue entonces cuando Paul comenzó a tirar de ella, tratando de asfixiarla. Y a pesar de que la cría pareció tardar un instante en reaccionar, para cuando lo hizo su rostro se torció, formando una mueca extraña. Algunos jurarían que estaba sufriendo por lo que el enfermero hacía. Otros, en cambio, podrían asegurar que la niña disfrutaba de una manera enfermiza. Y habría quien, incluso, diría sin miedo a equivocarse que había permanecido inalterable, como si valorase la idea de usar ese mismo cuchillo para librarse de quien trataba de matarla. Ninguno de vosotros tenía la certeza de cómo se había sentido ella, ni el tiempo suficiente para analizar lo sucedido, pues un instante después recobró su expresión anterior, alzando el cuchillo un par de palmos por encima de su cabeza para empezar a cortar la cuerda.

Cargando editor
28/01/2015, 01:12
Niña

La caída fue rápida. El primero en tocar el suelo fue el enfermero, y ella fue después. No tardó, sin embargo, en ponerse en pie, aún con la soga atada al cuello como si de un macabro collar se tratase. La mirada de la cría entonces buscó al hombre que había tratado de asfixiarla, y al encontrarle le observó con incredulidad.

- Has intentado matarme. - Aseguró con los ojos bien abiertos y el cuchillo aún en la mano. Se agachó entonces a recoger su bolsa, colocándosela por encima de un hombro antes de que ninguno se hiciera con ella. - Me pregunto si eres tan valiente ahora que no estoy colgada. - Dijo luego, colocando el cuchillo delante de ella, como si estuviera dispuesta a defenderse. Sin embargo esa postura no duró más que unos segundos tras los que se encogió de hombros y, como si aquello careciera de importancia, guardó el cuchillo en su bolsa.

- No me miréis así. - Intervino luego, abriendo mucho los ojos y formando una expresión excesivamente inocente acto seguido. - No es para tanto. - Luego os repasó con la mirada, sonriendo con tranquilidad cuando su mirada se cruzó con la de Ivanna. Y al ver a Jane colocó su mano derecha cerca de la boca, como para susurrar un secreto a distancia. - Parece que nunca hubieran visto un árbol. - Fingió susurrar en voz alta, jovial.