Partida Rol por web

- No sé qué es lo que está pasando ni por qué Annie desconfía de ti. Pero sabes que yo tampoco me fío mucho. Fue muy exagerado tu comportamiento victimista - Los ojos celestes de Aina se abrieron como platos cuando Nu-Taur-Dunath se le acercó y acarició su cabello. Se apartó de él con un gesto altivo y una mueca en sus labios. 

- No me toques - . Le dijo y recorrió todo aquel salón del trono con la mirada. - Yo no he hecho nada aquí. A mi no me tienes que dar las gracias - . Se mordió el labio y volvió a clavar su mirada en la del fauno. - Espero estar equivocada contigo y que podamos regresar juntos a Fäe y volver a las fiestas de palacio. Pero si no es así, denunciaré tu comportamiento ante la Familia Real. - . Suspiró y apartó un mechón de cabello dorado de encima de su hombro, colocándolo con un suave gesto en su espalda. - Tienes la oportunidad de redimirte. Si me cuentas qué ocultas, no te denunciaré y las cosas podrán volver a ser como lo eran - .

Victimista... - Repito con cierta deje mientras vuelvo a explicar lo que sentí aquel día.- Fui el primero en caer bajo sus artimañas y sorna, colgandome del cuello al igual que ese demonio se presentó ante nosotros.

Supongo que la elección fue a dedo, pues no sé que podía haber hecho para dañarles el ego tanto como para ser su primera victima. Al llegar al otro lado, te encontré a tí, y al resto que cayó aquel día... no sabía quien eras pero encontrarme con alguien que tendía su mano me hizo sentir que aunque perdido aun podía ser escuchado... Por eso en parte te doy las gracias, esa magia huele a Fäe y a sus sueños.

Tras eso, algo o alguien decidió que yo de entre todos los caídos debía volver. Tampoco sé el porqué... vosotros dijisteis que fue Aina la que se empeñó, eso no lo sé.

Y para alguien asesinado y traído después a la vida lo más normal debe ser que el resto te señale como ser tu propio ejecutor.... Pues lo dije en su día y lo vuelvo a decir, perdonad por no hacer aquel nudo en mi garganta, perdonad por a pesar de todo verter esos sueños en mi cabeza sobre la muerte para que todos podamos crear un camino más cierto.- La miro con pena y desdén, pero energías por ya estar repuesto de aquel golpe.

Señalo la esfera del reloj y digo.- Ese reloj me ha enseñado que pase lo que pase, tarde tras tarde nuestro odio permanecerá, un odio capaz de matar... pero a pesar de ese odio, sigo digo a día intentando formar un camino de ideas entre los demás.

Ojala alguien con un don parecido al mío pudiera dar testimonio de lo que cuento, ojala esa persona fuera más creible que yo.

Me cruzo de brazos y digo.- ¿Entiendes mi situación?... Si me niego a utilizar esta habilidad que Fäe me inculcó seré tachado de culpable, por no ayudaros a resolver este juicio del que solo soy una herramienta, no un bando ni acusado ni acusador. Y si sigo utilizando mi don, cuando mis visiones no correspondan con vuestras impresiones también seré tachado de traidor.

Abatido me doy la vuelta, y golpeo una copa de la mesa que cae tintineando al suelo y digo con pesar.- Es jodido sentir como cada tarde vuestras dudas pueden sentenciarme otra vez, para luego vivir una noche en la que posiblemente aquellos que me hirieron el primer día, lo hagan otra vez.

Es jodido vivir pendiente de una cuchilla que siempre esta por caer.

Me acerco hacia la copa, y la recojo y contesto a sus intenciones al volver a Fäe.- Ojala podamos volver algún día a Fäe y ser sentenciado por el rey por un beso.

Pienso en el rey de Fäe y en la reina; y en la princesa y digo.- Mi único secreto es que al igual que esta sala conozco los pasillos de palacio como si fueran las líneas de mi mano, y por ello las salas de palacio se me muestran con aquellos que están en su interior. 

Llevo todo este tiempo protegiendo a aquellos que un día serví... ¿es otro error?.- Negué con la cabeza y me volví a sentar en el suelo de aquellas escaleras mientras mi mirada se perfilaba en las figuras talladas de la familia real.

Al mismo tiempo que en el otro lado, en esa ciudad oscura unas llamas aparecían en la gran torre del reloj así lo hacían en la que podíais ver aquí: cuatro llamas similares a las otras, con el mismo ritmo acompasado y de cadencia hipnótica.

- No... Yo fui la primera en caer entre sus artimañas - . Al decir aquellas palabras, alzó ligeramente la barbilla mientras clavaba su mirada celeste en los ojos del fauno. - Y tenían más motivos de ir a por ti que a por mi. Yo sí que no había hecho nada. Pero tú... En la estación mostraste una actitud muy rara cuando fuiste a socorrer a Amazarac y de repente cambiaste de idea y decidiste que era mejor acabar con su vida - . Arqueó una ceja, sin apartar la mirada de Nu-Taur-Dunath. 

- Y no se te puso en duda. Estabas acusando a Roger, diciendo lo que habías visto y quise saber si había algo más - . Entrecerró la mirada. - Desde entonces no me fío de ti. Porque te pregunté si había algo más y enseguida empezaste... Ayyyy... No puedo... Yo sólo veo... ¿¡Por qué...!? - Llevó su mano al pecho, de forma dramática y llevó el otro brazo a la frente, mientras decía aquellas palabras, parodiando al enfermero. 

Pero algo que había dicho detuvo su parodia y volvió a mirarle, pestañeando. - ¿A qué te refieres con que se te muestran las salas de palacio? ¿A quienes has visto? - Le dijo con un hilo de voz. Su corazón había empezado a latir con fuerza y una suave y tímida sonrisa se dibujó en sus labios. 

Y de nuevo, tal y como ya había sucedido antes, el reloj que veíais en este lugar reaccionó al mismo tiempo que el de la torre en el otro lado, regalándoos una nueva llama blanca sobre el número IX.

Y con el amanecer la figura de Aina fue desvaneciéndose en este lugar, dejando tan solo un vacío donde antes se encontraba.

Y así como había desaparecido, la figura de Aina volvió poco tiempo después, tomando forma ante los ojos de Nu-Taur-Dunath.

Al aparecer de nuevo en aquel gran Salón del Trono, Aina miró a su alrededor, deteniendo finalmente su mirada en la figura de Nu-Taur-Dunath. Una sonrisa bailó en sus labios y se acercó a él, olvidando la discusión que habían tenido, no hacía tanto y en aquel mismo lugar. 

- ¿Me has echado de menos? - Le preguntó y una pequeña risa cantarina se desbordó de sus labios. Volvía a estar viva y deseaba celebrarlo. Aunque sus ojos celestes parecían haber perdido el brillo y se veían algo apagados y tristes.

Aquello era más de lo que podía creer pues no solo significaba su vuelta, y la vuelta de un inocente, sino la posibilidad de desenmascarar a alguien más, si Kammy y sus sospechas eran reales.

Me acerqué a Aina y la abracé por unos segundos para luego decirle mientras me daba la vuelta.- Aunque no lo creas... no me gustada nada saber que no estás...

Esta vez Aina no rechazó el abrazo del fauno. Es más, lo correspondió y le dio un suave beso en la mejilla. 

- Tenía miedo de no volver - . Le confesó cuando él se separó y se dio la vuelta. Se colocó las manos a la espala, cogiéndose por los dedos y bajó la mirada, mientras su pie hacía pequeños círculos en el suelo. - Estaba asustada y perdida. Me han hecho mucho daño - . Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero pestañeó rápidamente, antes de que éstas llegaran a brotar. Detuvo el movimiento de su pie y volvió a mirar a Nu-Taur-Dunath. - No paraba de repetirme que al final no me contaste lo de las salas de palacio ni a quién habías visto. Y... - Se mordió el labio, dubitativa. - Te juzgué sin darte una oportunidad de explicar las cosas que sabías - .

De alguna manera aquellas palabras me confirmaban que ella sabía quien estaba en aquella sala, y que tenía ganas de reencontrarse con ella. Por lo que solo pude dar la vuelta y retirar sus lágrimas con la yema de mis pulgares y decirle con baja voz pero segura.- Tranquila... ella está bien. No está herida...

¿Podía ser? ¿De verdad le estaba hablando de la princesa? El corazón de Aina se había acelerado, mientras entrelazaba su mirada celeste con la de Nu-Taur-Dunath. Tragó saliva y sus pupilas brillaron, suplicantes. 

- Dime quién es, por favor. Dime detrás de quién se esconde. Llevo todas estas noches buscándola y no he podido encontrarla. Puedo ayudarla, sé que puedo. Son muchos los que buscan hacerle daño... - Se mordió el labio tembloroso. - Yo... Haré lo que sea si me dices donde está... - 

Sabía que lo ansiaba pero no podía dejar que por confianza alguien la dañara. Cogí su mano para tranquilizarla y le dije.- Sólo si ella así lo quiere...

No podemos arriesgarnos...

Aina asintió suavemente con la cabeza, mientras una nueva lágrima se desprendía de sus pestañas. Ella querrá, siempre he sido su preferida. 

- Gracias... - Dijo en un quedo susurro y bajó la mirada, deteniéndola en la mano que él sostenía. Sus mejillas se sonrojaron y una pequeña mueca se dibujó en sus labios. - He sido muy cruel contigo. Yo... Creí que querías hacerle daño - . Le confesó, volviendo a levantar la mirada, para encontrarse de nuevo con la de Nu-Taur-Dunath. - Lo siento... - Musitó, avergonzada por el comportamiento que había tenido con él. 

Vuelvo a restar sus lágrimas mientras una sonrisa triste sale de mis labios y digo.- Tus lágrimas valen lo mismo que las mías... por lo que por mí estamos en paz.

Al menos ahora, sabrás de algún modo que digo la verdad...- Acomodé su cabeza sobre mi pecho dejándome confiar por mis instintos mientras esperaba la respuesta de ella en otro lugar.

Aina dejó que Nu-Taur-Dunath posara su mano sobre su cabeza, para acercarla a su pecho. Podía sentir su calor y eso la reconfortaba. Cerró los ojos y suspiró con tristeza. - Dile... Que siempre le he sido fiel... -

Tras un rato abrazada a Nu-Taur-Dunath, Aina se separó y entrelazó su mirada con la de él. Sus labios formaron un pequeño mohín y sus manos buscaron las del fauno.

- ¿Todavía no te ha dicho nada? - Le preguntó y suspiró con tristeza. ¿Podía ser que Celebia no quisiera saber nada de ella y Nu-Taur-Dunath no supiera como decírselo? No, no creía que fuera eso. Pero... ¿Por qué no le decía quién era? - Las horas y los días pasan y estamos rodeados de enemigos... Tenéis que confiar en mi  -. 

Negué con la cabeza y dije.- Aún no ha hablado... y su silencio no es una respuesta...

¿Cómo podía ser que Cebelia no se sintiera feliz de saber que ella la estaba buscando? Aina había imaginado que en cuanto lo supiera, saltaría de alegría y daría su identidad para que ella pudiera encontrarla. Pero su silencio la preocupaba y molestaba a partes iguales. 

Sus labios formaron un pequeño mohín y se soltó de las manos de Nu-Taur-Dunath.

- Sabes que yo haría cualquier cosa por ella - . Empezó a decirle, entrelazando sus pupilas con las del fauno. - ¿Y... Y si te pasa algo? ¿Te quedarás tranquilo sabiendo que la has dejado sola? - Se mordió el labio, indecisa. - Gelion dice que ha perdido sus poderes, que alguien se los ha robado. Pero quería usarlos contra ti. Alguien, no sé quién, se ha puesto en contacto con Falmari y ella le pasó un mensaje, haciendo que él dirigiera su odio contra ti. No sé si es verdad que ya no puede o no, pero tu vida peligra y... La princesa nos necesita - .

Como ya había sucedido en otras ocasiones en este lugar apareció una llama negra sobre el número VI al mismo tiempo que lo hacía en el otro. El reloj parecía cada vez más completo, y eso podía ser muy bueno... O muy malo.