Partida Rol por web

Pues como quieras, nosotras no hemos encontrado nada, me fui con Helene se supone que también te lo habría contado.

- Oh, bueno, lo que importa es que has llegado sana y salva. Y Alan sabe defenderse, seguro que tampoco le pasará nada. - Respondí suavemente a sus primeras palabras, tratando de no mostrar toda la preocupación que me suscitaba el hecho de que se hubieran separado para venir.

A su pregunta asentí con la cabeza. - Sí, he encontrado algunas cosas útiles... Algo genial para comunicarnos a distancia, luego os lo explico con detalles cuando estén todos pero es menos peligroso que lo de las piedras de los sueños... - Al recordar el tema de las piedras no pude evitar pensar en Alister y en su comportamiento extraño del día anterior y fruncí el ceño. - Me preocupa Alister, ¿sabéis? Me lo encontré en la biblioteca ayer y traté de hablar con él, pero... Estaba a la defensiva por completo. Antes de que le dijese apenas ni hola me dijo que Deidre nos había visto salir del dormitorio y que él ya nos había avisado de que reunirnos de noche era peligroso. Como si tratase... No sé, de reafirmar su postura o algo así, cuando no le había dicho nada aún. - Me encogí de hombros, un tanto molesta al recordarlo. - Luego me dijo que estaba investigando lo de las piedras y le dije que había encontrado otra cosa menos peligrosa, porque lo de las piedras tiene muchísimas contraindicaciones... Y le pedí que saliera conmigo al pasillo a caminar unos minutos para explicárselo.

Suspiré antes de seguir. - Quería... No sé, hablar con él de lo que había pasado en la otra reunión, o contarle lo que había encontrado, quizá investigar juntos en la biblioteca en lugar de que fuese por su cuenta, pero me dijo que no consideraba adecuado merodear por los pasillos. - Al repetir las palabras del joven, no pude evitar arrugar la nariz y cambiar un poco la voz, revelando aún más mi molestia hacia el tema. - ¿Os lo podéis creer? - Dije, hablando yo también en plural aunque a Charlotte ya se lo había contado el día anterior. - Como si le hubiera pedido qué sé yo... Sólo quería dar un pequeño paseo. - Suspiré de nuevo, sintiéndome cómoda con mi gemela y con la que probablemente fuese mi mejor amiga después de ella en estos minutos de intimidad antes de que llegase nadie más. - Todavía no doy crédito cuando lo recuerdo. 

La verdad es que su actitud fue muy extraña, casi infantil en la reunión. – la de él, como si la de Helene hubiese sido mucho más adulta - No entiendo que debe de estar pasando por su cabeza. Quizás…-buscó alguna idea que justificara ese comportamiento y finalmente se encogió de hombros permitiendo a su amiga seguir con su narración.

-¿Deidre? – ladeó la cabeza como si esperara que esa posición permitiese que dos neuronas separadas hicieran contacto desarchivaran información sobre esa chica - ¿Quién es? ¿Es esa chica que no hace nada más que estudiar? – inmediatamente después de pronunciarlo quiso tragarse sus palabras, no había querido ofender a nadie pero quizás Alice se ofendía por esa definición – Me refiero a una morena de uno o dos curos menor que veíamos siempre en la biblioteca es verano pasado. – Intentó arreglar sus palabras.

Pero la información que todavía guardaba Alice le pareció más digna de atención que eso - ¿Qué encontraste? ¿y por qué no quiso hablar contigo? – formuló ambas preguntas atropelladamente casi solapándolas, la primera curiosa, la segunda algo sorprendida y clara desaprobación hacia esa actitud - ¡oh por favor! Los pasillos son muy poco adecuados para pasear – satirizo – ¡muchísimo mejor subirse a los tejados o enterrarse en un campo de piedras!

Helene tampoco daba crédito, ¿un Ravenclaw desaprovechando la oportunidad de saber más, de mejorar sus conocimientos, de desechar una idea peligrosa por otra igualmente válida y más eficiente? No, algo no le cuadraba. O bien Alister sabía algo que ellas no, y que a su juicio no podían saber, o bien, sus decisiones no eran libres.

- No lo entiendo Alice. – volvió a darle la razón. -  Y hoy no viene, ¿verdad?

Alice ya me había contado su encuentro con Alister y ya en su momento me enfadé por su actitud, escucharlo ahora otra vez no hacía que me molestara menos.

-Lo de la reunión fue una pataleta infantil y caprichosa, no digo que vaya a ser peligroso, pero solo está pensando en sí mismo. Deirdre es su novia, usarla como excusa es absurdo, por mucho que le haya visto salir de la sala común sería la última persona de la que preocuparse. Creo que lo que le preocupa es que no se lo puede contar, al menos espero que no lo haga, si le viera salir con nosotras de forma regular, seguro que pensaría mal.

Me había decepcionado mucho y, aunque entrara en razón, dudaba de que la relación que habíamos tenido hasta ahora como compañeros, se mantuviera igual, incluso cuando todo esto se pasara.

-Me surgen adjetivos muy gráficos para referirme a él y casi todos poco adecuados para una señorita, así que me los voy a guardar. No creo que sea consciente del peligro que supone lo que está ocurriendo, aunque nos arriesguemos mucho, me preocupa aún más que Jem o cualquier otro pase por casualidad por el pasillo y acabe como Dracons.

Asentí con la cabeza a las últimas palabras de mi gemela. Era reconfortante sentirme apoyada por mis amigas después del desplante recibido por un compañero sin motivos, a mi modo de ver, claro. - Creo que a Alister le sentó demasiado mal que no le hiciéramos caso la otra noche y no es capaz de pasar página. - Comenté, encogiéndome de hombros mientras miraba a Helene. - Le avisé de la reunión, pero... No creo que venga, sinceramente. Está demasiado preocupado yendo por libre. - Añadí, con una pizca de sarcasmo.

Después hice una pausa, tratando de recordar a la chica a la que se refería Helene. - No, la que tú dices creo que era Alysha*, Deirdre es una ravenclaw de tercero, pero no se pasa el día en la biblioteca, más bien suele ir para intentar sacar a Alister de ella. - Expliqué, sin ofenderme lo más mínimo por el comentario de mi amiga. Estaba más que acostumbrada a escuchar a Charlotte bromear sobre mi afición a los libros. - Y visto lo visto, yo no apostaría porque no termine contándoselo si ella insiste. 

- No comprendo su actitud, hay demasiadas cosas en juego como para sencillamente oponerse a cualquier cosa que se le proponga... Supongo que el señor Black y la señorita Deacon tampoco vendrán. - Añadí, haciendo una pequeña mueca con la boca. - Pero al menos cuento con que Alan, Ingo y Tracy sí lo hagan. - Terminé, buscando la forma de ver el vaso medio lleno y no culparme por no haber sabido manejar mejor el asunto de Alister.

Durante un buen rato investigué junto a Tracy la sala, sin saber muy bien qué esperaba encontrar, pero tratando de dar lo mejor de mí. Cuando ella habló nos encontrábamos ambos uno junto al otro y mi mente no podía haber dado más vueltas a qué más podríamos comprobar.

Sucedió casi a la vez. En el mismo instante que ella puso en voz alta el asunto del polvo él estaba observando sus pasos, y fue entonces cuando se dio cuenta de que no dejaban huellas. Las emociones que embargaron su pecho fueron mezcla de victoria, suspicacia y duda. ¿Qué significaba exactamente eso? Las teorías que Tracy exponía tenían sentido. Todas ellas. Sin embargo había una tercera, una aún más descabellada, que venía a la mente de Ingo.

- O las cosas que están ahora aquí no están cuando ellos vienen. - Dijo en voz alta, sin terminar de encontrarle el sentido. Sin embargo, ¿de qué otra forma podrían no tocar absolutamente nada? Y entonces vinieron otras dos ideas más casi en tropel. - O vuelven a colocar el polvo después. O... - Aventuró una vez más, con una sonrisa naciendo en sus labios. - O usan algo parecido a Aresto Momentum para no modificar nada.

- Sé que hay un hechizo, el revelahechizos de Scarpin... - Recordó después mientras ella se dirigía a la pared. Al mismo tiempo, casi como un acto reflejo, él hizo lo mismo hacia la pared opuesta. - Pero no tengo claro cómo se hace. Seguro que Alice sabe. O podemos mirar en la biblioteca. O... - Empezó una vez más, guardando silencio al final. En esta ocasión su sonrisa era completa. No creía que lo que iba a hacer fuese a funcionar, pero sólo por si acaso merecía la pena intentarlo. - Dame un segundo. - Le pidió, aunque realmente no sería necesario. Además, ella iba a estar escuchando en una pared, no iba a ponerse a hablar. Sin embargo, sirvió como anuncio de que iba a intentar algo.

Ingo se concentró. Trató de conectar con sus emociones. Con la duda de saber qué había pasado, con el miedo de que él, o Tracy, o cualquier otro, corrieran peligro. Con saber que si un Slytherin andaba tras todo esto, era cuestión de tiempo que hubiera Gryffindor en apuros...

¡Ay los amores! - exclamó Helene a priori en un tono jovial y burlón pero terminó en un suspiro y una sonrisa bobalicona se dibujó en sus labios. Últimamente le resultaba imposible pronunciar esa palabra sin que su mente le recordase en un destello el rostro del chico que se había adueñado de su corazón.

Si se ve presionado a guardar un secreto a su novia entiendo que esté irritable. - comentó recordando la mala uva que gastaba su padre cuando se traía entre manos una investigación secreta de la que no podía pensar en voz alta durante la cena.

Si yo tuviese que ocultarle algo así a Alan...sería moralmente agotador. - pensó para sí en voz alta y luego se atropelló para aclarar la situación - No-no quier decir que sea la novia de Alan, pero...quiero decir que...bueno él realmente mi mejor amigo, odiaría tener que ocultarle algo así.

Y él, por suerte solo está enamorado del Quidditch. - guiñó un ojo a Alice - Su corazón es completamente libre.

No se me escapó la mirada soñadora de Helene al hablar del amor y empecé a mirarla ladeando la cabeza con curiosidad cuando mencionó a Alan para corregirse rápidamente. Entendía sus palabras, el alivio que había sentido al ver el nombre de Charlotte en esa lista había sido considerable. No habría podido guardarle un secreto de esta magnitud a ella y en ese sentido compadecía a Alister. Una pequeña risita escapó de mis labios mientras tomaba la mano de la joven entre las mías y me inclinaba un poco hacia delante en la silla. Cualquiera diría que hacía tan sólo unos minutos estábamos angustiadas por la reunión que tendría lugar cuando los demás llegasen. En estos momentos solamente parecíamos unas jovencitas compartiendo sus impresiones sobre lo que las rodeaba. 

- Vamos, vamos, señorita Ravens... ¿Tiene algo que contarnos? ¿Quizá quiere usted ocupar ese lugar libre en el corazón del joven Coot?

Lo cierto era que Alan era un buen amigo y siempre había pensado que haría una pareja maravillosa con Charlotte... Pero nunca habría sospechado que Helene estuviese interesada en él en un sentido romántico y eso podría cambiarlo todo.

Helene ni siquiera se olió las palabras que acompañarían la petición de confesión de Alice. Cuando oyó su última pregunta pudo sentir arder sus mejillas ¿ella y Alan? No, eso no tenía ningún sentido.

¡¿Qué?! - alzó demasiado la voz para tratarse de una señorita bien educada como ella - ¡No, no! - siguió exclamando más moderadamente y se llevó el anverso de la mano a las mejillas para enfriar su vergüenza.

Lo decía por Charlotte. - Aclaró sin tapujos señalándola con todo el brazo y la mano extendidos hacia ella, un poco muy poco educado pero sincero como el que más. Helene adoraba a Alan, realmente le amaba, pero no románticamente, sino como si se tratara de su propia sangre; pero era cierto que cuando se trataba de él no le resultaba difícil celarse, tan cierto como que solo admitiría a una chica acercarsele más que ella misma, y esa era Charlotte.

Alice había conseguido sacarle los colores pero por suerte Helene supo morderse la lengua antes de confesar la identidad del causante de sus suspiros, un hombre que la preocupaba de igual manera que los estudiantes que podían accidentalmente encontrase en un mal pasillo, en un mal momento. Oggy suspiró mentalmente y deseó que estuviese bien resguardado en su cama.

Helene sentía un amor inconfesable, por un hombre que su abuela jamás hubiese aprobado, y ya bastantes disgustos debía haberse llevado cuando postuló por el equipo de Quidditch, y con todas esas escapadas nocturnas e investigaciones. No, su abuela no podía enterarse de aquello y los muertos todo lo ven recitó con la voz de su difunta abuela Betty.

Me quedé boquiabierta escuchando a Helene y Alice, no pude evitar negar con la cabeza y poner los ojos en blanco ante el giro de la conversación.

-De verdad que no entiendo como una conversación seria degenerado de esta manera. – Me eche a reír con ganas, la verdad es que no venía nada mal relajarse un poco, desde que tuvimos la primera reunión había estado demasiado seria.

-Además ninguna tiene una sola oportunidad con Alan, si no tenéis estribos y un palo, ni os mirará. Ese chico es genial pero solo tiene ojos para su escoba. Luego la despistada soy yo… y que conste que ninguno de los chicos del colegio sería capaz de hacer nada útil en un taller, no tienen ni un poquito de imaginación. A mí no me metáis en esos líos.- Agite las manos negando con energía, no quería ni pensarlo, aunque había que reconocer que Alan era bastante guapo. Lo peor de ser pelirroja y pálida era que me ponía roja con facilidad.

No acababa de entender qué les pasaba este año, sobre todo Alice, no recordaba que hubiera hablado nunca de chicos pero ahora, primero Riddle y ahora Alan. Yo no tenía tiempo para esas cosas, no había ningún chico que fuera tan genial e inteligente como mi padre.

No pude evitar soltar una carcajada muy poco propia de una señorita, pero que me ayudó a liberar la tensión de los días anteriores. Sentaba bien tener un rato de relax como este incluso en circunstancias tan graves como las que nos rodeaban. Después de todo no éramos más que unas adolescentes. Al ver a Helene señalando a Charlotte y a ésta moviendo las manos mientras sus mejillas se sonrojaban llevé la mano a mis labios hasta que terminé de reír y entonces enarqué las cejas mirando a mi gemela.

- Vaya, vaya... Así que Alan es un chico genial... Que te hace sonrojarte... - Dije, repitiendo sus palabras y volviendo a soltar una risita. - Siempre he pensado que haríais una pareja maravillosa, quizá deberías pasar más tiempo con él. - Añadí, asintiendo levemente con la cabeza antes de mirar a Helene. - ¿Qué dices tú, Ellie? Conoces a Alan mejor que nadie... - Me interrumpí al ver la expresión arrobada de mi amiga y abrí los ojos mirándola. - Espera, ¿qué es lo que no nos estás contando? ¿Quién es el causante de esos ojos soñadores? - Pregunté con curiosidad, poniendo mis ojos claros sobre los suyos. 

Dos noches después de la primera reunión me reuní con Tracy de nuevo en la Sala Común, listos para ir de nuevo a la sala secreta. Lo cierto era que sentía cierta expectación por saber qué habían descubierto los demás, y también empezaba a preguntarme si a estas alturas alguien se habría rajado.

Con cuidado, tal y como había hecho cuarenta y ocho horas atrás, avancé por los pasillos, atento a cualquier sonido que indicase que alguien podía descubrirnos.

Una vez llegamos al cuarto piso me dirigí directamente a la puerta, esperando encontrarla abierta.

El tema de conversación me ponía muy nerviosa, la sola idea de considerar a Alan algo más que un compañero me ponía enferma literalmente. Me daba la impresión de que del rojo había pasado a ponerme verde, no estaba interesada en esas cosas.

-Ni se te ocurra pensar en ello, Alice. Reconozco que es agradable, un gran deportista y estaría ciega si no me diera cuenta de que es guapo, pero hasta ahí y no me vas a convencer de lo contrario, no tenemos nada en común. Además mi opinión coincide probablemente con la del noventa por ciento del alumnado femenino, así que de eso nada. - Me crucé de brazos para dejarle claro a mi hermana que no estaba dispuesta ni a considerarlo. Como si de alguna especie de milagro se tratara, Alice dejó de centrarse en mí para interrogar a Helene, no pude evitar soltar un suspiro de alivio.

-Eso, eso Helene, ¿quién es el misterioso caballero que te hace suspirar?- Aunque Alice ya no estuviera tan interesada en mí, no estaba de más provocarla un poquito para que olvidara el tema.

Ante las palabras de Charlotte, Helene no pudo más que mirar a la otra gemela, casi mecánicamente, con una mediasonrisa en los labios y un brillo revelador en los ojos.

No vamos a dejarlo aquí, ¿verdad?
Prometió celestinear con esa mirada que Alice (y Charlotte) conocía tan bien, ese cruce de miradas con que había empezado más de una gamberrada de pequeñas, aquella mirada que siempre precedía a alguna riña por parte de sus padres; y que está vez, quizá supondría un tirón de orejas de mano de Charlotte.

Pero de pronto el foco volvió sobre ella.

-No hay ningún caballero que me haga suspirar. - aseguró con tranquilidad a pesar de que aquel tercer grado, aquellas miradas aguamarinas clavadas en ella convencidas de poseer la razón, de haber descubierto un hilo del que tirar, esos rostros amigables pero voraces de exprimirle hasta la última gota de información, la presionaban y coaccionaban más de lo que había visto hacer a su padre para el Ministerio de magia.

Pero si de algo sabía Helene era de tecnicismos, y su amor no era ningún caballero, más bien un pirata, un ser bravo. Tecnicismos, sí, pero aquello le permitió mentir sin remordimientos, siquiera sin considerar haberlo hecho.

Viene alguien cortó el interrogatorio alzando una oreja hacia la puerta. Que oportuno sonrió aliviada, quizás por última vez esa noche.

No pude menos que sonreír al captar la mirada de Helene mientras mis ojos brillaban con la misma maliciosa mirada que los suyos y por mi mente pasaba la misma idea. - Esto no quedará así... 

Enarqué una ceja con incredulidad ante la respuesta de Helene a nuestro interrogatorio, pero el sonido de la puerta abriéndose detuvo cualquier nueva respuesta que pudiera darle y mi mirada se dirigió hacia allí para ver a Ingo y Tracy pasar por ella. - Supongo que sólo nos falta Alan entonces... - Dije hacia mis compañeras, mirando con detenimiento a Helene y esperando que en cualquier momento se pusiera de nuevo esa coraza que tan odiosa podía resultar. 

Miré entonces a los recién llegados y recuperé yo también la seriedad, perdida durante esos pocos minutos de relax y aislamiento, centrándome en el problema que nos ocupaba y que era bastante grave ya de por sí. - Buenas noches. - Saludé a ambos desde mi lugar sentada en un taburete a la mesa del fondo, entre Charlotte y Helene. Las luces de las antorchas crepitaban desde hacía rato y el lugar parecía estar exactamente igual que dos noches atrás. 

Llegaba tarde, pero me había liado preparando algunas estrategias para el partido y debatiendo con algunos jugadores del equipo de quidditch de Hufflepuff la alineación. Esperaba que no hubieran empezado sin mí y que la puerta aún siguiese abierta... Creo que había dejado bastante claro que iba a ir a la reunión, pero la seguridad era lo primero. Tal vez habñian optado por cerrar la puerta para no arriesgarse. Esperaba que no fuese así, quería saber lo que los otros habían descubierto, ya que no había obtenido absolutamente nada. Solo una mañana somnoliento y alguna bronca en clase.

Me fijaba alrededor para asegurarme de que nadie me seguía, pero sin pasarme, no quería parecer sospechoso. Como siempre, saludaba con una gran sonrisa a los estudiantes conocidos, que no eran pocos. Desde que Hufflepuff ganó la copa dos años seguidos me había vuelto bastante conocido. En parte agradecía aquella atención, pero no la entendía. Opinaba que no había sido gracias a mí. Éramos un equipo, no era yo solo. No habría conseguido aquello sin mis compañeros.

Aparté aquellos pensamientos de la cabeza. Tenía que centrarme en la reunión. tenía demasiadas cosas en la cabeza, aunque no era que me molestase. Al revés. Me gustaba mantenerme ocupado y activo. Lo hacía todo más entretenido.

Entré en la sala solo para descubrir que llegaba el último, al menos de los que íbamos a acudir. Lo siento. Muchas gracias por esperar. Me he alargado con unos asuntos. ¿Me he perdido algo?

“Supongo que sólo nos falta Alan entonces...” Esas palabras golpearon el pecho de Helene como una lanza, y del mismo modo lo atravesaron y se instalaron en su corazón. Sintió el dolor de la angustia apoderarse de él e incluso se llevo una mano a la superficie bajo la cual su corazón cada vez se encoguia más y más. Cerró el puño arrugando sus ropas en él como si aquel gesto pudiese detener el dolor, volver atrás en el tiempo y esperar cinco minutos más en la Sala Común de Hufflepuff. Aunque fuesen diez.

Ambos Gryffindor habían llegado –juntos, como debía ser- pero Helene no hizo ningún amago de saludarlos, no podía pensar en protocolo en aquel momento. Se levantó del asiento dispuesta a salir a buscar a su amigo donde fuese, pero justo en ese momento Alan los encontró a ellos y el aire volvió a los pulmones de Helene.

“Idiota” Le sonrió “Me tenías preocupada”

Incluso estuvo a punto de disculparse sin voz, con una simple vocalización para que él pudiese leerle los labios pero ante su excusa Helene arrugó la nariz.

¿Por qué asuntos la había dejado sola esperándole en la Sala común? ¿Sería un modo de no decir que se la habían pegado las sábanas? El Equipo – sentenció volviendo a sentarse enfurruñada con una diplomática, cordial aunque seca sonrisa.

Amortiguo el arañazo a su ego pensando que tal vez el hecho de haberse levantado a la llegado de Ingo y Tracy podía ser interpretado como un saludo.