Partida Rol por web

Llegué a los Campos de Entrenamiento con más de media hora de antelación, con varias escobas propias de la escuela y mi Saeta de Fuego. Empezar un curso siempre era un nuevo reto. Alumnos tan jóvenes, recién llegados a este mundo de la magia en Hogwarts y con una escoba en sus manos no siempre era fácil. Pero era la única forma de disfrutar del quidditch después de la lesión.

Conforme los chicos llegaban, fueron colocándose en un par de filas. Algunos llegaban con sus propias escobas, otros con más cara de miedo que otra cosa, incluso alguno que se fascinaba de que su profesor de Vuelo fuese yo mismo. Pero tocaba olvidar los grandes días de gloria y centarme en los nuevos magos.

Buenos días, alumnos.

Soy vuestro profesor de Vuelo, Mike Robins, y tendremos que entendernos entre vosotros, vuestra escoba y yo para conseguir dominar algo tan importante como es el vuelo en escoba. Además, no solo aprenderéis a montar en escoba, sino a jugar a Quidditch y a reconocer las mejores jugadas y cómo contrarrestarlas. Si alguno cree que no está preparado para este deporte, siempre puede intentar sobrevivir a la Carrera Anual de Escobas que se celebra en Suecia... Si los dragones hocicortos lo permiten.

Pero olvidémonos de momento de esto. Lo primero es lo primero, y esas escobas no van a moverse solas. Todos a la izquierda de su escoba, extended la mano sobre ella y decid "¡Arriba!" con energía. 

La curiosidad de Xabier le llamaba por la clase de vuelo más que por ninguna otra. Ya que era algo que conocía y que se le daba bien. Su padre le había enseñado a andar en bicicleta, pero su madre en escoba y esta última era mil veces mejor para él. Siempre que podía se subía en la escoba de su madre y se ponía dar vueltas por el campo. Claro que sus padres le obligaban a elevarse tan solo unos pies por encima del suelo. Si alguien le veía, tenía que poner los pies en el suelo y ponerse a correr con la escoba entre las piernas.

Él habría preferido utilizar la escoba de su infancia, pero su abuela que ya le mimaba antes del accidente, decidió que tendría que estrenar una escoba de mayores en su primer año. Naturalmente, se mostraba reacio pero nada más llegar a la casa de sus abuelos y probarla, se quedó con su Nimbus 2001. Era infinitamente más rápida que la que tenía en su casa y ni siquiera había probado la altura.

Ese día había llegado, y hoy podría volar por primera vez a sus anchas siempre que el profesor se lo permitiera. Pero no se encontraba contento. Había acabado desatrosamente su última clase y no quería pensar en nada. Estaba furioso, reprimiendo su rabia y metiendo su sufrimiento cada vez más para dentro de su ser. No pensó en nada salvo en poder volar.

La clase de vuelo, este si que me causaba muchos por no decir que demasiados nervios, cualquier mago podía volar una escoba, pero los verdaderamente increíbles podían formar parte del equipo de Quodpot, fallar aquí sería algo rotundo y terminaría mis esperanzas de participar como jugador de los Ejecutores Negros o los Dragones Dorados, con suerte podría entra a los Toros Grises o algún equipo de baja categoría pero no, debía tratar de lograrlo.

Escuche atentamente las indicaciones del profesor, como yo no había podido comprar una escoba tuve que solicitar una de las del colegio, pero eso no me molestaba en lo absolutos después de todo mi padre siempre había dicho hay que esforzarse a pesar de las dificultades.

Sujete mi escoba con firmeza y me concentre en elevarla de la manera adecuada -¡ARRIBA!- dije firme y fuerte emulando a Xavier que se elevaba rápidamente, en mi caso fue todo lo contrario  no me eleve más que lo necesario.

-¿Así está bien?- pregunte curioso al docente para saber el resultado de mi esfuerzo.

Victoria no se sorprendió cuando llegaron a clase de vuelo y muchos cuchichearon emocionados al ver al profesor, ya había pasado por lo mismo en la cena de inauguración del curso. Ella no sabía por qué así que pregunto a uno de los chicos que sonreía y daba botecitos emocionado quien era el profesor, y este le dijo que era un famoso ex jugador de quidditch. A la niña se le iluminó la cara, había oído ya hablar de ese juego, le habían explicado todo y estaba deseando de poder jugarlo, pero como dijo el profesor, lo primero era aprender a volar, ¡que emocionante!

Entonces fue cuando recordó que no tenía escoba, pero el profesor fue repartiendo una a cada alumno que como ella no tenía, otros tenían algunas muy chulas y otras muy impresionantes. Tenía que ahorrar como sea y comprarse una.

- Pero olvidémonos de momento de esto. Lo primero es lo primero, y esas escobas no van a moverse solas. Todos a la izquierda de su escoba, extended la mano sobre ella y decid "¡Arriba!" con energía. – dijo el profesor.

Victoria se armó de valor y gritó:

- ¡Arriba! - inmediatamente la escoba subió hasta su mano y la niña la cogió - Guau...

Miró a su alrededor y vió que Daniel ya estaba elevándose e hizo lo mismo peor no conseguía mantenerse sobre la escoba, empezó a agobiarse...

Entonces Xabier pasó ante ellos como un silbido y se perdió en la lejanía ¡¿donde iba?! 

La clase de vuelo no me daba demasiado miedo, ya había probado a volar con la vieja barredora de mi padre por el bosque cerca de casa y no se me daba del todo mal, además a mi hermano le encantaba el quiditttch y me había enseñado algunos trucos, lo complicado iba a ser ponerse al día para hacer piruetas y demás. 

Me puse al lado de mi nueva Nimbus 2001, nunca había tenido escoba propia y estaba orgulloso de ella, estaba nueva y brillante, con decisión dije - !Arríba! - y la escoba saltó a mi mano al instante

Vi como un par de compañeros ya estaban en el aire pero uno de ellos, un tal Xabier se ponía a volar a toda velocidad - ¿una carrera?, me apunto! - y salí volando detrás de él hasta que casi estuve a su altura

Esta nerviosa porque nunca ha visto una escoba voladora ni ha usado ninguna antes. Al fin y al cabo, en el mundo dobde se ha criado no existen esas cosas salvo paralos cuentos. ¿Será capaz de volar? No lo tiene demasiado claro. El profesor ya está allí esperando a que aparezcan y se dispone a explicar la lección cuando todos están presentes. Al ver que el profesor tiene escobas extra, ella se acerca a él.

-Lo siento. profesor. No tengp escoba. ¿Puedo tomar prestada una del colegio? 

Una vez tiene permiso, vuelve a su sitio con sus compañeros de casa ya que son los más conocidos para ella. Se coloca a la izquierda de la escoba e imita a los demás.

-¡Arriba! 

Y la escoba parece aceptar la orden de ir hasta su mano. Sonríe, animada. Aunwue el siguiente paso le parece aun más complicado. Monta en la escoba e intenta concentrarse para volar. Pero no. Nada pasa. Se queda mirando como una tonta como todos sus compañeros consiguen alzar el vuelo. Toda su alegría se va al suelo.

-No consigo volar...

Estaba muy entusiasmado por el comienzo de la clase de vuelo, pues lo sentía como el primer paso para convertirme en jugador de quidditch. Junto a mi, en la clase, estaba mi nimbus 2000. No era el modelo más nuevo, ni tampoco el mejor, pero me la había regalado mi madre y para mi eso era suficiente. 

El profesor Robins parecía muy buena gente y cuando mencionó quidditch mis ojos se iluminaron. Definitivamente tenía que dar una buena primera impresión en esta clase. 

Las instrucciones que nos dio eran claras y parecían sencillas, ya me daría cuenta si lo eran o no. -ARRIBA. Le dije con decisión a mi escoba y con alegría vi como esta subía a mi mano. Luego monté en ella, imaginé que estaba surcando los cielos en ella y casi de inmediato me elevé con destreza. La sensación de levantarse sobre el suelo era increíble, no se comparaba con nada. 

Victoria, mi compañera de casa y Tabby, con quien había compartido grupo en herbología no consiguieron volar, así que aprovechando que estaba cerca a ellas decidí animarlas. -Traten de imaginar que ya están volando, eso me ayudó a mi para lograrlo. 

Al acabar de decir eso varios compañeros salieron volando, por estar dándoles el consejo a las chicas no me enteré de porque lo hacían. -¿A donde van? Pregunté intrigado

- ¡Baztan! ¡Beaufort! ¡Vuelvan aquí inmediatamente! - con un rápido movimiento de muñeca para sacar la varita, lancé el encantamiento Levicorpus para hacerlos saltar de sus escobas y dejarlos a un palmo del suelo. Acerqué las Nimbus hasta mi, y le dije a los chicos - Caballeros, la competición es importante. Pero solo cuando sea el momento. Si les pido que se mantengan en su posición, háganlo. Miren a Daniel o Edward. Muy bien chicos, seguid así - les comenté a los alumnos nombrados.

Dejé que volviesen a poner los pies en el suelo y recuperasen sus escobas, y sonreí al pensar que yo también era así cuando era alumno. Me centré ahora en las dos alumnas que no conseguían volar, y traté de tranquilizarlas:

- No pasa nada, es cuestión de tiempo, concentración y práctica. Poco a poco conseguiréis elevaros y dominar vuestra escoba. Aunque... quizás estas de la escuela no sean la mejor opción.

El profesor le resultaba vagamente familiar. Por lo menos de nombre, era como si al escuchar la presentación del profesor se hubiese abierto un pequeño hilo que llevaba algún lugar de su memoria pero que al intentar agarrar se le escurría entre las manos de la misma forma que lo haría un rastro de humo.

Era una sensación de lo más incómoda, no solo porque ya de por sí resultaba frustrante sino porque estaba segura de que le estaba mirando con una cara que debía de parecerse mucho a la de levantar un objeto inesperadamente pesado... o esa cara que uno ponía cuando le picaba en un punto de la espalda a la que por mucho que quisiera no llegaba por milímetros.

-Escoba, hazme caso-le susurró a la vieja escoba prestada por el colegio. Ni se le había ocurrido comprar una en el callejón Diagon, habría sido un gasto terrible y bastante inútil fuera de aquella clase. Extendió la mano hacia la escoba y dijo "¡arriba!" pero su escoba debía de ser demasiado vieja y era dura de oído porque se puso a hacer la croqueta por la hierba. Como no había forma de que el palo abandonase el suelo y se propulsara hacia su mano la cogió e intentó volar por sí misma... pero no, lo de "arriba" debía de servir también para hacerla funcionar en el aire. Eso o era una broma pesada y le habían puesto la escoba del conserje.

-Halaaaa...-otros no solo despegaban de la tierra sino que hacían virguerías que además de admiración le  despertaban la capacidad de su estómago para darse la vuelta y contraerse desagradablemente.-qué pasada-sí, qué pasada, pero mis pies están mejor en tierra, graciaaaaas. 

¿Vo..Volar? ¿En una escoba? Menos mal que la tía Hortensia accedió a comprarme esa escoba aunque no pensaba que fuera para volar.

Los campos de Hogwarts era donde se desarrollaba la clase de vuelo con el profesor que según decían era jugador de Quiddich, papa empezó a verlo en la televisión del salón cuando supo que podía hacer magia y mama se había ido de casa.

No creía que yo pudiera hacer tales acrobacias que hacían los jugadores tras la pantalla, estaba realmente aterrada por volar en una escoba, ¿Qué sería lo siguiente? ¿Hacer que mi gata volara conmigo? No ni pensarlo, estaba segura de que la pobre Veela no sabría agarrarse a la escoba y seguramente la Nimbus 2000 acabaría arañada y sin querer saber nada de mí.

El profesor indico que nos pusiéramos al lado de la escoba con una mano levantada y dijéramos “arriba”.

-a..arriba-dije un poco desconfiada, estaba segura de que mi escoba no querría hacerme caso.

Para mi sorpresa la escoba subió y me quede helada por un momento.

Mira al profesor. Se pregunta si es el único método de transporte en el mundo mágico porque no cree que ella sea muy adecuada para eso de volar. Lo lleva claro como así sea. Lo malo es que saque mala nota en esa clase por no conseguir elevarse. Aunque lo bueno es que, al menos, ha conseguido que la escoba le haga caso... que ya es algo.

-Lo intentaré... - dice sin estar muy convencida.

Aedan iba a asistir a una de las clases que más ilusión le hacía, la de vuelo. Había preparado su escoba durante un buen rato en la sala común, usando el kit que le había regalado su abuelo para poder tener la escoba puesta a punto. Tenía un nombre grabado en uno de los lados, pero Aedan no se había dado ni cuenta.

Había bajao a los terrenos a toda prisa para poder ser uno de los primeros en estar allí, pero para su sorpresa, casi todos habían llegado ya. Aedan sentía mucha emoción pero también miedo ¿Y si se caía de la escoba una vez estubiera volando? Podía romperse la cabeza sin ningún problema.

Intentó pensar en otras cosas y alejar los miedos de su cabeza, sabía de sobra que todo aquello iba a ser muy divertido, y que si pasaba algo el profesor iba a estar ahí supersivando, y seguro que sabía algun conjuro para crear alguna cama elastica en el suelo y que no pasara nada, o algo por el estilo.

Aedan siguió las instrucciónes del profesor, levantando la mano derecha y negó un par de veces con la cabeza. Intentó varias veces hacer que la escoba se elevara pero no consiguió nada. Se encogió de hombros, desilusionado y miró al profesor, esperando que pudiera ayudarlo.

Ahora tocaba vuelo, lo cierto es, que Alex no se sentía muy como con esta clase, lo suyo son los libros no las escobas, y nunca había volado, ni siquiera en avión. Llegados a este punto no había marcha atrás.

Al parecer algunos reconocieron al profesor, dijeron que fue famoso con eso del Quidditch. Tras una breve presentación, comenzó la clase.

Alex tuvo que pedir una escoba al profesor, pues no pudo comprarse una, al tiempo que miró con recelo como algunos portaban buenas escobas..

despejo su mente de pensamientos negativos, se centró y dijo, -¡Arriba!- La escoba fue directa a su mano derecha, tuvo que sujetarla con firmeza, pues se elevó muy rápido y con fuerza.

Lo siguiente fue montarse en la escoba y elevarse unos metros, dio un pisotón al suelo y se elevó sin dificultad, la sensación de estar ahí arriba era mas agradable de lo que parecía, quizás hasta terminara por gustarle y quien sabe igual se apuntaba a eso del Quidditch.

La clase de vuelo prometía ser de las más entretenidas que habían tenido hasta entonces, porque después de todo... nunca había volado en una escoba. Así que cuando llegamos todas juntas al campo de entrenamiento, estaba súper emocionada, aunque al mismo tiempo, atemorizada. Volar era algo que jamás había pensado hacer

Soy vuestro profesor de Vuelo, Mike Robins, y tendremos que entendernos entre vosotros, vuestra escoba y yo para conseguir dominar algo tan importante como es el vuelo en escoba. Además, no solo aprenderéis a montar en escoba, sino a jugar a Quidditch y a reconocer las mejores jugadas y cómo contrarrestarlas. Si alguno cree que no está preparado para este deporte, siempre puede intentar sobrevivir a la Carrera Anual de Escobas que se celebra en Suecia... Si los dragones hocicortos lo permiten.

Esta vez, preferí escuchar atentamente, en lugar de preocuparme por copiarlo todo. El profesor Robins parecía ser bastante simpático. Solo esperé que cuando me tocara a mí volar, no me cayese, porque a patosa no me ganaba nadie.

Todos a la izquierda de su escoba, extended la mano sobre ella y decid "¡Arriba!" con energía. 

Me situé a la izquierda de la escoba y grité "arriba" con más fuerza de lo habitual.

Lo cierto es que la escoba pareció hacerme caso y subió a mis manos con rapidez. Sonreí. Hasta ahora, íbamos bien.

Después vi que todos se colocaban a horcajadas en la escoba, así que yo los imité... e hice el mayor de mis esfuerzos.

Yo no sé cómo lo hice, pero la escoba empezó a ascender en el aire... y yo con ella. No acababa de gustarme demasiado, porque me movía mucho hacia todos los lados, y cuando vi que varios de mis compañeros, entre ellos Daniel, lo hacían con tanta naturalidad, me sentí como una rana fuera del agua.

Claro que también había quien lo hacía peor. A mi lado, Ivy no terminaba de despegar, como si la escoba no se atreviese a volar con ella, aunque más bien debía ser al revés.

El profesor le llamó la atención a los que se dejaron llevar por el vuelo, pero también ayudó a atemperar los ánimos cuando las cosas no salían. A mí me había salido bien... pero notaba que aquello no terminaba de ser lo mío. Definitivamente, los libros se me daban mejor que las escobas.

- No pasa nada, es cuestión de tiempo, concentración y práctica. Poco a poco conseguiréis elevaros y dominar vuestra escoba. Aunque... quizás estas de la escuela no sean la mejor opción.

Cuando aterricé de nuevo, después de dar una pequeña vuelta, sentí que aunque me había gustado volar, no me sentía demasiado segura haciéndolo.

-De verdad, Ivy, aunque esto me haya salido bien, creo que no es lo mío para nada -le dije, feliz de estar en el suelo de nuevo. 

No se sabe muy bien que hizo Yvaine, pero la escoba se puso en pie, las risas de Peeves se podían oir en la lejanía, la escoba comenzó a atacar a la joven como si fuera una rata a la que hubiese que aplastar.

Parecía una epidemia, pues la escoba de Aedan hizo exactamente lo mismo, comenzando a atacar al joven

Kayla llegó a la clase de vuelo con su Nimbus 2001 bajo el brazo. No le agradaba la idea de volar, su sueño siquiera era pertenecer al equipo de quiddich de su casa, y es que en cierto modo aquella actividad, nunca antes la había probado. Sin embargo su madre, muy protectora le hacía dicho: "Si tienes que aprender a volar que al menos sea con una buena escoba". Y allí estaba ella, nerviosa para variar... En las demás asignaturas no dudaba porque era cuestión de estudiar, pero en vuelo se echaba a temblar con solo despegar los pies del suelo.

- Buenos días... - saludó educadamente a su profesor antes de ponerse en una de las hileras de alumnos. Las explicaciones fueron dadas prácticamente de inmediato.

El profesor Robins hizo su presentación y les explicó las cosas que aprenderían en su asignatura, y ahí estaba el deporte del que no había mucha afición en su hogar mágico, el Quidditch, según su madre un deporte bárbaro, según su padre una buena manera de perder el tiempo. Kayla se había criado sin prácticamente conocimiento del mismo y en parte sentía curiosidad por conocerlo.

Las indicaciones del profesor fueron claras, situarse a la izquierda de la escoba, extender la mano y decir "Arriba"... No debía de ser difícil.

- ¡Arriba!... - Dijo la muchacha con energía, la orden fue claramente realizada y la escoba, obediente, dio un impulso hacia la mano de la bruja pelirroja, la cual quedó completamente alucinada por haber conseguido aquel efecto.

Animada por su proeza personal y tras ver a varios de sus compañeros lanzarse a la aventura de volar, ella decidió hacer lo propio, subirse a la Nimbus y probar a mantenerse en el aire.

La sensación fue maravillosa, no entendía el porqué sus padres nunca la habían animado a saber más de escobas o Quidditch, era increíble la sensación, el estómago le vibraba con mariposas y decidió a elevarse un poco más, separándose paulatinamente del suelo, lo suficiente como para no ser reñida por el profesor, pero bastante como para poder sentir el efecto de flotar y disfrutar de ello.

De repente algo comenzó a suceder, la escoba de su compañera de casa se puso casi en pie y Kayla sufrió por Yvaine. La pelirroja fue prudente como para descender un poco, por si ella misma se caía no darse un golpe muy grande, pero aún así siguió volando, o más bien levitando sobre su escoba.

- Yvaine!!!!!.... cuidado!!!!... - ojalá mantuviera el equilibrio y no se callera -... esas risas son de Peeves, maldito bastardo... - le molestaba que se metieran con su gente, si alguna vez aprendía un hechizo de desapariciones, el poltergeist pasaría sus días muy alejado de Hogwarts, podía apostar por ello

Llegué al campo junto con el resto de alumnos, no me había resultado muy difícil ya que había seguido a unos compañeros de la anterior clase. 

Había llegado y comenzado a escuchar la clase, la verdad es que la parte de las escobas y eso de volar, no la convencía mucho ya que si se caía de una gran altura podría romperse el cuello fácilmente. 

El profesor comenzó a presentarse y explicar la clase, como debíamos realizar el uso de la escoba. Había decidido comprar alguna ya que pensaba que me sentiría más segura pero para nada. Fue cuando el profesor dijo que pronunciáramos una única palabra:

- Arriba .- lo pronunció tranquilamente y la escoba subió firme y sin dudarlo, al ver que había reaccionado como quería una parte de sus miedos se había ido así que intentó montarla y se dio cuenta demasiado tarde, de su error, se había confiado y lanzó la escoba lo suficientemente rápido como para que perdiera el equilibrio y cayera de lado.- Ay...- pronunció quejándose, se incorporó aún en el suelo mientras suspiraba y miraba su escoba molesta.