Partida Rol por web

Me pongo la mochila listo para seguir al profesor.

No le agradó para nada la idea de que el profesor los llevara a ese lugar, no serían de ayuda, no sabían sobre medicina de criaturas mágicas además de que el bosque prohibido de noche era mucho más peligroso, pero ya había recibido una orden directa y podría servir para mejorar la nota. Wynn asintió con un breve movimiento de su cabeza, al final igual le surgía la curiosidad y la llamaba ese espíritu aventurero pero no dejaba de creer que era una mala idea, una pésima idea y que si algo les pasaba, sus padres querría el cuello del profesor que al final del día le agradaba. 

La niña cogió la capa y la linterna, sería quien la usaría tomando naturalmente la delantera del grupo pero al sujetarla no se encendió. 

— enciéndete... luz... lumus — le ordenó, pero no se prendía, — ¿qué es esto? — preguntó de nuevo al profesor, desconectada de aquella cosa que no obedecía a sus palabras, y prefirió pasársela al profesor, sonrojada por no haber sabido como usarla. 

- Cre cre creo que necesita una ce ce cerilla

- Es una linterna sorda muggle,... se prende fuego al aceite que lleva dentro y se cierra la tapa, pudiendo ajustar la luz que emite con esta pequeña palanca de aquí abajo. ¿Lo ves? Si la mueves a la derecha hace más luz, a la izquierda menos. Tu simplemente mantenla en alto para que podáis ver dónde ponéis los pies... Le explicó a la pequeña semiveela mientras encendía la linterna sorda con un simple lancarnum inflamarae. ¿Podrás hacerte cargo? 

Con todo dispuesto no había más tiempo que perder, por lo que abriendo la puerta, el profesor Rowle esperó a que los jóvenes aprendices saliesen del lugar para después cerrar.

La pelirroja cuando escucha alterado al profesor esperaba la bronca de su vida, ciertamente...¿qué hacían tan tarde fuera del castillo?.... Pues lo obvio, buscaba arbustos azucarados..., al menos sus padres no la regañarían mucho si sabían que era para cambiar la S de sus notas por una E. Kayla se relajó más cuando el profesor, totalmente asombrado, indica que ellos eran como él de joven..., al menos por ahí se iban a librar...

- Sí señor, pegados a usted en todo momento.... - dijo la muchacha, cualquiera decía otra cosa vista la seriedad del asunto 

La niña cogió una de las capas que Rowle les ofrecía, y se la puso por encima, no había cogido la suya y refrescaba, la humedad invadía el ambiente.

- Le llevaré al sitio señor..., Raven no está sola, está con Seth y con Tabby..., estuvimos juntos buscando las platas.... - explica la pelirroja observando a su compañera de casa intentando hacer funcionar un aparato extraño que no respondía a la orden de lumos. Kayla no tenía ni idea de lo que era., pero cuando su profesor dijo que era muggle dio varios pasos hacia atrás como si fuera obra del diablo.

- No acerque eso a mi, por favor... - dice con miedo, temía a todo objeto que no procediera del mundo mágico. En su casa se contaban historias de que los muggles eran malignos y a veces explotaban cosas solo por diversión, ¿sería aquello alguno de esos artefactos dañinos?....

Cuando el profesor abre la puerta para salir ella se desliza fuera cual serpiente, alejándose de quien porte la linterna, siempre al ladito de su profesor, para guiarle y sentirse protegida.

- Muy bien, profesor. Altair, ¿hablamos fuera? - dije para intentar acordar como organizarnos con el trabajo y así poder terminarlo cuanto antes y continuar con las clases.

Miercoles Despues de clases

-Profesor Rowle- dije jadeando – Artemis esta en apuros en el lago, reacción alérgica a la calabaza, ayuda por favor- transpiraba demasiado y fue el lugar mas cercano al que se me ocurrió llegar.

El profesor Rowle estaba fabricando una varita mágica en su mesa de trabajo cuando llegó a la carrera el leoncillo Anderson. Al parecer Ártemis Flamel estaba sufriendo algún tipo de reacción alérgica a la calabaza y eso preocupó muchísimo al hombre.

- ¿¡Una reacción alérgica!? ¿Dónde se encuentra el chico? ¡No hay tiempo que perder, te sigo jovencito! Comentó el profesor Rowle tomando su caja de ingredientes, la varita y echándose encima la capa. ¿Está lejos?

-A la orilla del lago, estamos Artemis, Kayla, Thad, Wynnie, Victoria y yo- Mencione aun tratando de tomar aire -No esta lejos, le guío- estaba nervioso por lo que ocurría pero tampoco dejaría a un compañero solo - Es por aqui- me preparaba para volver a correr.

La clase había terminado y después de presenciar la sorpresa del profesor nos tenía me sentía fatal, pero a la vez necesitaba aclarar algunas cosas, así que después de partir de la clase me dirigí al despacho del profesor Rowle, sabía que tenía que disculparme por mi actitud egoísta.

Aun me dolían los puños después de haber golpeado el pobre árbol, pero lo que tenia herido realmente era el orgullo y la sensación de sentirme como un verdadero estúpido, toque la puerta con cierto grado de incertidumbre -¿Profesor Rowle, puedo pasar?- pregunte esperando la respuesta del docente.

El profesor Rowle llegó de transplantar el rosal de flores azules en el jardín, pues éste ya no tenía suficiente espacio dentro de la maceta, y entonces divisó al joven Anderson esperando en el umbral de la puerta de su despacho. El hombre creía adivinar para que se presentaba el muchacho.

- Ah, señorito Anderson. ¿Viene a darme explicaciones de lo ocurrido hoy, debería suponer? comentó mientras abría la puerta y le invitaba a pasar. Pase, no se quede en la puerta... ¿Qué le apetece para beber? 

Rowle depositó sus guantes de trabajo sobre la mesa y se dispuso a calentar un poco de agua. Él tomaría una infusión de hierbas aromáticas pero no sabía que le apetecería al muchacho. Lo curioso es que el profesor no dejaba de mirar hacia todos lados buscando a algo o alguien, pero al final pareció sonreír. ¿Qué había visto?

-Un vaso de agua- conteste con cierta timidez – mas que una explicación una disculpa, solo la he liado- dije mostrándole los puños aun rojos por tantos golpes dados a ese pino, mi mente se centro en solo mirar al suelo y nada más, estaba apenado por lo que había ocurrido y por mi mal comportamiento en la clase.

-Es solo que realmente quería hacerle daño a Peeves- mantuve la mirada fija en el suelo, - Discúlpeme, si algo puedo hacer para corregirlo.

Al fin había llegado,algo tarde pero logré escuchar las instrucciones del Prof. Harold Jonstein Rowle tome asiento rápidamente -lamento la tardanza Profesor- ahora solo debía comenzar a examinar la planta a ver que podríamos descubrir acerca de ella.

- Lo hecho, hecho está. Ya no se puede remediar lo ocurrido, pero si aprender de nuestros errores... Le comentó mirándole a los ojos fijamente, hasta que el muchacho levantó la mirada. Acepto tus disculpas, no te preocupes... y por mi parte el asunto está zanjado. ¿De veras sólo quieres un vaso de agua? Le preguntó ofreciéndole el vaso que pedía y posteriormente se puso a sacar una caja de ranas de chocolate de un cajón. Toma al menos alguna de estas... Son mis preferidas por su sabor y desde siempre estoy tratando de completar la colección de cromos que vienen con cada cajita...y entonces tomó una para sí que en cuanto abrió la ranita saltó y la cogió al vuelo, y le ofreció una cajita al muchacho.

Entonces Rowle se acercó hacia la mesita donde tenía la infusión de hierbas aromáticas y se sirvió un poco mientras le ofreció sentarse al joven Anderson en un cómodo sillón frente a si.

- Anda, siéntate y hablemos. Creo que eres un joven leoncillo valiente, talentoso y con mucho potencial pero que se empeña en desaprovecharlo. ¿No te has dado cuenta de lo ocurrido hace un momento? Se nota que no prestas atención al entorno y ahí está tu mayor problema. ¡Fíjate que tengo en mis manos!

Entonces abrió las dos manos y el muchacho pudo ver que sujetaba una varita de madera de Nogal, con núcleo de cola de Threstal y 10'5 pulgadas. La varita de Daniel.

- ¿La reconoces? Madera de Nogal, núcleo de cola de Threstal y 10'5 pulgadas, relativamente flexible y en perfecto estado...

Me alegraba saber que el asunto estaba bien, y el vaso con agua era suficiente pero imposible desaprovechar una rana de chocolate – ¿Usted también colecciona los Cromos?- pregunte impresionado por ese dato que no sospechaba del profesor.

Me senté en el lugar que el Profesor me Indicaba escuchando atentamente y disfrutando de la rana, no sabía si era merecedor de las palabras del profesor por que nunca me había considerado ni valiente, ni talentoso, ni mucho menos un león, pero en algo tenía mucha razón era demasiado distraído y me perdía con facilidad detalles importantes por lo que solo pude mover mi cabeza afirmativamente a las últimas palabras del profesor.

De pronto en sus manos estaba mi varita, lo mas seguro es que la hubiera olvidado después del incidente de Peeves, el profesor con una rápida vista sabía de que estaba hecha, su núcleo incluso las medidas cosa que yo casi había olvidado, sin embargo, había una parte que me daba miedo de la varita.

-El pelo de thresthal es difícil de manejar, menciono el señor Olivanders cuando me la vendió- dije algo temeroso – También dijo que se adaptaba a aquellos que habían visto o estado cerca de la muerte- esa frase me ponía los pelos de punta y me hubiera gustado olvidarla, instintivamente lleve mi mano a mi pierna, aun recordaba el dolor que la serpiente me había provocado al morderme y a pesar del tiempo aun había una cicatriz donde el efecto del veneno del Crótalo había dañado la carne, unos minutos mas y hubiera muerto, un escalofrío me volvió al recordar ese terrible evento.

-¿Hay algo malo con ella?- pregunte curioso y a la vez temeroso.

El muchacho no parecía haber advertido que la varita mágica se la habían quitado hacia solo unos instantes, en este mismo despacho, sin haberse dado cuenta. Aquello le hizo gracia al profesor Rowle pues el jovencito no había percibido hasta entonces que había alguien más en aquella habitación. No obstante, sabía que tarde o temprano se percataría de que estaba ocurriendo y no le dió mayor importancia...era mejor que el mismo Daniel fuese aprendiendo a percibir lo que había a su alrededor.

- Pues si, jovencito. Hace más de cuarenta años que colecciono los cromos que vienen en las cajitas de las ranas de chocolate y ya solo me quedan por completar el álbum treinta y un cromos...entre ellos mi preferido, el del mago Merlín. No es broma de que otorgaría 50 puntos al que me lo consiguiera, es mi mayor deseo... Le comunicó con una sonrisa.

Entonces le habló de las características de su varita y la razón de las palabras que le habia dmencionado Ollivander.

- Sabias palabras las de mi mentor y compañero. Así es jovencito, no se fabrican muchas varitas de pelo de cola de Threstal al ser muy dificil que lleguen a poseer dueño algún día y sumamente complicado trabajar ese material. Esta varita que posees y que ahora mismo tengo entre mis manos fue confeccionada con el nogal más grande que hay en Hogwarts y del pelo de un poderoso Threstal que aún habita libre y salvaje en el bosque prohibido. ¿Cómo lo sé te preguntarás? Yo le acompañé en su día y vi de primera mano como confeccionaba la varita... Ollivander sigue siendo el mejor artesano que he conocido, más que Gregorovitch, al que también conocí... Entonces se dio cuenta que estaba hablando de su pasado y rápidamente cambió de tercio para no hablar más del asunto.

- Los Threstal son criaturas mágicas con apariencia de caballo alado que solo pueden ser vistas por aquellos que han presenciado la muerte o que han estado al borde de morir. Asumo que uno de los dos casos habrá sido el tuyo. ¿Es así? Trató de indagar para poder hablarle con mayor precisión. Son más difíciles de manejar porque son conscientes de la muerte y sus repercusiones. Si la varita ve en ti que eres un miedoso y pusilánime te rechazará... Sin embargo, si eres valiente y vas aprendiendo a dominar la magia, te aseguro que te convertirás en un poderoso mago... sus palabras eran ciertas y esperaba que el muchacho progresara y se convirtiera en un gran mago en un futuro. Solo te diré que la varita de saúco, la varita más poderosa que existe...estaba hecha del mismo núcleo que la tuya...pelo de cola de Threstal.

Rowle se levantó, se acercó a uno de los estantes poblados de infinidad de cajitas con varitas mágicas y sacó dos cajitas en particular, las cuales acercó al pequeño.

- Se que Ollivander tiene una varita más con ese núcleo, yo poseo estas dos y Gregorovitch poseía en su momento la varita de saúco. No creo que haya muchas más en el mundo mágico... Tienes suerte de que te haya elegido... y se la devolví, depositandola en sus manos.

Entonces algo se movió en las ramas del árbol y el muchacho pudo observar algo extraño. ¿Qué era aquello?

Durante toda la conversación me quede impresionado por los conocimientos del profesor por lo cual me mantuve escuchando como si de un buen relato, saber todo lo que desconocía de la varita, así como su núcleo y de donde había provenido era algo que jamás hubiera esperado, pero ahí estaba ahora descubriendo algunos misterios de ella.

-Cuando me la dieron tuve miedo- admití algo temeroso pero finalmente decidí abrirme al profesor- hace tiempo un crótalo cobrizo de Texas me mordió, estuve a punto de morir, fue doloroso y nada agradable, por eso cuando el señor Ollivander me explico sobre su nucleó me causo cierto temor, no sabía todo eso- saber cosas como que la varita de Saúco también compartía el núcleo que la mía me hizo sentirme importante pero aún  me traía los recuerdos de esa tarde, los  ojos del reptil, los afilados colmillos, el dolor punzante y la desesperación por salir de ese aprieto, desde entonces les temía a la serpientes sin importar su origen o si eran venenosas o no, jamás podría acercarme a ellas.

Quise desviar el tema a los cromos – Si consigo el cromo de Merlín es suyo y no es necesario los puntos, se la regalo con gusto- dije fue entonces cuando mis ojos se posaron en la pequeña criatura con forma vegetal que se movía en el despacho, por un momento dude si era real o un fruto de mi imaginación así que la observe más detenidamente.

-¿Profesor qué es eso?- señale aquella criatura curiosa  que parecía ser un grupo de raíces vivas.

Por las palabras y el tono de voz del joven aprendiz, Harold intuyó que había quedado traumado por aquella nefasta experiencia. Puede que de momento, al no tener mucho control sobre la magia no fuese un problema, pero con el tiempo, la varita podría rechazarle si no superaba aquello. Ahora entendía el por qué el sombrero seleccionador lo había colocado en Gryffindor. Por su curiosidad hubiese encantado bien en Ravenclaw, pero él tenia una ardua labor por delante, superar sus miedos y ser valiente. Se convertiría sin lugar a dudas en un verdadero Gryffindor si lo lograba.

- Vaya, debió de ser muy duro y traumático aquello. ¿Qué tal lo llevas? Recuerdo que durante mi infancia, un alumno de mi promoción muy talentoso, fue atacado y envenenado por una acromántula. Estuvo semanas debatiéndose entre la vida y la muerte y al final lo logró, pero nunca volvió a ser el mismo... Trató de serle franco y ayudarle si tenía problemas. Si fuese tu caso y temes a las serpientes, estoy convencido de que llegará un momento en que estarás forzado a tomar una elección. Enfrentar tu miedo o huir... Si enfrentas tu miedo y lo dominas, tu varita será uno contigo y te convertirás en un verdadero Gryffindor... Si no lo enfrentas y huyes, jamás volverás a poder sostener la varita que tienes entre tus manos y el sombrero seleccionador se habrá equivocado contigo...

Sin embargo, viendo que la conversación incomodaba al muchacho, decidió cambiar de tema y sacó de otro cajón unas grageas Bertie Bott de sabores. Le acercó el envoltorio y le dio a elegir.

- Prueba una de estas, no se si las conoces. A mí me tocó una con sabor a cerumen y fue asqueroso, jajaja.

Fue entonces que el señorito Anderson se percató del acompañante que tenían desde el inicio y se lo presentó.

- ¡Ah! ¿Por fin has logrado verlo? Es "Greavous", uno de mis tres bowtruckle y el más travieso de ellos. Debería disculparse, ha sido el que te ha quitado la varita pero es un incorregible y nunca me hace caso... ¿Conocías de la existencia de estos seres? ¿O es la primera vez que ves uno? Puedo hablarte de ellos si lo deseas, aunque cualquier día de estos os daré la clase de herbología sobre los tipos de árboles de dónde provienen las varitas mágicas, y no podré evitar hablar de estas increíbles criaturas...

Tener valor y superar los miedos, sonaba tan fácil, aunque no estaba seguro si lo conseguiría por lo que me limite a sonreír inocentemente, realmente nunca me había puesto a pensar por que había terminado en Gryffindor, ni siquiera había cuestionado la decisión del sombrero, peor ahora el profesor me infundía algo más porque apreciar la decisión.

-Lo intentare- dije tratando de articular algo, pero realmente no sabía si tendría el suficiente valor para afrontar mis mayores temores.

Tome una de las grageas que el profesor me ofrecía, aun recordaba aquellos extraños sabores que me habían tocado antes, el sabor vomito era el mas repulsivo y espera que esta al menos fuera de un sabor dulce, así que la mire tratando de imaginarme algo agradable.

-Es la primera vez que veo uno, son muy curiosos- dije observando – En serio sería genial aprender mas sobre ellos- mi curiosidad no tenia limites en especial cuando hablábamos de criaturas mágicas y estos tenían su encanto.