Partida Rol por web

Dicen que antaño toda esta zona estaba cubierta por un bosque inmenso, parecido al Bosque Viejo y el Bosque Oscuro en el Sur, comenta Curudae pensativo. -El obelisco podría marcar el lugar de algún rito de alguna cultura ancestral, pero no tengo constancia de que hayan resurgido cultos de ese tipo por aquí, y tampoco si podrían suponer una amenaza.

Medita unos segundos la propuesta de Khôradur. - No sé si es conveniente enviar soldados. Ese bosque está fuera de nuestro territorio, y no tenemos muchos indicios que aquel rito pudiera suponer algún peligro para nosotros. No sé, lo digo por no agravar la situación con nuestros vecinos. Deberíamos averiguar más sobre el símbolo, y en todo caso si hay que investigar en aquel claro, optaría por actuar prudencia y sigilo.

Se queda en silencio, mirando por la ventana, recordando. -Hmm, hay una cosa que ha llegado a mis oídos. No parecía importante, pero como me lo han comentado por varias fuentes, no se me quita de la cabeza. Además, coincide con la partida de Ayla, que de estas cosas sabe mucho. En distintos lugares, hay personas que predican por el fin del mundo y la llegada inminente de una terrible oscuridad. Ese tipo de agitadores eran bastante habituales en los tiempos turbulentos después de la Gran Plaga, pero después desaparecieron con el paso de los años. Ahora, en medio de este nuevo comienzo para Cardolan, han aparecido con cierta fuerza. Desde luego, esos presagios nada tienen que ver con flores y danzas con niños, pero quizá coincidan en tener una fecha señalada. Quizá he pasado demasiados ratos hablando con Ayla, se ríe encogiéndose de hombros.

-Mi señor Khôradur, no tendré ningún problema en guiaros, si así lo deseáis. No obstate, debo mostrarme de acuerdo con Curudae: el lugar está fuerade nuestra jurisdicción y no sabemos que haya ocurrido nada amenazador. Prudencia y sigilo son nuestros mejores aliados ahora, y una partida militar sería muy notoria. Demasiado. Pero tampoco parecían el escenario de "agitadores del fin del mundo"... No sé, tal vez sean simples campesinos haciendo lo que siempre han hecho. Sudar y bendecir a partes iguales la tierra que trabajan. ¿Alguien ha oído algo respecto a viejos rituales revitalizándose?

Mira un momento al suelo, rascándose la nuca bajo la capucha.

-Yo puedo volver al lugar, y si algún soldado o vos mismos, Lugarteniente, queréis acompañarme, seréis más que bienvenido; aunque -dice mirándo a Khôradur de arriba a abajo, con uno de esos raros tonos cómicos que apenas utiliza- parece difícil esconderos en ningún sitio, incluso en el vientre de un dragón. Vendrían bien también un par de Cazadores. Sugiero a Eben, es un chico despierto. El problema es que no sé cuándo podremos encontrarles en plena ceremonia, ni si sabríamos entender qué hacen. No creo que sea buena idea intentar averiguarlo por la vía violenta. Aunque también puedo indicaros en qué granjas se desvanecían los rastros, por si queréis vigilarlas.

Denelloth se yergue y se estira, manos a los riñones. -Entonces mostraremos el diseño a alguien más? Os encargaréis o lo hago yo mismo?

- Caballeros, os dejo con esta tarea. Actuad cómo mejor consideréis. Lugarteniente Khôradur, no te preocupes por los preparativos de Ioëndë, seguimos según lo hablado. Yo me encargo para que esté todo listo mañana.

Dando la reunión por concluida, el Senescal se levanta de su silla para cerrar la puerta de sus aposentos. Antes de despedirse, añade: - Si queréis averiguar más sobre el símbolo, podéis consultar a los maestros de la Academia.

No pensaba enviar un gran destacamento, sólo una pequeña partida de exploradores, pienso como vosotros, prudencia y sigilio ha de guiarnos, pero aunque no esté en nuestra jurisdicción, a la larga podría tratarse de una amenaza. ¿Acaso Tharbad o Girithlin no se encuentran fuera de nuestras tierras, pero no dejan de ser una amenaza para nosotros?. Hemos de ser cautos y no dejar nada al azar. No será la primera vez que por confiarse en algo que parecía inocente, luego ese algo inocente se ha alzado para causar daño y destrucción. Quiero estar seguro de que no sea nada raro. Un par de cazadores, un par de soldados, Denelloth y alguien más o tal vez yo mismo, serían un grupo más que suficiente. -Miro a Denelloth muy seriamente tras escuchar sus palabras, antes de sonreír-Mi buen Denelloth, tranquilo, una buena capa andrajosa por encima de mis ropajes y de mi armadura, y pareceré cualquier cosa menos un soldado, al no ser que alguien nos ataque y tenga que proba el acero de mi espada.

-Iremos a hablar con los miembros de la Academia. Tal vez sean catastrofistas que esperan la llegada del fin de los tiempos, pero en ocasiones esa gente a la larga se conviertan en fanáticos y en su fanatismo lleguen a ser un problema. Denelloth, por favor, ¿serías tan amable de acompañarme a la Academia?, quiero que los sabios escuchen tus palabras sobre lo que has visto.

Denelloth asiente ante las palabras de Khôradur, se despide de Curudae con un saludo casi imperceptible y sigue los pasos del Lugarteniente. Se dirigen a la Academia, donde repetirá todo lo visto, mostrará el diseño del monolito y responderá todas las preguntas que le sean formuladas.

Por el camino se dirige a Khôradur, mirándole a los ojos apenas un momento: -Señor Lugarteniente, se hará como vos prefiráis. Con la partida de inspección, digo. Quedo a vuestra disposición.

Ante las palabras de Denelloth sonrío

-Y cuento contigo Denelloth, no sólo para esta misión, sino para otras tares. Sil Auressë está en la actualidad muy indefenso y necesitaremos de todo hombre y de sus habilidades para que salga adelante. Vayamos a ver a los sabios de la Academia a ver que nos pueden decir.

Denelloth y Khôradur salen de la Casa del Comercio. Cruzan la plaza, donde se están ultimando los preparativos de la fiesta de Ioëndë, y se dirigen hacia la puerta principal de la aldea para tomar el camino que lleva hacia el otro lado del río y a lo alto de la colina, al castillo de Sil Auressë. Y la Academia.

Antes de partir, el Jefe de Guardia Walec les alcanza para comentarles algo...

Saludos, Lugarteniente. Y Denelloth. Quería comentaros que la última caravana de esta mañana ha sufrido un percance a pocas horas de aquí. Un asalto fallido de un grupo numeroso pero poco organizado. No hay que lamentar bajas de nuestro bando, pero el carromato se quedó dañado. Una unidad de guardias a caballo está persiguiendo a los asaltantes que huyeron, y como no localicé a Denelloth, tomé la decisión de enviar a Eben con otro joven de la Academia, y un eje para reparar el carro.

Walec respira hondo, y mira a su alrededor para asegurarse de que no les estaba escuchando nadie. - No quería causar alarma entre la gente tan cerca de los festejos, y con muchos comerciantes y visitantes nuevos.

-Has hecho bien, aunque no entiendo porque has enviado a un alumno de la academia. ¿Hay algo más en este asunto que debas contarme?, si prefieres que busquemos otro lugar para hablar con más tranquilidad iremos al castillo. Lo que sea puedes decirlo delante de Denelloth. ¿Se sabe cuantos eran los atacantes y cual podría ser su procedencia?

Walec mira a su alrededor, y ya más tranquilo le contesta a Khôradur: Desconozco el número exacto, pero fueron unos quince. Mal equipados y peor armados, pero habían preparado una emboscada con algunas trampas. Por lo que me dijo el guardia, lograron inmovilizar a nuestros caballos y al carro, pero con la llegada de los refuerzos se dispersaron. Creo que eran antiguos esclavos liberados del Señor de la Guerra, que huyeron y han estado escondidos en las colinas de Minhiriath. No se les ha visto mucho por estas tierras tan al norte de Creb Durga. Y hay algo más... Los asaltantes estaban cargando un cofre de cierto tamaño, cerrado. Y con el símbolo de la fortaleza y la serpiente. El escudo de Dagorhir.

Instintivamente baja la voz al mencionar el nombre del antaño temido Señor de la Guerra, un mediotrol enviado por Angmar que llegó a ser considerado casi uno de los soberanos de Cardolan hasta que halló su muerte hace un año.

-No sé qué puede contener aquel cofre. Lo dejaron atrás al huir de nuestros caballeros. Soy un hombre precavido, y antes de traer el cofre a Sil Auressë, me gustaría comprobar su contenido. Por eso le he pedido a un joven de la Academia, Ragi, que le acompañe a Eben. Él sabe forzar cerraduras. Me hubiera gustado enviarte a ti, Denelloth. Pero el tiempo apremiaba.

-Has hecho muy bien Walec. Quiero que se me informe de inmediato en cuanto regresen, que se proceda con cautela con el cofre y su contenido, en caso de que haya sido abierto. Que sea llevado a la Academia. Que se prepare otro grupo de soldados por si han de salir de inmediato para apoyar al primer grupo, y que también esté listo mi caballo -miro a Denelloth- y el de Denelloth. Si se han de enviar más hombres los comandaré en persona. Denelloth, tú me acompañarás.

-Me quedo en silencio unos segundos, pensativo-

-Reforzaremos la vigilancia, no creo que pase nada, ni que suframos un ataque, pero si alguien se entera de que tenemos ese cofre, puede que muestren un "excesivo" interés por él. Si nos necesitas, estaremos en la Academia.

-Así se hará, señor, responde Walec, y añade: Aunque solamente contamos con diez caballos, y sólo quedan dos en los establos. Estarán preparados, junto a una unidad de ocho hombres a pie por si se necesitan refuerzos.

Walec hace una reverencia, y se da media vuelta para dar las órdenes oportunas. Denelloth y Khôradur siguen el camino hacia el castillo, cruzan por el vado cerca de los molinos, suben la cuesta y cruzan el puente de piedra. Una vez dentro de las murallas, uno no puede evitar alzar la vista hacia lo alto de las torres en construcción en las cuatro esquinas de unas antiguas ruinas. Todavía queda mucho por hacer, pero a este ritmo, a principios del año que viene el castillo principal estará listo.

En la Academia los recibe el Maestro Cerveth, el Director de la Academia, en persona.  -Saludos, Lugarteniente Khôradur. Y Denelloth. ¿En qué puedo serviros?

A sus espaldas, la maestra Edrec está instruyendo a un grupo de números enseñando complejos símbolos geométricos

-Saludos Cerveth, venimos a solicitar ayuda de vuestra sabiduría y conocimiento. ¿Podríamos hablar en un lugar más reservado?

-Claro que sí, vamos, seguidme... El maestro Cerveth les acompaña fuera de la gran sala donde se está dando clase (de un tamaño de unos treinta pies por sesenta), y les acompaña a otra sala más estrecha, de unos diez pies (tres metros) de ancho y treinta pies de largo. Una de las paredes tiene estanterías para libros desde el suelo hasta el techo, y hay un par mesas y sillas para estudiar. Por fuera, el edificio se ve robusto, de piedra y de muros gruesos. Pero la biblioteca principal está prevista para la torre de homenaje del castillo, cuando esté terminada.

Cerveth tiene el aspecto cuidado de un dúnadan de la clase alta, consciente de su rango. Es cuidadoso con sus palabras, y se le nota acostumbrado a tratar con personas importantes. Fue elegido como Director de la Academia por los demás maestros para este primer año de funcionamiento.

- Aún no tenemos muchos libros, comenta y hace un gesto hacia las estanterías semivacías, pero estamos empezando. Debemos trabajar hacia el pasado y el futuro, pero desde el presente, desde el día a día. Muchos o pocos, todos los conocimientos de Sil Auressë están a vuestra disposición, espero poder ayudaros. ¿De qué asunto se trata?

-Mejor que sea Denelloth quien te cuente lo que ha visto y encontrado. Denelloth, por favor.

Denelloth se apoya contra una de esas estanterías y empieza de nuvo su relato:

-Verás, Cerveth. Anoche me dirigí a un pequeño bosque que hay al noroeste de aquí. Un bosque antiguo, no muy lejos, aunque fuera de los dominios de Sil Auressë. Encontré huellas de tres hombres descalzos que penetraban en el mismo, seguí sus huellas y llegué a un claro donde había un obelisco tallado en piedra, y a su alrededor varios otros elementos: una rica guirnalda de flores rojas y blancas; unos tambores un unas varas de un metro de largo más o menos; y muchas pisadas alrededor, como de haber girado en círculo descalzos una buena media docena de personas.

-Quise traer uno de los grabados del monolito, que para mí es extraño y hermético, pero tal vez para alguien más ilustrado como tú signifique algo. Eso es lo que querríamos saber.

Es entonces cuando Denelloth saca su ya toqueteado trozo de papel con el diseño del monolito.

-Qué tipo de ritual hacía esos hombres, Cerveth, lo sabes? Crees que puede resultar amenazador para el futuro de Sil Auressë? Otra cosa: crees que podemos imaginar cuándo volverá a producirse?

-Queremos saber no sólo su significado, sino también si puede tratarse de una amenaza. El bosque se encuentra lejos de nuestra jurisdicción, pero eso no significa que, en el futuro, y si se trata de una posible amenaza, cobre tanta fuerza que logre afectarnos de alguna manera. Curudae nos ha hablado de que en distintos lugares, hay personas que predican por el fin del mundo y la llegada inminente de una terrible oscuridad. Apareciedon en los tiempos posteriores de la Gran Plaga, y que tras desaparecer durante un tiempo, han reaparecido con cierta fuerza. ¿Podrían estar relacionados?