Partida Rol por web

-Me encargo de llevar el cofre a un lugar seguro sin llamar la atención, e informaré personalmente al Senescal Curudae. También haré llegar el mensaje a los enanos y me encargaré de que sean vigilados, asiente Walec y se da media vuelta para dar las órdenes oportunas.

Cuando Khôradur se dispone a subir la cuesta hacia el castillo, le alcanza el Sargento Gaerel. -Me han enviado a avisarles a señores enanos que podéis recibirlos, afirma el veterano soldado. -Creo que hay un malentendido, añade sonriente, los enanos le han convocado. No van a acudir a una audiencia, si hubiera sido su intención ya se habrían presentado. No, señor. Están esperando en su forja.

Gaerel es de los sargentos que mejor entiende a los enanos y sus costumbres, porque tuvo trato con esa extraña raza en el pasado.

-Sí, contaba con Ragi para abrir el cofre. Denelloth camina junto a Khôradur, mirando el mercado, contemplando las obras del castillo. Ya va calentando el sol.

Sonríe cuando su interlocutor se refiere a Eben. -Khôradur, no es ninguna imposición. Al contrario, hace tiempo que me ronda la idea de hacerle entrar en el grupo de cazadores. Ha hecho grandes progresos, conoce y se lleva bien con los cazadores y, como seguramente sabrás, le he estado adiestrando en algunas de las vías de los montaraces; no carece de ciertas capacidades para la magia, para leer la naturaleza. Creo que sería una excelente incorporación. Puede hacerse inmediatamente, si finalmente sale esa partida.

-Así se hará, -dice a un Khôradur que se aleja apresuradamente. -Yo visitaré a Cerveth.

Y da media vuelta y contempla el espectáculo del mercado.

Denelloth se queda un momento ensimismado en sus pensamientos mientras contempla el mercado, y a continuación se dirige al encuentro de Cerveth. Quiere saber si ha averiguado algo más sobre el grabado del monlito, aunque es improbable.
 

-Cómo no, son ellos quienes dan la audiencia, no yo. En fin...-suspiro de nuevo resignado mientras me dirijo hacia la forja.- Gracias Gaerel.....por cierto, tu conoces a los enanos por lo que tengo entendido, ¿no es cierto?, si es así me gustaría que cuando tengamos tratos con ellos te encuentres presente para que me asesores y aconsejes.

Una vez llegados a la taberna, señalo el salon y digo -"Pues hemos llegado, aquí podreis comer y descansar del viaje, en la parte de atrás podeis alquilar cama"- una vez dicho esto hago una seña con la cabeza a modo de despedida hacia los dos viajeros -"Russef, Eärnil, ahora me retiro a descansar y asearme yo también, nos vemos en otro momento. Ragi, nos vemos luego para ir al castillo."-

Dicho esto, me retiro hacia mi habitación para asearme, comer y descansar, luego voy a buscar a Ragi, y nos vamos al castillo

- Si tardas iré a la academia a dormir un rato. Búscame allí. - Le dice Ragi a Eben cuando este se despide. Después se dirige a Eärnil y a Russef -Yo voy a comer algo antes de tumbarme un poco. No se a qué estáis acostumbrados. Aquí no tienen manjares de corte, pero es buena comida para el que tiene hambre. Siempre hay sopa de patatas y verduras, de lo que dan las granjas de alrededor. Y pan. - les explica, tras pedir un cuenco de sopa y media hogaza y tomar asiento en una mesa - La carne es algo cara, aunque algo podréis encontrar. -

- No quiero meterme donde no me llaman - farfulla Ragi entre bocado y bocado, dirigiéndose principalmente a Russef, que parece más dispuesto a entablar conversación que su compañero de viaje - pero las noticias que llegan sobre Creb Durga son confusas, y el ataque a la caravana no da tranquilidad. ¿En el camino hasta aquí habéis oído algo de lo que pasa en aquellas tierras? - mirando a Russef, añade -  Porque venís del sur, ¿verdad? -

Escucho sin mucho interés el parloteo de la "gente de la caravana", el tipo conocido como Ragi, empieza a conversar con nosotros. No soy muy exquisito Ragi, como lo que haga falta cuando hace falta, esta comida es más que muchas de los "manjares" que he comido estando de "servicio". Hago una pausa para pedir lo mismo que Ragi.
Venimos de Metraith, el lugar es un hervidero de espadas de alquiler, se prepara alguna que otra "guerra civil a pequeña escala", muestro cara de escaso interes y amargura. En el camino hacia aquí los unicos seres vivos que hemos visto sois vosotros, digo en voz más baja.. Tras un momento tenso, me relajo y cambio de tema.
¿Y de donde vienes Ragi, cual es tu historia?

-Así es, señor. He tenido tratos con los enanos de varias Casas. No soy un experto ni erudito, pero intento tratarles con el respeto que ellos creen que se merecen, que es bastante.

El sargento acompaña a Khôradur hacia la forja. -Los enanos han estado trabajando sin descanso para tener preparada una primera entrega de armas. En breve tomarán posesión de las dos tiendas a las que tienen derecho en la Plaza. Creo que es decir algo obvio, pero son increíblemente tenaces y constantes en el trabajo. Y en la guerra.

-Lo que pasa es que son muy reservados y protegen mucho sus secretos, incluso hasta el punto de no revelar la jerarquía que tienen, pero al mismo tiempo esperan... exigen más bien, que los demás cumplan con sus complejos protocolos. Este grupo en particular son de los enanos de las Colinas del Hierro, de Rhovanion. Hay uno que actúa de interlocutor, Kranz. Y es bastante sociable, para lo que suelen ser los enanos.

Denelloth sube hasta el castillo y entra en la Academia para preguntar por Cerveth, pero le informan que se ha ausentado para buscar más información sobre un asunto importante. Cuando el montaraz está a punto de salir para regresar hasta la aldea, algo llama su atención. En la pequeña sala de lectura, una mujer de mediana estatura está observando la estantería. Lleva una capa de tela fina, y su largo cabello oscuro cae por los hombros. Los delicados dedos rozan las tapas de un libro, y Denelloth mira a su alrededor. No hay nadie más en la sala ni en el pasillo. Es un día festivo.

La identidad de la mujer le es conocida, aunque el resto de ella no deja de ser un misterio. La Dama Finduilas, la antigua soberana del principado de Dol Calador. La mujer a la que fue a buscar Ayla a Bar Irlossiel, donde se encontró con Denelloth. En el tiempo que estuvieron en aquel extraño refugio, el montaraz y la princesa apenas se cruzaron unas palabras. Algo en ella siempre le inquietaba a él. Desde que llegó a Sil Auressë, Finduilas se había esforzado a pasar desapercibida. Sí que estuvo en la Fiesta de la Academia, y en la asamblea posterior. Denelloth, en sus funciones de explorador, también sabía de sus encuentros secretos en el bosque con Ayla. Las dos eran poderosas hechiceras, aunque en todo lo demás eran como el día y ... la noche. La luz de Ayla era cálida y acogedora. El fuego de Finduilas casi había quemado todo el reino de Cardolan a su paso.

Denelloth duda si seguir su camino, sin decirle nada. Entonces, tiene la sospecha de que esta mujer es consciente de su presencia.

Eben sube la cuesta hasta el castillo y la Academia. Necesita descansar algo para estar preparado para lo que pueda suceder.

Como es día festivo, no hay clases en la Academia. Pero tampoco se les ha dejado a los demás alumnos el día libre. Se está preparando alguna comida sencilla e informal, y en general el ambiente parece relajado. Le ofrecen algo de pan y companaje, y Eben se lo lleva. De camino al salón común donde está su cama, se cruza con caras conocidas como Caäniza, Sir (la protegida de Ragi), Girion, Tarosh y otros.

Durante un breve instante, el montaraz se detiene, valorando si debe acercarse o no. Las historias que ha oído acerca de Finduilas son... intranquilizadoras, bueno, no la dejan en muy buen lugar. Intrigante y ambiciosa. Pero todos merecemos una segunda oportunidad, dicen.

-Saludos, Dama Finduilas, mis respetos. Espero que nada turbe tu paz. Denelloth le ofrece el saludo tradicional en adunaico, acorde con el rango de ella. Y continúa en lengua común, adoptando la pose inexpresiva habitual.

-¿Cómo os encontráis, mi dama? Veo que en plena consulta, así que no voy a molestaros. Fuera hay bastante actividad, un mercado muy animado. Y creo que esta noche habrá juglares con buenos cuentos y canciones. Os veré por allí más tarde?

Supone un verdadero esfuerzo para el adusto montaraz mantener este ripo de charla intrascendente. Además, no puede sentir sino cierto rechazo hacia toda esta nobleza cardolani que desgasta las fuerzas del país en luchas intestinas y es negligente en su ayuda a su reino hermano del norte, con el que debería esforzarse por razones de sangre y de honor.

Pero ha notado cierto apagamiento en el porte de Finduilas las escasas ocasiones que la ha visto, y no puede evitar sentir cierta compasión y empatía, sobre todo teniendo en cuenta que los hilos de sus destinos, por lo habitual distantes, han corrido por lugares y tiempos comunes a ambos, tiempos y lugares tristes.

-Entonces puedo deducir que estará visiblemente molestos por haberles hecho esperar. Espero que mis explicaciones les convenzan y sirvan para limar asperezas. Vayamos a hablar con Kranz. ¿Cómo debería proceder con ellos?

Finduilas se gira, y da unos pasos hacia Denelloth. Su mirada se centra en las cicatrices en el rostro del dúnadan, pero no hay compasión ni empatía en su mirada. Quizá curiosidad. Todo su porte denota intensidad, tensión, pasión y fuerza apenas controlada. 

-¿Paz? No hay paz para mí. Ni aquí ni en ningún lugar ya. Tampoco dispongo de tiempo ni voluntad para charlas intrascendentes, ni  para festejos sin sentido. Me encuentras aquí, en busca de respuestas que dudo que hallaré en estos pocos libros. Al menos sé lo que estoy buscando.Vosotros no. No sentís lo que siento yo, ni sóis capaces de ver lo que yo veo. Y se os acaba el tiempo. Las ruedas giran, y hay fuerzas en marcha más allá de vuestro entendimiento. Como cuando arrojas una piedra en de un estanque de agua, de la misma forma las fuerzas oscuras se han despertado de su letargo y se nutren de las olas de energía invisible. No las comprenden, pero sienten la fuerza que hay en ese vaivén. Pueden canalizarla. En distintos sitios, están a punto de recibir la respuesta a sus oraciones. No entienden qué está pasando, pero sus fuerzas aumentan. Y actuarán.

Como bien dice Earnil venimos de Metraith, donde me hablaron de esta nueva aldea.

Por cierto, susurra a su compañero Earnil con quien tenía más confianza de su andadura por el camino hasta Sil Auresse, ¿podrías pagar por mi comida y alojamiento? te lo devolveré en cuanto logre vender mis artículos, le digo algo avergonzado al no tener ni una mísera moneda en mis bolsillos y observar con autentica hambre la comida que servían al resto.

Voy saludando con la cabeza mientras como, y al llegar a la cama me tumbo a descansar un rato.

Si no hay nada urgente, me despierto en unas pocas horas, me aseo, me visto y voy en busca de Ragi para dirigirnos al castillo.

Si pasa algo entre medio, dimelo.