Partida Rol por web

Los tres avanzaron a paso rápido hasta bien avanzada la tarde, cuando los últimos rayos de sol se reflejaron en el arroyo que pasaba por Sil Auressë. No tenían pensado parar a dormir, si acaso a descansar un poco una vez allí, para luego seguir de noche el camino por la orilla. Pero antes de llegar al río y cambiar el rumbo hacia el este, algo captó la atención de Girion.

Girion se detuvo. El aire nocturno traía ruidos extraños desde la orilla, pero más al oeste. Parecían golpes en el agua. Pero también un grito sofocado. Algo extraño estaba sucediendo junto a la orilla, al otro lado de los árboles y arbustos que tapaban el lugar, a unos cien pasos de la posición de los tres.

Eliver comenzó a estornudar sin control en el peor momento, víctima a una alergia que tenía a una planta que florecía ahora en verano. Sus estornudos y jadeos tapaban el resto de los sonidos. El sargento tardó un poco en recomponerse, y se ofreció a cuidar del cuervo por si querían investigar Denelloth y Girion.

El gesto de Girion alertando a los demás de los ruidos cercanos había sido providencial, poniendo a todos sobre aviso. Denelloth baja instintivamente la cabeza, y todavía más cuando Eliver sufre un acceso de estornudos, conteniendo a duras penas una mirada asesina. Al fin y al cabo no es culpa suya, piensa, calmándose y dejándole el cuervo en custodia. Con tan sólo un gesto de complicidad hacia Girion, aunque sin ninguna instrucción concreta, comienza a avanzar a hurtadillas hacia esos ruidos, muy alerta a cualquier movimiento e intentando hacer el menor ruido posible. Mientras avanza lentamente, coloca un pivote en su pequeña ballesta. Parece que quiere acercarse a la fuente del sospechoso sonido de chapoteo; ese grito ahogado lo inquieta. ¿Un aliado en apuros o las fuerzas del mal cruzando ladinamente el arroyo?

Girion lo escuchó y rápidamente se lo comunicó a sus compañeros. Algo había oído. Lo bueno es que a partir de entonces no dejó que ese ruido se le escapase para poder percibir qué es lo que era.

Sacó el arco y caló una flecha mientras seguía a Denelloth muy atento de lo que pasaba o podía pasar detrás de los arbustos.

Con mucho cuidado asomó la cabeza para ver que podía ser eso que había escuchado.

Denelloth avanzaba acechando a hurtadillas hacia la orilla del río, con la ballesta cargada. Detrás de él, Girion había sacado su arco y afinaba su oído mientras avanzaba. El sonido del agua se escucha ya, pero también algo más. Pasos en el agua, un golpe, gruñido… Alguien respirando con fuerza, y de nuevo golpe en el agua.

Los dos se acercaban al lugar, y ya podían distinguir entre la penumbra las siluetas de dos personas encapuchadas en el agua, a unos pasos de la orilla. Entre los agarraban a un niño o una niña, no se veía bien porque tenía la cabeza metida en el agua. Había una tercera persona apoyado contra unos arbustos, y llevaba en la mano una cimitarra. También llevaba una capucha y un antifaz. Su postura era ncorvada y sus ojos amarillos penetrantes y brillantes… Y la mano que sujetaba la cimitarra era más bien una garra, y la piel verde oscura…

Orcos…

- Orcos- comentó en bajo cobijándose nuevamente sin que le vieran. El muchacho odiaba los orcos. Si bien tampoco es que hubiera tenido mucho trato con ellos, el único que había tenido era con el acero de por medio. Lo malo es que en otras situaciones estaba bien protegido por un grupo de guerreros mercenarios contratados por su padre.

Ahora solo estaban ellos dos y debían hacer algo. Girion miró a Denelloth esperando que este se postulara y decidiera el curso de acción a seguir. Pero no había mucho tiempo si querían salvar al niño que estaba en el río.

- Si nos dividimos y tú te acercas por un lado y yo por otro tendremos una ventaja táctica. Comenzaré tirando con el arco un par de flechas o tres, hasta que me vean y vengan a por mí, entonces es tu turno y saldrás sin que se lo esperen. Ahí me reuniré contigo y mi acero y el tuyo acabarán con ellos- dijo Girion más confiado de palabra que de pensamiento.

El montaraz respiró hondo al ver a los tres enemigos, y apretó con fuerza la ballesta. Miró a Girion en busca de confirmación de lo que estaban a punto de hacer. Eran dos contra tres orcos. En otro tiempo, no habría dudado. En otro tiempo, antes de ser capturado. Antes de las torturas. Cuando aún tenía el uso de las dos manos...

Pensó en huir. Pero no podía dejar a su suerte al pobre muchacho. -De acuerdo, lo haremos así. Voy a rodear al otro lado. Cuando estás a treinta pasos, espera mi señal y comienza a disparar al que está en la orilla. Los que están en el agua tardarán más en llegar.

A continuación, Denelloth se alejó acechando. El paso seguro y silencioso del Faradrim Aran era ligeramente másinseguro, titubeante. Aún así, apenas hizo ruido en la penumbra de la tarde.

Girion se preparaba para disparar al orco que se encontraba de lado. De reojo, pudo ver cómo Denelloth levantaba con cuidado su ballesta...

Girion se aproxima a los encapuchados y se coloca a unos 30 metros. Apunta y esperaa que Denelloth le dé la señal. Cuando esta llegó , el joven apuntó unosinstantes y lanzó su flecha contra el blanco situado en la orilla.

La flecha voló e impactó en el oponente, quien no se esperaba el ataque. Sin perder tiempo, el joven edain cargó de nuevo el arco y se dispuso a disparar nuevamente.

Le flecha de Girion le impactó en la cabeza al orco, y sonó un golpe metálico. Confundido y aturdido, el orco dejó caer su yelmo abollado e inservible. La sangre oscura le caía a su cara, y antes de que pudiera avisar a sus compañeros, Denelloth le disparó una saeta que le perforó ambos pulmones. El orco perdió el conocimiento, y con la boca abierta se quedó sentado contra los arbustos.

Los otros dos seguían en el agua, sin haberse enterado de lo sucedido a sus espaldas.

El montaraz sonrió debajo de su capucha. De momento todo había salido bien. Buscó con la mirada a Girion, y le indicó con señas: "tú a uno, yo al otro".

Y se puso a cargar su ballesta en silencio.

El joven que estaba cargando rápidamente el arco para usarlo cuanto antes por si venían los enemigos, vio como el virote de Denelloth acabó con el orco que estaba de guardia. Luego atisbo las señas del propio Denelloth quien le decía que cada uno se encargara de uno de los oponentes que estaban en el río.

El muchacho asintió y se lo tomó con más calma. Puso la flecha en el arco y apuntó cuidadosamente a su objetivo dejando que su compañero cargara la ballesta. Lo lógico era atacar al unísono para que no supieran de donde venían los disparos y así tener más tiempo para el siguiente asalto.

Denelloth fue el primero en disparar. El montaraz se había movido unos pasos mientras cargaba su pesada arma, y esta vez también dio en el blanco con su tiro. La saeta impactó en el costado del orco de la izquierda con fuerza, y le obligó a soltar a su víctima.

Casi al mismo tiempo, otra flecha voló hacia el otro orco en el agua...

Al ver que Denelloth soltaba su virote el joven hizo lo propio y disparó su flecha. El tiempo que estuvo apuntando le sirvió para poder calcular la distancia y la fuerza del viento.

La flecha voló y se clavó fuertemente en la pareja del orco que estaba en el río con el niño.

Hecho esto el joven soltó el arco y salió a la carrera a luchar cuerpo a cuerpo con los oponentes que quedaban en pie.

Ese no está muerto, pensó el montaraz. Con una fría temeridad mecánica soltó la bellesta, desenfundó la espada y el escudo y se dirigió a la carrera a rematar al orco. No debe sobrevivir. Sólo por un breve instante se le pasó por la cabeza ojalá no haya otros husmeando por aquí.

El disparo certero de Girion impactó en el orco de la derecha, y éste se cayó boca abajo en el agua con la flecha aún clavada en la espalda, y ya no se movió más.

El que sí avanzó fue Girion, quien había dejado caer su arco y saltó al agua espada en mano para alcanzar al orco superviviente lo antes posible.

Desde la izquierda de Girion, Denelloth avanzaba también a grandes zancadas, y llegaron casi a la vez al cuerpo a cuerpo con el orco. El orco no tuvo tiempo para responder cuando la espada del montaraz buscó su cuello, pero fue capaz de esquivar el ataque. Eso sí, dejó su flanco para el ataque de Girion quien ya estaba listo...

Parecía que lo habían hecho miles de veces, pues los dos compañeros atacaron al unísono al último de los orcos que permanecía en pie. Denelloth atacó al orco y este consiguió esquivar su ataque, pero esto le dejó un hueco al Girion para atacar su flanco desprotegido.

Así el joven aprovechó esto para lanzarle un tajo y herir al orco.

La espada del joven Girion dibujó un arco casi perfecto, y el golpe cruzado impactó en el pecho del orco que perdió el equilibrio en el arroyo y se cayó de espaldas al agua. Sangraba profusamente de la herida en el pecho y de la otra que tenía en el costado, y cuando intentó incorporarse, volvió a caer. Soltó su arma, y perdió el conocimiento.

El combate había terminado. Dos orcos yacían muertos, y el tercero inconsciente y moribundo. El joven al que estaban atacando estaba de rodillas en el agua, cabizbajo y tratando de recuperar el aliento.

Denelloth erró su golpe, y se disponía a cubrirse cuando Girion le hirió de muerte con un profundo tajo en el pecho. Toda la determinación del montaraz parecía haberse esfumado, y la mano que no sosenía la espada temblaba visiblemente. Miró a Girion a los ojos, con agradecimiento, aprobación y un deje de admiración.

-Buen trabajo. Ocúpate del muchacho -dijo, mientras envainaba, mirando al orco a sus pies. Con una mueca de asco pero con decisión lo agarró de las solapas, zarandeándolo sin piedad e intentndo no salpicarse demasiado con su sangre, sintiendo como una garra del orco se aferraba a su muñeca, pendiéndo fuerza por momentos. Lo intentó con las pobres palabras que había aprendido en momentos muy oscuros de su vida, que de repente parecieron agolparse en su memoria.

-Hay más cómo tú? De dónde salís, escoria? Qué hacéis aquí? Responde!!!*