Partida Rol por web

-Señores, si lo que le pedimos es protección ¿acaso podrá exigirnos soldados a cambio? Creo que quedará claro que lo que Sil Auressë puede ofrecer no son hombres, sino refugio y control de los caminos, y confiemos que le parezca razonable.

-No se enviarán hombres a apoyar la causa de Erchomion, ya se lo he dejado bien claro a Aelloth. No tenemos recursos suficientes para hacerlo aunque quisiésemos y apoyemos su causa. Lo que propones Aegnor me parece razonable y creo que debería figurar en las negociaciones preliminares. Que nos proteja, hasta que Sil Auressë pueda disponer de un ejército más grande y bien pertrechado podría ser el principio de un acuerdo. Solo es necesario que a Erchorion le parezca justo.

Miro a Curudae

-Lo que sugieres Curudae es algo que había comenzado a pensar. Si hay un poder oscuro que se está moviendo en las sombras, posiblemente buscará apoyos entre aquellos que quieran escucharle. Tal vez ya lo ha hecho entre los clanes, pero merece la pena intentar que Erchomion y el rey Lanaigh firmen la paz. Sil Auressë podría presentarse como lugar neutral para que negocien entre sí, y de paso formar una alianza entre los tres de cara a esa amenaza que se cierne sobre todos nosotros.

-Además, hay otro detalle que tenemos que tener en cuenta a la hora de negociar con Erchomion. Parece ser que no le gustó la idea de que la princesa Finduilas esté con nosotros. Dejé claro a Aelloth cuando hablamos con él que era una mera invitada de Ayla y que no tenía nada que ver con Sil Auressë. Es algo que habrá que recalcar si sale el tema. Erchomion no ha de temer nada por parte de Finduilas, y si tenemos que tenerla más vigilada para su tranquilidad, se hará.

Arkyn, acostumbrado a escuchar en silencio, no abrió la boca mientras sus ojos iban de un interlocutor a otro, como si bebiese sus palabras. Esperaría a que terminasen de hablar antes de formular sus preguntas, si es que le quedaba alguna ya que muchas se estaban respondiendo durante la conversación.

-¿Tener vigilada a Finduilas?, preguntó Curudae sin poder evitar sonreir ante el comentario de Khôradur. No sería tarea fácil controlar a la princesa de Dol Caladir. -Es un elemento imprevisible en el tablero, pero confío en el criterio de la Dama Ayla. Hizo grandes esfuerzos para traerla aquí, y puede que esa insistencia oculte un deseo de tenerla cerca en vez de lejos.

El Senescal acabó su copa, y se dirigió a Agnor y Arkyn. -Si tenéis alguna pregunta más, decirnoslo ahora. De lo contrario, que entre Aelloth. Es preferible que partáis pronto, os esperan varias jornadas de viaje.

Agnor recogió la pregunta del senescal y negó con la cabeza. Tenía ganas de conocer al emisario.

-Curudae, la vigilancia de Finduilas es una baza para las negociaciones, siempre y cuando salga en la conversación. No me apetece dedicar un hombre todo el día para controlar sus movimientos, pero lo haré si con eso ayudo a negociar con Erchomion, aunque no vaya a servir de mucho. Pero ya hablaremos de eso más adelante, que entre Aelloth.

Khôradur avanzó hacia la puerta y avisó a uno de los guardias.

-Traer a Aelloth, pero antes...si aún no se le ha devuelto la espada, dársela, y traerlo a nuestra presencia

Volvió su mirada hacia sus interlocutores y se detuvo en Arkyn

-Arkyn, creo que te han informado de lo esencial de nuestra situación. Si no es así lo descubrirás ahora mismo. Ni que decir que lo que aquí hablemos será confidencial.

Y se quedó de pie, esperando

El bardo asintió asegurando que conocía el nivel de confidencialidad exigido pero no abrió la boca si no que permaneció expectante pendiente de lo que Aelloth tuviera que decir.

Aelloth entró en la sala aún abrochándose el cinto de armas. Había recibido de buen grado su espada, y aunque tenía ganas de sacarla para comprobar su estado, consideró mejor no hacerlo. Hizo una leve reverencia a Khôradur, y observó a los demás presentes.

-Senescal Curudae, dijo sin saber muy bien qué más decir, así que se limitó a mirar por encima la sala. -Así que estos son tus aposentos. Menudo cambio de la Sala de los Gremios de Tharbad.

Terminó de ponerse el cinto, y se ajustó la sobrevesta. Se había afeitado esta mañana, y en general tenía mejor aspecto que en la reunión del día antes. -Me imagino que vosotros dos seréis los que me váis a acompañar, les dijo a Arkyn y Agnor. -Esperemos que esta vez los orcos no nos sorprendan por el camino.

Agnor miró de arriba a abajo al recién llegado. "Un descarado", pensó. Le tendió la mano.

-Agnor Guthild. Seré uno de los acompañantes. Esperemos que esta vez no haya orcos.

Aelloth le agarró del brazo a Agnor. Un saludo entre guerreros, entre soldados. Al final, es lo que eran. Hombres al servicio de otros, por honor, monedas o lealtad. Las discrepancias que podrían tener con los señores de Sil Auressë no iba cargarlas en los hombros de este hombre cuya tarea era acompañarle sano y salvo de regreso a su señor.

-Compartiremos el camino, pues. Qué así sea. Y cuando lleguemos a nuestro destino, en el campamento de Echorion, os invitaré a más usquebaigh que hayáis visto jamás.

Aelloth había tenido pocas ocasiones de observar lo que sucedía en el castillo de Sil Auressë, pero le sonaba la cara de Agnor de algo. Podría ser, efectivamente, uno de los sargentos del ejército de aquí. Tomó nota mental de ese dato.

-A ti te vi actuar en la fiesta, dijo a continuación dirigiéndose a Arkyn. -¿ASí que también me acompañarás?

Al ver la camadería que muestra Aelloth al saludar a Agnor, no puedo por menos que sonreír. Lo ha visto en más de una ocasión en el campo de batalla, y esa camadería que se puede dar entre soldados que se han visto poco o nada en la vida, puede llegar a ser más fuerte que el acero mejor templado de una espada

Parece que esto comienza con buen pie, pienso

Arkyn seguía apoyado de espaldas a la pared observándolo todo con ojos curiosos. Se había mantenido en silencio escuchando al resto pero cuando Aelloth apareció salió a su encuentro para saludarle.

- Arkyn, de Bree - se presentó, realizando su habitual saludo con una leve inclinación de cabeza, una vez que Agnor hubo hablado primero. Asintió cuando el recién llegado preguntó si le acompañaría. - Así es - respondió lacónicamente, volviendo a su mutismo.

-Bien, si os parece comencemos, el tiempo apremia y hay algunas cosas que tenemos que tratar antes de que partáis.

Muestro a Aelloth unas sillas y hago gesto al resto para que se sienten

-Aelloth, sé que prefieres estar de pie, pero te pido que por favor, te sientes con nosotros -le comento cortésmente

Dicho esto espero a que todos se sienten antes de ser el último en hacerlo. Despliego un mapa de Cardolan

-Ignoramos exactamente donde se encuentra Erchomion, ya que es posible que en este tiempo se haya desplazado, así que confiaremos en que permanezca en su última posición y hacia allí, creo yo, deberíais partir. Tendréis provisiones preparadas para cuando partáis. Nuestro mensaje es claro, apoyamos a Erchomion en sus pretensiones y queremos tener tratos con él, pero no podemos ceder hombres para su causa, ya que nuestros recursos en ese aspecto son muy limitados, ahora bien, ofrecemos refugio en caso de que Erchomion o sus hombres lo necesiten, así como un control de los caminos dentro de nuestra jurisdicción, en la medida de nuestras posibilidades.

-También queremos dar un mensaje a Erchomion, un consejo más bien, de que no es juicioso ni sabio tener varios conflictos a la vez. Consideramos que saldría ganando si hiciese las paces con los clanes de Saralainn, y nos ofrecemos como territorio neutral para llevar a cabo las negociaciones, si así Erchomion lo desea. Aconsejamos que se centre en recuperar el título y posesiones que son suyas por derecho.

Callo unos segundos

-Este consejo no lo damos a la ligera. Tener dos frentes abiertos puede provocar que, a la larga, se unan en un frente común y tenga dos adversarios atacando a la vez. Además, hay otro elemento que Erchomion ha de tener presente y que posiblemente nos obligará, a todos, a buscar alianzas, incluso entre aquellos que nos puedan ser hostiles, para hacer frente a un enemigo común que quiera acabar con todos nosotros. El "Señor de la Guerra" fue derrotado, pero parece que alguien se ha alzado en su lugar para sustituir y traer horror y sufrimiento a Cardolan.

Callo esperando ver la reacción de Aelloth

Agnor esperó a que Aelloth se sentara antes de hacerlo él mismo, ligeramente a su izquierda y detrás para observar todos los movimientos del invitado. Sabía de sobra que Aelloth había tenido ocasiones de sobra para ser un peligro para Sil Auressë, y seguramente esa reunión era el peor momento para intentar un atentado contra "los jefes". Pero también podía ser el último momento posible para él. Agnor no estaba acostumbrado a la compañía de políticos, y aunque las manos fuertes y la actitud de Aelloth eran las de un guerrero más que las de un cortesano, no lo conocía tanto como para bajar la guardia. Quizá fuera costumbre marcial más que vigilancia necesaria, un comportamiento automático. Desde su punto de vista ya habría tiempo para confraternizar y tomarse ese usquebaigh. De momento, cautela y estudio.

Las circunstancias políticas y la estrategia del señor Curudae estaban de momento más allá de la comprensión de Agnor. Así que, por que a él respectaba, no era más que una lanza encargada de llevar sano y salvo al invitado ante su señor. No quería bandoleros ni orcos en el camino, pero si los hubiera, les haría frente.

Aelloth era más soldado que emisario o espía. Un hombre de armas. Pero gozaba de la confianza de Echorion, algo que le otorgaba cierta autoridad a pesar de no ser de familia noble.

Se había quedado de pie en un primer momento, con las manos juntas detrás de su espalda, mirando a Khôradur y Curudae. Pero no tardó en sentarse cuando Khôradur se lo indicó. –Sil Auressë me recibió bien, y os habéis preocupado por mi bienestar. Sois hombres de honor, y así se lo diré a mi señor Echorion cuando me reúna con él. De mi parte, tenéis mi gratitud. En cuanto a vuestra valoración de la situación, hay sensatez en vuestras palabras. Una tregua con los clanes de Saralainn podría resultar de gran ayuda.

Estaba todo dicho, pero había una última cosa. -Es hora de partir, y observo que no está la hermosa Aylarien aquí presente, ni tampoco lo estuvo en la reunión de ayer. ¿Se encuentra bien? Estoy seguro que Hir Echorion está ansioso de recibir noticias de vuestra Dama, a quien tuvo la ocasión de conocer.

Al escuchar la pregunta de Aelloth, no puedo por menos que sonreír, aunque cierta melancolía aparece en mi semblante

-La dama Ayla no se encuentra en este momento entre nosotros. Si hubiese estado seguramente las cosas habrían sido muy diferentes. Esperamos que regrese pronto. Todos la echamos de menos.

-Por cierto Aelloth, os he hablado de una amenaza que se cierne sobre Cardolan y no ha parecido que os sorprenda, ¿teníais noticias de ella?, ¿sabéis a lo que me estaba refiriendo?. Es una amenaza mucho mayor de lo que puedan ser los entresijos del tío de vuestro señor y acabar con ella ha de ser nuestra prioridad.

Aelloth tomó nota de las palabras de Khôradur sobre la ausencia de la Dama Ayla. -Ciertamente, su ausencia se nota. Esperemos que regrese pronto.

-En cuanto a la amenaza que describís, ha sido precisamente ese comentario el que me hizo recordar a la Dama de Sil Auressë. No tengo más información, pero no me sorprende la aparición de algunos secuaces del Señor de la Guerra. No comparto vuestro pesimismo sobre la gravedad de esa amenaza. La campaña de los Señores Aliados en Minhiriath, y después la victoriosa Batalla de Metraith acabaron con la mayoría de las fuerzas de Dagorhir. De cualquier modo, le haré llegar a Hir Echorion vuestra preocupación. El Consejo posterior, en Metraith, le otorgó la responsabilidad de Protector de estas tierras. Y él ha cumplido con su deber. Ahora su prioridad puede que esté en recuperar lo que es suyo por derecho.
 

Agnor lamentó escuchar eso. ¿Cuántos buenos eriadorianos habían muerto en las luchas intestinas de los barones? ¿Cuándo los poderes oscuros habían dejado de aprovechar, entre las sombras, el desorden de las guerras civiles?

Las palabras del senescal se repitieron en su cabeza. "Sería interesante aprovechar los días de viaje para entablar relación con Aelloth". Acompañarlo y protegerlo, conocerlo, y con suerte conseguir su amistad. Una mano amiga cerca del Hir Echorion. Empezó a impacientarse.

-¿Queda algo que debamos saber para el camino?
 

Khôradur escuchó atentamente las palabras de Aelloth

-Al ser tu señor protector de estas tierras me quedo más tranquilo, ya que sé que en caso de necesidad podremos contar con él, pero escúchame Aelloth, no estamos hablando de unos simples secuaces del "Señor de la Guerra", sino algo que se está levantando para sustituirle. Te contaré muy por encima lo que hemos averiguado, porque por encima de las posibles alianzas que podamos tener entre tu señor y Sil Auressë, es importante que lo pueda estar pasando se conozca.

Me levanto y a medida que voy hablando voy señalando sobre el mapa

-Mi jefe de cazadores descubrió un ritual, posiblemente antiguo en esta zona, pudiendo ver un extraño símbolo. Iba a investigarlo cuando nos llegaron noticias del ataque de una de nuestras caravanas por antiguos esclavos del Señor de la Guerra, los cuales dejaron, o perdieron, no sabría decirte, un cofre. Este cofre fue recuperado por nosotros y abierto. Dentro había varios saquitos de polvo de oro, y varios pergaminos enrollados en forma de cartas, uno estaba abierto, tenía palabras escritas en lengua negra, aunque pudimos leerlo. Mencionaba que la hora se aproximaba, había que liberal al Dagul y que estos eran presentes, que había que llevar al Godusth. Esta misiva estaba firmada por un tal Kathog, el mismo nombre que escuchaste durante tu cautiverio Aelloth. Las otras dos cartas estaban selladas con un sello con las runas S-V-K, escritos en runas y en Lengua Negra, pero no pudimos leerla, pero en uno de ellos aparecía un símbolo, el mismo que había visto mi jefe de cazadores, y que demostraba una relación entre el cofre y el ritual que había presenciado. No sé si te habrás dado cuenta Aelloth que las runas S-V-K coinciden con el nombre de la tribu orca que te capturó, Skator-Vok-Koptog, y también que mencionan a

Me detengo unos segundos antes de proseguir

-Un sabio que vive con nosotros a quien le consultamos nos dijo que este cofre iba destinado a otro mago para convocar a un demonio, valiéndose del culto primitivo que pudo ver Denelloth. Curudae ha oído hablar de Khathog, un hechicero oscuro y enemigo de la dama Ayla desde hace tiempo, cuya mente sufre algún tipo de locura. Y no sólo eso, en una de las cartas nombraban claramente a Sil Auressë, y estos pergaminos eran copias, por lo que los originales habrían llegado a su destino y los rituales para convocar al demonio estarán en marcha.

-Por último, Arkyn nos informó que una granja cercana a nuestras tierras había sido destruida, y sus habitantes presuntamente muertos. Por las huellas que encontró, los atacantes podrían ser orcos. Esa granja -señalo en el mapa- se encontraba en un punto estratégico, ya que era ideal para controlar lo que pasaba al sur de esa posición, las tierras de Minhiriath. Con su caída, un enemigo puede acercarse hasta Sil Auressë, a diez millas, sin ser visto. Este ataque nos indica, o bien que ya se han puesto en marcha y pronto estarán encima de nosotros, o bien ha sido una maniobra de distracción para atacar desde otro lugar, o simplemente mantenernos ocupados mientras se ocupan de otras tareas.

-Por eso Aelloth, es crucial que partas de inmediato y te reunas con tu señor. Por favor, dile todo lo que te he dicho. Si un nuevo poder oscuro se está alzando es imperioso que nos unamos y le detengamos. Sil Auressë no dispone de grandes fuerzas, pero ayudaremos en todo lo que podamos. De momento he enviado a mis hombres a explorar los alrededores de la aldea y a investigar el extraño ritual y los ataques de la caravana y la granja. Lo que descubramos lo compartiré con vosotros, independientemente de si hay una alianza o no entre Sil Auressë y tu señor. Lo crucial aquí es acabar con esta amenaza.

-Qué así sea, dijo Aelloth y abrió la puerta para salir. -Transmitiré todo lo dicho aquí a Lord Echorion. No subestiméis la importancia que pueda tener Sil Auressë en cualquier contienda en estas tierras. Tenéis una buena ubicación estratégica, y estáis construyendo una fortificación y habéis hecho convocatorias de tropas para defenderos. Veo mucha fuerza aquí.

Y añadió: - Hasta nuestro próximo encuentro, e hizo una leve reverencia a Khôradur y Curudae antes de salir de la sala sin mirar atrás.