Partida Rol por web

Turno 9. Exterior

El norteño había entrado apenas comprendió la idea, se abalanzó sobre la entrada con un movimiento audaz y sin dejar el más mínimo espacio a la duda. El contraste entre la luz del día y el oscuro galpón hicieron que no tenga claro lo que pasaba frente a él, solo podía ver la silueta del norteño delante. Pudo notar que el otro guerrero no los acompaño, eso lo tomó por sorpresa, contaba con él para proteger a al compañero que se había adelantado. Extranjero, pensó para sí, dándose cuenta que no había entendido una sola palabra del plan. Se lamentó por ello pero aún esperaba contar con la sorpresa.

El cruce de miradas con el arquero con las flechas incendiarias fue como un acuerdo sin palabras, ese hombre entendía de batallas y sabía que podía contar con él para el combate que se avecinaba, supo incluso que él sí había escuchado el plan. Theon dibujó una leve sonrisa en su rostro cuando notó que la flecha apuntaba al cielo Hay mas de ellos... no están solos pensó, dudando lo que encontrarían cuando llegasen los demás.

Escuchó un grito en otro idioma que no comprendió, aunque lo dedujo al oír las cuerdas de los arcos y el silbido de las flechas. Giró levemente su cabeza para ver hacia atrás, no mas de un segundo, pero lo suficiente para notar al orco aturdido por el golpe del guerrero y a Egnadan mal herido. Por los Valar, el chico no! Comenzó a preocuparse pero no se detuvo, las cosas no estaban saliendo como pensó, rogó silenciosamente que el muchacho no cometiera ninguna torpeza o su padre no tendría consuelo.

Turno 10. General

Corrió tras el norteño como habían acordado y poco a poco la silueta de los orcos se fue haciendo clara. Una maldición incomprensible se escapó de sus labios cuando notó que eran mas de cinco los que tenía alrededor. Al parecer o había mal interpretado las señas del montaraz en el techado o éste había errado el cálculo. Eso sumado a que el otro guerrero no había entrado como esperaba logró que Theon comenzara a sentir temor. Estamos muertos, pensó.

Contaba con que su rubio compañero avanzara con el improvisado plan, el hombre le había demostrado que valor no le faltaba y habilidad tampoco. Dio una rápida mirada al entorno, los arqueros estaban ocupados, por mas que quisieran no podían entrar en combate al instante, pero en un menos de un minuto los tendrían por la espalda. Había mas orcos de gran tamaño, uno frente a ellos y el resto por los laterales, y por sobre todo estaba la bestia frente a él. El temor se potenció, había visto una criatura similar en la guerra del año anterior, pero solo de lejos y había sido vencida entre varios guerrero experimentados. No dudes ahora! Se dijo, mordiendo con fuerza y tratando de reaccionar.

- Adentrooo todooooos - gritó con fuerza, llamando a los dos guerreros que aún estaban en pie fuera, esta vez en perfecto oestron, ya no había nada que ocultar. Avanzó con firmeza hacia el orco que se encontraba al lado del líder enemigo, ajustandose al plan. Estaba dispuesto a cumplir lo que había dicho, dejando que el norteño pelease solo con el jefe mientras el resto  detenía a los demás.

Gritos de murciélagos se escucharon mientras se acercaba. Blandió su espada decidido y pudo notar una sombra conocida por detrás de su objetivo, su amigo había llegado justo a tiempo. Como si la esperanza se apoderase de su brazo, el filo del metal se abrió camino hacia el orco.

-Turno 10

Tarbrand haciendo uso nuevamente de su habilidad de infiltración, ayudada por su valioso hechizo, llegó sin problemas a los prisioneros. Una vez allí se acercó al que parecía estar en mejor estado y tranquilizándolo en un susurro inaudible para los demás, debido al estruendo que se había desatado en la entrada, le dijo en tono tranquilizador:

-Tranquilos compañeros, vengo a liberaros, tras ello yo iré a intentar acabar con los guardias, en cuanto podáis, armaros con mi daga o con lo que podáis coger y seguidme, os necesitamos desesperadamente; creo que en la habitación que está detrás de mi hay armamento... -decía a la vez que cortaba las ataduras del hombre seleccionado y acto seguido le dejaba la daga al sujeto liberado y él se preparaba para realizar un golpe letal al guardia orco más cercano.

Turno 10

Agnor pudo notar al buen Hasgon disparando la flecha incendiaria hacia el cielo, llamando al pelotón. Pero fue un relámpago de un segundo, porque enseguida entró ligeramente encogido, cubriéndose con el escudo pegado al cuerpo como un ariete, por si acaso se encontrara con un obstáculo o un lanzazo inesperado mientras se adaptaba al cambio de luz.

Fue cuestión de un par de segundos, no más. Pudo ver, más bien intuir, la figura del rubio que había entrado con Tarbrand por el tejado, acercándose tan rápido como silencioso por la espalda de los orcos. Sintió dejar atrás, a ambos lados, a dos orcos arqueros. Pero lo que capto realmente su atención fue aquel monstruoso orco. Una criatura gigantesca, puro músculo y maldad, tan grande como para portar una pesada alabarda en una mano y un escudo en el otro.

El escudo con aquel emblema repugnante. Eran ellos. No era una banda de orcos errantes. Eran de aquel ejército que pendía sobre Sil Auressë.

La rabia y el sentido del deber fueron más fuertes que el dolor que le laceraba el costado.

Aquel amenazador monstruo, sin embargo, estaba con la guardia baja. Agnor no tenía la posición ideal para una buena finta, por entrar con esa postura encorvado y protegida por el escudo. Pero tenía la oportunidad de lanzar un golpe desesperado con la esperanza de marcar territorio desde el primer segundo, en una batalla que prometía ser muy dolorosa.

Hizo un giro rápido y lanzó una estocada de abajo a arriba con un grito de esfuerzo. No había acabado de hacerlo y ya supo que no había sido suficiente. Aquello se iba a poner muy feo.

Turno 10

Justo después de dar la orden de disparar, el Uruk vio entrar al guerrero norteño blandiendo una espada bastarda. Se dirigía directo hacia el líder orco, y éste se preparó para el combate. Era hábil con la alabarda, y nunca había sido derrotado en combate singular. Su pesada cota de malla absorbió el golpe apresurado del humano, y entonces el uruk cargó con la alabarda. Pero el arma se enganchó con su propia capa en el momento preciso, y perdió la oportunidad de acabar con su enemigo.

Turno 10. Resolución

Los gritos de los orcos se mezclaban con los golpes de las armas, y acto seguido comenzó la refriega. En medio del tumulto, Theon se encaró con el orco que acudía a proteger al capitán uruk. De reojo vio a los prisioneros al fondo de la sala .Reconoció a Aben y a Menegor, y estaban heridos pero vivos. Menegor le había reconocido, estaba seguro de ello. Pero no había tiempo para más. Con un movimiento ágil, Theon barrió con la espada hacia las piernas del orco para ganar una ventaja. El corte fue profundo, y el dúnadan notó como los músculos y tendones se partían. El orco se tambaleaba hacia delante, a punto de caerse. Y se alejaba de su capitán, permitiéndole a Theon posicionarse junto a Agnor en el centro del pasillo.

A la derecha de Theon, el primer asalto del combate entre Agnor y el capitán había acabado en tablas. Los dos se miraban evaluando el siguiente movimiento.

Entonces, una luz se proyectó hacia los murciélagos, y a continuación un martillo voló desde el fondo del pasillo. Aaren arrojó su arma con fuerza, y después se movió hacia Theon y Agnor. El improvisado arma arrojadiza le impactó con una fuerza tremenda, pero no penetró la pesada cota de malla. Los orcos grandes iban bien pertrechados y equipados.

Finalmente, en la otra parte de la sala, un guardia orco avanzaba con otro más pequeño hacia el pasillo donde se libraba la batalla principal. El orco de menor tamaño aún sujetaba el arco y colocaba una flecha con veneno en la cuerda...

Turno 11

-Mi nombre en Menegor, dijo el guerrero rápidamente mientras desataba a otro compañero. El dúnadan había aparecido de entre las sombras justo cuando había visto a Theon y al norteño entrar en la sala. No entendía cómo podía moverse así, pero no había tiempo para preguntas. -Nuestras armas están en la sala. ¡Cuidado con las flechas, llevan veneno!

Luego indicó a dos de los prisioneros. No estaban heridos de gravedad, pero apenas podían moverse por el veneno paralizante.
 

Turno 11.

Había tenido una oportunidad y quiso aprovecharla, pero le faltó habilidad suficiente. No había entrado con buen postura para hacer una ataque refinado y eso se notó en la finta desesperada que lanzó. Y quedó en una posición vulnerable en la que temió lo peor. Pero aquel orco tampoco parecía preparado para ese combate improvisado y Agnor pudo coger aire.

El primer contacto no había sido de su gusto, pero su espada ya había tocado carne. Aunque fuera un rasguño. Quizá fuera un factor para aprovechar, una manera de aislarse con el capitán orco sin tener que preocuparse de los demás orcos.

Agnor recuperó la posición de guardia y señaló al capitán con su espada.

-Tan grande como torpe, ¿te pesan los calzones? ¿Por eso hueles así? - le dijo con media sonrisa provocadora-. Tú y yo, monstruo. ¿O no te atreves?

Y atacó, pero con más cautela de la que pudieran dejar ver sus palabras.

-Turno 11

El montaraz asintió al soldado liberado y le agradeció el consejo, para acto seguido dejarle el puñal en sus manos y que liberarse al resto, mientras el se preparaba para acabar con el guardia orco más cercano en el menor tiempo posible.

Por ello, acercándose por la espalda sin ser detectado, se irguió repentinamente en toda su envergadura y asestó un duro golpe descendente con la intención de cercenar la cabeza del maldito orco y que no diera mayores problemas.

Tarbrand era consciente de que la situación se estaba complicando en la entrada, pero tenía que despejar aquel ala para que los prisioneros pudieran equiparse rápidamente y acudir al auxilio del resto de la comitiva.

Turno 11

La sangre orca empapaba su espada en lo que había sido un buen primer golpe contra esa criatura, para dar lugar a un hachazo devastador sobre el aturdido orco por parte de Aaren. La miradas de los dos amigos se cruzaron en una tácita complicidad. A su lado el norteño había golpeado a líder sin que este pudiera siquiera blandir su albarda, y lo desafiaba con coraje, trataba de lograr un combate singular entre ellos tal cual lo que habían acordado. Bien... Cuanto duraría esa ventaja? 

Giró levemente la cabeza aprovechando el aturdimiento de su oponente, divisó a los prisioneros, uno había sido liberado por una sombra que tardó en reconocer como el montaraz del tejado. Apenas perceptible el hombre se encaminaba a uno de los grandes orcos sin ser detectado. Su cabeza terminó de girar para notar como los arqueros iban soltando sus arcos y tomando sus armas a sus espaldas. Los dos de afuera no tardarán en entrar, no serán un problema, se dijo mientras juntaba fuerzas para su próximo golpe.

- Aaren, este es mío, elige otro para tí !!! - le dijo con buen ánimo, como si la batalla estuviese de su lado y se tratase de elegir que porción de botín tomar. Claramente no era así, pero Theon sabía que debía rematar a ese oponente y esa era una buena oportunidad, y no pensaba separarse del norteño, le había prometido protección contra el resto de los orcos y lo cumpliría. Era mejor que las habilidades de Aaren se cobraran otra víctima.

Turno 11

Afortunadamente, el primer envite no se nos había dado mal. Un orco estaba ya casi fuera de combate y el Guerrero Norteño, había conseguido sobrevivir milagrosamente a su heroica pero temeraria irrupción en la sala.

Asentí a la propuesta de Theon con un rápido movimiento de cabeza. Me alegraba comprobar que se encontraba bien, aquel Orco ya no nos daría más problemas y mi amigo era el más apropiado para terminar con su vana resistencia.

EL Norteño, provocó al Lider Uruk para arrastrarlo a una batalla mano a mano...no me pareció la mejor decisión que hubiese tomado en su vida....pero por Tulkas que no sería yo quien se interpusiese entre el honor de un Guerrero y su espada.

En cualquier otro momento, me quedaría a su lado para apoyarle, pero en ese preciso instante, no había lugar para discusiones. Los murciélagos se habían unido al caos de la refriega y los Orcos empezaban a reorganizarse tras la sorpresa inicial. Debía elegir mi Próximo objetivo sin vacilar.

Tras una breve panorámica de la estancia, decidí moverme hacia la izquierda, donde los Prisioneros empezaban a liberarse. Allí Tarbrand, se encontraba a punto de caer sobre su ingenuo enemigo, que todavía no parecía haberle visto. Otros 2 Orcos se encontraban allí. Desenvainé mi maza e intenté acercarme a él antes de que reparase en mi presencia.

Turno 11

El orco miró con desprecio al rubio guerrero. Había sentido su golpe en el costado, pero su armadura le había protegido. Apartó empujando con el escudo al orco que tenía a su izquierda, y cargó contra el que había osado desafiarlo. Estaba furioso, pero los años de duro adiestramiento le habían enseñado que era mejor mantener la cabeza fría. Trató de empujar con su alabarda y mantener a distancia a su enemigo. El escudo lo reservó para defenderse del otro humano que había entrado. No se fiaba del honor de nadie.

-¡Fuera!, gritó a los suyos. Y luego se enfrentó en combate singular al intruso. -¡Tú mueres hoy, escoria Bur-Kurv!

Turno 11. Resolución

En el otro lado, Menegor terminó de desatar a otro prisionero y le dejó la daga. Después cruzó la puerta al fondo de la habitación en busca de armas. Mientras tanto, los murciélagos causaban confusión entre los dos guardias. Tarbrand aprovechó esto para moverse sigilosamente y cargar con su espadón. El golpe no fue todo lo fuerte que le hubiera gustado, pero impactó en la cabeza del orco y la punta del arma se hundió en el cráneo. El orco se quedó inmóvil, y después se desplomó preso de fuertes convulsiones previas a la muerte. El segundo orco se giró para ver qué estaba sucediendo, pero los murciélagos aún se interponían entre Tarbrand y él. Trató de ahuyentarlos con su lanza.

En el centro del pasillo, Agnor se enfrentó al capitán Uruk. Las armas de los dos combatientes chocaron con fuerza, pero ninguno logró superar las defensas del otro.

Junto a él, Theon golpeó al orco por segunda vez, pero ahora su ataque resultó débil. Vio de reojo como el gran orco del lado opuesto a los prisioneros se acercaba cuidadosamente. Estaba aún lejos, mantiendo las distancias. Pero le acompañaba un arquero con la flecha ya cargada, buscando su objetivo.

Aaren sacó su martillo y cruzó la antigua puerta para buscar al otro de los guardias orcos. Mientras avanzaba, vio cómo Tarbrand acabó con el primero de los guardias orcos. El segundo se encontraba de espaldas a Aaren, y trataba de moverse hacia Tarbrand. Era mejor no atacar aún. A su derecha, junto a la venta, uno de los orcos más pequeños^A01 desenvainó una cimitarra. Estaba nervioso y asustado, pero si Aaren atacaba al orco grande le dejaría descubierta su espalda.

Por la ventana, Aaren pudo ver a su compañero Egnadan tratando de vendar una herida. Estaba sentado y pálido. También vio a dos de los hombres que formaban parte del otro grupo. Estaban en el centro del patio, y con un gesto uno de ellos le indicaba al otro que fuera a ayudarle.

-¡SE DESANGRA! ¡AYÚDALE!, ordenó y el grito se escuchó en el interior. Poco después, los pasos del mismo hombre cargando hacia el interior de la sala, donde se encontró con dos orcos en la puerta que estaban sacando sus armas.

Turno 12

-¡Bur-Kurv! Eres un gusano débil, gritó el Uruk y golpeó su escudo con la alabarda, provocando al guerrero para que cometiera un fallo. Necesitaba buscar su momento para atacar, y sabía que el humano era más ágil y rápido.

El letal montaraz sacó la espada de la inmunda cabeza del orco con cierto deleite mientras unas gotas de su despreciable sangre le salpicaron el rostro dándole un aspecto más que terrorífico. Tarbrand iba notando como la adrenalina del combate se apoderaba de todo su ser, y lo impulsaba cada vez más a dejarse llevar por aquel sentimiento de rabia e ira contra esos inmundos servidores de Morgoth.

Por ello, sin dudarlo un instante clavó su vista desafiante en el orco guardián restante, mientras esperaba que el recién llegado Aaren se ocupara del arquero. Así que cruzando la nube de murciélagos embistió a la criatura con un golpe lateral que esperaba vencer cualquier resistencia a su paso.

Las armas chocaron y luego se rechazaron. Los dos contendientes estaba midiendo sus fuerzas pero, al menos, parecía que Agnor había conseguido centrar la atención del capitán orco y convertir el combate en un baile de dos. Los compañeros ya estaban en sus propios combates, pero Agnor no estaba prestándoles mucha atención. Su mirada se centraba en el capitán. Quiso confiar en que no tendría que atender a más de un contendiente a la vez y así podría centrarse en aquella criatura.

Algo que, por otro lado, no era tampoco seguridad de nada. Ni poca cosa.

La bestia era grande y fuerte, pero ligeramente más pesada, y además manejaba un arma poderosa pero lenta. Para manejar una alabarda con una mano hace falta fuerza, pero incluso siendo un auroch, debes asumir la pérdida de cierta agilidad. Algo que Agnor quería aprovechar. Era fuerte y robusto, pero de escasa altura para la norma entre los norteños. Quizá eso le permitiera acercarse mejor ante el orco.

Ignoró la provocación y volvió a intentar un ataque, maniobrando con cautela sin bajar la guardia. Levantó ligeramente el escudo para apartar la alabarda y el brazo de la espada saltó como un resorte en línea directa contra un hueco del enemigo.

Turno 12

Una gota de sangre orca voló frente a él desde su derecha, un signo del fuerte impacto que dio el montaraz sobre el orco con un efecto fulminante. Ese frente estaba cubierto, los murciélagos seguían creando confusión, los prisioneros se estaban liberando y tanto Aaren como el hombre del tejado parecían poder cubrir bien los combates por venir. A su lado estaba el norteño en un duelo parejo y medido con el líder Exelente, tiempo es lo que necesitamos se dijo, conforme con como el hombre hacía su parte jugándose la vida en ello.

Pudo escuchar a lo lejos algo sobre asistir a Egnadan, lo alivió la noticia, su padre estaría agradecido a ese hombre. La silueta del otro guerrero se acercaba desde fuera y no tardaría en llegar. No quiso detenerse en los orcos que estaban a sus espaldas, debía concentrarse en el que tenía delante. Sin embargo notó como el frente izquierdo era otro tema, había un gran orco libre y otro con un arco que parecía apuntarle directo a él. A Theon le pareció una locura de inexpertos que usaran un arco para atacar al centro del combate, nunca se sabía con certeza a quien podía dañar una flecha, y decidió utilizar eso a su favor. Aprovechó el aturdimiento de su oponente para girar en torno a la criatura, de modo que el cuerpo del gran orco se interpusiera en la línea de tiro del arquero. Continuando el mismo movimiento volvió a blandir su espada, pero la posición no era cómoda y no logró asestar el golpe con toda su fuerza.

Turno 12

Una estela de sangre proyectada me marcaba el camino a seguir.

Tarbrand el encapuchado, se había desecho de uno de los Guardias con una pasmosa habilidad. Tal vez no había demostrado ser muy diestro en un combate abierto, pero si había dado pruebas de lo contrario usando el subterfugio.

A mi espalda, Theon se demoraba más de lo previsto para dar el golpe de gracia al guardia herido...
Le hice un gesto para confirmar que no necesitaba de mi apoyo...en cualquier caso tendría un ojo pendiente de su evolución.

Ya me disponía a lanzar mi ataque sobre el Guardía restante, cuando reparé en el orco más enjuto que desenvainaba una cimitarra junto a la ventana.
Si atacaba al guardia por la espalda, dejaría la mía al descubierto a su vez...

Antes tendría que deshacerme de aquel obstáculo...pero el guardia buscaba ya a Tarbrand entre los murciélagos. El encapuchado se encontraba justo enfrente, no tardaría en encontrarlo.
En el piso superior ya lo había pasado mal con uno de aquellos Orcos de armaduras pesadas... pensé que lo mejor sería ahorrarle una segunda acometida de aquellos guerreros...

...entonces lo vi: escuché un grito que despertó mi atención desde el exterior, pude oirlo limpio y claro a través de la ventana y cuando mi vista se volvió hacia ella, pude ver al joven Egnadan. Su rostro era pálido y parecía seriamente herido.

Instintivamente empecé a andar hacia la ventana...quería asegurarme de tener controlado su estado por si algún traicionero orco intentaba aprovechar su debilidad.
Ya no había nada que pensar, el destino había decidido por mi el blanco de mi maza* (*esta vez si ^^)

Alcé mi escudo para esconder mi rostro entre la maraña de Murciélagos que planeaban la estancia y cargué con decisión hacia el orco de la cimitarra, intentando golpearlo antes de que me viera venir.

Cuando dejé caer mi estrella del Alba, los rayos dorados del exterior se proyectaron en las afiladas púas que sobresalían del cabezal...
Haciendo honor a su nombre, los haces luminosos se reflejaron en todas direcciones confiriéndole el aspecto de las primeras luces de la mañana...sin embargo, un inquietante brillo verde metalizado parecía intuirse en los rebordes del metal...

No pude contener una pequeña sonrisa cuando alcancé a ver en los ojos del Orco, que había reconocido el veneno paralizante con que ellos mismos habían capturado a nuestros compañeros.

Turno 12

-¡Por Hir Rochon! ¡Por Echorion!, gritó Hasgon al atacar con su espada eket al primer orco que vio al entrar en el interior del edificio. La afilada hoja de la espada le cortó el brazo derecho, y el orco se quedó mirando horrorizado su mano en el suelo que aún sujetaba la cimitarra. Estaba en estado de shock y cayó inconsciente. A su izquierda, el otro orco retrocedía al ver entrar a más enemigos desde el patio.