Partida Rol por web

Turno 12

En el lado opuesto, Menegor había recuperado sus armas de la sala al fondo. Ahora portaba su escudo y su espada, y miró desafiante al guardia orco quien le había propinado brutales palizas durante el cautiverio. -¡Disfrutaré verte morir!, le espetó. Menegor vio como los murciélagos le tapaban parcialmente, y también como el montaraz que le había rescatado se acercaba para acabar con él. Aunque no llegaba aún a luchar con el orco, quiso llamar su atención para facilitarle el golpe al dúnadan.

Turno 12. Resolución

El guardia orco^GO1 cayó en la trampa, y comenzó a andar hacia Menegor. El muchacho había aguantado sus golpes con una sonrisa burlona, y encima el capitán le había prohibido matarlo. Escupió al suelo y agarró su lanza...

Pero al avanzar entró directamente en la trayectoria de la feroz carga de Tarbrand. La espada bastarda golpeó con fuerza abriendo una gran herida en el costado, y no tardó en comenzar a sangra profusamente. El orco se tambaleaba confundido, mientras los murciélagos se alejaban en busca de un lugar más seguro. Todos salvo uno, que aún seguía encima de las cabezas de los combatientes.

Detrás del guardia orco, Aaren se movió con agilidad blandiendo su estrella de la mañana. El impacto de la bola con cadena fue devastador, y los huesos de la caja torácica del orco se aplastaron. La víctima le agarró el brazo a su verdugo, y le miró a los ojos durante unos segundos y después cayó al suelo moribundo. Su espíritu pronto abandonaría este mundo para siempre.

En el centro, Theon agarró al orco aturdido y le atestó un rápido y elegante golpe en el pecho a la vez que lo usaba de escudo para el disparo del arquero. La maniobra salió perfecta, ya que la flecha impactó en el abdomen del orco aturdido, quien cayó inconsciente al suelo.

El combate parecía decantarse a favor de los atacantes. Pero aún quedaba el capitán uruk y su duelo con Agnor. Esta vez fue el norteño el primer en atacar, pero su golpe no atravesó la pesada armadura del enorme uruk. Y entonces, el orco giró sobre sí mismo y con un movimiento atlético golpeó con su alabarda el costado de Agnor con tal fuerza que casi lo levantaba del suelo. Algunos orcos gritaron de alegría, y el uruk dejó caer su escudo para agarrar su alabarda con las dos manos... Era el momento de atestar el golpe de gracia al insolente humano que había osado desafiarlo.

Turno 13

El orco frente a él se estaba desplomando, la flecha de su propio compañero terminó con el trabajo que él había comenzado. Gritos heroicos se mezclaban con otros de dolor y agonía, en un combate que empezaba a inclinarse hacia su lado. Frente a el estaba el arquero a lo lejos acompañado por un orco grande que comenzaba a acercarse. Aaren estaba muy cerca de él, libre tras el último impacto. Bien, entre los dos podremos con estos, pensó. Su optimismo se esfumó en un segundo, la pesada carga de la alabarda del líder enemigo casi acaba con la vida del norteño, sin duda había sido un duro golpe. Theon titubeó. Era consciente que en las batallas podía haber bajas, siempre era así, por otro lado su equipo estaba a salvo y la batalla casi ganada, una baja era un costo aceptable, cuando empezó la pelea temió que fuese mucho peor. De todos modos se le cruzó la idea de atacar al líder, de evitar lo inevitable, y se le vino a la mente el claro desafío de su compañero, eso era un combate limpio entre dos guerreros. Si intervenía arriesgaba su vida y manchaba el honor del norteño, si no lo hacía era muy probable que el hombre muriese. La batalla esta ganada pero este duelo, perdido.

No iba a cambiar el resultado hiciera lo que hiciera, ambas suertes ya estaban echadas, pero sí podía alargar los días de aquel norteño que peleó con valentía a su lado. Su cuerpo se tensó, tomó el escudo con firmeza, y corrió con toda sus fuerzas. La distancia era corta, estaba a pocos metros, levantó su escudo y se lanzó para colocarse entre el hombre y la alabarda que volvía a abalanzarse.

-Turno 13:

Tarbrand aprovechó sin dudar la astuta treta del tal Menegor, el cual había demostrado una denotada motivación y voluntad para ayudarles, cosa que agradecía de veras el joven montaraz. Por lo que tras su primer golpe que consiguió aturdirlo, agarró su arma con ambas manos y se dispuso a sentenciar a aquel malnacido.

Luego vio como el hombre rubio que ya empezaba a verlo como un valioso compañero acabó con el arquero, y por lo tanto el flanco de los prisioneros había sido liberado. No obstante, cuando ya creía que todo iba bien, escuchó el alarido de dolor de su amigo Agnor, al cual le debía la vida y haber podido llegar tan lejos; por ello no lo dudó ni un instante cuando le exclamó a sus recientes aliados:

-¡Bien hecho amigos! Aquí hemos terminado, pero nuestros compañeros nos necesitan en la siguiente sala, no nos demoremos, y que nos sigan todos los liberados capaces de portar armas, ¡vamos! -dijo finalmente haciendo un gesto con la mano conminando al resto a seguirle mientras se adelantaba para acudir en auxilio de los demás, esperando que la exclamación de dolor del guerrero norteño no hubiese sido la última...

Turno 13 (Mal numero si no crece...)

Tras sostener la mirada del orco hasta su último aliento y comprobar que Tarbrand tenía a su rival sometido, me abalancé sin pensarlo hacía el pasillo de la estancia, donde todavía se libraba una tensa batalla...en mi frenético avance, busqué nuevamente a Theon con la mirada, la última vez que lo había visto, se encontraba en apuros. Mi intención era llegar hasta él cuanto antes para así poder servirle de soporte.

Cuando al fin lo encontré entre la maraña de Muercielagos que empezaban a dispersarse, pude contemplar para mi alivio que ya se había librado de  su oponente y se encontraba ileso.

Pero mi alegría no duró mucho, el guerrero ario que se enfrentaba al enorme Uruk, acababa de recibir un fuerte golpe. Su alarido de dolor retumbo por  toda la estancia como un presagio de muerte. Tambaleándose,  aturdido, se encontraba a merced del Lider Orco, esperando ignorante de lo que se le venía encima, el postrero golpe de gracia de un Monstruo implacable.

Fue entonces cuando contemplé horrorizado como mi amigo se impulsó en un rápido movimiento enfrente del norteño, interponiendo su escudo entre arma y aliado.

Cuando pude discernir aquella alabarda rasgando las partículas de polvo suspendido atravesadas por el haz de luz que penetraba desde la entrada, una inquietante sensación de desasosiego se apoderó de mí.

Aquella visión sin embargo, me dio una idea. Sin dejar de avanzar, abrí nuevamente la palma de mi mano izquierda y apunté hacia los ojos del Uruk para intentar deslumbrarlo un instante  y disminuir su concentración. Solo fue un segundo pero esperaba que aquella distracción proporcionase alguna ventaja, por mínima que esta fuese a mi amigo...si conocía bien a Theon, su cerebro de estratega encontraría el modo de usar aquello en su favor.

La apremiante necesidad de llegar hasta mi amigo, se acrecentó obligándome a acelerar la marcha. Sin embargo, un nuevo obstáculo se interpuso en mi camino. Se trataba de otro de aquellos arqueros. En esta ocasión, el incauto me daba la espalda mientras se preparaba para cargar contra uno de los recién llegados. Debería deshacerme rápido de él si quería llegar junto a Theon y prestarle mi ayuda. Lo siento amigo, pero no tengo tiempo para presentaciones esta vez...pensé, mientras dejaba caer de nuevo mi estrella con todas las fuerzas que me restaban sobre el cráneo de arquero.

Turno 13

Hubo unos segundos en blanco y Agnor se despertó en el suelo sin saber cómo había llegado ahí. Puntitos de colores bailaban en sus ojos y sintió un intensísimo dolor en el costado. El mismo lugar donde un par de minutos antes el enorme orco del patio ya le había golpeado con fuerza.

Entonces supo que había sido derribado por aquel monstruo. Todo le pasaba como despacio ante sus ojos: el animal soltando su escudo con autosuficiencia y luego levantando la alabarda con ambas manos para acabar su trabajo. En sus manos a Agnor le pareció el hacha de un verdugo a punto de caer sobre un condenado. No se sintió con fuerzas de nada más que de mover el escudo intentando cubrirse de alguna manera de esa embestida. Supo que el momento había llegado.

... padre, ya voy... , pensó.

Turno 13. Resolución

El resplandor del fuego desde los establos arrojaba extrañas sombras en el interior de la base orca. El tremendo ataque del Uruk centró la atención de todos. Agnor se hallaba a merced del capitán orco quien soltó su escudo y agarró con dos manos su alabarda. Pero entonces Theon intervino. Se abalanzó para interponerse entre el Uruk y su víctima, y trató de parar el golpe con su escudo y con su espada. Al mismo tiempo, su compañero Aaren llegaba desde la sala contigua y un haz de luz salió de su mano cruzando la estancia hasta dar en el rostro del orco. Entre uno y otro, le hicieron dudar. Aún así, cargó con su alabarda. El ataque logró impactar en el pecho a Agnor. El norteño perdió el equilibrio y dejó caer su arma. Le costaba respirar, y aunque se mantuvo en pie durante unos segundos, al final todo se volvió oscuro y se desplomó al suelo.

Aaren atacó con rabia al orco que se preparaba para luchar contra Hasgon. La bola de su estrella de la mañana dibujó un arco perfecto antes de impactar de lleno en la cabeza del orco. Aaren supo al instante que el orco había muerto. La bola siguió su camino después de atravesar el cráneo. El crujido se escuchó por toda la sala, y Aaren  aprovechó la inercia para buscar otro objetivo. Hasgon se abría a la derecha del Uruk y trataba de evitar más golpes a Agnor. A su lado tenía ahora a Theon, y los dos estaban encarados con el hábil capitán orco. A su vez, el orco que había estado pendiente del combate de Agnor se posicionó rápidamente a la derecha de su capitán para hacer frente a Hasgon. Así dejaba al Uruk encarado con Theon.

Al fondo de la sala, Tarbrand se apresuraba para acabar con el orco con quien luchaba. Su golpe fue fuerte y profundo en la pantorrilla, y logró cortar una arteria. La sangre brotaba con fuerza, y el orco no podía pararlo. Dejó caer su arma y se agarraba desesperadamente su pierna. Pero era en vano. No tardaría en perder el conocimiento y después moriria desangrado, aunque de todos Menegor se acercaba para rematarlo detrás de Tarbrand quien ya se dirigía a la parte central.

Quedaban tres orcos en pie. Desde fuera se escuchaban aullidos de los huargos. Parece que el fuego les había alcanzado.

El Uruk era hábil, no había duda alguna, y fuerte por demás. El intento de Theon de detener el golpe sirvió apenas para desviar levemente la alabarda, que de todos modos impactó en el norteño. La experiencia en combate le permitía darse cuenta que el hombre seguía con vida, aunque yacía inconsciente en el piso. El sonido del cráneo despedazado de un orco a sus espaldas le dio esperanzas de que pronto esa batalla llegase a su fin. A su lado, el hombre de las flechas incendiarias se incorporaba codo a codo a para enfrentar a las dos criaturas frene a ellos.

Tiempo... Theon tenía claro que no podía vencer a su rival, sin embargo si podía detenerlo lo suficiente como para que el combate se inclinase a su favor, y eso fue todo lo que hizo. Midió los movimientos de su oponente mientras tomaba con firmeza su escudo, dispuesto a recibir un impacto de lleno para buscar un punto débil que le permitiese nivelar el combate. 

-Turno 14:

Tras liberar al mundo de la asquerosa presencia de otro inmundo orco, se dirigió a los prisioneros que ya empezaban a armarse y los alentó diciendo:

-¡Vamos buena gente! ¡Es hora de enseñarle a esa escoria lo que significa el dolor! -exclamó para subir el ánimo de los hombres liberados deseosos de venganza.

Por ello aprovechando como salían en tropel, aprovechó el desconcierto para ocultarse nuevamente, táctica que tan buen resultado le dio con anterioridad, por lo que pensaba repetirla y acercarse sin ser detectado al guardia o incluso al líder si fuese capaz. No obstante, cuando entró vio a su amigo norteño postrado en el suelo, le aterró verlo así, pero parecía que respiraba, por lo que sólo pudo decir mentalmente "Aguanta un poco amigo mío, si conseguimos que caiga el líder yo mismo me aseguraré que no abandones este mundo, no aún ...".

Turno 14

El cráneo del Orco se hundió bajo el peso de mi arma con demasiada facilidad, como un castillo de naipes sobre un fardo de hierba seca.
El camino hacia mi amigo se abría de nuevo.

Si, mi amigo. Pensé...nunca me había planteado la relación que me unía con el Jinete, pero ahora que lo observaba enfrentando a la muerte, no me quedaban dudas...Theon se había convertido en mi amigo.

Desde que el mundo se oscureció para mi hacia tantos años ya en las oscuras mazmorras de , y el último de mis compañeros de celda sucumbió a la enfermedad,tan solo había podido llamar por ese nombre a una persona...pero Thorian se encontraba ahora muy lejos de allí, seguramente atendiendo las duras obligaciones que le correspondían como señor y líder de su clan.
Su habilidad hubiese sido de gran ayuda en la actual situación, pero él, no podría ayudarnos ahora...
Sin duda un día nos reuniríamos de nuevo y el reencuentro seria glorioso, pero no podía esperar su ayuda esta vez...
En aquellos momentos era Theon quien me necesitaba...él era mi camarada y ahora lo sabía, un amigo de verdad...mi corazón se alegró como el día que descubrí la aurora del amanecer en *Khazad Yunder Vallahir, a los pies de las Azules.

Los aullidos de los Huargos, trajeron a mi mente de nuevo la imagen de los establos...el fuego se extiende.
Antes de cruzar al pasillo, me giré para gritarle a Menegor una última consigna.

¡¡MENEGOR!! ¡LOS CABALLOS! ...

Los Huargos descansaban en un compartimento contiguo, así que era posible que el fuego todavía no los hubiese alcanzado. En cualquier caso; Menegor sabría que hacer, tal vez fuera demasiado tarde para ellos, pero había que intentarlo mientras hubiera alguna posibilidad. Eran animales nobles que siempre nos habían servido con fidelidad...no merecían aquel final.

Sin mas contratiempos, continué mi implacable avance. Mis pies no corrieron, sino que volaron al encuentro de mi amigo para enfrentar junto a él, al terrible monstruo que amenazaba su vida.

Turno 14

¡¡MENEGOR!! ¡LOS CABALLOS! ...

El grito de Aaren le hizo detenerse a Menegor. Solo entonces vio las llamas devorando la pared de los establos. La puerta principal estaba demasiado lejos, pero efectivamente recordaba haber visto una puerta que comunicaba el cuarto del fondo con los establos. Estaba detrás de unas cajas...

-¡Vamos, ayudadme! ¿Aben?, gritó a los demás prisioneros liberados. A algunos les costaba moverse, aunque por suerte el efecto paralizante de las flechas orcas no duraba demasiado.

Menegor entró en el cuarto y rápidamente movió algunas cajas para llegar hasta la puerta.

Turno 14

En el centro de la sala, el capitán orco sonrió al ver caer a su rival. No podía sino reconocer el valor del norteño, y era consciente de que lo había derrotado con bastante suerte. Pero aún así, había logrado una gran victoria en combate singular. No en vano era de la élite orca, adiestrado en combate desde que pudo andar, y preparado para comandar a legiones con puño de hierro.

Ahora vio que a su alrededor había cada vez más enemigos, y prácticamente la totalidad de los orcos habían sido derrotados. Pero aunque la marea de la batalla se había vuelto en su contra, no existía el miedo para él. Solo quedaban dos orcos en pie, y los huargos en los establos. Necesitaba acercarse a la entrada para salir de la ratonera en la que se había convertido el edificio.

-¡¡SCARA!!, gritó invocando a los huargos, y con rabia golpeó a Theon con el puño de su mano izquierda. Más que para hacerle daño era para apartarlo de su camino.

Luego agarró el escudo del suelo y comenzó a andar hacia la puerta

Turno 14. Resolución

El uruk golpeó el aire para apartar a Theon y comenzó a avanzar pasando por encima de Agnor, no sin antes agarrar el escudo de los Skator-Vok-Koptog del suelo. Vio la posición defensiva de Theon, y pensó que tenía el camino despejado. Pero no contaba con Aaren quien había seguido con la inercia de su golpe anterior y llegó desde la izquierda del enorme orco blandiendo su estrella de la mañana.

¡¡BUUM!!

La bola con cadena le impactó en la pierna de apoyo, y el orco gritó de dolor. No había alcanzado la puerta, y ahora tenía que defenderse de otro enemigo. Se giró, y tenía a su izquierda a Theon quien le amenazaba con la espada, y enfrente a Aaren quien había dejado un reguero de sangre y de cadáveres orcos por toda la sala.

El arquero orco tenía la flecha cargada, y optó por disparar precisamente a Aaren. Pero los nervios le jugaron una mala pasada y la flecha se le cayó al suelo.

Al fondo del pasillo, el guardia orco se preparaba para pelear con Hasgon. Pero solamente seguía luchando por miedo a morir, y por miedo a su capitán. Cuando vio al guerrero desmembrar al primero, y ahora cargar con fuerza hacia él, el orco dio un paso hacia atrás, asustado. Antes de que pudiera reaccionar, Hasgon le había alcanzado con otro golpe terrible. Por un momento, Hasgon dudó de si le había penetrado la armadura. Pero entonces vio como una oscura mancha de sangre se formaba en el pecho del orco. Y sonrió.

Detrás del orco herido, Tarbrand había llegado a una posición ventajosa. El orco aturdido sería un blanco fácil, aunque a pocos pasos se hallaba el gran capitán uruk.

Desde fuera se escuchaban más ruidos de los huargos, y un gran golpe de alguno de ellos impactando contra la puerta del establo. Y algo más. De repente, se escuchaba un temblor. Primero apenas se notaba, pero en cuestión de segundos aumentó de intensidad. El suelo tembló, y era como si una tormenta lejana se aproximara a gran velocidad.

Tarbrand se fue acercando sin ser detectado mientras meditaba cual sería su próximo objetivo; el orco guardián era un enemigo bastante fácil, pero el bueno de Hasgón parecía tenerlo controlado, y el orco que estaba tras el mismo tendría que recargar este turno; así que la decisión estaba clara, tenía que acabar con el uruk, si conseguían abatirlo los demás depondrían las armas al instante, rogando por su vida como las inmundas criaturas que son.

Por ello, aprovechando que el líder aún no lo había visto, se quedó esperando como actuaba semejante engendro y como le respondían sus amigos, para que justo en el momento en el que la criatura bajó la guardia, el montaraz salió de la penumbra como si fuera un rayo directo hacia el uruk, con su espada levantada con una mano por encima de su cabeza y el escudo en la otra, gritando con un profundo tono de ira:

-¡¡Por Agnoooor!! -exclamaba en honor a su postrado amigo; para justo en el momento en el que iba a soltar su mandoble dar una voltereta sobre sí mismo aumentando aún más la inercia del golpe, el cual lo descargó con una fuerza brutal sobre el enemigo dispuesto a abrirlo en canal de arriba a abajo como si fuera mantequilla.

El golpe del Uruk lo hizo a un lado, pero el oportuno impacto de su amigo sobre la criatura logró complicarle su retirada. La situación giraba rápidamente a su favor. El hombre de las flechas incendiarias había herido de gravedad al otro orco y el otro oponente estaba ocupado con su arco. Todo se resolvería pronto, pensaba, mientras respiraba aliviado por el pedido de Aaren, si Menegor llegaba a tiempo salvarían su caballo, y eso lo reconfortó unos segundos.

El temblor que se sentía en los pies, el sonido lejano que se avecinaba, lo distrajo. Huargos o caballos? No lo sabía, pero no había olvidado la flecha incendiaria que disparó su compañero uniformado hacia el cielo antes de entrar, como tampoco su grito en el primer ataque. Es que acaso el ejército del exiliado de Girithlin está en la zona? se preguntó, dudando si los que se avecinaba era para mejor o para peor. Sea como fuera el presente estaba en el combate, y debía terminar primero eso.

- Aaren, nos sirve mas si está vivo - dijo con frialdad. El otro montaraz estaba a punto de sumarse al combate, entre los dos lograrían vencerlo, no tenía dudas, pero para lograr neutralizarlo sin acabar con su vida, necesitaba algo mas. Se alejó de ellos en dirección al cuerpo del arquero orco mas cercano, a unos pocos pasos. Buscó entre las flechas las untadas en la sustancia verde que ya conocía bien y tomó el arco dispuesto a cargar. 

¡Bumm! Mi golpe alcanzó al Uruk que intentaba huir hacia el exterior de la cabaña ahora que la batalla se había tornado claramente en su contra. Por fortuna, había llegado a tiempo, aunque el temible Orco, no parecía tener interés en luchar con nosotros.

Uno de los asaltantes, parecía tener controlado al otro guardia Orco, mientras que el arquero, que había errado su flecha. No nos daría problemas por el momento.

Asentí en silencio a las palabras de mi amigo, intuyendo cual seria su plan...aunque no entendía de que nos podría servir mantener a aquella criatura con vida, le hice caso y trate de contener el avance del Uruk.

A un lado, pude entrever la figura del encapuchado que nuevamente surgía como una sombra de la nada...Tarbrand...ese era su nombre. Sin su ayuda, aquello tal vez no hubiese terminado tan bien para todos...

Lo mejor que podía hacer era enfrentar al monstruo, para asi conseguirle una mejor posición de ataque. Lo que no podía, era refrenar las fuerzas de mi ataque, cualquier atisbo de duda, podría suponer nuestra perdición.
Si eso suponía la muerte del Uruk, tendría que disculparme más tarde con Theon. Pero mejor él que cualquiera de nosotros.

Me encaré con el Uruk y balanceé suavemente mi estrella para centrar su atención en su movimiento.

No tan rápido amigo... la música suena...le espeté levantando la cabeza en un gesto de escucha, en clara alusión a los aullidos de los Huargos...la noche es larga y yo todavía no estoy cansado... ¡Bailemos un poco!
levanté mi escudo para recibir sus acometidas, e intenté llamar su atención con mi ataque, para dejar vía libre a Theon y al encapuchado.

Entonces escuché el grito del encapuchado...[-¡¡Por Agnoooor!!] su furia le había traicionado en el último momento...¡Mierda! que no se gire...pensé. Entonces, algo precipitado, solté mi brazo contra el Uruk para evitar que este se girase y pudiese esquivar el ataque de Tarbrand.

Turno 15

Hasgon sonrió al escuchar el ruido cada vez más fuerte desde el exterior. -La tormenta cae sobre vosotros, y Hasgon hijo de Haragil va con esa tormenta...

La vida de Hasgon había cambiado en tan solo un día, y por primera vez en mucho tiempo, se sentía orgulloso de lo que hacía. Tenía un motivo por el que luchar. Y la gloria al alcance de su mano.

Golpeó con rabia al orco, y le hizo otra herida en la pierna.

Turno 15. Resolución

Fuera, el sonido de los cascos de decenas de caballos golpeando contra el suelo era ya atronador. Por momentos, temblaba el suelo con la llegada de la caballería.

No obstante, en el interior aún no habían vencido. Theon agarró algunas flechas de un orco fallecido, y sacó su arco. El arquero orco cargó su flecha de nuevo, apuntando a Theon. El uruk se encaraba ahora con Aaren, y aún herido en la pierna era un rival letal. Las provocaciones del guerrero aumentaron su furia, y sus ojos brillaban con un fuego intenso. Iba a luchar hasta el final…

Aaren atacó con su estrella de la mañana, pero su golpe impactó en el escudo. Aún así, el orco notó el impacto. Cuando se preparaba para golpear con su alabarda, una figura alargada surgió de entre la penumbra. Y acto seguido, del pecho del jefe orco salió la punta de la espada de Tarbrand. Su golpe había atravesado la armadura, y el corazón del uruk.

Turno 16 (a)

Tomó las flechas con el extraño ungüento verde, había pocas pero suficientes para poner fin a aquel asunto. Comenzó a acomodar una de ellas en el arco para hacer el disparo que tenía en mente cuando vio como la espada del montaraz atravesaba el pecho del líder y le quitaba la vida. No cabía duda que ambos guerreros eran excelentes combatiendo, tampoco había duda en que esa bestia era monstruosa y merecía morir, es más, era una amenaza que siguiera con vida. Aún así su rostro se tensó, en un notorio disgusto. Principiante... En otro contexto hubiera hecho que aquel hombre hubiese sido sancionado, pero aquí nada podía hacer, al menos su amigo había respetado su voluntad. Con el último aliento de esa criatura se iba el conocimiento de lo que realmente estaba pasando allí, los planes que pudiesen tener ese grupo tan organizado de bestias, las posiciones de sus bases, el momento de su ataque... La mandíbula de Theon se cerró con fuerza, impotente.

El grito de Hasgón, que estaba sumergido en una especie de fanatismo por la causa de su señor, confirmó que se acercaban aliados. La batalla había terminado, o mejor dicho, hubiera terminado de no ser por el arquero orco que apuntaba su flecha hacia él. Que ironía, pensó para sus adentros, riéndose del absurdo destino que podría implicar morir en ese momento. Pero Theon no creía en el destino, sino en la voluntad de los hombres y la tenacidad con que defendían sus desiciones. Tensó su arco para apuntar al orco que lo amenazaba, mientras gritó a viva voz - No tienes porqué terminar como los demás! Si bajas tu arma, vivirás - Estaba claro que esa criatura iba a morir a menos que él interviniese. Si tenía la inteligencia suficiente bajaría su arma, prisionero era mejor que muerto después de todo, siempre que estuviese dispuesto a colaborar. Seguramente el ejército que se acercaba sacaría provecho de lo poco que podría saber ese orco, y además Theon podría ver otro amanecer sin sufrir el impacto de la flecha envenenada. Se mantuvo atento a la maniobra de su oponente.

El montaraz jamás había conseguido abatir a tantos enemigos en tan poco tiempo, estaba henchido de orgullo por su habilidad para acabar con aquellos engendros, por lo que sacando con sadismo su espada del corazón del uruk, retorciéndola para producir aún más agonía echó un último vistazo y comprendió que todo aquello pronto estaría acabado, sus compañeros se acercaban a caballo y a los orcos restantes seguro que el bueno de Hasgon y el hábil hombre rubio darían buena cuenta de los enemigos restantes.

Por lo que sin dudarlo ni un instante, y aprovechando que sus nuevos aliados se encaraban a los orcos restantes, se arrodilló ante su compañero Agnor. Aún recordaba cuando él lo salvo de aquel encuentro con los orcos merodeadores, y como brillantemente los redujo pese a estar en desventaja, ahora le devolvería el favor sin dudar... 

De esta forma agarrándolo entre su brazos e intentando sacarlo de su desmayo le habló diciendo:

-Venga compañero, no nos dejes ahora, esta escoria ya está acabada y hay que disfrutar de la gloria -dijo con una media sonrisa en un intento de animarlo; tras la cual impuso sus manos sobre el cuerpo de Agnor y cerrando los ojos, intentó emplear los conocimientos de sanación mágica que había adquirido para que al menos recobrara la conciencia.