Partida Rol por web

Norión subió con dificultad las escaleras apoyado en el hombro de su alumno, confiaba mucho en ese joven, más de lo que aparentaba. Tenía muchas preocupaciones en su mente y quería ordenar sus pensamientos, pero cada segundo era importante, no podía dejar para después lo que debía ser hecho en el momento indicado.

- Girion, muchas cosas han pasado desde la última vez que nos vimos, hace muy poco tiempo atrás. La bolsa que encontraste nos fue de utilidad para dar con la persona que ayudó en la captura de Sir... no se si estabas al tanto, pero Raku tiene una hermana trabajando en la academia y le dio toda la información sobre las niñas, nada menos que la profesora Edrec, que tanta estima te tiene- dejó unos segundos de silencio antes de proseguir, porque había sido algo difícil de digerir para él, probablemente lo fuera para el muchacho -Esta mujer está bajo custodia y aún así nos está ayudando a desentrañar un misterio difícil de resolver. Lo que verás en esa sala supera tu entendimiento, pero no desanimes, confío en tus capacidades y en tu prudencia, pregunta poco y aprende mucho, es lo único al respecto que puedo decirte- unos pocos pasos antes de entrar se detuvo y tomó el brazo del joven con fuerza y lo miró a la cara con un claro gesto de preocupación -Girion, las niñas están a salvo por ahora pero puede que no sea así siempre, todo esto es por Sir, este ataque, el sitio a esta ciudad... Denelloth ha sido nombrado su guardián y si nuestra misión en el monolito falla él volverá a llevase a la niña y a la dama Finduilas a un lugar seguro, Metraith tal vez... pero temo que ni él ni yo sobrevivamos al monolito si algo sale mal, simplemente porque ambos estamos dispuestos a dar nuestra vida para cumplir esta misión del modo en que fuerzas mas allá del entendimiento de los hombres nos lo revelaron... si ambos morimos quiero que tu vengas y salves a la niña, lo entiendes? esto es entre tu y yo, los Valar dirán si es necesaria tu ayuda, pero debes estar a la altura de los momentos difíciles que tenemos delante. Confío en ti Girion.... ahora entremos- dijo tras las tensas palabras, y abrió la puerta de la sala.

Girion acompañó a Norion a la biblioteca, no sabía en qué debía ayudarle, pero conociéndole podría ser por cosas que ni él podía imaginar.

Así sucedió, superando todas las expectativas del joven dunadan, y eso antes siquiera de entrar en la biblioteca. Norion detuvo al dunadan y le contó parte de lo sucedido y parte del por qué estaban ahí. Muchas preguntas se sucedieron en la mente del joven mientras ubicaba en su cabeza todo lo que le estaba contando y lo integraba en lo que sabía. Pero Norion necesitaba una respuesta inmediata y concisa.

- Haré todo lo que esté en mi mano para salvar a Sir y a la dama Finduilas si finalmente ocurre algo funesto- prometió el joven. Pero antes de que Norion abriera la puerta de la biblioteca para entrar, Girion le sujetó y le miró fijamente-. Espero que me cuentes más a cerca de todo esto mientras vamos al monolito, si es que mis dudas no son resueltas en esta sala contigua-  pidió Girion.

Al entrar el joven saludo cortésmente a los educadores con una leve reverncia con su cabeza mientras les miraba, tanto a Cerveth como a Edrec, pese a lo que Norion le había contado sobre su implicación en el rapto de Sir.

Luego miró a Finduilas y su reverencia fue más delicada, pues dunadan como él, pertenecía también a la nobleza pero sin duda a un nivel superior. Tras esto se permitió el lujo de mirarle unos segundos de más a los ojos de la dama. El porte y la personalidad de ésta, eran abrumadores, por eso fue que Girion se perdió unos segundos en sus ojos, quizás por el anhelo de llegar a ser lo que ella era o había logrado ser y por como era personálmente y sociálmente.

Sin más, permaneció callado a la espera de que pidieran su opinión o su intervención, intentando asimilar todo lo que allí se debatiera.

Entonces escuchó las palabras de la dama Finduilas. No sabía a qué se refería, pero si era por el monolito, como sospechaba, él también tenía una opinión al respecto. Sin embargo, el joven no se inmutó escrutando todos los detalles de la conversación y, como le había pedido Norion, aprendiendo de ella.

Norión abrió la puerta satisfecho por la respuesta de Girion, contar con su palabra si todo salía mal era un consuelo que refrescaba su espíritu. El viaje sería suficientemente largo para explicar cualquier duda que el muchacho tuviese, así que se concentró en lo que había venido a hacer. En la sala vio al director y a la profesora de astronomía haciendo los cálculos que les habían sido solicitado, los saludo con un gesto de su cabeza y centró su mirada en la mujer frente a él. Finduilas. Una sonrisa se dibujó en su rostro apenas posó sus ojos en ella, era algo refrescante en medio de tanta adversidad. Sus palabras fueron duras, un reclamo que sonaba a amenaza, aún así escuchar su voz era algo reconfortante, más sabiendo que tal vez nunca mas volviese a escucharla.

- Estoy listo para llevar esa carga - le contestó y se volteó hacia su compañero - Él es Girion, hijo de Gildur y mi alumno predilecto, él nos acompañará al monolito y en caso de que sea necesario...- se detuvo. Apoyado en su cayado se alejó del muchacho y se sentó en una banqueta contigua a donde estaba la hechicera - Quiero explicarle algunas cosas importantes-. Se abstrajo de todos los presentes salvo de Finduilas, buscaba las palabras con cuidado, tratando de que su último encuentro fuese algo grato de recordar para ambos.

-Finalmente el Lugarteniente consiguió el apoyo de los enanos, Ferrim hijo de Ferric nos acompañará, me consta que tiene instrumentos adecuados para grabar en el monolito las runas que usted disponga. Prefiero ser yo quien haga las invocaciones apropiadas frente al monolito, cuento con la bendición de Namo, así que la muerte no me llevará hasta haber cumplido lo que he venido a hacer, y además esta la piedra de Sir... con ella mis rezos llegarán al corazón de Valinor, no debemos temer. Sin embargo todo puede fallar si Gothdust aparece... pero si así fuese, él si puede vencernos ,será mucho mas poderoso en medio del ritual, y por mas duro que suene, puede conmigo y también puede con usted- sus ojos brillaron por un momento - no quiero que nada malo le suceda, yo no podría...- se mordió el labio, no debió haber dicho esas palabras. Él había sido el responsable de las desiciones que se tomaron en el Othrind, se había tomado el trabajo que ningún otro haría, había intentado proteger a una mujer tan incomprendida como temida, injustamente juzgada por hombres que no habían sido sometido a las pruebas que ella había sido expuesta. Acaso volver de la muerte era distinto a volver del abismo? Norión no juzgaba a esa mujer, y al igual que Ayla estaba dispuesto a ayudarla, aunque los motivos que a él lo motivaban eran muy diferentes, y estaban ocultos en un duro corazón que hasta hace dos días él daba por muerto. Recuperó su compostura y prosiguió con su rostro inmutable. - En caso de que la misión falle, Denelloth o Girión vendrán por Sir para ponerla a salvo, no podemos permitir que sea capturada nuevamente. Son hombres de armas, valiosos contra orcos pero poco dotados frente a otro tipo de fuerzas. Khoradur aceptó mi propuesta de que usted se sume a la escolta, la proteja de los poderes de la oscuridad y sea también quién interceda por su custodia en un lugar seguro. Lo mas probable es que vayan a ser enviados al Príncipe Pelendur en Arthedain, él accederá a hacerse cargo de la niña ante el pedido de la soberana de Dol Caladir, nadie duda de ello. Ayla hubiese aprobado esto, Finduilas... sé que no esta de acuerdo pero es mejor así- sus palabras se entrecortaban, otro tipo de dolor muy diferente al de su rodilla se interponía -Tenemos sin embargo un aliado mas, el guardián de la piedra, el elfo que protege a Sir desde el mundo de los sueños... Benaldamath. El montaraz puede contactar con él, y si fuese necesario, prometió manifestarse y destruir el monolito... es nuestra última esperanza. Según entiendo esta en gracia con Yavanna y yo con Namo, si ambos Valar nos ayudan la balanza puede inclinarse. Y si Varda ilumina a nuestros eruditos y Tulkas a nuestros guerreros... tal vez...- su mirada se perdió en una batalla por venir, sangre y oscuridad era todo lo que podía ver de momento.

-Ahora, Finduilas, cuénteme que ha encontrado- no había pasado desapercibido para él la mirada perdida de la hechicera, bordeando la locura. No era la primera vez que la había visto así, pero él había logrado calmarla otras veces, ésta no iba a ser la excepción.

Denelloth tomó la piedra de las manos de la niña inconsciente, y por un momento le dio la sensación que la pequeña aflojó su puño cerrado. Como si quisiera entregarle al montaraz a quien apenas conocía su bien más apreciado, su esperanza, lo que le mantenía en la lucha por su vida.

Ella movía su boca, y Denelloth pudo escuchar con dificultad cómo pronunciaba algunas palabras… -Th-Thelran… ¿Thelran?, parecía preguntar cuando notó la presencia de Denelloth. Ya en otra ocasión le había dicho que le recordaba a alguien que había conocido.

Luego un nuevo escalofrío recorrió su frágil cuerpo, y sollozó. –Ben… Ben… Y apretó su puño vacío donde ya no estaba la piedra, y se quedó dormida nuevamente en la penumbra de la sala, donde Caäniza e Ionell la cuidaban lo mejor que podían.

El montaraz subió a una de las torres en construcción, sin dejar de pensar en la promesa dada a Sir. Trató de localizar aves, y en el horizonte vio varios puntos negros de los murciélagos del enemigo surcando el cielo, planeando en círculos… Vigilando, espiando.

En Eriador había gran variedad de aves. Era fácil encontrarse con aves migratorias de las familias de los patos salvajes, cuervos, una especie de cigüeña carroñera y otras muchas. Pero esta noche iba a ser difícil. Además, necesitaba algo más rápido, capaz de enfrentarse o al menos huir de los murciélagos gigantes del enemigo.

Continuaba silbando, mientras se concentraba en canalizar los poderes de la Naturaleza. Los halcones de Cardolan eran de un color más pardo y menos llamativos que en otros lugares, y de tamaño pequeño en comparación con los de Arthedain. Pero podría valer. Solamente necesitaba que uno acudiera a su llamada, y desafiara el Mal que se propagaba lenta pero inexorable hacia Sil Auressë. Porque los animales lo sentían mucho antes que los humanos. Desde hace ya un tiempo, el temor y la cautela se habían instalado entre las criaturas de los bosques y de las colinas.

Denelloth empezó a pensar que no iba ser su noche. Tal vez de camino, cerca de algún bosquecillo, podría volver a intentarlo.

El sonido captó su atención, y entonces vio cómo llegaba sin apenas hacer ruido un búho de plumaje grisáceo. El animal dio un par de vueltas alrededor, como estudiando al extraño humano que había solicitado su presencia. No era habitual que pudieran comunicarse con las aves. Luego abrió sus alas y se posó en una almena a pocos pasos de Denelloth.

Los búhos eran habituales en los bosques que quedaban en Cardolan, y se decía que por la noche cantaban lamentando la pérdida de las grandes extensiones forestales de antaño. Éste era un búho de las quebradas, más habitual en la zona de Tyrn Gorthad, pero la llegada de los espectros tumularios los había sacado de sus nidos. Era un animal veloz, y sabía defenderse. No tan agresivo como un halcón, pero tal vez más resistente y desde luego nocturno.

Se volvió sorprendido (porque ya desesperaba de encontrar ayuda) al oir ulular un búho a su espalda. El montaraz lo encontró clavando sus penetrantes ojos en los suyos. Contempló un momento su hermoso pelaje gris y su agraciado porte, admirado, como siempre que le ocurría algo así. Reconoció su estirpe y enseguida sintió una cierta empatía por él; también estaba lejos de su lugar de origen. El montaraz ensayó algunos sonidos, intentando asegurarse la confianza del animal, e intentando transmitirle serenidad, de una forma no verbalizada, casi ni siquiera pensada; posturas y sentimientos, más que nada. Lamentó no tener ni un pequeño bocado para ofrecerle, y contuvo sus ganas de tocarlo. Luego volvió a fijarse en sus ojos, y humildemente le pidió su ayuda, la de sus fuertes alas y penetrantes ojos, para que volara delante de él en la próxima jornada, y le previniera de la presencia de seres malignos en su camino.

Parecía que el búho lo había comprendido. Denelloth lo vio alejarse, y no pudo evitar verlo como un emisario de los nobles dunedain de antaño, enterrados en las Quebradas de los Túmulos, que lo enviaban en su ayuda. Cuando la silueta del ave se hizo mínima en el amplio cielo suspiró, se volvió y descendió a grandes zancadas, para reunirse con la partida. Iba dando vueltas en su cabeza a dos nombres. Benaldamat y... Thelran.

-La carga es el manto que uno escoge para vestir, anamarta, contestó Finduilas. -Nosotros elegimos nuestras cadenas en este mundo. Pero para vos, la esperanza reside en lo que vendrá después del oscuro telón de la muerte.

Su voz era templada pero potente, y sus ojos captaron las miradas de Girion y de Norión. Tal era su porte que los otros palidecían en la lejanía, como si esta mujer captara toda la luz de la sala, dejando a los otros en la penumbra de un segundo plan. Incluso el maestro Cerveth parecía tan solo un aprendiz inexperto y torpe ante la elegancia y sabiduría de la Dama de Dol Caladir.

-Vuestros silencios son reveladores, dijo ella cuando notó la frase que dejó a medias Norión. No obstante, no indagó más. Simplemente miró a Girion. El apuesto dúnadan, hijo de Gildûr.

-¿Cuánto le habéis contado al joven Girion?, preguntó con cierta sorna en su voz, sin dirigir la pregunta a nadie. -¿Acaso está listo para caminar en la oscuridad, cuando sus ojos han visto tan pocas primaveras? Sus ojos aún guardan el brillo de la inocencia, sus labios apenas han saboreado los besos y el vino, y menos el amargo sabor de la derrota y de la muerte. Acaso es justicia que los ancianos perduren mientras los jóvenes…

Entonces de repente se quedó en silencio, y miró al suelo, como afligido. No quería manchar este encuentro con amenazas y malos presagios, bastante oscuridad se cernía ya sobre todos. Se le notaba abatida y agotada por momentos. –Ahora os revelaré lo poco que he encontrado. Y me quedaré atrás. No os acompañaré al monolito. Está escrito así. Pero precisamente por eso había elegido ese otro fin para mí. Incluso esa muerte se me ha arrebatado ahora.

Apretó los dientes y su rostro era desafiante. -No creo en la justicia de los valar, Girion y Norion. Nada hay salvo la fuerza de nuestras decisiones, y a mí ya no me queda más que la espera de la muerte que nos alcanzará a todos. Tarde o temprano. Buenos o malos, todos morimos.

Su mirada estaba perdida, y era consciente de que pronunciaba frases inconexas y a menudo incoherentes. Pero luego era capaz de centrarse de repente en algo concreto, y la intensidad y fuerza de su razón no dejaba lugar a dudas de su inmenso poder. -No eres tan distinto a los que han sucumbido a la llamada del Abismo, maese Norión. Eso te aterra y te da fuerzas a la vez. Veamos ahora lo que tengo... Pero antes, ese Guardián que sirve a Yavanna y aparece en los sueños me intriga. Un paladín de Irmo al servicio de Yavanna. La piedra que tenía Sir era de Ithil, una piedra lunar. O la mitad de una. La otra la tendrá el Guardián, y las dos se conectan por medio de la magia élfica a través del mundo de los sueños.

Norión escuchó a la hechicera como si de una profetiza se tratara, o incluso de un ávatar de Vairë. Sus ojos se perdían entre el cuerpo y la mente de la mujer, inalcanzable en ambos aspectos. Se sintió descubierto cuando ella notó sus silencios en nuestros silencio nos decimos lo que es nuestro y con nuestra voz hablamos de lo que nos es ajeno, verdad? le preguntó en su mente, consciente de que ese pensamiento quedaría atrapado dentro de él.

- El joven Girion está destinado a ser un gran noble y sus caminos se han cruzado con los nuestros. Sea por designio de los Valar o por su propia elección, acepto esa ayuda y le revelaré la verdad que esté en condiciones de comprender. Y como dices, preservaré la luz de su interior, para que la oscuridad no lo tome aún como lo hizo con nosotros- su rostro se ensombreció nuevamente. Era mucho el esfuerzo que tanto ella como él hacían para continuar una lucha perdida, más aún llevando el peso del conocimiento de su derrota en sus espaldas.

-Ambos escuchamos esa llamada Finduilas, y ambos estamos aquí. La muerte no es el fin, y lo que nos espera a usted y a mi en las estancias de Namo es algo grande, pero no es nuestro tiempo aún, yo debo detener ese ritual y usted asegurarse que la niña esté a salvo y se encuentre con Ayla cuando ella regrese, no baje sus brazos antes de tiempo que aún sigue escribiendo la historia de este reino, aunque no lo note- había en sus palabras una devoción escondida por esa mujer, un respeto que solo era igualado por el que sentía por Ayla.

- En cuanto a Benaldamath no se mas de lo que le he dicho, aunque creo que se hará visible muy pronto. Tal vez en los tomos del Tratado de los Quendi pueda haber algo mas...- se acercó hacia los antiguos tomos que estaban en el extremo de la repisa, y tomó el que pensó que podía contener algo de información sobre el elfo, lo trajo consigo y volvió a sentarse frente a Finduilas, revisando las páginas y escuchando lo que el joven dúnedain pudiese agregar.

El sacerdote se levantó y repasó las escasas obras de la pequeña biblioteca. Era parte del sueño de Ayla, pero el tiempo había sido muy escaso antes de su partida. Había multitud pergaminos y hojas donde los maestros habían anotado conceptos e ideas, que a su vez enviaban a otras hojas manuscritas. Pero no eran obras completas y encuadernadas. No obstante, el tiempo que había estado Norión en Sil Auressë le había servido para organizar la información contenida, y no tardó en encontrar los textos que versaban sobre los pueblos de los Primeros Nacidos menos conocidos para la mayoría.

Aún así, el texto era demasiado preliminar, y el corazón de Norión no albergaba grandes esperanzas de hallar alguna información nueva. Hablaba sobre la división de los elfos en los grupos que los sabios ya conocían. Los dedos del erudito repasaban las letras, y llegó a la parta que hablaba sobre los lossidil, los elfos de las nieves. Eran un subgrupo poco conocido de los sindar que habitaban en las tierras gélidas de Forodwaith en el Norte.

Entonces lo vio. Una hoja manuscrita más reciente insertada justo después de lo que iba a ser en un futuro el capítulo de “grupos de quendi en el Norte”. La letra la reconoció al instante Norión, y suspiró. Porque era de Ayla. Los trazos eran elegantes pero concisos. Primero unas pocas ideas:

Noldor en Forochel. La Logia de Cuiviémar (La Logia del Despertar),
hacer regresar al herido Norte la Tuilë Yavanna,
siervos de Irmo (irmohildi) y de Yavanna (yavannildi).

Y luego el siguiente texto:

Seguían el Sendero de las Visiones hasta completar esta obra que resumía su aportación al mundo, y finalmente inscribían su canción mágica en un lugar de poder. Ese lugar era Orod Certhas (la Montaña de las Runas) a las orillas del Mar Circundante. Según la leyenda, cuando llegue la Última Batalla, al Final de los Tiempos, y comience de nuevo la música de los Valar, las runas de esta montaña resonarán con la sabiduría de las Edades y la Tierra será por fin curada de su oscura herida.  

Resultaba extraño ver ahora un mensaje de Ayla, como si hubiera sabido que esta información podría ser de utilidad y había querido dejarla allí antes de partir.

[Tras habar Norion habla Girion]

Girion miró a ambos. Se sentía intimidado ante la presencia de tan nobles gentes, le recordaba al jovencuando aun era un crío y acompañaba a su padre a alguna reunión entre casas nobles. De lo segundo Girion ya estaba curtido, no en vano a su corta edad ya había organizado alguna de esas reuniones, incluso sin el consentimiento paterno. De lo primero era otro asunto. Girion sentía el poder y la sabiduría que los allí reunidos poseían y de la importancia que tenía esta reunión. Pero era la dama Finduilas quien más le intimidaba y le atraía. Era ella la que realmente le hacía estar así.

- Es cierto que cada uno se hace su camino y se labra su historia, como bien decís, mi dama- recordó Girion las palabras de la propia Finduilas-. Esos pasos que se dan te llevan a descubrir cosas que pueden ser buena o malas y cuanto más conozcas más podrás comprender...y cuanto más comprendas muchas más cosas podras conocer. Por mucho que queramos hacer bien las cosas, no sabremos cuanto de bien lo hemos hecho, ni sabremos si lo hemos hecho bien si no conocemos el mal. 

Girion hizo una pausa y luego miró a Norion.

- Es cierto que no todo lo puedo comprender, pero cuanto más verdad sepa más seré capaz de comprender- comentó mirando a su maestro. Después se fijó en Finduilas y reunió la fuerza necesaria para hablarle con entereza-. Mi luz interior se forja de la lucha con la oscuridad. Si no la conozco no sabré a qué me enfrento y a qué debo luchar. Es por eso que pido que no se me oculten cosas. He vivido poco...pero he encontrado espinas en el camino de rosas y he tenido y sabido lirbrar mis batallas contra esas espinas.

Tras decir esto el joven se calló. Ayudó a Norion a buscar y transportar el libro que hablaba sobre los lossidil, los elfos de las nieves. Escrutó atento lo que ponía el libro desde una prudente distancia sin molestar a Norion en su lectura.

Había pergaminos y libros a su alrededor en un completo desorden, había revisado con prisa unos cuantos, y había dado con algunos que podían ser de interés. Interrumpió la lectura para decir unas palabras dirigidas a su joven acompañante, aunque todos en la sala podían escucharlas - No hay duda que llevas valor por dentro, amigo mío, y por sobre todo luz y determinación, son dones muy importantes en la batalla contra la oscuridad. Tendrás saciada tu sed de verdad a mi lado, os lo prometo. Sin embargo, la dama y yo hemos dado pasos mas largos, yo hacia el inframundo que alberga a los muertos y ella hacia el abismo que esconde la mas profunda oscuridad...  ambos pagamos un precio alto por ello, y hemos logrado lo que pocos, salir de esa oscuridad y caminar en este mundo. Nuestro conocimiento va mas allá de la luz, comprende las sombras y experimenta la muerte, por ningún motivo te haré pasar por eso, Girión, esa es mi carga no la tuya- lo miró con seriedad, muchos en la aldea les temían, y eso no solo era comprensible sino sabio, la luz de sus corazones era lejana y difusa, y ya no sería lo que había sido alguna vez. Luego aceptó su ayuda y continuó repasando los escritos hasta que su rostro se iluminó, había hallado algo importante.

-Ayla...- susurró, mientras leía una y otra vez un manuscrito. Leer las letras de esa elfa era un dulce nectar de esperanza en medio de la desolación, ella se había convertido en la única estrella en la inmensidad de la noche, dándole aliento de vida a su moribunda existencia, y a la de Finduilas también.  Extendió el papel hacia la hechicera - Sirve a Irmo y a Yavanna... eso explica los versos que escuchó Denelloth, estabamos en lo cierto con esas presunciónes, aunque nada sabía yo de la Logia del Despertar. Si Namo me concede la vida después de bloquear el monolito creo que iré a Orod Certhas- su mirada se perdió del presente como tantas veces lo hacía, como si pudiese ver con claridad la Montaña de las Runas, como si ya estuviese allí. Luego se acercó a Finduilas y a Girión, dando la espalda a Edrec para que solo ellos dos pudiesen escuchar -Tal vez ustedes dos deban llevar a Sir hasta allí, con la ayuda de Pelentur o sin ella, creo que lo mas sabio es buscar ese lugar y devolver a la niña a donde pertenece-

Girion permaneció callado. sabía que tanto Norion como la dama Finduilas habían experimentado cosas que solo uno podría imaginar. Eran sabios entre los sabios y se habían ganado el respeto y el temor entre las gentes del pueblo gracias a sus dones y su conocimiento.

Pero en Girion despertaban otros sentimientos. Al verles solo veía grandeza, conocimiento, sabiduría y poder. Sus sentimientos iban desde la más absoluto respeto a la más dinvcera y sana envidia. Deseaba estar entre ellos el mayor tiempo posible pues sabía que un mes con ellos equivaldría a años de experiencia con otras personas. 

- Ayla - el nombre de la elfa le devolvió a Sil Auressë y a todo lo que estaba aconteciendo. - ¿Dónde estará la dama Ayla?- pensó un tanto preocupado por la elfa que creyó en él y le dio una nueva oportunidad en este sitio de conocimiento y aprendizaje.

Con esa determinación Girion escuchó lo que Norion les susurró a finduilas y a él mismo. El joven asintió dejando a las claras que haría lo posible para llevar a cabo esa u otra misión que le encomendaran. Sabía que tarde o temprano le dirían más acerca de todo lo que allí acontecía.

Finduilas extendió su mano para recibir la nota de Ayla, para estudiarla en detalle. Sus dedos delicados recorrían las letras espontáneas y elegantes, mientras su mirada fiera e intensa parecía apaciguarse al leer el contenido. Jamás lo admitiría, pero era evidente que la Dama de Sil Auressë había dejado huella en ella también.

Su vista se fijó de nuevo en Norión, y ahora no había ni furia ni fuego en sus ojos, sino una extraña calma, como la superficie del agua en un pozo inmensamente profundo. Y al fondo, un brillo intenso pero lejano. –Uno puede salir de la oscuridad, pero nunca dejarla atrás. Te acompañará siempre, el resto de tu vida. Como gotas de aceite que van cayendo en un estanque, la mácula se hace cada vez más presente en el espíritu.

Se quedó unos instantes callada, para luego seguir. -El tiempo del que disponemos es escaso, y tal vez no volvamos a tener otro encuentro así, dijo y ladeó la cabeza como si tratara de ver algo. Se decía que la Princesa de Dol Caladir poseía el Don de la Premonición de los númenoreanos, que le permitía ver el destino de los hombres, o parte de ese destino. Aunque siempre se había preocupado más por ver el suyo propio.

-Lejos de aquí está el Mar Circundante, más allá de Forochel, donde ningún hombre habita. Tierra yerma y repleta de peligros, donde la devastación de Morgoth fue total, y donde solo permanece el recuerdo de las lágrimas vertidas por Yavanna antes de abandonar para siempre nuestro mundo. No, no está  escrito para ninguno de nosotros creo… Pero para ella sí. Ciertamente, hay una luz tenue más allá de la oscuridad que se avecina. Una esperanza para ella más allá de la muerte. De repente, algo del futuro nos vuelve a pertenecer. El espíritu de la pequeña está ligado de alguna forma a las runas de Orod Certhas. Y el Guardián la busca, ya que su sendero está unido al de ella.

Como si volviera de un trance, agitó su cabeza y se incorporó en su asiento. Y de repente, sonrió. Una sonrisa bella, casi pícara. Una sonrisa sincera. Pero no reconfortaba a los presentes. La sonrisa era de alguien capaz de cualquier cosa. Alguien terriblemente peligrosa, como un viento que aúna fuerzas hasta convertirse en un huracán. Por un momento, los que la contemplaban se alegraron de que su misión les iba a llevar al monolito. –Lo haré, Norión y Girion. Sí. Jugaré, e incluso cuando mi fëa ya haya partido de los Círculos de Arda, incluso cuando solo quede el fugaz recuerdo de lo que una vez fui, incluso entonces, de alguna forma, cobraré una victoria cuando el destino de la niña se una a las runas de la eternidad. Veamos...

Ya más calmada, sacó unos pergaminos escritos por ella. Lo primero que llamó la atención era la exquisita calidad del papel, y luego el trazo perfecto y medido de ella. Eran runas poderosas, que contenían parte del alma de su creadora. De alguna forma, era parte de su legado. Pocos como Finduilas habían logrado dominar la Esencia en el Norte en estos tiempos aciagos, y su habilidad combinaba las enseñanzas arcanas de muchos maestros y muchos métodos. Y ahora los iba a entregar. Tres pergaminos mágicos preparados por ella para llevar a cabo el cometido.

No decía nada más, simplemente contemplaba las hojas como si fueran obras de arte, o algo más. Como si echara en falta la parte de su fuerza vital que había depositada en esas runas, y que nunca más volvería a recuperar. Como si preguntara si merecía le pena. O si después de todo lo vivido, después de todo lo que había sacrificado para aprender, si después de todo, la medida de su vida eran esas simples runas.

El ánimo cambiante de la hechicera era una mezcla de locura y poder, como era habitual esa mujer apenas cabía en su bello cuerpo, era un ser mucho mas grande y temible. Se sintió aliviado de que sus palabras hayan alcanzado lo profundo de ese pozo en el que se hallaba la voluntad de la princesa de Dol Caladir. Decidió seguir adelante y proteger a Sir, Ayla descansaría en paz con esta noticia . No sabía si sobreviría al monolito, pero Girion lo haría y seguramente acompañara a esa mujer para proteger a Sir, si es que Yavanna aún se apiadaba de esta aldea en agonía. - Gracias Finduilas - fue lo único que dijo respecto a sus palabras.

Luego vio como la mujer exponía sus pergaminos, símbolos incomprensibles para él pero que emanaban un gran poder. Los observó a corta distancia, mientras esperaba que Finduilas se los entregara - Un monolito ancestral tendrá tu sello, como las montañas mas allá de Forochel tendrán el de Sir. Los simples mortales solo podemos aspirar a que nuestros nombres se graben en la lápida que acompañará nuestro eterno descanso, los Valar te sonríen Finduilas, y este humilde servidor te esta agradecido por lo que has hecho - él mas que nadie era consciente del gran sacrificio que implicaba todo aquello para la hechicera, por ello había tomado su lugar en el monolito, para que no terminaran sus días allí, para que tuviese la oportunidad de redimirse, de continuar el legado de Ayla. Porque ella merecía una oportunidad aunque fuese odiada por muchos, e incomprendida por casi todos, porque era a sus ojos el espíritu vivo de Vaire, y porque secretamente, en lo profundo de su interior, había llegado a amar a esa mujer.  Norión estaba dispuesto a tomar su lugar y a ofrecer su vida si hacía falta, después de todo él tenía otro acuerdo con el guardián de la muerte, y si aquél era su momento lo aceptaría de buena gana.

Una sonrisa nostálgica y casi amable se dibujó en el rostro de Finduilas cuando observó la cara de Norión. Las palabras acerca de lo imperecedero de las runas talladas en piedra le había hecho recordar esa llamada de lo eterno que le había acompañado en su vida. El deseo de ser recordado. Tal vez aún quedaba algo de esa gloria para ella. Tal vez.

Se dio cuenta de que el anamarta no había conocido el sistema empleado en las runas. No le sorprendió, ya que pocos conocían ese método de una complejidad inusual. –He usado el formato de los Enach para hacer la composición, dijo mientras enrollaba con cuidado los tres pergaminos para guardarlos incluso antes de presentarlos. –No todo se perdió en el Akabelleth, añadió y miraba a todos los presentes. –Aún quedan restos del legado de Númenor. Ay, Norión. Las cosas que podíamos haber llegado a hacer aquí…

No había tiempo para lamentaciones. –Escuchadme bien, pues no tenemos mucho tiempo. Y no quiero repetir mis palabras. He preparado tres pergaminos. Norión, no sabes interpretarlos aún. Eso puede jugar a nuestro favor. Porque son runas poderosas, y aún sin activarlas, si las interpretas o las estudias, les otorgas vida. Las despiertas. Y eso lo sienten las fuerzas del Abismo. Cada creación mágica está impregnada del espíritu de su creador, y mi sello está en esas hojas. No podemos delatarnos antes de tiempo. Quiero que el Gothdush centre su atención en este castillo, en mí... Mientras vuestro grupo avanza sigilosamente hacia el monolito.

A continuación, sacó de una caja de madera un cilindro porta pergaminos de bella artesanía en metal y cristales verdes y dorados. Cinco anillos con runas lo decoraban. Era obra de elfos, sin duda.

Era evidente que el artefacto era de enorme valor para ella, y parecía incluso emocionarse ante la perspectiva de tener que desprenderse de este objeto.

-Es algo más que un simple contenedor de documentos, explicó mientras con sumo cuidado introdujo los pergaminos runas en su interior. –He estudiado sobre los monolitos, y cuando son activados absorben toda magia que hay en su alrededor. Pero este cilindro está basado en un diseño de Feänor, según cuenta la leyenda. Está fabricado en kregora, un metal que impide que la magia penetre en su interior. Solamente se puede abrir conociendo la clave de cinco letras. Además, un frágil cristal lleno de ácido corrosivo destruye los documentos en interior si se intenta forzar.

Sin dar tiempo para más preguntas, Finduilas cerró el cilindro y activó el mecanismo. Los tres pergaminos estaban en su interior.

-Lo llevarás tú, Girion, dijo. -Es la mejor forma para garantizar que llegue hasta el monolito. Por el camino, Norión tendrá que aprender el sistema de los Enach. Te puedo dejar un tratado que tengo. La información para la clave para abrir el cilindro está dentro de esta carta sellada. Es para ti también, puedes obrar como consideres con esa información, dijo y se la entregó a Norión. No quedó claro el motivo de tanto secretismo, pero sí insistió en que Norión no tocara el cilindro hasta llegado el momento.

-Antes de llegar, debéis intentar contactar con el Guardián Benaldamat. Para que esté preparado. Un simple ritual con la piedra de la niña bastará, porque él estará esperando. Para el monolito, he preparado pues tres pergaminos. Uno es para convocar al Guardián a través de un portal, usando como foco la piedra de la niña. No creo que pueda hacerse presente aquí, pero podrá intervenir a través de ese foco. Otro es para revelar los símbolos en la piedra, para luego tallar en la piedra un símbolo complejo de disolver canalización. Y el tercero es una runa que pocos conocen. De magia arcana y oscura, que pulveriza la piedra. Es posible que genere tal liberación de fuerza mágica que suceda una explosión.