Partida Rol por web

Turno 12

Desde que la flecha abandona sus dedos Eärnil sabe que no irá a ningún lugar. Su mente realmente está en su misión principal: defender el paso. Eärnil maldice, escupe al suelo, se coloca en arco en la espalda y se dirige a los soldados con paso decidido."Camaradas!,hemos venido hasta aquí para defender el paso y con él, defender Sil Auressë. En este lado del desfiladero no hay rocas suficientemente grandes para hacer todo el daño que merecen sufrir esas malditas alimañas. En la guerra de Enedwaith utilizábamos una técnica muy efectiva a la par que peligrosa para diezmar las tropas enemigas... consiste en aplicar algo de aceite en el recipiente del aceite y encenderlo, de esta manera cuando la tinaja se rompe el aceite entra en contacto con el líquido inflamable y el fuego hace que todo arda, lo llamábamos fëalócë. Para no errar en los lanzamientos, algunos de nosotros deberemos descolgarnos con las cuerdas, los demás los cubrirán con sus arcos. Que no se encojan vuestros corazones!! Nuestra misión es la de defender el paso, y bien sabe Tulkas que esta noche habrá más de nosotros cenando en la sala de Mandos que retozándose en la cama con Nessa. ¿Estáis conmigo? ¿Estáis con Sil Auressë? ESTAIS CON SIL AURESSË!!??"- Eärnil lanza una mirada a los hombres que le acompañan esperando su aprobación mientras levanta su espada.

Turno 2P

Caldrim tenía delante al portaestandarte. La lanza de caballería la había cambiado por su gran hacha, y sin darle tiempo al enemigo a reaccionar le atacó con todas sus fuerzas. De nuevo el impacto fue brutal. El orco trató de parar el ataque con el propio portaestandarte, pero Caldrim le cortó varios dedos de la mano. El estandarte cayó al suelo, y Caldrim se bajó del caballo tratando de usar al animal como escudo contra los restantes orcos^O1-O4.

Aquella maniobra le permitió evitar el tremendo golpe de la cimitarra orca^O4 que apenas le rozó. -¡THEON! ¡ACABA CON ÉL!, animó a su líder desde el suelo mientras sus botas metálicas pisoteaban el gran estandarte de la hueste orca.

Turno 2P

En el otro lado, Bakar luchaba contra tres orcos. Había dejado aturdido al uruk, pero uno de los orcos^O2 se adelantó para atacarle. No obstante, falló el ataque y Bakar embistió al otro orco^O3 desde lo alto de su caballo. Su espadón atravesó el pecho del orco y la punta salió por la espalda. Blandiendo la enorma espada con las dos manos, levantó al orco aún con vida y lo lanzó lejos. -¡HA LLEGADO LA ROJA TEMPESTAD! ¡LOS JINETES DE ACERO ESTÁN AQUÍ!, gritó frenético mirando desafiante al uruk.

Turno 2P

El caudillo orco estaba aturdido aún de los ataques. Blandía su alabarda en busca de algún cráneo que aplastar, cuando vio al líder de los jinetes maniobrar su caballo delante de él. Una espada reflejó los últimos rayos del sol. Rojo y naranja en la penumbra y en el caos. Pero el líder de los orcos llevaba su pesada armadura de placas, y confió que los débiles humanos no iban a poder atravesarla. Con el escudo paró el débil golpe de uno de los guerreros^S3, y miró desafiante al hombre que había dirigido la carga. El ataque le golpeó la pierna, y el filo carmesí chocó con la armadura. Metal contra metal.

Una sonrisa se dibujó en el rostro del orco, pero entonces notó cómo algo caliente le recorría la pierna. Miró abajo y vio cómo la sangre salía a borbotones. El golpe le había cortado una arteria. Le costaba respirar, y cayó de rodillas y luego al suelo, encima del charco que se había formado de su propia sangre.

RESOLUCIÓN TURNO 2P

El ataque relámpago al corazón de la hueste orca había comenzado de forma extraordinaria. El portaestandarte estaba herido, y el símbolo de los Skator-Vok-Koptog yacía ahora en el suelo pisoteado por Caldrim. Bakar comenzaba a dominar el otro flanco, y en el centro Theon había logrado herir de muerte al gran caudillo uruk. Por primera vez desde que diera comienzo la Batalla de la Loma, los jinetes sintieron que la victoria era posible en medio de la oscuridad y de la tempestad.

A la derecha de Theon, uno de los orcos logró impactar con su cimitarra al jinete^S3. El valiente hombre de Girithlin logró mantenerse en el caballo, pero el golpe le había dejado tocado.

La carga del caballero a la izquierda de Theon^S2 le llevó hasta el uruk^U3 en el flanco de Barak. Su lanza se incrustó en la parte baja de la espalda del engendro, y le atravesó. El grito de dolor y de rabia se escuchó por el campo de batalla, pero la marea negra aún no se había fijado en la unidad que amenazaba con terminar de matar al grupo de mando.

En el cielo, el sol lanzó una última ráfaga de rojo y naranja antes de ser devorado...

El cielo se tiñó de escarlata y naranja cuando el sol perdió su batalla contra la oscuridad. Las ráfagas de viento aumentaron de intensidad, y el eco de los gritos de los héroes de tiempos pasados sonó de nuevo en la Loma. Gritaron enrabietados y contagiaron de su furia las almas de los que ahora lucharon, como si también formaran parte de la misma contienda.

El olvido no será nuestro destino. No nos rendiremos a la noche más oscura. Lucharemos con la rabia de nuestros corazones y el fuego de nuestras almas en la caída de la noche, enfurecidos por la  luz que se muere. Pasarán los años, y a los jóvenes les contarán cómo luchamos sus antepasados. Cómo vivimos en esta tierra. Cómo dimos la vida por esta causa.

Eran las voces de montaraces de la Hermandad del Lobo, pero también las de los caballeros bajo las órdenes de los Señores Aliados, de los grandes reyes enterrados en Tyrn Gorthad, de la infantería de renombre de Cardolan y de los Jinetes de Acero, de los miles de guerreros anónimos. Todos gritaron al unísono cuando la oscuridad derrotó al sol, y el último fulgor rojo era dedicado a la gloria del pasado, y a la sangre de los héroes que no sucumbieron nunca. Al valor y al temple de los que siguieron luchando cuando las torres se derrumbaron, cuando los príncipes sucumbieron y cuando el reino de Cardolan se perdió para siempre.

Turnos 13-19

Los corazones de los guerreros latían con fuerza, y las monturas movían con nerviosismo sus cabezas de un lado a otro. Todos estaban inquietos, los jinetes y los caballos. Cada minuto que pasaba era como una hora, y en el cielo por encima del polvo y de la arena, el sol ya se ocultaba del todo.

Los orcos también estaban agitados. Escuchaban ruidos de batalla desde el otro lado del hondo, donde se encontraba el grueso de las tropas. Pero no podían perder de vista al enemigo inmediato. La unidad de orcos que se interponía entre los cinco jinetes y el Paso estaba formada por exploradores. Su misión había sido la de acabar con las escasas defensas que Sil Auressë había preparado para proteger el desfiladero, y así abrir el paso para la hueste y sus máquinas de guerra. Ahora se enfrentaban a una lucha completamente diferente.

En lo alto del acantilado, los defensores se preparaban para ayudar de algún modo en ese ataque decisivo…

Turno 20

Las órdenes habían sido dadas, y el tiempo apremiaba. Cirian ayudó a embadurnar de aceite la parte inferior de las cuatro tinajas, hasta la mitad más o menos. Luego ataron unas cuerdas de un metro a las asas de cada recipiente. Eso iba a permitir lanzar el proyectil a mayor distancia moviéndolo como un péndulo.

Dos valientes iban a bajar colgados de una cuerda sujetada por un compañero. Además la cuerda iba a estar clavada en el suelo, pero no estaba seguro que fuera a aguantar si el compañero de arriba caía. Así que las vidas de los que iban a bajar con las dos tinajas ardiendo estaban en manos del compañero que se quedaba arriba.

Mientras tanto, los tres restantes defensores iban a dar apoyo con los arcos e intentar generar una distracción para así sorprender a los orcos con el fëalocë.

Turno 20

Brangon terminó de colocarse la cuerda a modo de arnés. Se había ofrecido voluntario sin dudar. Cirian era mucho mejor arquero que él, y por lo tanto tenía que quedarse con Eärnil en la otra posición.

-Aaren..., dijo y ofreció otra cuerda al recién llegado. No era una orden, ni tampoco era una súplica. Era la opción que le pareció la menos mala. Tenía que bajar con él de nuevo por el precipicio, colgado de una cuerda con las heridas recién vendadas y sin apenas movilidad en las piernas, sujetando dos recipientes de aceite. Decir todo eso le superaba al joven cazador, así que simplemente se ofreció a ayudar a atarle las cuerdas con una mirada llena de empatía.

-Por tus amigos, le susurró.

Turno 20

Entonces vieron movimiento en el acantilado. Tres arqueros se asomaron en la posición más alejada, listos para disparar. Sus gritos no alcanzaron la posición de la unidad de jinetes en medio de la tempestad, pero numerosos orcos se giraron hacia ellos.

Casi al mismo tiempo, más próximo al frontal de la unidad orca, desde lo alto comenzaron a descender dos hombres sujetos en sendas cuerdas y cargando cada uno con dos cuerdas terminadas en tinajas ardiendo en su parte inferior.

Turno 20

El joven escudero de los Jinetes de Acero hizo avanzar unos pasos su caballo para ponerse al lado de Aelloth. Vio que el hombre de confianza del capitán Melechtor miraba extrañado las tinajas en llamas que estaban bajando. -Fëalócë..., dijo ensimismado. Su padre Caldrim le había enseñado cómo funcionaba esa arma. Se había utilizado en las guerras del norte de Rhudaur, entre otras muchas.

-Es aceite que arde con facilidad, pero en vez de encender y arrojar, lo que han hecho es embadurnar las tinajas por fuera. Si aún arde cuando impacta contra el suelo, el aceite que lleva dentro va a prender.

Turno 20:

-¿Aceite incendiario? -decía un tanto incrédulo y desconocedor de aquellas tácticas de batalla- ¿y qué se supone que tenemos que hacer ahora? -preguntaba un poco exasperado debido a la impaciencia.

Así pues, decidido a hacer algo productivo, sacó su arco y miró en busca del carcaj de Hasgon, si mal no recordaba debía haber proyectiles incendiarios en él, y podrían ser bastante útiles si lo que había que hacer era prender las vasijas. Por ello, volviendo a interpelar al joven escudero dijo:

-Dime una cosa Cathael, ¿sabes si Hasgon tenía más flechas incendiarias? puede que nos sean necesarias, traémelas si puedes... -pedía a modo de orden, pues él ya estaba sacando una de sus flechas y se disponía a dispararla.

Turno 20

Un espantoso escalofrío me recorrió la espalda cuando el sol sucumbió a las sombras que lo atenazaban. Un viento gélido descendió desde el NordEste desafiando las suaves corrientes provenientes del Gran Mar. Era un viento cruel, cargado de olores fríos y efluvios putrefactos y ponzoñosos que durante unos instantes se enfrentó a las fragancias salinas procedentes del Golfo de Lune, imponiendo su insalubre hedor.

Tan solo mi nombre, en boca del poderoso guerrero rubio, pudo apartar mi mente de aquel aroma que anegaba los sentidos.
Me quede mirando a Brangon un largo tiempo mientras este tendía el cabo de cuerda en mi dirección.

Tenia miedo. Estaba completamente aterrado, asustado como en las funestas noches del pasado. La noche había cerrado sus oscuras fauces sobre el mundo y solo los Dioses sabían el porque. ¿Habria llegado el fin de los días?

Por los amigos... asentí finalmente mientras lo dejaba hacer su parte.

...pero no solo por ellos... sino por nosotros, y por todas las luces que todavía perduran... continué visiblemente afectado...por las llamas que arden en los corazones de aquellos que todavía resisten... que sus espíritus den luz a un nuevo mundo y destierren la sombra que nos asola.

Antes de descolgarme por la pared del desfiladero golpeé con fuerza mis piernas para intentar despertarlas de su letargo, pero apenas obtuve respuesta en forma de una leve presión. Resignado, me arrastré hacia el borde y antes de soltarme me dirigí a uno de los que permanecerían arriba.

Ondead la bandera Roja a los jinetes...ha llegado el momento.

Turno 3 P

La imagen del líder de la hueste cayendo de rodillas y luego sobre el suelo, inmerso en su propia sangre, sería algo que quedaría grabado en la memoria de Theon hasta el fin de sus días, con esa caída habían cambiado el curso de la batalla. Miró alrededor, Bakar había logrado eliminar al Uruk que tenía frente a él y Caldrim estaba combatiendo hábilmente con el último de ellos.

Sonrió, la sangre de su bisabuelo indudablemente estaba en él, sus padres estarían orgullosos si viviesen, su tío Lord Barahir lo estaría, los Lobos de Arthedain se alzarían a apoyarlo, tendría el respeto de sus comandantes Minastir y Melechtor, y por sobre todo, Echorión, su futuro rey, estaría agradecido. Una lágrima cegó sus ojos por un segundo, sentía el sabor de la gloria, y no había vivido algo similar jamás, no había sensación que se le pareciera.

La noche ganaba terreno en el cielo, el sol iba desapareciendo inexplicablemente, los valar, si es que tales seres existían, habían dejado a los hombres librados a su suerte. Theon, junto a unas pocas decenas de dúnedain alocados, habían decidido hacerle frente a esa oscuridad que se alzaba victoriosa, contra toda esperanza habían levantado sus armas aún a riesgo de perder sus vidas. Su espada estaba en lo alto y la sangre que la bañaba era orca, Theon confirmó una vez más que era la voluntad de los hombres lo que marcaba la diferencia, que mientras ese fuego inagotable ardiera en el pecho de los valientes, ni la noche mas oscura podría con ellos.

Volvió en sí rápidamente, su fría mente peleó en su interior por recuperar el control y tiró de las riendas del caballo, éste giró lo suficiente para que su espada alcance al orco^O1 que estaba a su lado. La criatura había dañado a uno de los jinetes y se disponía a acabarlo cuando el golpe de Theon cayó sobre él.

Turno 20

La desaparición del Sol enerva a Eärnil, lanza una flecha pero falla miserablemente -"Tengo un mal presentimiento"

Turno 20

Antes de preparar su arco, el veterano miliciano agarró la bandera roja que le ofrecía Aaren. -Espero que tus compañeros entiendan el mensaje, le dijo. -¡Suerte allí abajo!

Mientras Aaren y Brasgon descendían, Cirian agitaba la bandera por encima de su cabeza.

Turno 20

-¡Mirad!, exclamó Aelloth apuntando con el dedo al acantilado. De repente, uno de los arqueros ondeaba una bandera roja como señal.

Aelloth se protegía los ojos del polvo levantado por las ráfagas de aire, y miró cómo descendían los dos hombres con las tinajas de aceite, colgados de unas cuerdas. -El más próximo creo que es Aaren...